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Yo estaba...

La persona que me hizo daño era un...

Me identifico como...

Mi orientación sexual es...

Me identifico como...

Yo era...

Cuando esto ocurrió, también experimenté...

Bienvenido a Our Wave.

Este es un espacio donde sobrevivientes de trauma y abuso comparten sus historias junto a aliados que los apoyan. Estas historias nos recuerdan que existe esperanza incluso en tiempos difíciles. Nunca estás solo en tu experiencia. La sanación es posible para todos.

¿Cuál cree que es el lugar adecuado para empezar hoy?
Historia
De un sobreviviente
🇨🇴

No tengo recuerdos claros y siento mucha culpa

Mi historia es un poco larga. Cuando tenía 15 años o 16 años, vino a mi mente el recuerdo de cosas que habían ocurrido cuando yo tenía entre 4 y 5 años. Dos tíos abusaron de mí. Los recuerdos sobre esto nunca han sido claros y ahora, muchos años después, todo se ha vuelto más lejano y confuso y he dudado varias veces de mí misma y de mi historia. Hay otras cosas que pasaron en mi infancia que sí recuerdo con más claridad: cuando tenía entre 7 y 8 años, vi a mis papás teniendo relaciones sexuales a mi lado (esa noche me había pasado a dormir con ellos en su cama). Tiempo después, se repitió la situación, pero con mi padrastro y mi mamá. También cuando tenía entre 7 y 8 años, estaba revisando unos CD'S en el DVD que había en la casa para marcarlos según el género musical o según la película que fuera. Uno de los CD'S, era una película porno. Como casi siempre, me encontraba sola en mi casa, entonces la vi completa. No recuerdo si me masturbé. Sé que desde muy niña me frotaba con peluches, muñecas y otros objetos, aunque sin mucha conciencia de lo que hacía, pero estaba presente el miedo a ser vista. Hay algo que me atormenta en este momento: cuando tenía 6 o 7 años, mi prima (ella un año mayor) y yo jugábamos a imitar algunas posiciones de un libro de kamasutra que había en su casa. También tengo leves recuerdos de una vez que, mientras nos bañábamos, frotamos nuestras partes íntimas. No sé si esto se dio en el marco de una curiosidad bilateral y por el contenido del libro al que habíamos estado expuestas o si fui yo quien generó la situación y la persuadió a ella de hacerlo o si la manipulé. No recuerdo que haya sido así, pero me da miedo que sí. ¿Y si imité lo que hacía mis tíos conmigo o lo que vi en contenido al que estuve expuesta? Siento miedo, culpa y vergüenza. Además, hace medio año, recordé que cuando tenía 10 años y cargué a mi hermanita en mi piernas (que estaba como de un mes), sentí un estímulo placentero en mi zona íntima por el contacto. Cuando esta imagen vino a mí (tampoco fue clara, como mis otros recuerdos) sentí culpa, pero no escaló a más porque entendí que fue una reacción física y nada más. Pero luego no podía dejar de pensar en ello y me cuestionaba si había prologando o intensificado el contacto y sentí muchísima culpa, asco y vergüenza. Fue tan fuerte, que tuve un episodio de TOC y siento que aún no he podido salir de ahí, porque ahora me inundan las dudas sobre lo sucedido con mi prima.

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  • Tomarse un tiempo para uno mismo no siempre significa pasar el día en el spa. La salud mental también puede significar que está bien establecer límites, reconocer las emociones, priorizar el sueño y encontrar la paz en la quietud. Espero que hoy te tomes un tiempo para ti, de la manera en que más lo necesitas.

    Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇨🇴

    poder seguir adelante y pasar un poco la pagina

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  • Historia
    De un sobreviviente
    🇨🇦

    Name, solo tenía 6 años

    Tenía alrededor de 6 años, cierro los ojos y es cómo si volviera a vivir en carne propia el recuerdo, me acuerdo del ruido de la televisión, el olor del desayuno que estaba comiendo, yo solo estaba viendo caricaturas. El, un hombre de alrededor 50 años me cargó y me acomodó en sus piernas, y deslizó su mano por debajo de mis panties, TENÍA 6 AÑOS y ahí empezó mi historia de abusó sexual, una historia que me hubiese gustado no tener que experimentar. Yo hablé ya que mi mamá siempre me había enseñado a que nadie podía tocar mis partes pero en ese entonces mi mamá no tenía los recursos, vivíamos en casa de una prima (la hija de mi abusador) y nadie me creyó, dijeron que era mi imaginación. Otros sucesos pasaron cometidos por la misma persona, me arrebató mi inocencia y me rompió en pedacitos… pese a que yo hablé la primera vez, las otras veces me quedé callada porque nadie me creyó, nadie me protegió y nadie me escuchó más que mi mamá pero en ese entonces ella estaba luchando con un problema de alcoholismo y toda la familia nos dio la espalda. Después de un tiempo dejé de ver a mi abusador pero a los 8 años me volvió a pasar pero esta vez por el esposo de mi tía (la hermana de mi mamá) ellos han sido casados desde que mi tía tiene 16 años hasta el presente. Fuimos de visita a casa de mi tía, era diciembre entonces mi mamá salió con mi tía a comprar cosas para la navidad, yo, mi hermano y mi primo (hijo de mi tía) nos quedamos al cuidado del esposo de mi tía, el en ese entonces era oficial de la policía. Yo estaba jugando con mi primo y mi hermano cuando él me llamó, él estaba sentado en la mesedora viendo las noticias cuando me sentó en sus piernas y yo inmediatamente me paralice puesto que la última vez que alguien me sentó en sus piernas me manoseo, esta vez fue diferente, solo me acaricio las piernas y yo solo sentí cómo algo duro me rozaba mis glúteos, me paralicé y no sabía que hacer, hasta que tuve la fuerza y me bajé. Nunca hablé de mi segundo abusador y nunca lo he hecho, yo ya no vivo en Colombia pero cuando voy me toca actuar cómo si nada aunque por dentro sienta tantas cosas. Por mucho tiempo reprimí todo lo que me pasó, siempre decía que no me afectó y ahora a mis 22 años me está atormentando. Estoy comprometida con el amor de mi vida, siento que ha sido un regalo que Dios y la vida me dio después de tanto tormento pero hay veces que cuando vamos a tener intimidad y me toca siento una rabia en mi, ese tipo de rabia que te dan ganas de pegarle un puño en la cara a esa persona, y no lo entiendo, el no me ha hecho nada? El solo me ha ayudado y me ha tratado con amor y me ha demostrado lo mucho que me respeta y me ama, siempre quise evadir el tema y reprimirlo, no hablar de ello y pretender cómo que no me afectó pero ya llegué a un punto donde me dan unos ataques de ira que ni yo me reconozco, donde termino lastimándome a mí misma o sacando esa ira en mi prometido, hace unas noches por fin en medio de una ataque de ira donde terminé azotandome la cabeza en la pared solo repetía “no me deja en paz, me persigue, sácalo de mi cabeza” estaba en un estado de crisis y mi prometido solo pudo sujetarme en sus brazos mientras me preguntaba quién me perseguía y fue la primera vez que dije su nombre en voz alta, “Name, el hombre que me violo y me robo mi inocencia no sale de mi cabeza” no podía hablar, las lágrimas y gritos de desesperación eran más que las palabras, en ese momento me di cuenta que no importa cuánto allá crecido aquella niña de 6 años sigue dentro de mi, está enojada, está triste y rota. Mi pareja es abogado entonces el fue quien me habló sobre me too movement, me dijo que me hiciera justicia y lo denunciara pero que si no me sentía lista por miedo que navegara las opciones que me too ofrece y que quizá empezara por contar mi historia, por unos días habría la página y solo me quedaba paralizada, pero hoy me anime, ya no merezco ser prisionera de un dolor que no fue mi culpa aunque por mucho tiempo he sentido que lo es, me siento perdida y no quiero que mi pasado defina mi presente, la vida me está dando oportunidades bonitas pero mi abusó sexual no me deja avanzar, cómo me saco esta rabia que siento por dentro? Porque me volví un ser tan agrio y amargo, porque me enojo por todo? Porque no puedo disfrutar la intimidad con mi pareja si es delicado conmigo? Parece que entre más delicado es más rabia siento por dentro. Me siento muy sola y perdida. Quiero este dolor fuera de mi

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  • Mensaje de Esperanza
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Buenos días, espero que hoy tengas un mejor día.

    Estimado lector, el siguiente mensaje contiene lenguaje homofóbico, racista, sexista o despectivo que puede resultar molesto y ofensivo.

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  • “A cualquiera que esté atravesando una situación similar, le aseguro que no está solo. Vale mucho y mucha gente lo ama. Es mucho más fuerte de lo que cree”.

    “Estos momentos, mi quebrantamiento, se han transformado en una misión. Mi voz solía ayudar a otros. Mis experiencias tenían un impacto. Ahora elijo ver poder, fuerza e incluso belleza en mi historia”.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    SER NIÑA NO ES JUSTO

    Ser chica no es justo. Soy una mujer de 32 años que sufrió más de una vez de joven. Fue el primer abuso el que me llevó a los demás. A los doce años quería ganar dinero. Mis padres no creían en la paga por hacer las tareas del hogar. No podía trabajar legalmente hasta los catorce, a menos que fuera repartidor de periódicos y me levantara antes del amanecer. Mi tío, hermano de mi padre, me contrató para trabajar en su taller de reparación de electrodomésticos. Era el único que conocíamos que tenía un negocio. Poco después de empezar, parte del trabajo consistía en dejar que me diera masajes. Me abusaba un poco más cada vez, hasta que me rozaba las partes íntimas con la boca. Se masturbaba mientras lo hacía. Lo dejé hacer esto durante semanas mientras me transformaba y me distorsionaba. Luego me obligó a rozarlo con la boca. Lo hice UNA vez. Vomité después. Lo denuncié a mis padres. Fueron cariñosos y comprensivos, y estaban enojados con él. Pero no lo suficiente como para hacer otra cosa que dejarme dejar de trabajar allí. Se disculpó conmigo en la cocina con mis padres allí. Yo flotando a la deriva en lava mientras los dioses decidían mi destino. Apenas lo recuerdo. Se quedó en nuestras vidas casi sin cambios. Volví a la normalidad. En la superficie. Pero no era la misma y le temí más a las cosas. La oscuridad, estar sola, el silencio. En los años siguientes, me tonteé con chicos de maneras que tal vez no lo hubiera hecho. Puede que no fuera ese tipo de chica, pero me sentí obligada. Tenía quince años cuando tuve un novio de mi edad con el que tenía sexo en secreto casi a diario. Lo amaba. Me dejó. Más problemas. Diecisiete años. Estudiante de último año de secundaria. Cabello teñido con mechas azules hasta el trasero. Emo. Delgada. Pecho plano. Para entonces ya estaba bebiendo y fumando. Pero no ESA NOCHE. Salí de un concierto de Pink al que había ido con mi prima y sus amigas. Algo me molestó y me fui. De noche. Una parte de la ciudad que no conozco. Sin planes. Tal vez vuelva al concierto después de ordenar mis ideas. Al pasar por un centro comercial, un grupo de cuatro tipos salió de su sitio, sin saber qué era. Había visto que dos de ellos eran negros. Me asusté. Lo siento. Me apresuré y giré a la derecha. Ellos también. Era como un callejón detrás del centro comercial, con un muro enorme a un lado. Puertas traseras de negocios, contenedores de basura, algunos coches. Mal iluminado. Quizás podría haber seguido caminando y no habría problema, pero estaba oscuro al otro lado y parecía muy lejano. Los tipos hablaban y reían detrás de mí. Me entró el pánico de que me violaran, me hicieran daño o me mataran. Creo que oí a uno decir "buen culo" entre parloteos. Un ataque de pánico. Creo que intentaba salvar mi vida. ¿Un ataque preventivo? Me detuve, me giré y dije: "Pueden cogerme si quieren". Recuerdo la pausa mientras algunos se detenían, pero uno seguía acercándose. Se reían, quizá nerviosos. El que seguía acercándose me abrazó y se pegó a mí. Olvidé lo que dijo, pero me atrajo hacia sí, frotándose contra mí. Me llevaron a una zona oscura a un lado, entre dos edificios. Le hice sexo oral al primero y al otro, negro, pero no del todo. Un espectáculo para ellos. Riendo. Empujándose mutuamente cuando se ponían demasiado ruidosos. Lo intenté, pero se pusieron rudos y me dieron muchas arcadas. Quítate la ropa. Chaqueta, camiseta de tirantes, vaqueros, bragas. De espaldas. Asfalto. Piernas abiertas. Intentando mantenerme encima de la ropa para no cortarme ni rasparme. Los cuatro se turnaron. Con el primero era un espectáculo que veían. Con el resto estaban volteados, hablando entre ellos, intentando bloquearme de la vista. Creo que alguien pasó, pero no estoy seguro. Alcohol y aliento a cigarrillo. Chicos probablemente de treinta y tantos. Amigos divirtiéndose. Chicos siendo chicos. Simplemente bombeando dentro de mí. Diciéndome que estoy apretada. Mi cuerpo como un recipiente. Piernas abiertas. Sin resistencia. Mis brazos alrededor de ellos. Contacto visual que no recuerdo. Siempre miraba a mi novio a los ojos. Siempre miro a los ojos durante el concierto, buscando una conexión. Veía sus ojos pero no sus caras. Solo me usaban para la fricción. Rápido y bájalo. Excepto por el penúltimo. Quería hablar. Le dije mi nombre. Le conté sobre el concierto. Le dije que me gustaba estar arriba porque me lo pidió. Recuerdo su cara. El único que era blanco. Nariz torcida. Orejas de coliflor. Ojos azules. Una sensación de prisa de los demás. Se difumina en el último en mi mente. ¿El árabe/persa? "Muchas gracias." Sé que dijo uno de ellos. Me dieron las gracias mientras me vestía rápidamente y seguían caminando en la dirección en la que habían ido antes. Para cuando volví a salir, se habían ido. Regresé por donde había venido. Regresé al concierto y pasé todo el tiempo buscando a mi primo. Dolorido y goteando. La espalda arañada. Me sentí asquerosa. Empecé a llorar, pero paré cuando llamé demasiado la atención. Los encontré. La última canción fue "Get the Party Started". Salimos juntos. Los que no conducían bebieron vino, pero a mí no me permitieron beber porque era demasiado joven. No se lo dije a nadie. Le dije a mi madre que estaba bien. Enseguida me hice novia de un chico que tenía una taquilla cerca de la mía y que había sido insistente, pero yo siempre lo había rechazado. Era alto y no pasaba de "normal". No quería estar sola. Él se enamoró. Yo no. El baile de graduación y todo eso. Rompí con él la última semana de clases. De todas formas, se iba a la universidad. No quería ir con él. Le fui infiel porque necesitaba más sexo del que él me podía dar. Luego llegaron los días de ser pasada de mano en mano. Fui a la universidad comunitaria y salí con mi compañero de laboratorio de química, su hermano me violó en la ducha y me convertí en su novia. Me metió en el alcoholismo, las drogas de fiesta, la escena de los clubes y dejé los estudios. Era una princesa de la música electrónica, el metal y el trance y tenía muchísimos "amigos" en la escena que me conocían como Zafiro. Zafiro era ninfómana. A la gente le encantaba eso de mí. Algunos buenos, otros malos. Polvos rápidos en lugares oscuros de los clubes. Entre bastidores. Trastiendas. Autos. Secretos. Despertamos en camas diferentes. Mi novio me "entregó" a su camello y viví con él hasta que un hombre mayor me convenció de escaparme con él a Ubicación. Él tenía 39 años (40 por un mes) cuando yo tenía 20 y vivimos juntos durante más de un año. Era una relación muy sexual, pero él se preocupaba por mí. Su casa estaba a un paseo de la playa y me encantaba. Era más saludable. Empecé clases de CC de nuevo y obtuve mi AA. Me ayudó con mis ataques de pánico y le oculté mi depresión. Mis padres lo conocieron y finalmente lo aceptaron. Hablamos de matrimonio. Pero él estaba fuera todo el día entre semana, yo no tenía trabajo y tenía una segunda vida para alimentar mi gran vacío que había comenzado después de que mi tío me usara. Además, le gustaba jugar a ser mi padre. Solo una de sus manías. Lo peor es que, igual que lo del contacto visual, decir "Que me jodan, papi" se convirtió en algo que hago automáticamente. Le fui infiel muchas veces cuando estaba con chicos de la playa a los que apenas conocía de nuestras escapadas de fin de semana. También con chicas. Me enamoré de un surfista y quise tener un hijo suyo e incluso dejé los anticonceptivos. Todo acabó mal y volví a casa de mis padres. Finalmente me diagnosticaron depresión maníaca y hablé con mi madre sobre todos los encuentros sexuales y abusos, y empecé a ir a un grupo. Cinco años después de ESA NOCHE, mi madre fue la primera persona a la que le conté sobre los cuatro chicos después del concierto. Aquello todavía me destroza la vida, el amor y el quererme a mí misma. Me pregunto si los chicos buenos no quieren estar conmigo porque tengo los pechos pequeños. Tomo medicación y soy funcional.

    Estimado lector, la siguiente historia contiene lenguaje homofóbico, racista, sexista o despectivo que puede resultar molesto y ofensivo.

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  • Historia
    De un sobreviviente
    🇨🇦

    Sobreviviendo a una violación en grupo

    El año pasado me violaron en grupo. Tengo un zumbido en los oídos llamado tinnitus que no ha parado desde entonces. Tengo pesadillas. Volé con mi madre a una boda en el extranjero. Estaba emocionadísima. Ella estaría ocupada con sus amigos y su prima, y yo podría pasar tiempo con mi genial prima segunda, dos años mayor que yo. Después de la cena de ensayo, salimos. Fue divertido porque allí no tenía permiso para beber, aunque la edad legal era menor que en mi provincia, pero no revisaban la identificación. No bebí mucho porque no era lo mío y tenía novio, pero pude ir a algunos bares y luego a una discoteca pegada a un hotel. Nos divertimos muchísimo hasta que conocimos a dos soldados uniformados que eran guapísimos y nos separaron de sus amigas por nuestro aspecto. Mi prima es guapísima. Tenían una habitación privada en la discoteca y había varios soldados y también dos prostitutas. A esas prostitutas definitivamente les disgustaba que estuviéramos allí. Quería salir de todas formas, y las chicas guapísimas que nos invitaron fingieron entendernos y nos sacaron de allí. Estúpidamente, dejamos que nos llevaran a su habitación de hotel, donde dejaron de lado el rollo romántico y nos obligaron a desnudarnos al ritmo de la música. Nos enseñaron una pistola que tenían en un cajón. Estaba aterrorizada. Nos obligaron a tumbarnos boca abajo, inclinadas sobre la cama, una al lado de la otra, y así tuvieron sexo. Se intercambiaron como si fuéramos intercambiables antes de acabar dentro de nosotras sin protección. Nos tomamos de la mano. Yo lloraba mientras mi prima intentaba ser fuerte y animarme. No nos permitieron salir y nos escondieron la ropa. Antes de quitarnos los teléfonos, tuvimos que escribirles que nos quedábamos en casa de un amigo de mi prima. Luego llamaron a otros dos soldados, uno de ellos un tipo alto, moreno y enorme, con músculos de culturista. Fue un desastre conmigo. Nos hicieron bailar y luego tuvimos que usar la boca con las chicas que nos habían atraído allí mientras las otras dos tenían sexo con nosotras. Vomité y mi prima lo limpió, pero luego empezó de nuevo. Tenían cocaína y nos obligaron a esnifarla de sus partes y a esnifarla de nosotras. Vino otro y creo que solo fueron esos cinco durante la noche, pero no paraban de violarnos y obligarnos a hacer cosas incluso cuando nos desmayábamos. Me hubiera gustado estar más inconsciente, pero la cocaína te despierta tanto. Quiero recordar menos y pensar menos en todo. Nos duchamos muchas veces. El moreno grande se orinó encima de mí y en mi boca, en la ducha. Lo hizo más de una vez como si yo fuera su retrete. Los otros hombres incluso tuvieron que decirle que se calmara cuando me hacía gritar, me gustaban sus dedos y me los metía en el culo, pero no cuando me hacía arrastrarme como un perro usando mi pelo como correa. Recuerdo que uno de ellos llamó a sus amigos para decirles que subieran el volumen de la televisión al máximo para ocultar el ruido en nuestra habitación. Vieron las noticias deportivas en la televisión. Hicieron que mi prima y yo nos besáramos y cosas así. No podía fingir que era una fiesta divertida como mi prima hacía a veces y me animaba a hacer. Intentó desviar parte de su atención de mí una y otra vez. La amo por eso, pero no me dejaron en paz. Estaban obsesionados con mi pecho. No les importó que estuviera obviamente angustiada y enloqueciendo, ni que en mi país me faltaran tres años para la edad de consentimiento. Ahí estaba, la edad mínima. Nos despertamos por la mañana en una de las camas, solo los dos soldados durmiendo en el suelo. ¡El negro se había ido! Volvieron a tener sexo con nosotras y otro hombre mucho mayor, al que llamaban SIR, entró y tuvo sexo con nosotras, pero sobre todo conmigo. Lo animaron y me dolía la cabeza y lloraba, y pareció durar una eternidad. Finalmente recuperamos la ropa, pero nos llevaron a un brunch con su ropa habitual. Me enseñaron fotos en sus móviles que parecían divertidas y nos advirtieron de lo mal que estaría si decíamos algo diferente a que habíamos tenido una buena fiesta. ¡Una buena fiesta en el infierno! Antes de eso, solo había tenido sexo con mi único novio. ¡Una noche infernal y ahora mi número era siete! Tuvimos que empezar a prepararnos para la boda de inmediato y estaba agotada. Mi prima me escondió y me eché una siesta con vestido, peinado y maquillaje hasta el último minuto. Lloré en la ceremonia, pero no en la boda. Tenía tanto dolor de vagina, músculos y cerebro que me emborraché tanto en la recepción que apenas recuerdo nada. Fue parte del viaje en avión a casa. Le conté la verdad a mi madre al volver y se puso como loca, al igual que mi padre. Intentaron llamar allí, al hotel y a otros sitios, pero la policía no hizo nada. Vi llorar a mi padre por primera vez mientras le contaba toda la historia. Mi novio no lo soportó y me dejó. Voy a terapia de grupo. Tomo una pastilla todos los días y ahora tomo benzodiacepinas para la ansiedad. Intento ocultar mi pecho grande bajo ropa holgada, cuando antes lo usaba para llamar la atención. ¡Qué idiota! Mi prima no parece tener los traumas ni las pesadillas que yo tengo. En su país, terminan la secundaria hasta dos años antes que nosotros y los tratan como adultos antes. Una vez le dije cosas malas por eso. Me perdonó, pero hablamos mucho menos desde que le pregunté si siempre tenía sexo grupal. Me sentí fatal porque incluso dejó que tuvieran sexo anal con ella para alejarlos de mí. Se notaba que le dolía mucho, pero en ese momento solo pensaba en mi propia supervivencia. Mi infancia se acabó, pero no me siento adulta. Su consejo es: «No dejes que te deprima». ¡Como si tuviera otra opción! Fue a terapeuta una vez porque su madre pidió cita y no piensa volver. ¡Su vida no cambió en absoluto! Trabaja en recepción en una empresa de tecnología y, además, modela, y sigue yendo a fiestas, clubes y citas. ¿Cómo? Es increíble cómo la actitud ante algo así puede ser tan diferente en distintos países. Ahora soy una víctima y suelo sentirme así. Definitivamente dañada. Todos en mi escuela saben por qué. Soy ESA chica. Mi nuevo novio, más maduro, es comprensivo, pero me siento como una pequeña carga triste para él. A veces soy hipersexual y no puedo evitarlo. Es un mecanismo de afrontamiento que les ocurre a algunas víctimas de agresión sexual. No lo busqué. Me preocupa que mi novio no confíe en mí por eso. Un amigo mayor, mi vecino desde hace años, se aprovechó de mí después de que le conté lo que pasó en su casa. Tuvimos sexo y luego se sintió culpable por excitarse con mi historia de violación. Lo admitió y me pidió perdón. El sexo me ayudó a calmar el zumbido de oídos por breves periodos, así que lo hice con él más de una vez al día durante un tiempo hasta que mi padre empezó a sospechar algo y habló con él. Desde entonces, no confío en mí misma. Quiero casarme con mi novio, en gran parte, solo para protegerme y demostrarle que lo amo y soy leal, aunque no estoy segura de poder serlo. Me preocupa no poder amar como una persona normal. Me preocupa alejarlo por ser demasiado dependiente y querer casarme con él tan pronto. Lo necesito más de lo que él me necesita a mí. ¿Será así siempre en las relaciones de las víctimas de violación? Me esfuerzo mucho en la escuela para no arruinar mi futuro. Es muy difícil concentrarme. Me zumban los oídos constantemente. Gracias por escuchar.

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  • “No estás roto; no eres repugnante ni indigno; no eres indigno de ser amado; eres maravilloso, fuerte y digno”.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Sobreviviente de COCSA

    Mi historia de agresión sexual es inusual para la mayoría y difícil de comprender. ¿Quién creería que los niños son capaces de saber y hacerle cosas tan horribles a una persona? La mayoría de los niños no son así y sus experiencias son diferentes. Ocurrió por primera vez cuando yo tenía 8 años, mientras que mi abusador tenía 7. Recuerdo que el abuso se produjo gradualmente a medida que construíamos nuestra amistad. Al principio, hacíamos cosas típicas de niños, como jugar y bromear. Un día, me invitó a jugar a un nuevo juego con él. Le dije que sí. Pensé que sería una de esas bromas tontas suyas. En cambio, me bajó los pantalones y me frotó las nalgas con su parte íntima. Fue un momento muy incómodo para mí, ya que crecí en una familia estrictamente cristiana. Nunca había visto a nadie en televisión ni oído hablar de lo que me hacía. Después, recuerdo que me daba vergüenza contárselo a nadie y sentía que me metería en problemas. Así que guardé silencio. ¿Cómo reaccionaría un padre si ve a sus hijos teniendo relaciones sexuales? ¿No asumirías automáticamente que era el hijo mayor el que le enseñaba a alguien este comportamiento? Esto continuó durante casi dos años. Su comportamiento se volvió más agresivo y sus peticiones, cada vez más raras. Una vez, me rogó que bebiera su orina directamente de su parte. Le dije que no. Y cruzó la habitación furioso y pisoteando. Siguió insistiendo y exigiendo que lo intentara. Finalmente, cedí, pero le dije que solo lo hiciera de una taza. Fue la experiencia más deshumanizante de mi vida. Poco después, mi padre nos pilló. Recuerdo que intenté apartarlo de encima. Y le dije que mi padre venía, y él insistía cada vez más. Supongo que pensó que mentía para convencerlo de que se bajara. No paró hasta que mi padre entró en la habitación.

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    Solo llámame "papá"

    En mi historia, COMENZÓ CON MI HERMANO, mencioné brevemente 3 instancias en las que evité ser violada al dejar que los hombres me tuvieran cuando parecía que iban a hacerlo sin importar si yo consentía o no. Creo que evité el trauma emocional y físico en ese momento, pero la ira, el resentimiento hacia mí misma y los sentimientos de haber sido agraviada y al respecto se acumularon después. Nunca compartí ni publiqué esas historias. Por favor, lea mi historia original para el contexto. En esta instancia, el sexo ya estaba sucediendo cuando desperté, y mi reflejo fue tomar el camino de la no confrontación. El camino fácil, no el correcto. Había llegado a casa del trabajo como mesera en mi bar y restaurante a la parrilla y mi compañera de cuarto tenía a su padre alojado con nosotros durante el fin de semana. Ya lo conocía porque condujeron directamente del aeropuerto al bar deportivo en el que trabajaba. Ahí fue donde me dijo: "Solo llámame, 'papá'". Se sentaron en mi sección, comieron y se fueron. Sin problemas. Luego, de vuelta en nuestro apartamento de dos habitaciones, hubo una pequeña fiesta para él con un par de amigos. Tomé un par de sidras fuertes y charlé sobre la universidad y mi compañera de piso, y escuché historias de cuando ella era niña. Coqueteé y seguí la corriente a las insinuaciones sexuales de "Papá" dirigidas a mí, e ignoré sus ojos de arriba abajo. Ya estaba acostumbrada. Jugué a ser la buena anfitriona y esperé hasta que todo se calmara, probablemente alrededor de las 2 o 3 de la mañana, antes de ducharme e irme a la cama. Había sido un largo día con clases y trabajo. Me desperté unas horas más tarde con "Papá" ya dentro de mí, ¡empujando dentro y fuera entre mis piernas! Por la luz que entraba a raudales por mis persianas oscuras, podía decir que era de día. ¡Pero qué diablos estaba pasando! No tenía bragas, pero sí camiseta. Debajo, la figura oscura que rápidamente pude identificar como "Papá" me acariciaba los pechos con una mano mientras me sujetaba con la otra. Todavía aturdida y confundida, supongo que lo abracé y respondí como una compañera dispuesta. Pronto terminó y luego se puso incómodo. Me dijo "Eso realmente dio en el clavo". ¡Empezó a conversar! Cuanto más tenía que pensar, más me daba cuenta de lo que había pasado. Que simplemente se había servido mientras yo dormía. Tenía 19 años y estaba saliendo con un jugador de béisbol universitario atractivo en ese momento y no me habría acercado a este tipo de cincuenta y tantos a propósito. Seguro que estaba bebiendo esa noche, pero yo solo había tomado unas pocas sidras. Así que ahí estaba yo, dándome cuenta de que me habían violado, ¡pero rehén de un sentido de la cortesía! Sin mencionar que medía 1,60 m y pesaba 50 kg, por lo que estaba la intimidación física de un hombre mucho más alto con un cuerpo de padre. Siempre orino justo después del sexo, pero me sentí cautiva por las divagaciones de "Papá" mientras se apoyaba en un codo flotando sobre mí mientras pasaba sus dedos sobre mí y me acariciaba el cabello esporádicamente. Compartí con él su lata de cerveza fría, que debió abrir justo antes de entrar a violarme, porque recuerdo haber bebido a fondo el líquido frío que me alivió la garganta seca. Sufrí algunos chistes de papá e historias que no me interesaban, además de responder algunas preguntas personales sobre mí y mi sexualidad. Buscaba un momento para levantarme y alejarme de "Papá" cuando dijo: "Estoy listo para ir otra vez, cariño". ¡No! ¡Se colocó encima de mí! En lugar de resistirme o incluso decir "no", abrí las piernas para acomodarlo. ¡Qué demonios! La segunda vez no tuvo la misma ansiedad que la primera, por desgracia. Como él mismo dijo, esta vez quería darme una lección. Supongo que sobre lo bueno que era en la cama. Un caso claro de "pene de whisky". Así que dejé que este hombre con el que nunca había querido ni considerado tener sexo me empujara en varias posturas. Era un hombre grande y mucho más fuerte que yo, era una broma. Después del misionero, me levantó para demostrarme algo y me lo hizo contra la pared junto a mi ventana. Recuerdo ver a través de las rendijas de las persianas y saber que era temprano porque el estacionamiento estaba lleno y no se movía nada. Entonces me tiré de golpe a la cama. Hicimos un 69, yo tumbada sobre él, chupándolo con todas mis fuerzas, deseando acabar con él mientras me lamía. ¡Fracasé! En un momento dado, me tuvo encima, montándolo. Estaba a gatas con él embistiendo detrás de mí cuando me desplomé boca abajo bajo su peso. Disfrutaba de las embestidas sin parar, ya que estaba completamente inmovilizada por él. Dejé que me diera dos o más orgasmos con la esperanza de que acabara. Grité tanto que me daba vergüenza que mi compañera de cuarto entrara corriendo en cualquier momento. Estaba desmayada, borracha. Finalmente se fue en cuanto terminó. Estoy segura de que tenía el ego desorbitado y ¡ese hombre tan terrible todavía piensa en mí! Me quedo tumbada en la cama, recuperando el aliento y cada vez más ansiosa. Me levanté, me puse un chándal y salí corriendo hacia el gimnasio. Tenía muchísimas ganas de escaparme. Bebí agua como si acabara de salir de un desierto. Me duché un buen rato en el gimnasio vacío del sábado por la mañana, sin más productos que jabón de manos. Luego empecé a entrenar como una loca, con tres horas de sueño y agotada. Intentaba sacármelo de encima sudando, gritando y haciendo ejercicio a toda máquina. Me duché de nuevo, salí y me quedé dormida en el coche, en la parte de atrás del aparcamiento. El resto del fin de semana solo iba a mi apartamento unos minutos a la vez para recoger cosas que necesitaba. ¡Y desde luego que no dormí allí! Cuando se fue, respondí a las preguntas de mi compañera de piso, que había estado ignorando con mentiras y respuestas cortas. Le dije la verdad. Se encogió de hombros y me miró con escepticismo, como si fuera una de esas cosas. Fui promiscua en la universidad y ella lo sabía. Hicimos una especie de broma y seguimos adelante. De la forma fácil, no de la correcta. Todavía me siento muy culpable por cómo era entonces. En aquel entonces, mi problema no era "ojalá hubiera peleado con él". ¡Lo que deseaba era haber estado demasiado borracho para recordarlo! Así que eso fue todo. Algo que guardé dentro, supurando. Otras cosas se sumaron y lo escondí bajo la alfombra de mi mente dañada. No es uno de los peores esqueletos en mi armario, pero por ahora estoy dispuesta a compartirlo. Estoy trabajando en las demás. Mi primera historia me ayudó mucho. Espero que también le haya ayudado a alguien más. Les agradezco a todos y me solidarizo. Leeré sus historias y los apoyaré en mis pensamientos y oraciones.

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  • Historia
    De un sobreviviente
    🇬🇧

    Brutalmente utilizado por un policía después de una parada de tráfico

    En mi historia original, COMENZÓ CON MI HERMANO, hablé del abuso que sufrí desde una perspectiva general. Era mi vida de abuso tal como la compartí en aquel momento. He estado trabajando para compartir tres casos de violación que solo evité permitiendo que los hombres tomaran lo que quisieran en lugar de pelear. El más traumático de los tres incidentes que mencioné involucró a un policía. Este es el relato. Me detuvieron cuando regresaba a casa de un grupo de estudio, siendo estudiante de tercer año en la universidad, una noche entre semana. Habíamos compartido dos copas hacia el final. NO apruebo conducir y beber, pero no estaba borracho, como confirmó el alcoholímetro más tarde. Me detuvieron y ya tenía los nervios asociados, agravados por el hecho de que aún no tenía la edad legal para beber alcohol durante tres semanas. Fue entonces cuando conocí al policía al que llamaré simplemente SIK. Me dio una sensación inquietante la primera vez que lo vi y eso nunca se detuvo. Aun así, coqueteé con él hasta cierto punto, desesperada por no meterme en problemas. Me hizo salir del coche, quitarme la sudadera con capucha, debajo de la cual solo llevaba un sujetador deportivo básico. Esa noche solo hacía unos dieciséis grados. Tenía frío y temblaba de miedo y de temperatura. Lo vi mirarme el cuerpo sin filtro. Otro coche patrulla se detuvo con dos agentes mientras me hacían las pruebas de alcoholemia. Ya me había registrado de forma incómoda. Una de las agentes que llegó era mujer y también me registró después de haber dicho que tenía algunos problemas con las pruebas de alcoholemia. Caminar hacia atrás en una línea imaginaria, talón con punta, fue lo único con lo que tuve problemas. ¡Es duro! La policía sacó el alcoholímetro que había pedido. Di 0,035. Eso es menos de la mitad del límite legal. En ese momento, SIK dijo que simplemente me seguiría a casa, en lugar de arrestarme, y el otro coche se fue. La parada completa duró quizás una hora. Los coches pasaban por la calle lateral en la que me había metido. Faros delanteros y traseros en la oscuridad. Después de que el otro coche se fuera, SIK me habló con más dureza y amenazas que nunca. Dijo que una chica como yo probablemente está acostumbrada a salirse con la suya. Aseguró que aún podía llevarme a la cárcel cuando quisiera, ya que mientras me lleva a casa y se asegura de mi seguridad, todo lo que hago sigue siendo una prueba. Podría arrestarme por posesión de alcohol y perdería mi licencia. Tenía miedo. Le dije que mi compañera de cuarto estaba en casa. Ella también era estudiante y se suponía que debía estar allí. Después de seguirme dentro de mi apartamento, llamé a mi compañera. Luego revisé su habitación. ¡No estaba! SIK me acusó de mentirle a un policía y echó el cerrojo desde adentro. Me hizo apoyar las manos en la pared de mi comedor con las piernas abiertas. Quería llamarla para que pudiera hablar con ella y confirmar que solía estar allí, pero me detuvo y me obligó a enviarle un mensaje para ver cuándo volvería. Me dio instrucciones de no preguntar ni decir nada más y lo revisó antes de enviarlo. Estaba en casa de su hermana y no volvería hasta tarde. En ese momento se quitó el cinturón de herramientas y lo puso en la encimera de mi cocina. Me dijo que, después de todo lo que había hecho por mí, ya no era gratis, ya que le mentí. Su pistola estaba justo a nuestro lado. Se aseguró de que la viera e incluso la giró para que me apuntara. Tenía miedo y le suplicaba. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera. No estoy segura, pero creo que se lo dije. Me comunicó por radio desde su bandolera que se estaba tomando un descanso para "almorzar". Lo que recuerdo con certeza fue cuando dijo que esta vez me haría un registro completo, hasta quedar completamente desnuda, y me preguntó si estaba de acuerdo. En ese momento ya no tenía ninguna duda de lo que estaba pasando. Hice los ajustes necesarios, pero lo que hizo fue más de lo que había preparado. Me dedicó cumplidos vulgares sobre mi cuerpo mientras me abusaba descaradamente. Me amasó los pechos como si fueran masa. Me tocó mientras me preguntaba si podía usar un apéndice especial que tenía que penetraba más. Sabía a qué se refería. Sentí repulsión, pero acepté. Después del sexo inicial, con las manos apoyadas en la pared e inclinada hacia adelante, bajó el ritmo. Esperaba que ya casi hubiera terminado, pero decidió prolongarlo. Me mandó a mi habitación. Se quitó toda la ropa menos los calcetines. Complementó su anatomía y me hizo aceptar. Su miembro era muy superior al tamaño promedio, pero dudo que, de no haber llevado anillo de bodas, lo hubiera usado alguna vez. Era medio calvo, tenía una ceja prominente como la de un neandertal y una barriga cervecera pálida con muchos lunares por todo el cuerpo. Tenía bigote y perilla que no ocultaban del todo su cutis demacrado, que parecía tener cicatrices de acné severo. Casi todos los hombres eran más altos que yo, pero él era bajo y solo me superaba por unos centímetros. Nunca le había mentido tanto como cuando le dije lo que quería oír sobre ser sexy y desearlo. La única verdad era sobre su pene grande. SIK habló mucho, principalmente degradándome y confirmando que estaba de acuerdo con él. Clichés, como que yo era una puta, una zorra, una guarrilla y que me gustaba lo que me obligaba a hacerle, pero también me preguntó sobre mi vida sexual y mi historial de abusos. Quería que dijera que mi padre y mis entrenadores abusaban de mí, pero no mentiría. En cambio, le conté parte de la verdad sobre el abuso de mi hermano. Esa fue probablemente la peor parte. Decirle en voz alta a SIK lo que nunca solía admitirle a nadie, para su gran placer, me hizo daño. Eso fue peor que el sexo oral. Peor que obligarme a besarlo en algunos momentos. También fue cruel. Intentó amordazarme y empujarme hasta el fondo de mi garganta mientras le obligaba a hacerme sexo oral. Me empujó los tobillos detrás de la cabeza mientras me embestía con sus embestidas abusivas. Podía ver la cruel lujuria en sus ojos. Podía ver su sonrisa malvada. Me abofeteó muchas veces, pero no muy fuerte. Sí me azotó fuerte. Se dio cuenta de que me tenía cautiva y vulnerable a sus caprichos y que por fin estaba viviendo sus fantasías más oscuras. Hacía todo lo que él quería y lo alentaba porque quería que parara. ¡Tantas veces se detuvo justo antes de llegar al clímax! No quería que terminara. SIK intentó tener sexo anal conmigo y yo me adaptaba, pero era demasiado grande para mí. Lloré casi todo el rato de dolor, pero intentando actuar como una pareja ansiosa por que terminara. Después pensé que eso podría haberlo prolongado. SIK era probablemente el momento en que preferiría que sufriera más, como si me estuvieran violando en lugar de ocultar mi dolor. No duró mucho más de veinte minutos, pero fue terrible y lo reviví tantas veces en mi mente antes de emborracharme y colocarme hasta la muerte la noche siguiente después del trabajo. Así que el recuerdo vivió mucho más prominente en mi cabeza que un simple encuentro de 25 minutos. Alcanzo el clímax con facilidad, pero nunca tuve un orgasmo con él por su preferencia por causar dolor sexual. Cuando de repente se corrió dentro de mí, se quedó callado y apenas dijo una palabra más mientras se vestía, con cinturón de pistola y todo, y se fue en silencio. No tengo ni idea de qué significaba eso. Me asustó. Tuve miedo al conducir un tiempo y evité dormir en casa tanto como pude, lo que a veces significaba acostarme con hombres e incluso con amigos, solo para no volver. Fue la razón principal por la que no renové el contrato de alquiler y me mudé a un apartamento más pequeño, sola. Era la misma compañera de piso cuyo padre ya se había acostado conmigo sin mi consentimiento inicial. Le conté a mi compañera una versión corta y reaccionó como si fuera una historia genial. En cierto modo, se la conté así, como una forma de afrontarlo. El camino fácil y de menor resistencia. No admitir que pudo haber sido lo peor que me ha pasado en el ámbito sexual. Lo peor que me pasó en la universidad fue el corazón roto por perder a los hombres que amaba. Pero esas son historias para otro foro. Ya no expongo mi corazón para que lo pisoteen. Este incidente fue una de las llamadas de atención que me indicaron que debía cambiar por completo mi estilo de vida e intentar salvarme. También fue una de las cosas que más me costó comentarle a mi terapeuta, aunque lo pensé durante las sesiones.

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  • “Sanar significa perdonarme a mí mismo por todas las cosas que pude haber hecho mal en el momento”.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Una sobreviviente y ganadora de un severo abuso doméstico.

    Soy una mujer de 63 años que ha sufrido abusos toda su vida. El abuso comenzó con mi madre, una sociópata narcisista. Me golpeaba con un palo de 2x4 con forma de paleta para poder sujetarlo bien. Me golpeaban todos los días. Decía que el abuso se debía a que me había mojado la ropa interior. Tenía que quitármela todas las noches y ella la olía. Si tenía el más mínimo rastro de orina, era motivo suficiente para que me golpeara. Era como un círculo vicioso: si salía a jugar, no iba a casa al baño por miedo a que me golpearan, pero si no iba a casa al baño, sí me golpeaban. Pasé toda mi infancia con miedo. Me robaba el dinero, tiraba mis cosas, decía mentiras sobre mí. Sabía que era la favorita de mi padre, así que no me permitía hablar con él. Me lavaron el cerebro para creer que así vivían todas las familias. Cuando me casé, me casé con mi madre. También abusó de mí. Me mentía, me engañaba y me robaba. Me diagnosticaron cáncer de mama en estadio IV. Cuando iba a mis tratamientos, tomaba galletas de pescado para aliviar las náuseas. Un día fui a la alacena a buscar mis galletas y ya no quedaban más que una, solo las suficientes para que pareciera que seguían ahí y no hubiera que tirar el envase. También me diagnosticaron la enfermedad de los huesos de cristal. Me dijeron que necesitaba beber mucha leche. Teníamos un refrigerador en el garaje donde guardaba 5 galones de leche, junto con 1 galón que estaba en el refrigerador de la casa. Un día fui al garaje a buscar un galón de leche y los 5 galones habían desaparecido. Se los había bebido todos en solo una semana. ¡¿Te imaginas hacerle eso a tu esposa que tiene cáncer de mama en estadio IV?! Me lanzó un martillo a la cabeza mientras me alejaba de él. Quemó nuestra casa hasta los cimientos y les dijo a los detectives que yo lo había hecho. También es un sociópata narcisista. Mientras hacía todo esto, consiguió que mi hija lo acompañara. Ella, a día de hoy, 11/10/25, es una mentirosa, infiel y ladrona. Es abusiva. Solo tiene 25 años y ya se ha casado dos veces, con dos hijos de cada matrimonio y los odia a ambos. Usa a sus hijos como peones para salirse con la suya. Ya ha usado a dos amigos de la infancia para intentar llegar a mí. No soy tonta, sé lo que trama y no voy a caer en su trampa. Llevo tres años divorciada. Me cambié el nombre, me mudé y empecé mi vida de nuevo, pero ella sigue buscándome. Le tengo miedo. Sé de lo que es capaz. Pensé que una vez divorciada me libraría del abuso, pero no es así. En este momento, solo tengo fe en que Dios me cuidará. Dios me sacó de una situación horrible y tengo fe en que Dios seguirá cuidándome. Estoy tan feliz de haber terminado mi matrimonio, que duró 35 años. El divorcio duró 3 años; el juez dijo que solo debería haber durado 9 meses. Él lo quería todo, así que se lo di todo. La ley necesita capacitación para comprender las enfermedades mentales, como la de los sociópatas narcisistas, para que comprendan que son mentirosos empedernidos. El esposo de mi abogada de divorcio incluso dijo: «Miente tan bien que casi tienes que creerle». Ese es el problema: el sistema legal les cree, así que los inocentes son castigados y los culpables salen impunes.

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  • Historia
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Usted no está solo

    No estás solo No estás solo. A muchos nos arrebataron mucho personas que priorizaron sus instintos básicos sobre nuestra cordura. Sufrimos por sus momentos de felicidad y dominio. Nos culpamos de su enfermedad. Su patología. Somos un ejército. Eso es lo que estas historias nos enseñan. Nos muestran que somos legión. Somos fuertes. Nuestras reacciones psicológicas de miedo, desconfianza y odio no son locas. Son normales. También es normal, pero no fácil, salir juntos de la oscuridad. Crecí en un gran bloque de pisos de bajos recursos que parecía un pueblo. Mi madre trabajaba y nos desenvolvíamos solos. En invierno, nadie esperaba que nos vieran si salíamos. Estábamos en un piso haciendo el tonto con unos niños o un vecino, y todo salía bien. Perdí la virginidad a los once años con un amigo de mi hermano mayor que cursaba décimo. Pero no fue un problema porque, por desgracia, no era raro allí. Soy mitad brasileña por parte de mi padre ausente y me consideraban bastante exótica y en forma. Mis características sexuales secundarias se desarrollaron pronto. Era razonablemente cuidadosa y tenía el control. El verdadero abuso comenzó años después, cuando nos mudamos a una casa decente con él. Era el hombre soñado de mi madre. Era perfecto para un hombre de mediana edad. Para entonces, mi hermano ya no estaba con nosotros porque se fue a trabajar a Alaska en un barco pesquero. Era exmilitar y al principio parecía un buen hombre. Yo era un poco problemática y demasiado descarada, y mi madre le dio carta blanca para disciplinarme como a mi padre. No llevábamos allí ni una temporada completa cuando empezó a tratarme como a una fulana. Lo de los azotes ya lo sabía mi madre y le parecía gracioso, incluso teniendo quince años. Me daba azotes en el trasero desnudo incluso cuando ella estaba en casa. Decía que siempre había necesitado la mano de un hombre para tapar mis asperezas. Era vergonzoso, humillante, pero nada comparado con lo que hacía él cuando mi madre no estaba. Para no entrar en detalles, él pronto llegó a un punto en el que yo iba a tener su carga siempre que tuviera la oportunidad. Como él me mandaba el horario, se aseguraba de que hubiera oportunidades regulares. Era mi INFIERNO y él era el Príncipe de las Tinieblas. Era rudo, pero tenía cuidado de no dejar marcas. A menos que el tiempo apremiara, tenía que ducharme primero. A veces, después, había algo específico que ponerme, como un disfraz, lencería o mi uniforme de baloncesto. La irritante anticipación de lo que vendría después era la verdadera tortura. Él me decía: "Elige un agujero". ¡Mis agujeros! Mi boca era uno, mi boca dos, y pensarías que nunca elegiría tres. Pero te equivocas. Lo odiaba. Soy muy sensible sexualmente y si elegía uno, parecía que me encantaba, y si elegía dos, estaba trabajando para complacerlo. Tres era la forma en que podía encerrarme y prepararme sin que él me viera sonreír, incluso si lo miraba. Cuando el odio era fuerte, elegía tres. Compartimenté esa pequeña pero brutal parte de mi vida para mi madre. Eran solo de treinta a ciento veinte minutos a la semana, de 10.080 minutos. Y entonces no veía otra salida. Mamá, por primera vez, vivía una vida feliz. Podría haber ganado un BAFTA por lo cómoda y contenta que me sentía con ella. Me destrozaba que mi miedo a molestarlo hiciera parecer que él había suavizado mis asperezas y me había convertido en una dama de verdad. Mantuve mis buenas calificaciones y seguí en el equipo de netball a pesar de ser la más bajita. Seguí adelante. Desarrollé la costumbre de clavarme las puntas del portaminas en la piel y morderme las uñas para provocarme dolor. Tuve un novio por un corto tiempo. Iba a los bailes. Mi casa era mi infierno, así que hacía todo lo que él me permitía para estar en cualquier otro lugar. No podía trabajar, pero él obligaba a mi madre a conservar su trabajo para poder tenerme. En mis cumpleaños, me salía con la mía para tener una noche de chicas con mi madre. Solo tuve dos cumpleaños antes de librarme de él. La universidad costaba 1000 libras y cuando él la pagó, no sabía que ya no iba a ser su fulana. Tenía una amiga que vivía mucho más cerca de mi universidad. Tenían una habitación libre porque un hermano mayor se había mudado. Con diecisiete años, él no podía obligarme a vivir con ellos si tenía otro alojamiento seguro. Acepté un trabajo y pagué el mísero alquiler. Me volvió a tener cuando dormí en su casa en Nochebuena. Probablemente drogó a mi madre para que no volviera a dormir. Me aseguré de que no volviera a tener otra oportunidad. En mis clases de portugués conocí a un hombre que vivía en Portugal y me invitó a quedarme con él todo el tiempo que quisiera sin pagar alquiler. Terminé un año de bachillerato y me fui a Portugal. Tuve relaciones fugaces con el hombre con el que me quedé, pero él viajaba a menudo; ambos teníamos nuestras propias cosas. Por aquel entonces trabajaba de camarera en un restaurante de comida americana. Hablaba con mi madre por teléfono casi todos los días. Vino una vez, con él. La echaba de menos e intentaba no mostrarle mi pena por haberme visto obligada a separarme de ella. Verlo fue horrible, pero lo contuve como un cáncer. Me ayudó a consolidar mi decisión. Viajé con una amiga a Florida y conseguí trabajo como camarera en un restaurante elegante. Solicité una visa de trabajo y la conseguí al segundo intento. Ahora tengo treinta y ocho años. Hace solo tres años me enfrenté a mis demonios porque leí historias en línea sobre otras sobrevivientes de abuso. Abrió una herida profunda para que pudiera empezar a sanar. Fue y sigue siendo un trabajo duro y un proceso continuo. Le confesé a mi madre, quien se había separado de él después de años de su propio abuso, que ella también mantuvo oculto. Él la dejó ir cuando ella empezó a tener problemas de salud, mostrando su verdadero corazón negro. Vive con mi hermano y su familia. Lamento haber perdido años con mi madre y mi hermano y que me echaran de casa cuando era joven, pero me hizo más fuerte. Nunca me he casado, pero tengo una pareja que me ama, dos perros y hablo tres idiomas. Soy entrenadora física y trabajo cerca de la playa donde voy a meditar y a hacer body surf. Nuestros viajes e historias son individuales, pero estamos juntos en esto. En todo el mundo. ¡No estás solo/a cargando con el dolor, la vergüenza, el miedo y los recuerdos! Aunque estés en la oscuridad, emprende un camino que parece que otros están usando para intentar salir adelante. Usa los recursos, aunque estén disponibles en tu computadora, y construye a partir de ahí. Simplemente empieza y sigue escalando, especialmente cuando parezca demasiado difícil.

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  • Todos tenemos la capacidad de ser aliados y apoyar a los sobrevivientes en nuestras vidas.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇮🇪

    El verano antes de la universidad todo cambió

    Han pasado más de dos años y apenas me doy cuenta del impacto de lo que he pasado. Tenía 19 años, un infiel me acababa de romper el corazón después de estar juntos number largos años. Así que, por supuesto, cuando este chico dijo que me invitaría a una copa, acepté, bailé con mis amigos en un festival local con mi casa a solo 5 minutos a pie. Me encontró en la discoteca más tarde y me invitó a dar un paseo, y acepté. Salí de la discoteca y lo primero que le dejé claro fue que solo quería hablar y que, como mucho, solo besarte. Él dijo que estaba perfectamente bien, me ofreció un poco de su bebida y tomé unos sorbos. Hablamos y hablamos, nos sentamos en una roca plana, nos reímos un poco y nos besamos cuando las cosas empezaron a cambiar. Pasaron muchas cosas, muchas cosas que le pedí que dejara de hacer, mi mente se sentía confusa y entumecida. En un momento dado, no podía moverme y apenas podía respirar. Hubo momentos en los que no estaba segura de qué me estaba haciendo o si lo estaba grabando. No soy religiosa, pero recé para que no me encontraran muerta al día siguiente; no quería que mis padres perdieran a su bebé con solo 19 años. No sé cómo salí de la situación, pero lo hice. Llamé a mis amigas enseguida, estaba histérica y los guardias me encontraron. Acabé yendo al hospital, a la unidad de tratamiento de agresiones sexuales, y las mujeres eran encantadoras, pero eso me traumatizó. Fue la única vez que estuve en el hospital y allí estaba sola. Todos los días, durante más de dos años, me viene a la mente al menos un par de veces. Sucedió en el mes y en el mes empecé la universidad. Busqué terapia universitaria, pero no estoy segura de cuánto me ayudó. Ahora me disocio mucho y es más fácil desconectar de mis emociones, pero cada pocas horas esa noche me da vueltas en la cabeza. Sentí que había tenido el peor comienzo de la universidad, pero también sentí que era un nuevo capítulo y una nueva experiencia. Luché contra el alcoholismo durante un tiempo y no me daba miedo decir no a las drogas. Por suerte, eso solo duró unos meses. Tuve momentos muy bajos, pero también pasé de ser una oruga a ser una mariposa, en cierto sentido. Esa Navidad lloré, lloré porque me alegraba estar viva. De haber sobrevivido a lo que me hizo, y también de haber sobrevivido a mi mente. Pero tenerlo en mi mente todavía me afecta a día de hoy, a los 21 años y medio. No he ido a RCC porque siempre he sentido vergüenza y culpa. Me siento muy sola, ya que ninguno de mis amigos me apoyó. La noticia se difundió al día siguiente en mi pequeño pueblo. Los comentarios que culpaban a la víctima o comentarios como "Oh, ¿no era más joven?" hicieron que fuera aún más difícil hablar del asunto, o el "no fue tan malo y podría haber sido peor". Sí, podría haber sido peor, pero es lo peor que he vivido. He contactado con terapeutas y estoy considerando ir al centro de crisis por violación, ya que he estado luchando estos dos años. Estoy feliz y tengo cara de valiente, pero esa noche se entromete e invade mis pensamientos muchísimo. También he tenido problemas con mi vida sexual; después del incidente, me acosté con mucha gente, la mayoría de las veces que no recuerdo. Me arrepiento y siento mucha culpa y vergüenza, sobre todo cuando la gente me pregunta: "¿Cuántos cuerpos has perdido?". Bueno, nunca lo digo y nunca lo haré, es asunto mío. Pero incluso después de calmarme, me encariño fácilmente o huyo, y luego siento vergüenza y culpa por el sexo, creyendo que me precipité. Estoy un poco mejor, pero leer estas historias me recuerda que no estoy sola y que nadie me juzgará ni me juzgarán los demás ni quienes estén dispuestos a ayudarme. Espero que algún día pueda volver a sentirme "normal" y vivir el resto de mi vida como cualquier joven debería.

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  • Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇮🇪

    Sanar significa aceptar lo que sucedió pero aprender que no es tu culpa y que nunca fue tu culpa.

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  • Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Hace un par de años, les envié una carta a mi entonces novio y a ese chico. Me sentí mejor.

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    #1428

    Durante años, pensé que había escapado de los horrores de mi infancia. El abuso manifiesto de mi padre era una tormenta: ruidoso, furioso, imposible de ignorar. Así que cuando lo conocí, al hombre que parecía tan diferente, pensé que por fin había encontrado seguridad. Él no era mi padre. No gritaba ni chillaba ni levantaba la mano a diario. Al principio, era amable, incluso encantador. Pensé que todo iba bien. Pero con el tiempo, empezaron a aparecer las grietas. Los días fríos y distantes en los que me sentía como una molestia. Las indirectas sutiles y los comentarios turbios que no bastaban para llamar maltrato, pero sí para hacerme dudar de mí misma. Me quedaba despierta por las noches, llorando, sin entender por qué me sentía tan ansiosa y estresada. Me decía a mí misma que no era tan grave. Después de todo, él no era mi padre. Sin embargo, en el fondo, lo sabía. Sabía que podía hacerme daño si alguna vez lo presionaba demasiado, y ese miedo me controlaba. Con el paso de los años, la manipulación emocional se convirtió en algo mucho más oscuro. Lo que empezó como control se convirtió en abuso sexual. Al principio, no lo vi como lo que era; quizá no quería verlo. Me aferraba a la idea de que las cosas mejorarían, de que podía arreglarlo, de que no era tan malo como sentía. Pero el progreso era innegable. Ya no podía apartar la mirada. Para cuando terminó, me encontré en una comisaría, esperando justicia, que alguien finalmente me defendiera. Pero no hicieron nada. Nada. Salí de la comisaría sin una solución real, pero me fui. Ese fue el día que decidí empezar de nuevo. La sanación no fue inmediata. Sigue siendo día a día. Pero ahora puedo elegir cómo serán mis días. Ya no guardo silencio. Ya no me escondo. La máscara que usé durante años ha desaparecido, y hablo abiertamente de lo que soporté, no porque sea fácil, sino porque alguien necesita escucharlo. Alguien necesita saber que no está solo, que su matrimonio aparentemente perfecto puede no serlo tanto y que merece algo mejor. Volqué mi historia en un libro, Título del libro. No es solo una historia sobre abuso; es un llamado a reconocer las señales sutiles, a cuestionar el sistema que tan a menudo falla a las víctimas y a desafiar la forma en que la sociedad ignora nuestro dolor. Sé lo difícil que es levantarse, pero también sé que es posible. Si estás en esa oscuridad, recuerda esto: tú también puedes levantarte. Sanar no es fácil, pero vale la pena. Y cada día, tienes el poder de elegir una vida mejor. Porque aun así, yo me levanto. Y tú también puedes.

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  • “He aprendido a abundar en la alegría de las cosas pequeñas... y de Dios, la bondad de las personas. Desconocidos, maestros, amigos. A veces no lo parece, pero hay bondad en el mundo, y eso también me da esperanza”.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    La historia que finalmente soy lo suficientemente fuerte para escribir.

    Perdón por la longitud de esto😭😭😭 Cuando era más pequeña, era la mejor amiga de una chica que conocimos el primer día de kínder y éramos inseparables. Cuando teníamos 7 años, empezó a tocarme en el autobús escolar. Se lo dije a la escuela y, en lugar de ayudar, nos llevaron a la consejera escolar y nos mostró un video donde no tocábamos las manos y no dejábamos que nadie nos tocara. Durante 3 semanas, me violó en su habitación y no supe qué hacer, así que me quedé allí tumbada y no hablé. Creo que eso empeoró las cosas porque es una chica y no es típico que las mujeres violen a otras mujeres. Sentí que nadie me creería, así que me quedé callada por lo que pasó la primera vez. Después, siguieron pasando cosas así. Pero luego entré en quinto grado y no nos veíamos porque era su primer año real de COVID, así que todo era básicamente en línea y estábamos en clases diferentes. Pero luego empezó sexto grado y volví a verla todos los días. Fue muy difícil y empezó a hacer eso. cosas y fue realmente malo para mi salud mental, entonces ella decidió golpearme en la cara sin ninguna razón, así que dejé de hablar con ella. Terminé ingresando en un pabellón psiquiátrico donde terminé recibiendo ayuda y estaba mejorando. Fui a la función de mi ex amigo y este amigo era amigo de la chica en ese momento y todavía quería ser su amigo, así que me hice amigo de ella otra vez y le dije que dejé de hablarle porque mi mejor amiga me lo dijo. Esa noche me violó en mi propia habitación después de que le presté mi ropa, mis shows, mi cepillo de pelo, todo, y ella todavía decidió violarme y eso dolió y otra vez como la primera vez que me senté allí sin hacer ni decir nada por alguna razón no podía, no importaba lo que pensara, no importaba lo que dijera, no decía nada, estaba congelado. Siempre todos hablan de luchar o huir y nadie habla de congelarse, aunque es uno de los más comunes, cada vez que ella hacía algo así, me congelaba, no hablaba, apenas me movía, simplemente me quedaba allí indefenso como si Dios fuera a enviar a alguien para ayudarme, pero nunca lo hizo. Estaba completamente solo, era como un perro indefenso muriendo al costado del camino y simplemente la dejé hacerlo Le dije que no una vez y después de que no se detuviera, me di por vencido No sabía qué hacer más y no quería repetirme por alguna razón, así que no lo hice después de eso Dejé de hablarle por completo y en octavo grado, después de haber sido declarado transgénero durante aproximadamente un año, cuando los niños decían cosas que yo corregía en mi nombre, ella me defendía y odiaba eso, lo odiaba tanto que me hacía sentir que no podía odiarla por violarme y agredirme porque ahora ella me defiende, así que si la odio, sería una mala persona, aunque sé que no soy una mala persona por odiarla porque tengo todo el derecho a hacerlo por lo que me hizo, incluso si fue mucho tiempo de todos modos, creo que eso es todo Lo siento de nuevo que esto sea súper largo No sé cómo se ven los demás, así que no sé si el mío es realmente largo o no en comparación con otras personas, pero si lees todo esto, gracias por leer mi historia y espero que todos tienes un absolutamente increíble 💗💗💗

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    De un sobreviviente
    🇨🇦

    #549

    Gracias por permitirme compartir mi historia a través de una plataforma. No es tarea fácil; la he reescrito una y otra vez. Tengan en cuenta que los nombres y las ubicaciones se han eliminado y reemplazado para proteger la privacidad de todos los involucrados. Cuando tenía 21 años, fui agredida sexualmente por un hombre que me doblaba la edad. En ese momento, mi novio de 5 años y yo viajábamos al otro lado del país. Estaba enamorada y feliz. El 3 de julio de 2007 fue un día hermoso en cuanto al clima, lo cual fue bueno porque habíamos planeado un viaje de tres horas ese día a un pequeño pueblo en la costa oeste. Como llevábamos un tiempo viajando y había pasado mucho tiempo sentada y durmiendo en el auto, empecé a tener dolor de cuello. Mi novio y yo decidimos parar en algún lugar para que me diera un masaje. Encontramos una clínica de masajes y salí y entré al edificio para verificar la disponibilidad. El hombre que trabajaba allí dijo que las 5 p. m. estaban disponibles, así que reservé la cita y me fui. Mi novio me dejó de vuelta en la clínica a las 5 p. m., como estaba previsto. No entró conmigo, ya que habíamos acordado que volvería a recogerme cuando terminara. Era un edificio pequeño, con una sala de espera y solo dos habitaciones más: una era una oficina y la otra la sala de masajes. El hombre, que supuse era el dueño del establecimiento, salió de la sala. Me dijo que estaba terminando una cita con un cliente y me pidió que rellenara un formulario sobre mi historial médico. Escribí sobre el dolor de cuello que tenía y enumeré la medicación que me recetaron. Incluí que a los 12 años me diagnosticaron ansiedad y depresión. Mientras terminaba el formulario, el cliente que me precedió salió a la sala de espera. Complacidos con el tratamiento, le dieron las gracias a la masajista. Ahora era mi turno para el masaje. Solo había reservado media hora. Al entrar, vi que una cortina hacía las veces de puerta. El hombre me dijo que me desnudara y me tumbara boca abajo en la camilla. Como me había indicado, estaba boca abajo, y fue entonces cuando empezó entre mis piernas y continuó hacia mi zona íntima. Al principio, sentí como si sus manos se hubieran resbalado, como si simplemente hubiera olvidado la anatomía de la figura. Luego, cuando metió el dedo en mi cuerpo, sentí que mis músculos se tensaban y, conteniendo la respiración, me dije a mí misma que no hiciera ningún ruido. Este fue el comienzo de mi agresión, que duró una hora y media en total. Todavía me cuesta escribir o compartir esta experiencia. Dieciséis años después, todavía me cuesta compartir dónde me tocó o cómo me sentí. Me dijo que estaba dañada y que me estaba sanando. Me tocó constantemente, durante la hora y media, y mientras me tocaba, me dijo que tenía años de daño en el cuerpo debido a los antidepresivos que me habían recetado. Dijo que me estaba sanando de forma natural; me dijo que estaba eliminando las toxinas de mi cuerpo, pero en realidad me estaba agrediendo sexualmente y abusando emocionalmente. Me quedé paralizada y no podía hablar. No me salían las palabras, pero en ese momento pensé que guardar silencio era lo más seguro. No tenía a nadie conmigo. Mi novio estaba patinando en el parque local; no lo veía por ningún lado. Tumbada boca abajo, miré al suelo por el agujero de la cabeza, intentando pensar en algo que no fuera ese momento. Después de un rato, me dijo que me diera la vuelta y continuó su agresión. Me masajeó los pechos y, a pesar de mi negativa, siguió diciéndome lo mal que estaba. Cuando me sujetó la mano izquierda con la suya, empecé a llorar. No pude contener las lágrimas. Cuando me sujetó la mano con la suya y entrelazó nuestros dedos, me arrebató ese inocente acto de amor; nunca volvería a estar bien. Solo había reservado el masaje por 30 minutos, así que, con el tiempo, mi novio empezó a preguntarse dónde estaba y entró en el edificio. El hombre se sobresaltó al oír a mi novio entrar; me preguntó si esperaba a alguien, pero seguí sin poder hablar. El hombre salió de la habitación y aproveché para levantarme de la camilla y vestirme. Oí el timbre del vestíbulo mientras mi novio salía del edificio. El hombre regresó a la sala de masajes y me vio levantada, vistiéndome. Dejó la cortina abierta y me observó terminar de vestirme, y luego me acompañó a recepción para pagar. Ya no oculto que estoy llorando. Uso mi tarjeta de crédito para pagar la agresión, con la esperanza de poder rastrear el pago hasta este horrible lugar. Una vez afuera, sabiendo que por fin era libre y que todo había terminado, corrí hacia mi novio para ponerme a salvo. Le dije que subiera al coche y se fuera lo más rápido posible. No quería que el hombre viera nuestra matrícula ni supiera de dónde éramos. Había proporcionado una dirección antigua en el formulario de salud. Mi novio empezó a preguntarme por qué estaba molesta mientras nos íbamos. Frustrada, confundida y enfadada, pronto surgió un altercado mientras le explicaba frenéticamente lo que había pasado en esa habitación. Déjame explicarte, lo único que aprendí y realmente entiendo sobre todo esto es que no hay un manual a seguir cuando eres agredido sexualmente. A los 21, mi novio y yo no teníamos ni idea de qué hacer. Estábamos asustados y molestos. Ahora realmente lo entiendo. Mi novio quería ir a la policía y quería volver a gritarle al hombre. Entonces me miró y en ese momento vi que su rostro comenzaba a cambiar. De una vez, la mirada amorosa que recibía de mi novio de la secundaria fue reemplazada por algo que todavía me cuesta expresar con palabras. Ya no me miraba de la misma manera que lo había hecho desde que teníamos 16. Me hizo una pregunta simple: ¿por qué me había quedado allí tirada? La forma en que me miró me hizo sentir como si me estuviera acusando de permitir que sucediera. Pensé para mí misma: si mi novio, alguien a quien amaba más que a nadie, me estuviera preguntando por qué me había quedado allí tirada, ¿alguien más me creería? Era mi palabra contra la de este hombre. Nos marchamos en coche y, al dejar atrás ese pequeño pueblo, me dije: «Nunca le contaré a nadie lo que pasó porque nadie me creerá». En ese momento creí que si la persona que amaba podía cuestionarme y no entenderme, nadie lo haría. Mi novio y yo nunca volvimos a hablar del abuso. Los meses y años siguientes fueron, con diferencia, los más difíciles de mi vida. Mi novio y yo terminamos nuestra relación casi al instante. No podía tocarme sin llorar; la idea de las manos de aquel hombre me había marcado. Tal como había dicho, mi novio me miró de otra manera y no fue su culpa. Sentía como si aún estuviera oyendo sus palabras en la cabeza: que estaba herida y que mi novio le había creído. Mi novio era la única persona que sabía del abuso y ahora ya no estaba. Me sentía muy sola, en una nueva ciudad, empezando la universidad. Durante los primeros cinco años no se lo conté a nadie. Consumí alcohol y otras sustancias para olvidar y apaciguar el dolor. Bloqueé al hombre de mi mente todo lo que pude. Las pesadillas y los flashbacks se convirtieron en una realidad recurrente y, para cuando cumplí 26 años, estaba muy enferma. Me encontré en el hospital pesando solo 38 kilos y necesitando ayuda. Fue entonces cuando decidí contactar a la policía. Me dije a mí misma que estaría bien con cualquier resultado. Aunque nadie me creyera, había hecho todo lo posible por intentar olvidarlo. Para reforzar mi caso, necesitaba contactar a mi antiguo novio y pedirle ayuda. Sin dudarlo, prestó declaración a la policía. Se disculpó conmigo por lo ocurrido años atrás. Aunque agradecida por sus palabras, seguía muy disgustada. Le guardaba mucho resentimiento. En la comisaría presté juramento y presenté una declaración en vídeo de mi agresión. Describir y explicar la agresión en vídeo fue difícil. Pensé que podría sobrevivir sin llorar, pero no lo hice; me derrumbé. El agente me preguntó qué pensaba mi entonces novio sobre esto y por qué nunca se lo habíamos contado a la policía. Me asusté, pensando una vez más que nadie me creería. Me enteré por las fuerzas del orden de que otras dos mujeres habían sido agredidas sexualmente por este hombre. Ambas habían declarado cinco años antes. Desafortunadamente, no había suficientes pruebas hasta que me presenté. El pequeño pueblo turístico donde ocurrió la agresión conocía los rumores sobre este hombre y sus actividades. Ahora la policía tenía pruebas similares, lo que bastó para arrestarlo y emitir una orden judicial. Meses después de mi primer contacto con la policía, el hombre que me había agredido fue arrestado y se declaró culpable de los cargos. El servicio de atención a las víctimas me informó que el juez encargado de mi caso fue severo con mi agresor. Sus condiciones eran 6 meses de cárcel, 3 años de libertad condicional y el hombre tenía que registrarse como delincuente sexual durante 20 años. También se le proporcionaría ADN y ya no se le permitía ejercer la terapia de masajes. Han pasado casi 16 años desde el ataque, mi vida ha cambiado por completo desde ese día. He tenido tiempo de sanar. Aprendí que, en caso de agresión sexual, la víctima no siempre se defiende. Según el oficial de policía, la mayoría de las víctimas se congelan porque tienen miedo y no se defienden porque es lo más seguro que pueden hacer en ese momento. No se trata solo de luchar o huir, hay otra opción. También he aprendido a entender que la reacción de mi novio fue intentar darle sentido al momento. Que a pesar de decir algo incorrecto, tenía buenas intenciones y no lo dijo intencionalmente para lastimarme. Sé cuánto me amaba y también sé que él me creía. Todavía no puedo olvidar la mirada en su rostro. Sus pensamientos y la forma en que me miraba todavía pasan por mi cabeza 15 años después, sin importar a cuánta terapia asista uno. Este viaje definitivamente ha impactado mi vida de muchas maneras diferentes. Perdí a mi mejor amigo, la persona que más quería en el mundo. No pude ir a la escuela, abandoné mis clases. Perdí peso al instante y me enfermé. Dar a luz como sobreviviente de agresión sexual es devastador y te hace sentir como si estuvieras reviviendo el ataque. Pero he sobrevivido y seguiré sobreviviendo. He evitado que otros sean agredidos, pero hacer esto y aquello significa mucho para mí. También estoy agradecida de que mi agresor haya ido a prisión. Aunque sé que este es un proceso que dura toda la vida para seguir adelante y sanar, soy más fuerte que nunca. No me considero una víctima, sino una superviviente. Los flashbacks no son tan frecuentes y mi última pesadilla fue hace más de cinco años, pero el recuerdo de ese hombre tocándome sigue fresco en mi mente. Sigo sanando.

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  • “Siempre está bien pedir ayuda”

    Mensaje de Esperanza
    De un sobreviviente
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    Flota la esperanza es una emoción positiva que todos llenamos.

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  • Bienvenido a Our Wave.

    Este es un espacio donde sobrevivientes de trauma y abuso comparten sus historias junto a aliados que los apoyan. Estas historias nos recuerdan que existe esperanza incluso en tiempos difíciles. Nunca estás solo en tu experiencia. La sanación es posible para todos.

    ¿Cuál cree que es el lugar adecuado para empezar hoy?
    Mensaje de Esperanza
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Buenos días, espero que hoy tengas un mejor día.

    Estimado lector, el siguiente mensaje contiene lenguaje homofóbico, racista, sexista o despectivo que puede resultar molesto y ofensivo.

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  • Historia
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    SER NIÑA NO ES JUSTO

    Ser chica no es justo. Soy una mujer de 32 años que sufrió más de una vez de joven. Fue el primer abuso el que me llevó a los demás. A los doce años quería ganar dinero. Mis padres no creían en la paga por hacer las tareas del hogar. No podía trabajar legalmente hasta los catorce, a menos que fuera repartidor de periódicos y me levantara antes del amanecer. Mi tío, hermano de mi padre, me contrató para trabajar en su taller de reparación de electrodomésticos. Era el único que conocíamos que tenía un negocio. Poco después de empezar, parte del trabajo consistía en dejar que me diera masajes. Me abusaba un poco más cada vez, hasta que me rozaba las partes íntimas con la boca. Se masturbaba mientras lo hacía. Lo dejé hacer esto durante semanas mientras me transformaba y me distorsionaba. Luego me obligó a rozarlo con la boca. Lo hice UNA vez. Vomité después. Lo denuncié a mis padres. Fueron cariñosos y comprensivos, y estaban enojados con él. Pero no lo suficiente como para hacer otra cosa que dejarme dejar de trabajar allí. Se disculpó conmigo en la cocina con mis padres allí. Yo flotando a la deriva en lava mientras los dioses decidían mi destino. Apenas lo recuerdo. Se quedó en nuestras vidas casi sin cambios. Volví a la normalidad. En la superficie. Pero no era la misma y le temí más a las cosas. La oscuridad, estar sola, el silencio. En los años siguientes, me tonteé con chicos de maneras que tal vez no lo hubiera hecho. Puede que no fuera ese tipo de chica, pero me sentí obligada. Tenía quince años cuando tuve un novio de mi edad con el que tenía sexo en secreto casi a diario. Lo amaba. Me dejó. Más problemas. Diecisiete años. Estudiante de último año de secundaria. Cabello teñido con mechas azules hasta el trasero. Emo. Delgada. Pecho plano. Para entonces ya estaba bebiendo y fumando. Pero no ESA NOCHE. Salí de un concierto de Pink al que había ido con mi prima y sus amigas. Algo me molestó y me fui. De noche. Una parte de la ciudad que no conozco. Sin planes. Tal vez vuelva al concierto después de ordenar mis ideas. Al pasar por un centro comercial, un grupo de cuatro tipos salió de su sitio, sin saber qué era. Había visto que dos de ellos eran negros. Me asusté. Lo siento. Me apresuré y giré a la derecha. Ellos también. Era como un callejón detrás del centro comercial, con un muro enorme a un lado. Puertas traseras de negocios, contenedores de basura, algunos coches. Mal iluminado. Quizás podría haber seguido caminando y no habría problema, pero estaba oscuro al otro lado y parecía muy lejano. Los tipos hablaban y reían detrás de mí. Me entró el pánico de que me violaran, me hicieran daño o me mataran. Creo que oí a uno decir "buen culo" entre parloteos. Un ataque de pánico. Creo que intentaba salvar mi vida. ¿Un ataque preventivo? Me detuve, me giré y dije: "Pueden cogerme si quieren". Recuerdo la pausa mientras algunos se detenían, pero uno seguía acercándose. Se reían, quizá nerviosos. El que seguía acercándose me abrazó y se pegó a mí. Olvidé lo que dijo, pero me atrajo hacia sí, frotándose contra mí. Me llevaron a una zona oscura a un lado, entre dos edificios. Le hice sexo oral al primero y al otro, negro, pero no del todo. Un espectáculo para ellos. Riendo. Empujándose mutuamente cuando se ponían demasiado ruidosos. Lo intenté, pero se pusieron rudos y me dieron muchas arcadas. Quítate la ropa. Chaqueta, camiseta de tirantes, vaqueros, bragas. De espaldas. Asfalto. Piernas abiertas. Intentando mantenerme encima de la ropa para no cortarme ni rasparme. Los cuatro se turnaron. Con el primero era un espectáculo que veían. Con el resto estaban volteados, hablando entre ellos, intentando bloquearme de la vista. Creo que alguien pasó, pero no estoy seguro. Alcohol y aliento a cigarrillo. Chicos probablemente de treinta y tantos. Amigos divirtiéndose. Chicos siendo chicos. Simplemente bombeando dentro de mí. Diciéndome que estoy apretada. Mi cuerpo como un recipiente. Piernas abiertas. Sin resistencia. Mis brazos alrededor de ellos. Contacto visual que no recuerdo. Siempre miraba a mi novio a los ojos. Siempre miro a los ojos durante el concierto, buscando una conexión. Veía sus ojos pero no sus caras. Solo me usaban para la fricción. Rápido y bájalo. Excepto por el penúltimo. Quería hablar. Le dije mi nombre. Le conté sobre el concierto. Le dije que me gustaba estar arriba porque me lo pidió. Recuerdo su cara. El único que era blanco. Nariz torcida. Orejas de coliflor. Ojos azules. Una sensación de prisa de los demás. Se difumina en el último en mi mente. ¿El árabe/persa? "Muchas gracias." Sé que dijo uno de ellos. Me dieron las gracias mientras me vestía rápidamente y seguían caminando en la dirección en la que habían ido antes. Para cuando volví a salir, se habían ido. Regresé por donde había venido. Regresé al concierto y pasé todo el tiempo buscando a mi primo. Dolorido y goteando. La espalda arañada. Me sentí asquerosa. Empecé a llorar, pero paré cuando llamé demasiado la atención. Los encontré. La última canción fue "Get the Party Started". Salimos juntos. Los que no conducían bebieron vino, pero a mí no me permitieron beber porque era demasiado joven. No se lo dije a nadie. Le dije a mi madre que estaba bien. Enseguida me hice novia de un chico que tenía una taquilla cerca de la mía y que había sido insistente, pero yo siempre lo había rechazado. Era alto y no pasaba de "normal". No quería estar sola. Él se enamoró. Yo no. El baile de graduación y todo eso. Rompí con él la última semana de clases. De todas formas, se iba a la universidad. No quería ir con él. Le fui infiel porque necesitaba más sexo del que él me podía dar. Luego llegaron los días de ser pasada de mano en mano. Fui a la universidad comunitaria y salí con mi compañero de laboratorio de química, su hermano me violó en la ducha y me convertí en su novia. Me metió en el alcoholismo, las drogas de fiesta, la escena de los clubes y dejé los estudios. Era una princesa de la música electrónica, el metal y el trance y tenía muchísimos "amigos" en la escena que me conocían como Zafiro. Zafiro era ninfómana. A la gente le encantaba eso de mí. Algunos buenos, otros malos. Polvos rápidos en lugares oscuros de los clubes. Entre bastidores. Trastiendas. Autos. Secretos. Despertamos en camas diferentes. Mi novio me "entregó" a su camello y viví con él hasta que un hombre mayor me convenció de escaparme con él a Ubicación. Él tenía 39 años (40 por un mes) cuando yo tenía 20 y vivimos juntos durante más de un año. Era una relación muy sexual, pero él se preocupaba por mí. Su casa estaba a un paseo de la playa y me encantaba. Era más saludable. Empecé clases de CC de nuevo y obtuve mi AA. Me ayudó con mis ataques de pánico y le oculté mi depresión. Mis padres lo conocieron y finalmente lo aceptaron. Hablamos de matrimonio. Pero él estaba fuera todo el día entre semana, yo no tenía trabajo y tenía una segunda vida para alimentar mi gran vacío que había comenzado después de que mi tío me usara. Además, le gustaba jugar a ser mi padre. Solo una de sus manías. Lo peor es que, igual que lo del contacto visual, decir "Que me jodan, papi" se convirtió en algo que hago automáticamente. Le fui infiel muchas veces cuando estaba con chicos de la playa a los que apenas conocía de nuestras escapadas de fin de semana. También con chicas. Me enamoré de un surfista y quise tener un hijo suyo e incluso dejé los anticonceptivos. Todo acabó mal y volví a casa de mis padres. Finalmente me diagnosticaron depresión maníaca y hablé con mi madre sobre todos los encuentros sexuales y abusos, y empecé a ir a un grupo. Cinco años después de ESA NOCHE, mi madre fue la primera persona a la que le conté sobre los cuatro chicos después del concierto. Aquello todavía me destroza la vida, el amor y el quererme a mí misma. Me pregunto si los chicos buenos no quieren estar conmigo porque tengo los pechos pequeños. Tomo medicación y soy funcional.

    Estimado lector, la siguiente historia contiene lenguaje homofóbico, racista, sexista o despectivo que puede resultar molesto y ofensivo.

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    De un sobreviviente
    🇬🇧

    Brutalmente utilizado por un policía después de una parada de tráfico

    En mi historia original, COMENZÓ CON MI HERMANO, hablé del abuso que sufrí desde una perspectiva general. Era mi vida de abuso tal como la compartí en aquel momento. He estado trabajando para compartir tres casos de violación que solo evité permitiendo que los hombres tomaran lo que quisieran en lugar de pelear. El más traumático de los tres incidentes que mencioné involucró a un policía. Este es el relato. Me detuvieron cuando regresaba a casa de un grupo de estudio, siendo estudiante de tercer año en la universidad, una noche entre semana. Habíamos compartido dos copas hacia el final. NO apruebo conducir y beber, pero no estaba borracho, como confirmó el alcoholímetro más tarde. Me detuvieron y ya tenía los nervios asociados, agravados por el hecho de que aún no tenía la edad legal para beber alcohol durante tres semanas. Fue entonces cuando conocí al policía al que llamaré simplemente SIK. Me dio una sensación inquietante la primera vez que lo vi y eso nunca se detuvo. Aun así, coqueteé con él hasta cierto punto, desesperada por no meterme en problemas. Me hizo salir del coche, quitarme la sudadera con capucha, debajo de la cual solo llevaba un sujetador deportivo básico. Esa noche solo hacía unos dieciséis grados. Tenía frío y temblaba de miedo y de temperatura. Lo vi mirarme el cuerpo sin filtro. Otro coche patrulla se detuvo con dos agentes mientras me hacían las pruebas de alcoholemia. Ya me había registrado de forma incómoda. Una de las agentes que llegó era mujer y también me registró después de haber dicho que tenía algunos problemas con las pruebas de alcoholemia. Caminar hacia atrás en una línea imaginaria, talón con punta, fue lo único con lo que tuve problemas. ¡Es duro! La policía sacó el alcoholímetro que había pedido. Di 0,035. Eso es menos de la mitad del límite legal. En ese momento, SIK dijo que simplemente me seguiría a casa, en lugar de arrestarme, y el otro coche se fue. La parada completa duró quizás una hora. Los coches pasaban por la calle lateral en la que me había metido. Faros delanteros y traseros en la oscuridad. Después de que el otro coche se fuera, SIK me habló con más dureza y amenazas que nunca. Dijo que una chica como yo probablemente está acostumbrada a salirse con la suya. Aseguró que aún podía llevarme a la cárcel cuando quisiera, ya que mientras me lleva a casa y se asegura de mi seguridad, todo lo que hago sigue siendo una prueba. Podría arrestarme por posesión de alcohol y perdería mi licencia. Tenía miedo. Le dije que mi compañera de cuarto estaba en casa. Ella también era estudiante y se suponía que debía estar allí. Después de seguirme dentro de mi apartamento, llamé a mi compañera. Luego revisé su habitación. ¡No estaba! SIK me acusó de mentirle a un policía y echó el cerrojo desde adentro. Me hizo apoyar las manos en la pared de mi comedor con las piernas abiertas. Quería llamarla para que pudiera hablar con ella y confirmar que solía estar allí, pero me detuvo y me obligó a enviarle un mensaje para ver cuándo volvería. Me dio instrucciones de no preguntar ni decir nada más y lo revisó antes de enviarlo. Estaba en casa de su hermana y no volvería hasta tarde. En ese momento se quitó el cinturón de herramientas y lo puso en la encimera de mi cocina. Me dijo que, después de todo lo que había hecho por mí, ya no era gratis, ya que le mentí. Su pistola estaba justo a nuestro lado. Se aseguró de que la viera e incluso la giró para que me apuntara. Tenía miedo y le suplicaba. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera. No estoy segura, pero creo que se lo dije. Me comunicó por radio desde su bandolera que se estaba tomando un descanso para "almorzar". Lo que recuerdo con certeza fue cuando dijo que esta vez me haría un registro completo, hasta quedar completamente desnuda, y me preguntó si estaba de acuerdo. En ese momento ya no tenía ninguna duda de lo que estaba pasando. Hice los ajustes necesarios, pero lo que hizo fue más de lo que había preparado. Me dedicó cumplidos vulgares sobre mi cuerpo mientras me abusaba descaradamente. Me amasó los pechos como si fueran masa. Me tocó mientras me preguntaba si podía usar un apéndice especial que tenía que penetraba más. Sabía a qué se refería. Sentí repulsión, pero acepté. Después del sexo inicial, con las manos apoyadas en la pared e inclinada hacia adelante, bajó el ritmo. Esperaba que ya casi hubiera terminado, pero decidió prolongarlo. Me mandó a mi habitación. Se quitó toda la ropa menos los calcetines. Complementó su anatomía y me hizo aceptar. Su miembro era muy superior al tamaño promedio, pero dudo que, de no haber llevado anillo de bodas, lo hubiera usado alguna vez. Era medio calvo, tenía una ceja prominente como la de un neandertal y una barriga cervecera pálida con muchos lunares por todo el cuerpo. Tenía bigote y perilla que no ocultaban del todo su cutis demacrado, que parecía tener cicatrices de acné severo. Casi todos los hombres eran más altos que yo, pero él era bajo y solo me superaba por unos centímetros. Nunca le había mentido tanto como cuando le dije lo que quería oír sobre ser sexy y desearlo. La única verdad era sobre su pene grande. SIK habló mucho, principalmente degradándome y confirmando que estaba de acuerdo con él. Clichés, como que yo era una puta, una zorra, una guarrilla y que me gustaba lo que me obligaba a hacerle, pero también me preguntó sobre mi vida sexual y mi historial de abusos. Quería que dijera que mi padre y mis entrenadores abusaban de mí, pero no mentiría. En cambio, le conté parte de la verdad sobre el abuso de mi hermano. Esa fue probablemente la peor parte. Decirle en voz alta a SIK lo que nunca solía admitirle a nadie, para su gran placer, me hizo daño. Eso fue peor que el sexo oral. Peor que obligarme a besarlo en algunos momentos. También fue cruel. Intentó amordazarme y empujarme hasta el fondo de mi garganta mientras le obligaba a hacerme sexo oral. Me empujó los tobillos detrás de la cabeza mientras me embestía con sus embestidas abusivas. Podía ver la cruel lujuria en sus ojos. Podía ver su sonrisa malvada. Me abofeteó muchas veces, pero no muy fuerte. Sí me azotó fuerte. Se dio cuenta de que me tenía cautiva y vulnerable a sus caprichos y que por fin estaba viviendo sus fantasías más oscuras. Hacía todo lo que él quería y lo alentaba porque quería que parara. ¡Tantas veces se detuvo justo antes de llegar al clímax! No quería que terminara. SIK intentó tener sexo anal conmigo y yo me adaptaba, pero era demasiado grande para mí. Lloré casi todo el rato de dolor, pero intentando actuar como una pareja ansiosa por que terminara. Después pensé que eso podría haberlo prolongado. SIK era probablemente el momento en que preferiría que sufriera más, como si me estuvieran violando en lugar de ocultar mi dolor. No duró mucho más de veinte minutos, pero fue terrible y lo reviví tantas veces en mi mente antes de emborracharme y colocarme hasta la muerte la noche siguiente después del trabajo. Así que el recuerdo vivió mucho más prominente en mi cabeza que un simple encuentro de 25 minutos. Alcanzo el clímax con facilidad, pero nunca tuve un orgasmo con él por su preferencia por causar dolor sexual. Cuando de repente se corrió dentro de mí, se quedó callado y apenas dijo una palabra más mientras se vestía, con cinturón de pistola y todo, y se fue en silencio. No tengo ni idea de qué significaba eso. Me asustó. Tuve miedo al conducir un tiempo y evité dormir en casa tanto como pude, lo que a veces significaba acostarme con hombres e incluso con amigos, solo para no volver. Fue la razón principal por la que no renové el contrato de alquiler y me mudé a un apartamento más pequeño, sola. Era la misma compañera de piso cuyo padre ya se había acostado conmigo sin mi consentimiento inicial. Le conté a mi compañera una versión corta y reaccionó como si fuera una historia genial. En cierto modo, se la conté así, como una forma de afrontarlo. El camino fácil y de menor resistencia. No admitir que pudo haber sido lo peor que me ha pasado en el ámbito sexual. Lo peor que me pasó en la universidad fue el corazón roto por perder a los hombres que amaba. Pero esas son historias para otro foro. Ya no expongo mi corazón para que lo pisoteen. Este incidente fue una de las llamadas de atención que me indicaron que debía cambiar por completo mi estilo de vida e intentar salvarme. También fue una de las cosas que más me costó comentarle a mi terapeuta, aunque lo pensé durante las sesiones.

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    De un sobreviviente
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    Una sobreviviente y ganadora de un severo abuso doméstico.

    Soy una mujer de 63 años que ha sufrido abusos toda su vida. El abuso comenzó con mi madre, una sociópata narcisista. Me golpeaba con un palo de 2x4 con forma de paleta para poder sujetarlo bien. Me golpeaban todos los días. Decía que el abuso se debía a que me había mojado la ropa interior. Tenía que quitármela todas las noches y ella la olía. Si tenía el más mínimo rastro de orina, era motivo suficiente para que me golpeara. Era como un círculo vicioso: si salía a jugar, no iba a casa al baño por miedo a que me golpearan, pero si no iba a casa al baño, sí me golpeaban. Pasé toda mi infancia con miedo. Me robaba el dinero, tiraba mis cosas, decía mentiras sobre mí. Sabía que era la favorita de mi padre, así que no me permitía hablar con él. Me lavaron el cerebro para creer que así vivían todas las familias. Cuando me casé, me casé con mi madre. También abusó de mí. Me mentía, me engañaba y me robaba. Me diagnosticaron cáncer de mama en estadio IV. Cuando iba a mis tratamientos, tomaba galletas de pescado para aliviar las náuseas. Un día fui a la alacena a buscar mis galletas y ya no quedaban más que una, solo las suficientes para que pareciera que seguían ahí y no hubiera que tirar el envase. También me diagnosticaron la enfermedad de los huesos de cristal. Me dijeron que necesitaba beber mucha leche. Teníamos un refrigerador en el garaje donde guardaba 5 galones de leche, junto con 1 galón que estaba en el refrigerador de la casa. Un día fui al garaje a buscar un galón de leche y los 5 galones habían desaparecido. Se los había bebido todos en solo una semana. ¡¿Te imaginas hacerle eso a tu esposa que tiene cáncer de mama en estadio IV?! Me lanzó un martillo a la cabeza mientras me alejaba de él. Quemó nuestra casa hasta los cimientos y les dijo a los detectives que yo lo había hecho. También es un sociópata narcisista. Mientras hacía todo esto, consiguió que mi hija lo acompañara. Ella, a día de hoy, 11/10/25, es una mentirosa, infiel y ladrona. Es abusiva. Solo tiene 25 años y ya se ha casado dos veces, con dos hijos de cada matrimonio y los odia a ambos. Usa a sus hijos como peones para salirse con la suya. Ya ha usado a dos amigos de la infancia para intentar llegar a mí. No soy tonta, sé lo que trama y no voy a caer en su trampa. Llevo tres años divorciada. Me cambié el nombre, me mudé y empecé mi vida de nuevo, pero ella sigue buscándome. Le tengo miedo. Sé de lo que es capaz. Pensé que una vez divorciada me libraría del abuso, pero no es así. En este momento, solo tengo fe en que Dios me cuidará. Dios me sacó de una situación horrible y tengo fe en que Dios seguirá cuidándome. Estoy tan feliz de haber terminado mi matrimonio, que duró 35 años. El divorcio duró 3 años; el juez dijo que solo debería haber durado 9 meses. Él lo quería todo, así que se lo di todo. La ley necesita capacitación para comprender las enfermedades mentales, como la de los sociópatas narcisistas, para que comprendan que son mentirosos empedernidos. El esposo de mi abogada de divorcio incluso dijo: «Miente tan bien que casi tienes que creerle». Ese es el problema: el sistema legal les cree, así que los inocentes son castigados y los culpables salen impunes.

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  • Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇮🇪

    Sanar significa aceptar lo que sucedió pero aprender que no es tu culpa y que nunca fue tu culpa.

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    De un sobreviviente
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    #1428

    Durante años, pensé que había escapado de los horrores de mi infancia. El abuso manifiesto de mi padre era una tormenta: ruidoso, furioso, imposible de ignorar. Así que cuando lo conocí, al hombre que parecía tan diferente, pensé que por fin había encontrado seguridad. Él no era mi padre. No gritaba ni chillaba ni levantaba la mano a diario. Al principio, era amable, incluso encantador. Pensé que todo iba bien. Pero con el tiempo, empezaron a aparecer las grietas. Los días fríos y distantes en los que me sentía como una molestia. Las indirectas sutiles y los comentarios turbios que no bastaban para llamar maltrato, pero sí para hacerme dudar de mí misma. Me quedaba despierta por las noches, llorando, sin entender por qué me sentía tan ansiosa y estresada. Me decía a mí misma que no era tan grave. Después de todo, él no era mi padre. Sin embargo, en el fondo, lo sabía. Sabía que podía hacerme daño si alguna vez lo presionaba demasiado, y ese miedo me controlaba. Con el paso de los años, la manipulación emocional se convirtió en algo mucho más oscuro. Lo que empezó como control se convirtió en abuso sexual. Al principio, no lo vi como lo que era; quizá no quería verlo. Me aferraba a la idea de que las cosas mejorarían, de que podía arreglarlo, de que no era tan malo como sentía. Pero el progreso era innegable. Ya no podía apartar la mirada. Para cuando terminó, me encontré en una comisaría, esperando justicia, que alguien finalmente me defendiera. Pero no hicieron nada. Nada. Salí de la comisaría sin una solución real, pero me fui. Ese fue el día que decidí empezar de nuevo. La sanación no fue inmediata. Sigue siendo día a día. Pero ahora puedo elegir cómo serán mis días. Ya no guardo silencio. Ya no me escondo. La máscara que usé durante años ha desaparecido, y hablo abiertamente de lo que soporté, no porque sea fácil, sino porque alguien necesita escucharlo. Alguien necesita saber que no está solo, que su matrimonio aparentemente perfecto puede no serlo tanto y que merece algo mejor. Volqué mi historia en un libro, Título del libro. No es solo una historia sobre abuso; es un llamado a reconocer las señales sutiles, a cuestionar el sistema que tan a menudo falla a las víctimas y a desafiar la forma en que la sociedad ignora nuestro dolor. Sé lo difícil que es levantarse, pero también sé que es posible. Si estás en esa oscuridad, recuerda esto: tú también puedes levantarte. Sanar no es fácil, pero vale la pena. Y cada día, tienes el poder de elegir una vida mejor. Porque aun así, yo me levanto. Y tú también puedes.

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  • Historia
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    La historia que finalmente soy lo suficientemente fuerte para escribir.

    Perdón por la longitud de esto😭😭😭 Cuando era más pequeña, era la mejor amiga de una chica que conocimos el primer día de kínder y éramos inseparables. Cuando teníamos 7 años, empezó a tocarme en el autobús escolar. Se lo dije a la escuela y, en lugar de ayudar, nos llevaron a la consejera escolar y nos mostró un video donde no tocábamos las manos y no dejábamos que nadie nos tocara. Durante 3 semanas, me violó en su habitación y no supe qué hacer, así que me quedé allí tumbada y no hablé. Creo que eso empeoró las cosas porque es una chica y no es típico que las mujeres violen a otras mujeres. Sentí que nadie me creería, así que me quedé callada por lo que pasó la primera vez. Después, siguieron pasando cosas así. Pero luego entré en quinto grado y no nos veíamos porque era su primer año real de COVID, así que todo era básicamente en línea y estábamos en clases diferentes. Pero luego empezó sexto grado y volví a verla todos los días. Fue muy difícil y empezó a hacer eso. cosas y fue realmente malo para mi salud mental, entonces ella decidió golpearme en la cara sin ninguna razón, así que dejé de hablar con ella. Terminé ingresando en un pabellón psiquiátrico donde terminé recibiendo ayuda y estaba mejorando. Fui a la función de mi ex amigo y este amigo era amigo de la chica en ese momento y todavía quería ser su amigo, así que me hice amigo de ella otra vez y le dije que dejé de hablarle porque mi mejor amiga me lo dijo. Esa noche me violó en mi propia habitación después de que le presté mi ropa, mis shows, mi cepillo de pelo, todo, y ella todavía decidió violarme y eso dolió y otra vez como la primera vez que me senté allí sin hacer ni decir nada por alguna razón no podía, no importaba lo que pensara, no importaba lo que dijera, no decía nada, estaba congelado. Siempre todos hablan de luchar o huir y nadie habla de congelarse, aunque es uno de los más comunes, cada vez que ella hacía algo así, me congelaba, no hablaba, apenas me movía, simplemente me quedaba allí indefenso como si Dios fuera a enviar a alguien para ayudarme, pero nunca lo hizo. Estaba completamente solo, era como un perro indefenso muriendo al costado del camino y simplemente la dejé hacerlo Le dije que no una vez y después de que no se detuviera, me di por vencido No sabía qué hacer más y no quería repetirme por alguna razón, así que no lo hice después de eso Dejé de hablarle por completo y en octavo grado, después de haber sido declarado transgénero durante aproximadamente un año, cuando los niños decían cosas que yo corregía en mi nombre, ella me defendía y odiaba eso, lo odiaba tanto que me hacía sentir que no podía odiarla por violarme y agredirme porque ahora ella me defiende, así que si la odio, sería una mala persona, aunque sé que no soy una mala persona por odiarla porque tengo todo el derecho a hacerlo por lo que me hizo, incluso si fue mucho tiempo de todos modos, creo que eso es todo Lo siento de nuevo que esto sea súper largo No sé cómo se ven los demás, así que no sé si el mío es realmente largo o no en comparación con otras personas, pero si lees todo esto, gracias por leer mi historia y espero que todos tienes un absolutamente increíble 💗💗💗

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  • Mensaje de Esperanza
    De un sobreviviente
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    Flota la esperanza es una emoción positiva que todos llenamos.

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  • Historia
    De un sobreviviente
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    No tengo recuerdos claros y siento mucha culpa

    Mi historia es un poco larga. Cuando tenía 15 años o 16 años, vino a mi mente el recuerdo de cosas que habían ocurrido cuando yo tenía entre 4 y 5 años. Dos tíos abusaron de mí. Los recuerdos sobre esto nunca han sido claros y ahora, muchos años después, todo se ha vuelto más lejano y confuso y he dudado varias veces de mí misma y de mi historia. Hay otras cosas que pasaron en mi infancia que sí recuerdo con más claridad: cuando tenía entre 7 y 8 años, vi a mis papás teniendo relaciones sexuales a mi lado (esa noche me había pasado a dormir con ellos en su cama). Tiempo después, se repitió la situación, pero con mi padrastro y mi mamá. También cuando tenía entre 7 y 8 años, estaba revisando unos CD'S en el DVD que había en la casa para marcarlos según el género musical o según la película que fuera. Uno de los CD'S, era una película porno. Como casi siempre, me encontraba sola en mi casa, entonces la vi completa. No recuerdo si me masturbé. Sé que desde muy niña me frotaba con peluches, muñecas y otros objetos, aunque sin mucha conciencia de lo que hacía, pero estaba presente el miedo a ser vista. Hay algo que me atormenta en este momento: cuando tenía 6 o 7 años, mi prima (ella un año mayor) y yo jugábamos a imitar algunas posiciones de un libro de kamasutra que había en su casa. También tengo leves recuerdos de una vez que, mientras nos bañábamos, frotamos nuestras partes íntimas. No sé si esto se dio en el marco de una curiosidad bilateral y por el contenido del libro al que habíamos estado expuestas o si fui yo quien generó la situación y la persuadió a ella de hacerlo o si la manipulé. No recuerdo que haya sido así, pero me da miedo que sí. ¿Y si imité lo que hacía mis tíos conmigo o lo que vi en contenido al que estuve expuesta? Siento miedo, culpa y vergüenza. Además, hace medio año, recordé que cuando tenía 10 años y cargué a mi hermanita en mi piernas (que estaba como de un mes), sentí un estímulo placentero en mi zona íntima por el contacto. Cuando esta imagen vino a mí (tampoco fue clara, como mis otros recuerdos) sentí culpa, pero no escaló a más porque entendí que fue una reacción física y nada más. Pero luego no podía dejar de pensar en ello y me cuestionaba si había prologando o intensificado el contacto y sentí muchísima culpa, asco y vergüenza. Fue tan fuerte, que tuve un episodio de TOC y siento que aún no he podido salir de ahí, porque ahora me inundan las dudas sobre lo sucedido con mi prima.

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  • Tomarse un tiempo para uno mismo no siempre significa pasar el día en el spa. La salud mental también puede significar que está bien establecer límites, reconocer las emociones, priorizar el sueño y encontrar la paz en la quietud. Espero que hoy te tomes un tiempo para ti, de la manera en que más lo necesitas.

    “A cualquiera que esté atravesando una situación similar, le aseguro que no está solo. Vale mucho y mucha gente lo ama. Es mucho más fuerte de lo que cree”.

    “Estos momentos, mi quebrantamiento, se han transformado en una misión. Mi voz solía ayudar a otros. Mis experiencias tenían un impacto. Ahora elijo ver poder, fuerza e incluso belleza en mi historia”.

    “No estás roto; no eres repugnante ni indigno; no eres indigno de ser amado; eres maravilloso, fuerte y digno”.

    Historia
    De un sobreviviente
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    Solo llámame "papá"

    En mi historia, COMENZÓ CON MI HERMANO, mencioné brevemente 3 instancias en las que evité ser violada al dejar que los hombres me tuvieran cuando parecía que iban a hacerlo sin importar si yo consentía o no. Creo que evité el trauma emocional y físico en ese momento, pero la ira, el resentimiento hacia mí misma y los sentimientos de haber sido agraviada y al respecto se acumularon después. Nunca compartí ni publiqué esas historias. Por favor, lea mi historia original para el contexto. En esta instancia, el sexo ya estaba sucediendo cuando desperté, y mi reflejo fue tomar el camino de la no confrontación. El camino fácil, no el correcto. Había llegado a casa del trabajo como mesera en mi bar y restaurante a la parrilla y mi compañera de cuarto tenía a su padre alojado con nosotros durante el fin de semana. Ya lo conocía porque condujeron directamente del aeropuerto al bar deportivo en el que trabajaba. Ahí fue donde me dijo: "Solo llámame, 'papá'". Se sentaron en mi sección, comieron y se fueron. Sin problemas. Luego, de vuelta en nuestro apartamento de dos habitaciones, hubo una pequeña fiesta para él con un par de amigos. Tomé un par de sidras fuertes y charlé sobre la universidad y mi compañera de piso, y escuché historias de cuando ella era niña. Coqueteé y seguí la corriente a las insinuaciones sexuales de "Papá" dirigidas a mí, e ignoré sus ojos de arriba abajo. Ya estaba acostumbrada. Jugué a ser la buena anfitriona y esperé hasta que todo se calmara, probablemente alrededor de las 2 o 3 de la mañana, antes de ducharme e irme a la cama. Había sido un largo día con clases y trabajo. Me desperté unas horas más tarde con "Papá" ya dentro de mí, ¡empujando dentro y fuera entre mis piernas! Por la luz que entraba a raudales por mis persianas oscuras, podía decir que era de día. ¡Pero qué diablos estaba pasando! No tenía bragas, pero sí camiseta. Debajo, la figura oscura que rápidamente pude identificar como "Papá" me acariciaba los pechos con una mano mientras me sujetaba con la otra. Todavía aturdida y confundida, supongo que lo abracé y respondí como una compañera dispuesta. Pronto terminó y luego se puso incómodo. Me dijo "Eso realmente dio en el clavo". ¡Empezó a conversar! Cuanto más tenía que pensar, más me daba cuenta de lo que había pasado. Que simplemente se había servido mientras yo dormía. Tenía 19 años y estaba saliendo con un jugador de béisbol universitario atractivo en ese momento y no me habría acercado a este tipo de cincuenta y tantos a propósito. Seguro que estaba bebiendo esa noche, pero yo solo había tomado unas pocas sidras. Así que ahí estaba yo, dándome cuenta de que me habían violado, ¡pero rehén de un sentido de la cortesía! Sin mencionar que medía 1,60 m y pesaba 50 kg, por lo que estaba la intimidación física de un hombre mucho más alto con un cuerpo de padre. Siempre orino justo después del sexo, pero me sentí cautiva por las divagaciones de "Papá" mientras se apoyaba en un codo flotando sobre mí mientras pasaba sus dedos sobre mí y me acariciaba el cabello esporádicamente. Compartí con él su lata de cerveza fría, que debió abrir justo antes de entrar a violarme, porque recuerdo haber bebido a fondo el líquido frío que me alivió la garganta seca. Sufrí algunos chistes de papá e historias que no me interesaban, además de responder algunas preguntas personales sobre mí y mi sexualidad. Buscaba un momento para levantarme y alejarme de "Papá" cuando dijo: "Estoy listo para ir otra vez, cariño". ¡No! ¡Se colocó encima de mí! En lugar de resistirme o incluso decir "no", abrí las piernas para acomodarlo. ¡Qué demonios! La segunda vez no tuvo la misma ansiedad que la primera, por desgracia. Como él mismo dijo, esta vez quería darme una lección. Supongo que sobre lo bueno que era en la cama. Un caso claro de "pene de whisky". Así que dejé que este hombre con el que nunca había querido ni considerado tener sexo me empujara en varias posturas. Era un hombre grande y mucho más fuerte que yo, era una broma. Después del misionero, me levantó para demostrarme algo y me lo hizo contra la pared junto a mi ventana. Recuerdo ver a través de las rendijas de las persianas y saber que era temprano porque el estacionamiento estaba lleno y no se movía nada. Entonces me tiré de golpe a la cama. Hicimos un 69, yo tumbada sobre él, chupándolo con todas mis fuerzas, deseando acabar con él mientras me lamía. ¡Fracasé! En un momento dado, me tuvo encima, montándolo. Estaba a gatas con él embistiendo detrás de mí cuando me desplomé boca abajo bajo su peso. Disfrutaba de las embestidas sin parar, ya que estaba completamente inmovilizada por él. Dejé que me diera dos o más orgasmos con la esperanza de que acabara. Grité tanto que me daba vergüenza que mi compañera de cuarto entrara corriendo en cualquier momento. Estaba desmayada, borracha. Finalmente se fue en cuanto terminó. Estoy segura de que tenía el ego desorbitado y ¡ese hombre tan terrible todavía piensa en mí! Me quedo tumbada en la cama, recuperando el aliento y cada vez más ansiosa. Me levanté, me puse un chándal y salí corriendo hacia el gimnasio. Tenía muchísimas ganas de escaparme. Bebí agua como si acabara de salir de un desierto. Me duché un buen rato en el gimnasio vacío del sábado por la mañana, sin más productos que jabón de manos. Luego empecé a entrenar como una loca, con tres horas de sueño y agotada. Intentaba sacármelo de encima sudando, gritando y haciendo ejercicio a toda máquina. Me duché de nuevo, salí y me quedé dormida en el coche, en la parte de atrás del aparcamiento. El resto del fin de semana solo iba a mi apartamento unos minutos a la vez para recoger cosas que necesitaba. ¡Y desde luego que no dormí allí! Cuando se fue, respondí a las preguntas de mi compañera de piso, que había estado ignorando con mentiras y respuestas cortas. Le dije la verdad. Se encogió de hombros y me miró con escepticismo, como si fuera una de esas cosas. Fui promiscua en la universidad y ella lo sabía. Hicimos una especie de broma y seguimos adelante. De la forma fácil, no de la correcta. Todavía me siento muy culpable por cómo era entonces. En aquel entonces, mi problema no era "ojalá hubiera peleado con él". ¡Lo que deseaba era haber estado demasiado borracho para recordarlo! Así que eso fue todo. Algo que guardé dentro, supurando. Otras cosas se sumaron y lo escondí bajo la alfombra de mi mente dañada. No es uno de los peores esqueletos en mi armario, pero por ahora estoy dispuesta a compartirlo. Estoy trabajando en las demás. Mi primera historia me ayudó mucho. Espero que también le haya ayudado a alguien más. Les agradezco a todos y me solidarizo. Leeré sus historias y los apoyaré en mis pensamientos y oraciones.

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  • “Sanar significa perdonarme a mí mismo por todas las cosas que pude haber hecho mal en el momento”.

    Todos tenemos la capacidad de ser aliados y apoyar a los sobrevivientes en nuestras vidas.

    “He aprendido a abundar en la alegría de las cosas pequeñas... y de Dios, la bondad de las personas. Desconocidos, maestros, amigos. A veces no lo parece, pero hay bondad en el mundo, y eso también me da esperanza”.

    “Siempre está bien pedir ayuda”

    Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
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    poder seguir adelante y pasar un poco la pagina

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    De un sobreviviente
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    Name, solo tenía 6 años

    Tenía alrededor de 6 años, cierro los ojos y es cómo si volviera a vivir en carne propia el recuerdo, me acuerdo del ruido de la televisión, el olor del desayuno que estaba comiendo, yo solo estaba viendo caricaturas. El, un hombre de alrededor 50 años me cargó y me acomodó en sus piernas, y deslizó su mano por debajo de mis panties, TENÍA 6 AÑOS y ahí empezó mi historia de abusó sexual, una historia que me hubiese gustado no tener que experimentar. Yo hablé ya que mi mamá siempre me había enseñado a que nadie podía tocar mis partes pero en ese entonces mi mamá no tenía los recursos, vivíamos en casa de una prima (la hija de mi abusador) y nadie me creyó, dijeron que era mi imaginación. Otros sucesos pasaron cometidos por la misma persona, me arrebató mi inocencia y me rompió en pedacitos… pese a que yo hablé la primera vez, las otras veces me quedé callada porque nadie me creyó, nadie me protegió y nadie me escuchó más que mi mamá pero en ese entonces ella estaba luchando con un problema de alcoholismo y toda la familia nos dio la espalda. Después de un tiempo dejé de ver a mi abusador pero a los 8 años me volvió a pasar pero esta vez por el esposo de mi tía (la hermana de mi mamá) ellos han sido casados desde que mi tía tiene 16 años hasta el presente. Fuimos de visita a casa de mi tía, era diciembre entonces mi mamá salió con mi tía a comprar cosas para la navidad, yo, mi hermano y mi primo (hijo de mi tía) nos quedamos al cuidado del esposo de mi tía, el en ese entonces era oficial de la policía. Yo estaba jugando con mi primo y mi hermano cuando él me llamó, él estaba sentado en la mesedora viendo las noticias cuando me sentó en sus piernas y yo inmediatamente me paralice puesto que la última vez que alguien me sentó en sus piernas me manoseo, esta vez fue diferente, solo me acaricio las piernas y yo solo sentí cómo algo duro me rozaba mis glúteos, me paralicé y no sabía que hacer, hasta que tuve la fuerza y me bajé. Nunca hablé de mi segundo abusador y nunca lo he hecho, yo ya no vivo en Colombia pero cuando voy me toca actuar cómo si nada aunque por dentro sienta tantas cosas. Por mucho tiempo reprimí todo lo que me pasó, siempre decía que no me afectó y ahora a mis 22 años me está atormentando. Estoy comprometida con el amor de mi vida, siento que ha sido un regalo que Dios y la vida me dio después de tanto tormento pero hay veces que cuando vamos a tener intimidad y me toca siento una rabia en mi, ese tipo de rabia que te dan ganas de pegarle un puño en la cara a esa persona, y no lo entiendo, el no me ha hecho nada? El solo me ha ayudado y me ha tratado con amor y me ha demostrado lo mucho que me respeta y me ama, siempre quise evadir el tema y reprimirlo, no hablar de ello y pretender cómo que no me afectó pero ya llegué a un punto donde me dan unos ataques de ira que ni yo me reconozco, donde termino lastimándome a mí misma o sacando esa ira en mi prometido, hace unas noches por fin en medio de una ataque de ira donde terminé azotandome la cabeza en la pared solo repetía “no me deja en paz, me persigue, sácalo de mi cabeza” estaba en un estado de crisis y mi prometido solo pudo sujetarme en sus brazos mientras me preguntaba quién me perseguía y fue la primera vez que dije su nombre en voz alta, “Name, el hombre que me violo y me robo mi inocencia no sale de mi cabeza” no podía hablar, las lágrimas y gritos de desesperación eran más que las palabras, en ese momento me di cuenta que no importa cuánto allá crecido aquella niña de 6 años sigue dentro de mi, está enojada, está triste y rota. Mi pareja es abogado entonces el fue quien me habló sobre me too movement, me dijo que me hiciera justicia y lo denunciara pero que si no me sentía lista por miedo que navegara las opciones que me too ofrece y que quizá empezara por contar mi historia, por unos días habría la página y solo me quedaba paralizada, pero hoy me anime, ya no merezco ser prisionera de un dolor que no fue mi culpa aunque por mucho tiempo he sentido que lo es, me siento perdida y no quiero que mi pasado defina mi presente, la vida me está dando oportunidades bonitas pero mi abusó sexual no me deja avanzar, cómo me saco esta rabia que siento por dentro? Porque me volví un ser tan agrio y amargo, porque me enojo por todo? Porque no puedo disfrutar la intimidad con mi pareja si es delicado conmigo? Parece que entre más delicado es más rabia siento por dentro. Me siento muy sola y perdida. Quiero este dolor fuera de mi

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    Sobreviviendo a una violación en grupo

    El año pasado me violaron en grupo. Tengo un zumbido en los oídos llamado tinnitus que no ha parado desde entonces. Tengo pesadillas. Volé con mi madre a una boda en el extranjero. Estaba emocionadísima. Ella estaría ocupada con sus amigos y su prima, y yo podría pasar tiempo con mi genial prima segunda, dos años mayor que yo. Después de la cena de ensayo, salimos. Fue divertido porque allí no tenía permiso para beber, aunque la edad legal era menor que en mi provincia, pero no revisaban la identificación. No bebí mucho porque no era lo mío y tenía novio, pero pude ir a algunos bares y luego a una discoteca pegada a un hotel. Nos divertimos muchísimo hasta que conocimos a dos soldados uniformados que eran guapísimos y nos separaron de sus amigas por nuestro aspecto. Mi prima es guapísima. Tenían una habitación privada en la discoteca y había varios soldados y también dos prostitutas. A esas prostitutas definitivamente les disgustaba que estuviéramos allí. Quería salir de todas formas, y las chicas guapísimas que nos invitaron fingieron entendernos y nos sacaron de allí. Estúpidamente, dejamos que nos llevaran a su habitación de hotel, donde dejaron de lado el rollo romántico y nos obligaron a desnudarnos al ritmo de la música. Nos enseñaron una pistola que tenían en un cajón. Estaba aterrorizada. Nos obligaron a tumbarnos boca abajo, inclinadas sobre la cama, una al lado de la otra, y así tuvieron sexo. Se intercambiaron como si fuéramos intercambiables antes de acabar dentro de nosotras sin protección. Nos tomamos de la mano. Yo lloraba mientras mi prima intentaba ser fuerte y animarme. No nos permitieron salir y nos escondieron la ropa. Antes de quitarnos los teléfonos, tuvimos que escribirles que nos quedábamos en casa de un amigo de mi prima. Luego llamaron a otros dos soldados, uno de ellos un tipo alto, moreno y enorme, con músculos de culturista. Fue un desastre conmigo. Nos hicieron bailar y luego tuvimos que usar la boca con las chicas que nos habían atraído allí mientras las otras dos tenían sexo con nosotras. Vomité y mi prima lo limpió, pero luego empezó de nuevo. Tenían cocaína y nos obligaron a esnifarla de sus partes y a esnifarla de nosotras. Vino otro y creo que solo fueron esos cinco durante la noche, pero no paraban de violarnos y obligarnos a hacer cosas incluso cuando nos desmayábamos. Me hubiera gustado estar más inconsciente, pero la cocaína te despierta tanto. Quiero recordar menos y pensar menos en todo. Nos duchamos muchas veces. El moreno grande se orinó encima de mí y en mi boca, en la ducha. Lo hizo más de una vez como si yo fuera su retrete. Los otros hombres incluso tuvieron que decirle que se calmara cuando me hacía gritar, me gustaban sus dedos y me los metía en el culo, pero no cuando me hacía arrastrarme como un perro usando mi pelo como correa. Recuerdo que uno de ellos llamó a sus amigos para decirles que subieran el volumen de la televisión al máximo para ocultar el ruido en nuestra habitación. Vieron las noticias deportivas en la televisión. Hicieron que mi prima y yo nos besáramos y cosas así. No podía fingir que era una fiesta divertida como mi prima hacía a veces y me animaba a hacer. Intentó desviar parte de su atención de mí una y otra vez. La amo por eso, pero no me dejaron en paz. Estaban obsesionados con mi pecho. No les importó que estuviera obviamente angustiada y enloqueciendo, ni que en mi país me faltaran tres años para la edad de consentimiento. Ahí estaba, la edad mínima. Nos despertamos por la mañana en una de las camas, solo los dos soldados durmiendo en el suelo. ¡El negro se había ido! Volvieron a tener sexo con nosotras y otro hombre mucho mayor, al que llamaban SIR, entró y tuvo sexo con nosotras, pero sobre todo conmigo. Lo animaron y me dolía la cabeza y lloraba, y pareció durar una eternidad. Finalmente recuperamos la ropa, pero nos llevaron a un brunch con su ropa habitual. Me enseñaron fotos en sus móviles que parecían divertidas y nos advirtieron de lo mal que estaría si decíamos algo diferente a que habíamos tenido una buena fiesta. ¡Una buena fiesta en el infierno! Antes de eso, solo había tenido sexo con mi único novio. ¡Una noche infernal y ahora mi número era siete! Tuvimos que empezar a prepararnos para la boda de inmediato y estaba agotada. Mi prima me escondió y me eché una siesta con vestido, peinado y maquillaje hasta el último minuto. Lloré en la ceremonia, pero no en la boda. Tenía tanto dolor de vagina, músculos y cerebro que me emborraché tanto en la recepción que apenas recuerdo nada. Fue parte del viaje en avión a casa. Le conté la verdad a mi madre al volver y se puso como loca, al igual que mi padre. Intentaron llamar allí, al hotel y a otros sitios, pero la policía no hizo nada. Vi llorar a mi padre por primera vez mientras le contaba toda la historia. Mi novio no lo soportó y me dejó. Voy a terapia de grupo. Tomo una pastilla todos los días y ahora tomo benzodiacepinas para la ansiedad. Intento ocultar mi pecho grande bajo ropa holgada, cuando antes lo usaba para llamar la atención. ¡Qué idiota! Mi prima no parece tener los traumas ni las pesadillas que yo tengo. En su país, terminan la secundaria hasta dos años antes que nosotros y los tratan como adultos antes. Una vez le dije cosas malas por eso. Me perdonó, pero hablamos mucho menos desde que le pregunté si siempre tenía sexo grupal. Me sentí fatal porque incluso dejó que tuvieran sexo anal con ella para alejarlos de mí. Se notaba que le dolía mucho, pero en ese momento solo pensaba en mi propia supervivencia. Mi infancia se acabó, pero no me siento adulta. Su consejo es: «No dejes que te deprima». ¡Como si tuviera otra opción! Fue a terapeuta una vez porque su madre pidió cita y no piensa volver. ¡Su vida no cambió en absoluto! Trabaja en recepción en una empresa de tecnología y, además, modela, y sigue yendo a fiestas, clubes y citas. ¿Cómo? Es increíble cómo la actitud ante algo así puede ser tan diferente en distintos países. Ahora soy una víctima y suelo sentirme así. Definitivamente dañada. Todos en mi escuela saben por qué. Soy ESA chica. Mi nuevo novio, más maduro, es comprensivo, pero me siento como una pequeña carga triste para él. A veces soy hipersexual y no puedo evitarlo. Es un mecanismo de afrontamiento que les ocurre a algunas víctimas de agresión sexual. No lo busqué. Me preocupa que mi novio no confíe en mí por eso. Un amigo mayor, mi vecino desde hace años, se aprovechó de mí después de que le conté lo que pasó en su casa. Tuvimos sexo y luego se sintió culpable por excitarse con mi historia de violación. Lo admitió y me pidió perdón. El sexo me ayudó a calmar el zumbido de oídos por breves periodos, así que lo hice con él más de una vez al día durante un tiempo hasta que mi padre empezó a sospechar algo y habló con él. Desde entonces, no confío en mí misma. Quiero casarme con mi novio, en gran parte, solo para protegerme y demostrarle que lo amo y soy leal, aunque no estoy segura de poder serlo. Me preocupa no poder amar como una persona normal. Me preocupa alejarlo por ser demasiado dependiente y querer casarme con él tan pronto. Lo necesito más de lo que él me necesita a mí. ¿Será así siempre en las relaciones de las víctimas de violación? Me esfuerzo mucho en la escuela para no arruinar mi futuro. Es muy difícil concentrarme. Me zumban los oídos constantemente. Gracias por escuchar.

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    Sobreviviente de COCSA

    Mi historia de agresión sexual es inusual para la mayoría y difícil de comprender. ¿Quién creería que los niños son capaces de saber y hacerle cosas tan horribles a una persona? La mayoría de los niños no son así y sus experiencias son diferentes. Ocurrió por primera vez cuando yo tenía 8 años, mientras que mi abusador tenía 7. Recuerdo que el abuso se produjo gradualmente a medida que construíamos nuestra amistad. Al principio, hacíamos cosas típicas de niños, como jugar y bromear. Un día, me invitó a jugar a un nuevo juego con él. Le dije que sí. Pensé que sería una de esas bromas tontas suyas. En cambio, me bajó los pantalones y me frotó las nalgas con su parte íntima. Fue un momento muy incómodo para mí, ya que crecí en una familia estrictamente cristiana. Nunca había visto a nadie en televisión ni oído hablar de lo que me hacía. Después, recuerdo que me daba vergüenza contárselo a nadie y sentía que me metería en problemas. Así que guardé silencio. ¿Cómo reaccionaría un padre si ve a sus hijos teniendo relaciones sexuales? ¿No asumirías automáticamente que era el hijo mayor el que le enseñaba a alguien este comportamiento? Esto continuó durante casi dos años. Su comportamiento se volvió más agresivo y sus peticiones, cada vez más raras. Una vez, me rogó que bebiera su orina directamente de su parte. Le dije que no. Y cruzó la habitación furioso y pisoteando. Siguió insistiendo y exigiendo que lo intentara. Finalmente, cedí, pero le dije que solo lo hiciera de una taza. Fue la experiencia más deshumanizante de mi vida. Poco después, mi padre nos pilló. Recuerdo que intenté apartarlo de encima. Y le dije que mi padre venía, y él insistía cada vez más. Supongo que pensó que mentía para convencerlo de que se bajara. No paró hasta que mi padre entró en la habitación.

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    Usted no está solo

    No estás solo No estás solo. A muchos nos arrebataron mucho personas que priorizaron sus instintos básicos sobre nuestra cordura. Sufrimos por sus momentos de felicidad y dominio. Nos culpamos de su enfermedad. Su patología. Somos un ejército. Eso es lo que estas historias nos enseñan. Nos muestran que somos legión. Somos fuertes. Nuestras reacciones psicológicas de miedo, desconfianza y odio no son locas. Son normales. También es normal, pero no fácil, salir juntos de la oscuridad. Crecí en un gran bloque de pisos de bajos recursos que parecía un pueblo. Mi madre trabajaba y nos desenvolvíamos solos. En invierno, nadie esperaba que nos vieran si salíamos. Estábamos en un piso haciendo el tonto con unos niños o un vecino, y todo salía bien. Perdí la virginidad a los once años con un amigo de mi hermano mayor que cursaba décimo. Pero no fue un problema porque, por desgracia, no era raro allí. Soy mitad brasileña por parte de mi padre ausente y me consideraban bastante exótica y en forma. Mis características sexuales secundarias se desarrollaron pronto. Era razonablemente cuidadosa y tenía el control. El verdadero abuso comenzó años después, cuando nos mudamos a una casa decente con él. Era el hombre soñado de mi madre. Era perfecto para un hombre de mediana edad. Para entonces, mi hermano ya no estaba con nosotros porque se fue a trabajar a Alaska en un barco pesquero. Era exmilitar y al principio parecía un buen hombre. Yo era un poco problemática y demasiado descarada, y mi madre le dio carta blanca para disciplinarme como a mi padre. No llevábamos allí ni una temporada completa cuando empezó a tratarme como a una fulana. Lo de los azotes ya lo sabía mi madre y le parecía gracioso, incluso teniendo quince años. Me daba azotes en el trasero desnudo incluso cuando ella estaba en casa. Decía que siempre había necesitado la mano de un hombre para tapar mis asperezas. Era vergonzoso, humillante, pero nada comparado con lo que hacía él cuando mi madre no estaba. Para no entrar en detalles, él pronto llegó a un punto en el que yo iba a tener su carga siempre que tuviera la oportunidad. Como él me mandaba el horario, se aseguraba de que hubiera oportunidades regulares. Era mi INFIERNO y él era el Príncipe de las Tinieblas. Era rudo, pero tenía cuidado de no dejar marcas. A menos que el tiempo apremiara, tenía que ducharme primero. A veces, después, había algo específico que ponerme, como un disfraz, lencería o mi uniforme de baloncesto. La irritante anticipación de lo que vendría después era la verdadera tortura. Él me decía: "Elige un agujero". ¡Mis agujeros! Mi boca era uno, mi boca dos, y pensarías que nunca elegiría tres. Pero te equivocas. Lo odiaba. Soy muy sensible sexualmente y si elegía uno, parecía que me encantaba, y si elegía dos, estaba trabajando para complacerlo. Tres era la forma en que podía encerrarme y prepararme sin que él me viera sonreír, incluso si lo miraba. Cuando el odio era fuerte, elegía tres. Compartimenté esa pequeña pero brutal parte de mi vida para mi madre. Eran solo de treinta a ciento veinte minutos a la semana, de 10.080 minutos. Y entonces no veía otra salida. Mamá, por primera vez, vivía una vida feliz. Podría haber ganado un BAFTA por lo cómoda y contenta que me sentía con ella. Me destrozaba que mi miedo a molestarlo hiciera parecer que él había suavizado mis asperezas y me había convertido en una dama de verdad. Mantuve mis buenas calificaciones y seguí en el equipo de netball a pesar de ser la más bajita. Seguí adelante. Desarrollé la costumbre de clavarme las puntas del portaminas en la piel y morderme las uñas para provocarme dolor. Tuve un novio por un corto tiempo. Iba a los bailes. Mi casa era mi infierno, así que hacía todo lo que él me permitía para estar en cualquier otro lugar. No podía trabajar, pero él obligaba a mi madre a conservar su trabajo para poder tenerme. En mis cumpleaños, me salía con la mía para tener una noche de chicas con mi madre. Solo tuve dos cumpleaños antes de librarme de él. La universidad costaba 1000 libras y cuando él la pagó, no sabía que ya no iba a ser su fulana. Tenía una amiga que vivía mucho más cerca de mi universidad. Tenían una habitación libre porque un hermano mayor se había mudado. Con diecisiete años, él no podía obligarme a vivir con ellos si tenía otro alojamiento seguro. Acepté un trabajo y pagué el mísero alquiler. Me volvió a tener cuando dormí en su casa en Nochebuena. Probablemente drogó a mi madre para que no volviera a dormir. Me aseguré de que no volviera a tener otra oportunidad. En mis clases de portugués conocí a un hombre que vivía en Portugal y me invitó a quedarme con él todo el tiempo que quisiera sin pagar alquiler. Terminé un año de bachillerato y me fui a Portugal. Tuve relaciones fugaces con el hombre con el que me quedé, pero él viajaba a menudo; ambos teníamos nuestras propias cosas. Por aquel entonces trabajaba de camarera en un restaurante de comida americana. Hablaba con mi madre por teléfono casi todos los días. Vino una vez, con él. La echaba de menos e intentaba no mostrarle mi pena por haberme visto obligada a separarme de ella. Verlo fue horrible, pero lo contuve como un cáncer. Me ayudó a consolidar mi decisión. Viajé con una amiga a Florida y conseguí trabajo como camarera en un restaurante elegante. Solicité una visa de trabajo y la conseguí al segundo intento. Ahora tengo treinta y ocho años. Hace solo tres años me enfrenté a mis demonios porque leí historias en línea sobre otras sobrevivientes de abuso. Abrió una herida profunda para que pudiera empezar a sanar. Fue y sigue siendo un trabajo duro y un proceso continuo. Le confesé a mi madre, quien se había separado de él después de años de su propio abuso, que ella también mantuvo oculto. Él la dejó ir cuando ella empezó a tener problemas de salud, mostrando su verdadero corazón negro. Vive con mi hermano y su familia. Lamento haber perdido años con mi madre y mi hermano y que me echaran de casa cuando era joven, pero me hizo más fuerte. Nunca me he casado, pero tengo una pareja que me ama, dos perros y hablo tres idiomas. Soy entrenadora física y trabajo cerca de la playa donde voy a meditar y a hacer body surf. Nuestros viajes e historias son individuales, pero estamos juntos en esto. En todo el mundo. ¡No estás solo/a cargando con el dolor, la vergüenza, el miedo y los recuerdos! Aunque estés en la oscuridad, emprende un camino que parece que otros están usando para intentar salir adelante. Usa los recursos, aunque estén disponibles en tu computadora, y construye a partir de ahí. Simplemente empieza y sigue escalando, especialmente cuando parezca demasiado difícil.

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  • Historia
    De un sobreviviente
    🇮🇪

    El verano antes de la universidad todo cambió

    Han pasado más de dos años y apenas me doy cuenta del impacto de lo que he pasado. Tenía 19 años, un infiel me acababa de romper el corazón después de estar juntos number largos años. Así que, por supuesto, cuando este chico dijo que me invitaría a una copa, acepté, bailé con mis amigos en un festival local con mi casa a solo 5 minutos a pie. Me encontró en la discoteca más tarde y me invitó a dar un paseo, y acepté. Salí de la discoteca y lo primero que le dejé claro fue que solo quería hablar y que, como mucho, solo besarte. Él dijo que estaba perfectamente bien, me ofreció un poco de su bebida y tomé unos sorbos. Hablamos y hablamos, nos sentamos en una roca plana, nos reímos un poco y nos besamos cuando las cosas empezaron a cambiar. Pasaron muchas cosas, muchas cosas que le pedí que dejara de hacer, mi mente se sentía confusa y entumecida. En un momento dado, no podía moverme y apenas podía respirar. Hubo momentos en los que no estaba segura de qué me estaba haciendo o si lo estaba grabando. No soy religiosa, pero recé para que no me encontraran muerta al día siguiente; no quería que mis padres perdieran a su bebé con solo 19 años. No sé cómo salí de la situación, pero lo hice. Llamé a mis amigas enseguida, estaba histérica y los guardias me encontraron. Acabé yendo al hospital, a la unidad de tratamiento de agresiones sexuales, y las mujeres eran encantadoras, pero eso me traumatizó. Fue la única vez que estuve en el hospital y allí estaba sola. Todos los días, durante más de dos años, me viene a la mente al menos un par de veces. Sucedió en el mes y en el mes empecé la universidad. Busqué terapia universitaria, pero no estoy segura de cuánto me ayudó. Ahora me disocio mucho y es más fácil desconectar de mis emociones, pero cada pocas horas esa noche me da vueltas en la cabeza. Sentí que había tenido el peor comienzo de la universidad, pero también sentí que era un nuevo capítulo y una nueva experiencia. Luché contra el alcoholismo durante un tiempo y no me daba miedo decir no a las drogas. Por suerte, eso solo duró unos meses. Tuve momentos muy bajos, pero también pasé de ser una oruga a ser una mariposa, en cierto sentido. Esa Navidad lloré, lloré porque me alegraba estar viva. De haber sobrevivido a lo que me hizo, y también de haber sobrevivido a mi mente. Pero tenerlo en mi mente todavía me afecta a día de hoy, a los 21 años y medio. No he ido a RCC porque siempre he sentido vergüenza y culpa. Me siento muy sola, ya que ninguno de mis amigos me apoyó. La noticia se difundió al día siguiente en mi pequeño pueblo. Los comentarios que culpaban a la víctima o comentarios como "Oh, ¿no era más joven?" hicieron que fuera aún más difícil hablar del asunto, o el "no fue tan malo y podría haber sido peor". Sí, podría haber sido peor, pero es lo peor que he vivido. He contactado con terapeutas y estoy considerando ir al centro de crisis por violación, ya que he estado luchando estos dos años. Estoy feliz y tengo cara de valiente, pero esa noche se entromete e invade mis pensamientos muchísimo. También he tenido problemas con mi vida sexual; después del incidente, me acosté con mucha gente, la mayoría de las veces que no recuerdo. Me arrepiento y siento mucha culpa y vergüenza, sobre todo cuando la gente me pregunta: "¿Cuántos cuerpos has perdido?". Bueno, nunca lo digo y nunca lo haré, es asunto mío. Pero incluso después de calmarme, me encariño fácilmente o huyo, y luego siento vergüenza y culpa por el sexo, creyendo que me precipité. Estoy un poco mejor, pero leer estas historias me recuerda que no estoy sola y que nadie me juzgará ni me juzgarán los demás ni quienes estén dispuestos a ayudarme. Espero que algún día pueda volver a sentirme "normal" y vivir el resto de mi vida como cualquier joven debería.

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  • Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Hace un par de años, les envié una carta a mi entonces novio y a ese chico. Me sentí mejor.

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  • Historia
    De un sobreviviente
    🇨🇦

    #549

    Gracias por permitirme compartir mi historia a través de una plataforma. No es tarea fácil; la he reescrito una y otra vez. Tengan en cuenta que los nombres y las ubicaciones se han eliminado y reemplazado para proteger la privacidad de todos los involucrados. Cuando tenía 21 años, fui agredida sexualmente por un hombre que me doblaba la edad. En ese momento, mi novio de 5 años y yo viajábamos al otro lado del país. Estaba enamorada y feliz. El 3 de julio de 2007 fue un día hermoso en cuanto al clima, lo cual fue bueno porque habíamos planeado un viaje de tres horas ese día a un pequeño pueblo en la costa oeste. Como llevábamos un tiempo viajando y había pasado mucho tiempo sentada y durmiendo en el auto, empecé a tener dolor de cuello. Mi novio y yo decidimos parar en algún lugar para que me diera un masaje. Encontramos una clínica de masajes y salí y entré al edificio para verificar la disponibilidad. El hombre que trabajaba allí dijo que las 5 p. m. estaban disponibles, así que reservé la cita y me fui. Mi novio me dejó de vuelta en la clínica a las 5 p. m., como estaba previsto. No entró conmigo, ya que habíamos acordado que volvería a recogerme cuando terminara. Era un edificio pequeño, con una sala de espera y solo dos habitaciones más: una era una oficina y la otra la sala de masajes. El hombre, que supuse era el dueño del establecimiento, salió de la sala. Me dijo que estaba terminando una cita con un cliente y me pidió que rellenara un formulario sobre mi historial médico. Escribí sobre el dolor de cuello que tenía y enumeré la medicación que me recetaron. Incluí que a los 12 años me diagnosticaron ansiedad y depresión. Mientras terminaba el formulario, el cliente que me precedió salió a la sala de espera. Complacidos con el tratamiento, le dieron las gracias a la masajista. Ahora era mi turno para el masaje. Solo había reservado media hora. Al entrar, vi que una cortina hacía las veces de puerta. El hombre me dijo que me desnudara y me tumbara boca abajo en la camilla. Como me había indicado, estaba boca abajo, y fue entonces cuando empezó entre mis piernas y continuó hacia mi zona íntima. Al principio, sentí como si sus manos se hubieran resbalado, como si simplemente hubiera olvidado la anatomía de la figura. Luego, cuando metió el dedo en mi cuerpo, sentí que mis músculos se tensaban y, conteniendo la respiración, me dije a mí misma que no hiciera ningún ruido. Este fue el comienzo de mi agresión, que duró una hora y media en total. Todavía me cuesta escribir o compartir esta experiencia. Dieciséis años después, todavía me cuesta compartir dónde me tocó o cómo me sentí. Me dijo que estaba dañada y que me estaba sanando. Me tocó constantemente, durante la hora y media, y mientras me tocaba, me dijo que tenía años de daño en el cuerpo debido a los antidepresivos que me habían recetado. Dijo que me estaba sanando de forma natural; me dijo que estaba eliminando las toxinas de mi cuerpo, pero en realidad me estaba agrediendo sexualmente y abusando emocionalmente. Me quedé paralizada y no podía hablar. No me salían las palabras, pero en ese momento pensé que guardar silencio era lo más seguro. No tenía a nadie conmigo. Mi novio estaba patinando en el parque local; no lo veía por ningún lado. Tumbada boca abajo, miré al suelo por el agujero de la cabeza, intentando pensar en algo que no fuera ese momento. Después de un rato, me dijo que me diera la vuelta y continuó su agresión. Me masajeó los pechos y, a pesar de mi negativa, siguió diciéndome lo mal que estaba. Cuando me sujetó la mano izquierda con la suya, empecé a llorar. No pude contener las lágrimas. Cuando me sujetó la mano con la suya y entrelazó nuestros dedos, me arrebató ese inocente acto de amor; nunca volvería a estar bien. Solo había reservado el masaje por 30 minutos, así que, con el tiempo, mi novio empezó a preguntarse dónde estaba y entró en el edificio. El hombre se sobresaltó al oír a mi novio entrar; me preguntó si esperaba a alguien, pero seguí sin poder hablar. El hombre salió de la habitación y aproveché para levantarme de la camilla y vestirme. Oí el timbre del vestíbulo mientras mi novio salía del edificio. El hombre regresó a la sala de masajes y me vio levantada, vistiéndome. Dejó la cortina abierta y me observó terminar de vestirme, y luego me acompañó a recepción para pagar. Ya no oculto que estoy llorando. Uso mi tarjeta de crédito para pagar la agresión, con la esperanza de poder rastrear el pago hasta este horrible lugar. Una vez afuera, sabiendo que por fin era libre y que todo había terminado, corrí hacia mi novio para ponerme a salvo. Le dije que subiera al coche y se fuera lo más rápido posible. No quería que el hombre viera nuestra matrícula ni supiera de dónde éramos. Había proporcionado una dirección antigua en el formulario de salud. Mi novio empezó a preguntarme por qué estaba molesta mientras nos íbamos. Frustrada, confundida y enfadada, pronto surgió un altercado mientras le explicaba frenéticamente lo que había pasado en esa habitación. Déjame explicarte, lo único que aprendí y realmente entiendo sobre todo esto es que no hay un manual a seguir cuando eres agredido sexualmente. A los 21, mi novio y yo no teníamos ni idea de qué hacer. Estábamos asustados y molestos. Ahora realmente lo entiendo. Mi novio quería ir a la policía y quería volver a gritarle al hombre. Entonces me miró y en ese momento vi que su rostro comenzaba a cambiar. De una vez, la mirada amorosa que recibía de mi novio de la secundaria fue reemplazada por algo que todavía me cuesta expresar con palabras. Ya no me miraba de la misma manera que lo había hecho desde que teníamos 16. Me hizo una pregunta simple: ¿por qué me había quedado allí tirada? La forma en que me miró me hizo sentir como si me estuviera acusando de permitir que sucediera. Pensé para mí misma: si mi novio, alguien a quien amaba más que a nadie, me estuviera preguntando por qué me había quedado allí tirada, ¿alguien más me creería? Era mi palabra contra la de este hombre. Nos marchamos en coche y, al dejar atrás ese pequeño pueblo, me dije: «Nunca le contaré a nadie lo que pasó porque nadie me creerá». En ese momento creí que si la persona que amaba podía cuestionarme y no entenderme, nadie lo haría. Mi novio y yo nunca volvimos a hablar del abuso. Los meses y años siguientes fueron, con diferencia, los más difíciles de mi vida. Mi novio y yo terminamos nuestra relación casi al instante. No podía tocarme sin llorar; la idea de las manos de aquel hombre me había marcado. Tal como había dicho, mi novio me miró de otra manera y no fue su culpa. Sentía como si aún estuviera oyendo sus palabras en la cabeza: que estaba herida y que mi novio le había creído. Mi novio era la única persona que sabía del abuso y ahora ya no estaba. Me sentía muy sola, en una nueva ciudad, empezando la universidad. Durante los primeros cinco años no se lo conté a nadie. Consumí alcohol y otras sustancias para olvidar y apaciguar el dolor. Bloqueé al hombre de mi mente todo lo que pude. Las pesadillas y los flashbacks se convirtieron en una realidad recurrente y, para cuando cumplí 26 años, estaba muy enferma. Me encontré en el hospital pesando solo 38 kilos y necesitando ayuda. Fue entonces cuando decidí contactar a la policía. Me dije a mí misma que estaría bien con cualquier resultado. Aunque nadie me creyera, había hecho todo lo posible por intentar olvidarlo. Para reforzar mi caso, necesitaba contactar a mi antiguo novio y pedirle ayuda. Sin dudarlo, prestó declaración a la policía. Se disculpó conmigo por lo ocurrido años atrás. Aunque agradecida por sus palabras, seguía muy disgustada. Le guardaba mucho resentimiento. En la comisaría presté juramento y presenté una declaración en vídeo de mi agresión. Describir y explicar la agresión en vídeo fue difícil. Pensé que podría sobrevivir sin llorar, pero no lo hice; me derrumbé. El agente me preguntó qué pensaba mi entonces novio sobre esto y por qué nunca se lo habíamos contado a la policía. Me asusté, pensando una vez más que nadie me creería. Me enteré por las fuerzas del orden de que otras dos mujeres habían sido agredidas sexualmente por este hombre. Ambas habían declarado cinco años antes. Desafortunadamente, no había suficientes pruebas hasta que me presenté. El pequeño pueblo turístico donde ocurrió la agresión conocía los rumores sobre este hombre y sus actividades. Ahora la policía tenía pruebas similares, lo que bastó para arrestarlo y emitir una orden judicial. Meses después de mi primer contacto con la policía, el hombre que me había agredido fue arrestado y se declaró culpable de los cargos. El servicio de atención a las víctimas me informó que el juez encargado de mi caso fue severo con mi agresor. Sus condiciones eran 6 meses de cárcel, 3 años de libertad condicional y el hombre tenía que registrarse como delincuente sexual durante 20 años. También se le proporcionaría ADN y ya no se le permitía ejercer la terapia de masajes. Han pasado casi 16 años desde el ataque, mi vida ha cambiado por completo desde ese día. He tenido tiempo de sanar. Aprendí que, en caso de agresión sexual, la víctima no siempre se defiende. Según el oficial de policía, la mayoría de las víctimas se congelan porque tienen miedo y no se defienden porque es lo más seguro que pueden hacer en ese momento. No se trata solo de luchar o huir, hay otra opción. También he aprendido a entender que la reacción de mi novio fue intentar darle sentido al momento. Que a pesar de decir algo incorrecto, tenía buenas intenciones y no lo dijo intencionalmente para lastimarme. Sé cuánto me amaba y también sé que él me creía. Todavía no puedo olvidar la mirada en su rostro. Sus pensamientos y la forma en que me miraba todavía pasan por mi cabeza 15 años después, sin importar a cuánta terapia asista uno. Este viaje definitivamente ha impactado mi vida de muchas maneras diferentes. Perdí a mi mejor amigo, la persona que más quería en el mundo. No pude ir a la escuela, abandoné mis clases. Perdí peso al instante y me enfermé. Dar a luz como sobreviviente de agresión sexual es devastador y te hace sentir como si estuvieras reviviendo el ataque. Pero he sobrevivido y seguiré sobreviviendo. He evitado que otros sean agredidos, pero hacer esto y aquello significa mucho para mí. También estoy agradecida de que mi agresor haya ido a prisión. Aunque sé que este es un proceso que dura toda la vida para seguir adelante y sanar, soy más fuerte que nunca. No me considero una víctima, sino una superviviente. Los flashbacks no son tan frecuentes y mi última pesadilla fue hace más de cinco años, pero el recuerdo de ese hombre tocándome sigue fresco en mi mente. Sigo sanando.

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    Actividad de puesta a tierra

    Encuentra un lugar cómodo para sentarte. Cierra los ojos suavemente y respira profundamente un par de veces: inhala por la nariz (cuenta hasta 3), exhala por la boca (cuenta hasta 3). Ahora abre los ojos y mira a tu alrededor. Nombra lo siguiente en voz alta:

    5 – cosas que puedes ver (puedes mirar dentro de la habitación y por la ventana)

    4 – cosas que puedes sentir (¿qué hay frente a ti que puedas tocar?)

    3 – cosas que puedes oír

    2 – cosas que puedes oler

    1 – cosa que te gusta de ti mismo.

    Respira hondo para terminar.

    Desde donde estás sentado, busca objetos con textura o que sean bonitos o interesantes.

    Sostén un objeto en la mano y concéntrate completamente en él. Observa dónde caen las sombras en algunas partes o quizás dónde se forman formas dentro del objeto. Siente lo pesado o ligero que es en la mano y cómo se siente la textura de la superficie bajo los dedos (esto también se puede hacer con una mascota, si tienes una).

    Respira hondo para terminar.

    Hazte las siguientes preguntas y respóndelas en voz alta:

    1. ¿Dónde estoy?

    2. ¿Qué día de la semana es hoy?

    3. ¿Qué fecha es hoy?

    4. ¿En qué mes estamos?

    5. ¿En qué año estamos?

    6. ¿Cuántos años tengo?

    7. ¿En qué estación estamos?

    Respira hondo para terminar.

    Coloca la palma de la mano derecha sobre el hombro izquierdo. Coloca la palma de la mano izquierda sobre el hombro derecho. Elige una frase que te fortalezca. Por ejemplo: "Soy poderoso". Di la oración en voz alta primero y da una palmadita con la mano derecha en el hombro izquierdo, luego con la mano izquierda en el hombro derecho.

    Alterna las palmaditas. Da diez palmaditas en total, cinco de cada lado, repitiendo cada vez las oraciones en voz alta.

    Respira hondo para terminar.

    Cruza los brazos frente a ti y llévalos hacia el pecho. Con la mano derecha, sujeta el brazo izquierdo. Con la mano izquierda, sujeta el brazo derecho. Aprieta suavemente y lleva los brazos hacia adentro. Mantén la presión un rato, buscando la intensidad adecuada para ti en ese momento. Mantén la tensión y suelta. Luego, vuelve a apretar un rato y suelta. Mantén la presión un momento.

    Respira hondo para terminar.