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Yo estaba...

La persona que me hizo daño era un...

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Me identifico como...

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Cuando esto ocurrió, también experimenté...

Bienvenido a Our Wave.

Este es un espacio donde sobrevivientes de trauma y abuso comparten sus historias junto a aliados que los apoyan. Estas historias nos recuerdan que existe esperanza incluso en tiempos difíciles. Nunca estás solo en tu experiencia. La sanación es posible para todos.

¿Cuál cree que es el lugar adecuado para empezar hoy?
Historia
De un sobreviviente
🇨🇴

No tengo recuerdos claros y siento mucha culpa

Mi historia es un poco larga. Cuando tenía 15 años o 16 años, vino a mi mente el recuerdo de cosas que habían ocurrido cuando yo tenía entre 4 y 5 años. Dos tíos abusaron de mí. Los recuerdos sobre esto nunca han sido claros y ahora, muchos años después, todo se ha vuelto más lejano y confuso y he dudado varias veces de mí misma y de mi historia. Hay otras cosas que pasaron en mi infancia que sí recuerdo con más claridad: cuando tenía entre 7 y 8 años, vi a mis papás teniendo relaciones sexuales a mi lado (esa noche me había pasado a dormir con ellos en su cama). Tiempo después, se repitió la situación, pero con mi padrastro y mi mamá. También cuando tenía entre 7 y 8 años, estaba revisando unos CD'S en el DVD que había en la casa para marcarlos según el género musical o según la película que fuera. Uno de los CD'S, era una película porno. Como casi siempre, me encontraba sola en mi casa, entonces la vi completa. No recuerdo si me masturbé. Sé que desde muy niña me frotaba con peluches, muñecas y otros objetos, aunque sin mucha conciencia de lo que hacía, pero estaba presente el miedo a ser vista. Hay algo que me atormenta en este momento: cuando tenía 6 o 7 años, mi prima (ella un año mayor) y yo jugábamos a imitar algunas posiciones de un libro de kamasutra que había en su casa. También tengo leves recuerdos de una vez que, mientras nos bañábamos, frotamos nuestras partes íntimas. No sé si esto se dio en el marco de una curiosidad bilateral y por el contenido del libro al que habíamos estado expuestas o si fui yo quien generó la situación y la persuadió a ella de hacerlo o si la manipulé. No recuerdo que haya sido así, pero me da miedo que sí. ¿Y si imité lo que hacía mis tíos conmigo o lo que vi en contenido al que estuve expuesta? Siento miedo, culpa y vergüenza. Además, hace medio año, recordé que cuando tenía 10 años y cargué a mi hermanita en mi piernas (que estaba como de un mes), sentí un estímulo placentero en mi zona íntima por el contacto. Cuando esta imagen vino a mí (tampoco fue clara, como mis otros recuerdos) sentí culpa, pero no escaló a más porque entendí que fue una reacción física y nada más. Pero luego no podía dejar de pensar en ello y me cuestionaba si había prologando o intensificado el contacto y sentí muchísima culpa, asco y vergüenza. Fue tan fuerte, que tuve un episodio de TOC y siento que aún no he podido salir de ahí, porque ahora me inundan las dudas sobre lo sucedido con mi prima.

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  • Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇨🇴

    poder seguir adelante y pasar un poco la pagina

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  • Cada paso adelante, por pequeño que sea, sigue siendo un paso adelante. Tómate todo el tiempo que necesites para dar esos pasos.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇨🇦

    Name, solo tenía 6 años

    Tenía alrededor de 6 años, cierro los ojos y es cómo si volviera a vivir en carne propia el recuerdo, me acuerdo del ruido de la televisión, el olor del desayuno que estaba comiendo, yo solo estaba viendo caricaturas. El, un hombre de alrededor 50 años me cargó y me acomodó en sus piernas, y deslizó su mano por debajo de mis panties, TENÍA 6 AÑOS y ahí empezó mi historia de abusó sexual, una historia que me hubiese gustado no tener que experimentar. Yo hablé ya que mi mamá siempre me había enseñado a que nadie podía tocar mis partes pero en ese entonces mi mamá no tenía los recursos, vivíamos en casa de una prima (la hija de mi abusador) y nadie me creyó, dijeron que era mi imaginación. Otros sucesos pasaron cometidos por la misma persona, me arrebató mi inocencia y me rompió en pedacitos… pese a que yo hablé la primera vez, las otras veces me quedé callada porque nadie me creyó, nadie me protegió y nadie me escuchó más que mi mamá pero en ese entonces ella estaba luchando con un problema de alcoholismo y toda la familia nos dio la espalda. Después de un tiempo dejé de ver a mi abusador pero a los 8 años me volvió a pasar pero esta vez por el esposo de mi tía (la hermana de mi mamá) ellos han sido casados desde que mi tía tiene 16 años hasta el presente. Fuimos de visita a casa de mi tía, era diciembre entonces mi mamá salió con mi tía a comprar cosas para la navidad, yo, mi hermano y mi primo (hijo de mi tía) nos quedamos al cuidado del esposo de mi tía, el en ese entonces era oficial de la policía. Yo estaba jugando con mi primo y mi hermano cuando él me llamó, él estaba sentado en la mesedora viendo las noticias cuando me sentó en sus piernas y yo inmediatamente me paralice puesto que la última vez que alguien me sentó en sus piernas me manoseo, esta vez fue diferente, solo me acaricio las piernas y yo solo sentí cómo algo duro me rozaba mis glúteos, me paralicé y no sabía que hacer, hasta que tuve la fuerza y me bajé. Nunca hablé de mi segundo abusador y nunca lo he hecho, yo ya no vivo en Colombia pero cuando voy me toca actuar cómo si nada aunque por dentro sienta tantas cosas. Por mucho tiempo reprimí todo lo que me pasó, siempre decía que no me afectó y ahora a mis 22 años me está atormentando. Estoy comprometida con el amor de mi vida, siento que ha sido un regalo que Dios y la vida me dio después de tanto tormento pero hay veces que cuando vamos a tener intimidad y me toca siento una rabia en mi, ese tipo de rabia que te dan ganas de pegarle un puño en la cara a esa persona, y no lo entiendo, el no me ha hecho nada? El solo me ha ayudado y me ha tratado con amor y me ha demostrado lo mucho que me respeta y me ama, siempre quise evadir el tema y reprimirlo, no hablar de ello y pretender cómo que no me afectó pero ya llegué a un punto donde me dan unos ataques de ira que ni yo me reconozco, donde termino lastimándome a mí misma o sacando esa ira en mi prometido, hace unas noches por fin en medio de una ataque de ira donde terminé azotandome la cabeza en la pared solo repetía “no me deja en paz, me persigue, sácalo de mi cabeza” estaba en un estado de crisis y mi prometido solo pudo sujetarme en sus brazos mientras me preguntaba quién me perseguía y fue la primera vez que dije su nombre en voz alta, “Name, el hombre que me violo y me robo mi inocencia no sale de mi cabeza” no podía hablar, las lágrimas y gritos de desesperación eran más que las palabras, en ese momento me di cuenta que no importa cuánto allá crecido aquella niña de 6 años sigue dentro de mi, está enojada, está triste y rota. Mi pareja es abogado entonces el fue quien me habló sobre me too movement, me dijo que me hiciera justicia y lo denunciara pero que si no me sentía lista por miedo que navegara las opciones que me too ofrece y que quizá empezara por contar mi historia, por unos días habría la página y solo me quedaba paralizada, pero hoy me anime, ya no merezco ser prisionera de un dolor que no fue mi culpa aunque por mucho tiempo he sentido que lo es, me siento perdida y no quiero que mi pasado defina mi presente, la vida me está dando oportunidades bonitas pero mi abusó sexual no me deja avanzar, cómo me saco esta rabia que siento por dentro? Porque me volví un ser tan agrio y amargo, porque me enojo por todo? Porque no puedo disfrutar la intimidad con mi pareja si es delicado conmigo? Parece que entre más delicado es más rabia siento por dentro. Me siento muy sola y perdida. Quiero este dolor fuera de mi

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  • “Sanar significa perdonarme a mí mismo por todas las cosas que pude haber hecho mal en el momento”.

    Mensaje de la Comunidad
    🇺🇸

    El trastorno de estrés postraumático (TEPT) se desarrolló en la escuela secundaria.

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  • “Para mí, sanar significa que todas estas cosas que sucedieron no tienen por qué definirme”.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Sobreviviente

    Me llamo Survivor y vivo en Huntsville, Texas. En 2004, a los 15 años, conocí a un hombre pedófilo. Esto fue justo después del divorcio de mis padres y, tras crecer con un padre severamente abusivo, ansiaba desesperadamente un liderazgo masculino en mi vida. Huelga decir que era una víctima fácil. Este hombre comenzó a manipularme y, con el tiempo, a abusar sexualmente de mí. Esto ocurrió una o dos veces al mes durante el resto de mi preparatoria. No tenía ni idea de que este hombre trabajaba con un ministerio universitario llamado Chi Alpha y las Asambleas de Dios durante al menos dos décadas y ya había abusado sexualmente de otros chicos. Por lo que solo cumplió 90 días en una cárcel de Alaska. Los pastores de nuestro ministerio intentaron convencer a los estudiantes, muchos de los cuales fueron víctimas, de que escribieran cartas de cesión en nombre del abusador. Uno pensaría que después de la preparatoria y de cumplir 18 años, lo habría dejado. Después de todo, ¿por qué alguien seguiría permitiendo que abusaran de él? Desafortunadamente, así no es como funciona la manipulación ni la mentalidad de una víctima. Por eso, me entristece decirlo, el abuso continuó. Cuando sufrí abuso en 2005, el plazo de prescripción en Texas en ese entonces era hasta los 23 años. A los 23 años, este hombre seguía abusando de mí. Durante un tiempo considerable, el liderazgo de las Asambleas de Dios, la denominación a la que pertenezco toda mi vida, supo que este hombre era un delincuente sexual registrado y no tomó las medidas necesarias para eliminarlo de nuestros ministerios. Fui una de las primeras víctimas en denunciarlo públicamente en 2023. Durante casi 20 años no se lo conté a nadie, ni siquiera a mi esposa. Cinco amigos y yo, algunos incluso pastores de las Asambleas de Dios, empezamos a llamar a amigos pensando que otros hombres habían sido abusados y escuchamos docenas de historias de abuso porque intentábamos ayudar a más de 40 víctimas a obtener ayuda, buscar justicia y sanar. Todos vimos con horror cómo se utilizaban los acuerdos de confidencialidad para aislar a los líderes de la organización y protegerse, utilizándolos como una cortina de humo y escondiéndose tras ellos. Por ello, no se ha hecho justicia. Desde entonces, las Asambleas de Dios han intentado desestimar demandas civiles válidas por negligencia, han marginado a las víctimas en el proceso de investigación y han intentado disimuladamente que las víctimas firmen los acuerdos. Debo añadir que soy profesor de secundaria aquí en Texas, y cada año escucho historias de estudiantes que han sido acosados o abusados sexualmente en todo tipo de situaciones. El lado positivo de mi historia es que el abusador está actualmente en la cárcel, a la espera de juicio. Mi esposa y yo tenemos una regla en casa con nuestros hijos: nada de secretos. Anoche hablé con mi hija de 8 años (en lenguaje infantil) sobre cómo se utilizan los acuerdos de confidencialidad. Y me dijo: "Pero si lo mantienes en secreto, ¿acaso esa mala persona no sigue lastimando a los niños?". Tuve el privilegio de trabajar con Elizabeth y con todos los involucrados en la Ley de Trey. Me ayudó muchísimo a sanar poder conocer y hablar con otros sobrevivientes. Escuchar sus luchas y saber que no estaba loca ni sola. A través de ese proceso legislativo encontré mi voz y gané confianza para compartir mi historia. ¡Gracias, Elizabeth, por ayudarme a acompañarlos!

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    De un sobreviviente
    🇮🇪

    #1287

    Tocamientos inapropiados es como me refería a lo que hacía mi exmarido. Estuvimos juntos casi number años. Incontables veces me despertaba con sus manos bajo mi pijama, teniendo relaciones sexuales conmigo, obligándome a hacerle cosas; simplemente se volvió normal. Sentía que esto era parte de mi matrimonio. Ahora sé que no debería haber sido así y que ningún hombre debería tratar así a una mujer. El consentimiento no se puede pedir, debe darse. Nos separamos y él seguía viviendo en casa. Estuve hospitalizada. Él ayudaba a cuidar a nuestros tres hijos. Venía a mi habitación por la noche, después de que yo llegara del hospital, y me frotaba la espalda y el vientre, aunque le había pedido que no lo hiciera. Esto derivó en dos ocasiones en violación; le dije que no, y él siguió haciéndolo. En ese momento no me di cuenta de que era eso. Incluso escribir esto ahora me resulta difícil. Fue solo tres años después, tras hablar sobre los tocamientos inapropiados con una terapeuta, que ella usó esa palabra conmigo. En el fondo, sabía lo fundamentalmente equivocado que era todo esto, pero nunca me imaginé que mi esposo me había agredido sexualmente ni violado mientras estábamos casados ni justo después de separarnos. Todavía me resulta extremadamente difícil decirlo en voz alta. La mayoría de mis amigos y familiares no saben que esto ha sucedido. Es una situación muy solitaria, pero hablar con profesionales sin duda me ayuda a superar la vergüenza y la culpa que siento.

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  • “Puede resultar muy difícil pedir ayuda cuando estás pasando por un momento difícil. La recuperación es un gran peso que hay que soportar, pero no es necesario que lo lleves tú solo”.

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    De un sobreviviente
    🇪🇸

    Esa noche mi hermano me tocó.

    No sé si lo que me hizo mi hermano se puede clasificar como abuso sexual. Me estaba quedando a dormir en su casa. Era tarde por la noche y estábamos viendo una película. En un momento dado, me preguntó si podía empezar a acurrucarme. De hecho, acepté, ya que somos muy cercanos y ambos disfrutamos del afecto físico. Mientras hacíamos cucharita, metió la mano debajo de mi camisa. No dijo nada, y yo tampoco. A medida que avanzaba la noche, alternaba entre caricias, besos en la cabeza o en un lado de la cara, y palabras de cariño. Le acaricié el brazo distraídamente porque me sentía incómoda allí tumbada. Finalmente, me preguntó "¿está bien?", refiriéndose a su mano subiendo lentamente por mi estómago. Le estaba dando el beneficio de la duda y seguía pensando que la acción era platónica, además de que me sentía bien, además de que soy tímida y me cuesta la confrontación, así que mi cerebro piensa que decir "no" a la gente es provocarla, así que dije "sí". En realidad no quería decirlo. No creo que quisiera decir "no", claro. No creo que quisiera decir nada en absoluto. Estaba cansada. Los dos lo estábamos. Sus caricias progresaron suavemente hasta el punto de acariciar la parte inferior de mis pechos. Fue entonces cuando empecé a cuestionar sus intenciones. Volvió a preguntar "¿está bien?". Volví a decir "sí". Cuando terminó la película, me asusté. La había estado usando para distraerme de lo que estaba pasando, y temía que, al no haber distracción, centrara toda su atención en mí e intentara hacer algo; así que me incorporé. Me apretó ligeramente la parte inferior del pecho mientras lo hacía, quizá a propósito, quizá por reflejo. Cuando se dio cuenta de que me estaba alejando de verdad, retiró las manos, dijo: "Lo siento. Tu hermano es un bicho raro", y se levantó para ducharse. Creo que en ese momento empecé a entrar en pánico. Fue lo que confirmó mis sospechas de que sus caricias realmente tenían una intención sexual. Había estado intentando engañarme a mí misma creyendo que eran afecto inocente, pero esas palabras me obligaban a afrontar la realidad de mi situación. Recuerdo que no paraba de hablar de temas sin sentido mientras desayunábamos porque temía que sacara a relucir lo que acababa de pasar y quisiera hablar de ello. No quería hablar de ello. Quería fingir que nunca había pasado. Todavía lo intento. Pero me atormenta. Él y su esposa (que habían estado durmiendo plácidamente en su habitación toda la noche) se fueron temprano por la mañana de luna de miel (yo estaba allí para cuidar la casa y había ido la noche anterior para pasar el rato con ellos antes de que se fueran). Una vez sola, me fui a dormir tranquilamente a su cama (con su permiso e insistencia, ya que no había otras camas en el apartamento). Mientras intentaba dormirme, aún podía sentir sus manos sobre mí, como una caricia fantasma. Me derrumbé en ese mismo instante. Me sentí culpable y asquerosa por no haberlo parado y por haberlo disfrutado también. Sentía que tal vez yo era la rara, y tal vez yo la que estaba convirtiendo esta interacción en algo inapropiado. Las semanas siguientes, intenté reprimir mis sentimientos. Unos días antes de Navidad, estaba en un avión con mi madre, a punto de empezar nuestras vacaciones. Estaba cerca de la regla y tenía los pechos sensibles. Eso desencadenó algo en mí y de repente lloré ahí mismo, en público. Ese dolor vago me recordó la sensación de aquel apretón que me dio en el pecho. Mi madre me vio a punto de llorar, pero mentí y le dije que era solo porque estaba cerca de la regla y me sentía deprimida (llevó un tiempo luchando contra la depresión, y ella lo sabía). Durante el viaje, tuve flashbacks aleatorios de esa noche, a veces incluso acompañados de náuseas. Sentía que estaba exagerando mi reacción mental, ya que no me habían violado y no debería estar traumatizada por un contacto que apenas puede considerarse íntimo. Al volver a casa, hice algo de lo que no sé si me arrepiento: hablé con él. Le envié un mensaje largo (vive en otra ciudad, lo que me dio más seguridad al confrontarlo) del que apenas recuerdo nada, salvo que mencionaba "esa noche" y cuánto me había afectado. Me derrumbé al escribirlo, y probablemente no era muy coherente. Mi hermano me envió muchas respuestas cortas en ráfagas rápidas al verlo. Se disculpó profusamente. Dijo "No sé qué me pasa", "Buscaré ayuda psicológica", entre muchas cosas que no recuerdo. Eso me asustó un poco. ¿Para qué necesitaba ayuda psicológica? ¿Estaba admitiendo que tenía impulsos que no podía controlar? Pero no dije nada al respecto. Tenía miedo de acusarlo, y me aseguré de aclarar que yo también era culpable por no poner límites. Ambos nos respondíamos sin pensar. Estábamos en pánico y llenos de adrenalina. Tenía miedo de perderlo. Era mi único vínculo en la ciudad donde vivíamos (muy lejos de la nuestra, donde viven nuestros padres y mis amigos). No quería molestarlo, porque es una persona muy sensible y ya me sentía culpable por cómo reaccionaba. Resolvimos el asunto por mensaje. Pero no lo hicimos. En absoluto. Fingí que sí, pero seguía atormentada por las dudas y la paranoia. Más que las caricias, lo que me atormentaba eran sus palabras: "Lo siento. Tu hermano es un bicho raro". Me conmovieron profundamente. Solo quería negar lo sucedido, pero esas palabras no me lo permitieron. La historia continúa hasta el día de hoy, pero no quiero escribir demasiado sobre las consecuencias de "esa noche", ya que escribiría demasiado y quiero centrarme en si fue un caso de abuso. En este punto, me siento un poco más centrada y capaz de aceptar que lo sucedido tuvo un trasfondo sexual. Todavía me siento avergonzada y culpable. Consentí algunas caricias. No estoy segura de si quería, pero lo hice. Normalmente, eso me haría pensar que fue un encuentro consentido y que ahora simplemente me arrepiento, pero hay muchos factores que también contribuyen a mi creencia de que esto también podría ser un caso de abuso. En primer lugar, mi hermano tenía 38 años en ese momento. Yo tenía 20, lo cual sí, es una adulta, pero aun así; él es mi hermano mucho mayor. Ya era casi un adulto cuando yo nací. Ha sido una figura de autoridad toda mi vida, aunque le gusta fingir que no lo es. Es un poco despistado en cuanto a lo que es apropiado o no en contextos sociales, pero creo que alguien de su edad debería saber que no debe meter la mano bajo la camisa de su hermana pequeña y subir tanto por su cuerpo que sus dedos rocen su areola. En segundo lugar, soy neurodivergente, aunque no se lo dije en ese momento. Sin embargo, cuando se lo conté, me dijo que ya sospechaba. A pesar de eso, siempre he sido callada y retraída, así que me molesta que empezara a tocarme bajo la apariencia de afecto inocente y luego esperara que yo pudiera expresar mi incomodidad cuando la situación se intensificara sin que él especificara qué iba a pasar. Tampoco creo que su forma de buscar consentimiento fuera nada productiva. Solo me preguntó si dos caricias específicas estaban bien, y solo después de empezar a hacerlas. No pidió permiso explícito para nada, salvo para los abrazos al principio. Lo que quiero decir es que yo era vulnerable. Soy joven, inexperta, autista, y él siempre ha sido un apoyo emocional y casi una figura paterna para mí. No sé cómo puede ser tan ingenuo como para pensar que no tiene ningún poder sobre mí. Quizás sí lo sabe, pero no estaba pensando en ese momento. Sigo sin entender por qué me tocaría así. Me consuela un poco pensar que quizás no tenía ningún control sobre ello después de todo. Pero no lo sé. Quizás sí. Soy adulta, después de todo. Y creo que se habría detenido si se lo hubiera dicho. Pero definitivamente nunca di mi consentimiento entusiasta. Me siento traicionada. Me siento perdida. Me siento enojada. Me siento triste. Llevo meses evitando pensar en ello. Esta noche, todo me volvió a la mente y me derrumbé de nuevo. De verdad que no sé qué hacer. No quiero contarle a nadie cercano lo que pasó porque me da vergüenza. Y desde luego no quiero contárselo a mis padres. En cierto modo, quiero cortar lazos con él, pero al mismo tiempo no lo hago porque creo que está arrepentido y no quiero entristecerlo. No puedo evitar ser ingenua. No sé si eso me reconforta o me avergüenza.

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    🇮🇪

    Cuando un sí se convierte en un no

    Tenía 18 años. En la universidad, formaba parte del equipo femenino de deportes. También había equipos masculinos. Había un torneo interuniversitario que nuestra universidad organizaba para otros equipos universitarios masculinos de Irlanda. Todos teníamos salidas nocturnas planeadas y una actitud de "jugar duro, jugar duro". Era genial formar parte de algo; de verdad me encantaba jugar y ser parte del club. Una noche, estaba bebiendo y me puse a hablar con un chico del equipo masculino de otra universidad. Fue divertido y terminamos en su habitación de hotel, donde tuvimos sexo consentido. Después, recuerdo sentirme aturdido y de repente despertar con un montón de chicos irrumpiendo. Nos arrancaron la colcha y recuerdo que los flashes de los teléfonos se dispararon. Era año, así que no eran precisamente teléfonos increíbles en aquellos tiempos. Siguieron insultos de todo tipo, pero luego recuerdo que me sujetaron. Al menos dos hombres diferentes. Recuerdo haber dicho que no, que pararan, por favor. Flashes aparecen y desaparecen mientras miraba fijamente la esquina de la mesita de noche, pensando en lo parecida que era a la de la habitación de mis padres. Raro. Debí de dormirme en algún momento porque me desperté. Me vestí. No recordaba nada. Nada más que el sexo con el chico al que besé. Naturalmente, la mañana siguiente siempre es incómoda, así que quería salir de allí. Justo cuando la puerta del hotel se cerró, me di cuenta de que me había dejado los zapatos. Bebí y tuve que hacerlo ruidosamente, ya que todos estaban profundamente dormidos. Mientras lo hacía, uno de los otros miembros del equipo abrió una puerta al otro lado del pasillo y me miró fijamente. Le pedí disculpas por despertarlo, pero que necesitaba mis zapatos. Simplemente dijo que lo sentía mucho. Estaba confundida, no recordaba de qué estaba hablando, así que le dije que lamentaba haberme dejado los zapatos. Finalmente, alguien abrió la puerta y los cogí. Al salir del hotel y caminar hasta la parada de autobús más cercana, me sentía con resaca, pero dolorida. Ahí abajo. Nunca antes me había sentido dolorida. Supongo que nos la jugamos de verdad, pensé. Al llegar al tercer confinamiento durante la COVID, empecé a tener pesadillas fuertes que no eran pesadillas. Los recuerdos perdidos volvieron al cabo de dos o tres meses y me di cuenta de que me habían evaluado varias veces. Que mi cerebro me había protegido hasta entonces. Mi SA, sin saberlo, tuvo un gran impacto en mis años de formación: me declaré bisexual hace apenas dos años. Siento que habría tenido unos veinte años muy diferentes, pero conocí a un buen chico, me quedé pegada a él como una lapa y ahora estoy casada y tengo un hijo. Debido al bloqueo de memoria, no tengo ningún recurso. No tengo sentido de la justicia, así que solo espero que esos chicos, ahora adultos, sean mejores que antes.

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  • Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Para mí, la curación significa volver a vivir la vida en paz con estas nuevas cicatrices.

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    🇺🇸

    Hablando claro..

    Tenía solo 3 años cuando empezó. Mi madre me sorprendió diciéndome que me desnudara para jugar al doctor del amor. Es mi medio hermano, así que tuvimos madres diferentes. Mi madre le dijo a mi padre que alejara a su hijo de mí. Por desgracia, esto continuó durante 11 años más. Me sujetaba, me tapaba la boca y me tocaba o se frotaba contra mí. Me despertaba en mitad de la noche tocándome. Incluso lo hacía cuando mi padre dormía en la misma habitación, pero yo no podía moverme, estaba paralizada. Al principio me resistí a todo, pero él era más grande y más fuerte que yo, así que pronto comprendí que era impotente. Me quedaba allí tirada llorando y luego, con el tiempo, me paralizaba y me despertaba. Una vez, llevaba puesto un traje de baño y mi hermano me dijo que me lo había puesto para provocarlo. Después de eso, odié usar traje de baño. Nos fuimos de vacaciones con toda mi familia, estábamos en el lago, y él empezó a tocarme en el lago; no pude hacer nada más que paralizarme. Esas son solo algunas veces, ya que era casi a diario. Lo hizo delante de mi prima pequeña, a quien le pareció bien tocarme el trasero e intentar besarme. Confesé mi abuso en segundo de instituto, hace unos dos años. Empecé a caer en una espiral muy rápida: empecé a beber mucho y a consumir drogas para sobrellevarlo. Una noche, estaba en una fiesta y me emborraché muchísimo, me drogué muchísimo y me desmayé. Mi exnovio me arrastró a un armario de suministros y me violó. Todos me llamaron puta y me culparon. Más tarde ese año, por San Valentín, tuve una cita con un chico. Me pidió que le hiciera sexo oral, le dije que no varias veces, y luego me obligó. Lloré todo el tiempo, y todavía hoy no le ve nada malo. Me dijeron que no debería haberme puesto en esa situación. Todavía me veo obligada a estar rodeada de toda esta gente y a luchar con mi salud mental. Tengo trastorno de estrés postraumático, ansiedad y depresión, y ellos no tienen consecuencias por sus acciones, sólo yo las tengo.

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  • Creemos en ti. Eres fuerte.

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    Romance de 'giro equivocado'

    Me recogió el primer día en el Toyota blanco más brillante que jamás había visto. Alucinando halos de luz a su alrededor, supe en mi corazón: este era el hombre con el que me casaría. Casi 15 años mayor, pero tan guapo, tan experimentado. Parecíamos tener todo en común: pasiones intelectuales (tanto personales como profesionales), vínculos inquebrantables con nuestras madres viudas y el sueño compartido de construir una casa familiar típicamente estadounidense. Navegando por el aire fresco de mediados de octubre, intercambiamos pensamientos y expectativas antes de llegar a la biblioteca del centro de Orlando. Nunca antes había tenido una cita. Él, mientras tanto, había perdido recientemente a una chica llamada Nombre. Después de asistir a una clase gratuita de modelado 3D, manejamos a casa por la zona. Admirando el arte callejero y la historia del vecindario, Nombre 2 sonrió ampliamente. Hablaba sin parar de libros, así que nuestras "citas" quincenales cambiaron a Barnes & Noble. Los sueños de matrimonio se arremolinaban en mi mente; Pensé que estaba en el cielo, la ignorancia es felicidad. O en este caso, un beso. Su nombre era Nombre 3 Énfasis en el DIE. Al principio, no parecía dañina. Una empleada del gobierno y la abuela de mis futuros hijos, Nombre del proveedor parecía muy contenta cuando Nombre 2 le dijo que le había propuesto matrimonio. Me sirvió enormes rebanadas de pastel de pistacho casero durante lo que debería haber sido una de nuestras acogedoras noches de cortejo en casa. Los fines de semana, ambas lavábamos la ropa y limpiábamos. Incluso después de que regresé de una estadía psiquiátrica de emergencia, me abrazó. Me dijo que me amaba. Prometió que estaba a salvo. "Lo que es mío es tuyo", dijo. Comida, agua, techo, familia, una cama, incluso ayuda para buscar trabajo. Era como... una suegra para mí. En algún momento de esa sangrienta pelea de 4 meses, mi himen se rompió y alguien me obligó a hacerles sexo oral repetidamente. Pensé que era mi prometido el que estaba encima de mí cuando pasó. Pero no era mi prometido.

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    De un sobreviviente
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    #1313

    Coerción, abuso y sentirme sola en mi lucha Fui coaccionada a tener relaciones sexuales por alguien que creía mentor y líder en derechos humanos. Es investigador, defensor de los derechos de las mujeres y dirige una organización de servicio civil. Se me acercó románticamente y me obligó a tener relaciones sexuales, haciéndome sentir atrapada y confundida. Estábamos en una relación, pero todo el tiempo me sentí presionada y controlada. Hubo momentos en que estaba enferma, intoxicada o bajo su influencia, y él usó eso para manipularme. Al principio me resistí incluso a su beso, pero después me pareció imposible escapar debido a sus repetidos intentos e influencias. Mirando hacia atrás, ahora me doy cuenta de que lo que hizo estuvo mal, pero en ese momento no lo entendí del todo. Lo que más me duele es la incredulidad y la culpa que enfrento por parte de los demás, especialmente en las redes sociales. La gente no entiende el control coercitivo ni la violación, y siento que nadie me cree. Él seguía contactándome por internet, usándome como objeto sexual, y estoy devastada por cómo me usó para sus propios fines. Me siento inútil, como si hubiera perdido mi dignidad y autoestima. El trauma, las pesadillas y el dolor son abrumadores. Voy a terapia casi a diario para intentar comprenderlo, pero es difícil sobrellevarlo cuando la sociedad y las conexiones que tiene me hacen sentir tan sola. Siento que nadie entiende lo que pasé. Ya no sé si puedo soportar este trauma. Aconséjenme qué puedo hacer, o estoy harta de que me lastimen.

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  • Mensaje de Esperanza
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Estás haciendo lo mejor que puedes. Y hoy eso es más que suficiente.

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  • “No estás roto; no eres repugnante ni indigno; no eres indigno de ser amado; eres maravilloso, fuerte y digno”.

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    Nombre

    {~Name~}
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  • “Creemos en ustedes. Sus historias importan”.

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    El abuso no siempre es físico. Tu dolor es válido y real.

    El abuso no siempre es físico. Tu trauma es real y válido. Comparto mi historia de abuso con la esperanza de que ayude a alguien que se siente perdido. Alguien que estuvo en la misma situación que yo, sin saber si debía ir a terapia, consolar a su abusador, denunciarlo o cualquier combinación de estas cosas, porque pensaba que estaba "siendo dramático" o "exagerando". Tu trauma es válido, tus sentimientos son reales y merecen espacio. Cuando tenía 20 años, empecé una relación larga con un hombre muy divertido, carismático, extrovertido y encantador. Parecía caerle bien a todo el mundo y tenía muchos amigos. Lo llamaremos Pareja 2. Unos meses antes de conocer a Pareja 2, tuve una relación corta con alguien (llamémoslo Pareja 1). Un día sentí algo raro "ahí abajo" y fui al hospital, donde descubrí que Pareja 1 me había contagiado tres ETS, una de ellas incurable. Rompí con él porque descubrí que me engañaba (y así fue como contraje los síntomas) y fui a hacerme otra prueba para las mismas ETS. Me hice dos pruebas más, y ambas dieron negativo. Con esta confusión y los resultados contradictorios, le conté esto a Pareja 2 cuando lo conocí para que decidiera si quería tener una relación. Consintió en empezar una relación en esas circunstancias, y empezamos a salir. Las señales de alerta aparecieron en forma de abuso de alcohol: lo encontraba borracho como una cuba vagando por las calles de nuestro pequeño pueblo, metiéndose en el tráfico y conduciendo. Hizo muchas cosas para lastimarme que no eran "abusivas", pero a medida que discutíamos por eso, se hartó cada vez más y las discusiones empeoraron. Les daré un ejemplo: el día de mi cumpleaños, se fue del pueblo. Cuando lo llamé la mañana de mi cumpleaños para preguntarle si quería desayunar, me dijo que estaba ocupado y que llevaba meses planeando este fin de semana (para ir a pescar con su padre). Obviamente, me dolió porque él sabía que era mi cumpleaños y eligió ese fin de semana para irse de la ciudad. Es algo por lo que cualquier pareja pelearía, excepto que él hacía cosas así TODO EL TIEMPO. Con el paso de los meses, empezó a sentirse cada vez más cómodo diciéndome cosas horribles estando borracho (echándole la culpa al alcohol). Luego empezó a sentirse cómodo diciéndome cosas estando sobrio. Hasta que, después de un año de relación, le diagnosticaron la ETS incurable de la que le había advertido meses antes. Fue entonces cuando las cosas cambiaron y empezó a abusar físicamente de mí. Ahora, cuando se emborrachaba, decía: "Me hiciste esto, zorra, me contagiaste esta enfermedad asquerosa", "Eres una puta", "Mereces morir" y cosas por el estilo. La primera vez que me "tocó" fue después de un año y medio. Lo recuerdo con mucha claridad; no hice nada para "provocar" una pelea. Estaba borracho y pensó que dije algo que claramente hirió su ego. Me agarró y empezó a estrangularme en la cama. Al caer, levanté la pierna por reflejo y le di un rodillazo en el estómago. Me echó la culpa de la "pelea", diciendo que le di un rodillazo en el estómago y que se estaba defendiendo. Tomé mis cosas y me fui inmediatamente, solo para descubrir que me había seguido. Empezó a estrangularme aún más, tirándome del pelo, y finalmente me levantó y me tiró a una zanja. Mis padres vinieron a recogerme, como les dije llorando, y documentaron varios moretones por todo el cuerpo. Al día siguiente, se disculpó y prometió que no volvería a ocurrir. Que "solo estaba borracho" y que no podía dejar que nadie más supiera lo que pasó o no me perdonaría (de nuevo, culpándome a mí, diciendo que yo empecé la pelea). Después de eso, el abuso físico se intensificó. Una noche, borracho, me levantó y me tiró al suelo. Otra noche, borracho, me estranguló en la cama en una fiesta y salió a bailar con sus amigos como si nada. Siempre tenía moretones en el cuerpo. Aunque al principio me decía "No lo volveré a hacer", luego pasó a "Te lo mereces, me contagiaste esta enfermedad asquerosa" e incluso me dijo que me odiaba en mi cara. Me amenazó diciendo que si se lo contaba a la policía, les diría que le había contagiado la ETS sin su consentimiento y que "debía ser ilegal" (yo no sabía si lo era, era muy joven y no lo sabía). Una noche nos invitaron a una fiesta con sus amigos en otra ciudad. Tendríamos que tomar el tren para ir. Justo antes de irnos, sentí muchas ganas repentinas de orinar. Tenía que orinar cada dos minutos. Para cuando subimos al tren, no pude aguantar más y supe que tenía una infección urinaria. Le pregunté si podía acompañarme al hospital y me dijo: "No quiero perderme la fiesta". Bajé sola del tren. Tomé un taxi al hospital más cercano, con el peor caso de infección urinaria que he visto en mi vida: mi orina era solo sangre. No le importó, ni vino a verme después de la fiesta. Era evidente que este hombre no me quería. Una de las peores noches, fuimos a otra fiesta de uno de sus amigos. Al final, su amigo quiso vernos en su casa después de la fiesta. "La fiesta de después". Me dieron la dirección, ya que estaba borracho como una cuba, pero me dieron la equivocada. Intenté decirle en el taxi que estábamos en el lugar equivocado, y salió de golpe. Corrí rápidamente hacia él y le dije: "Tenemos que ir por aquí". Él me dijo: "¿Qué me dijiste, zorra?" y empezó a agredirme. Me tiró al suelo y empezó a estrangularme en plena calle. Duró unos 40 minutos, lo grabé. Repetía una y otra vez: "Me hiciste esto, me contagiaste esta enfermedad, te odio". Al final logré liberarme de él, y cuando alcancé a sus amigos en el edificio de enfrente, les dije: "Lleva meses abusando de mí" mientras lloraba, y a nadie le importó. Fue un grito de auxilio que a nadie le importó. Acabé yendo a la comisaría esa noche y lo denuncié. Me preguntaron si quería presentar cargos, pero tenía demasiado miedo por lo que había dicho antes de amenazarme. La policía me ayudó a recoger mis cosas de su casa a la mañana siguiente. Cuando la policía entró en su casa, volvió a ser el mismo tipo encantador, diciéndoles: "Bueno, agente, ya sabe cómo son estas cosas. Las mujeres a veces se ponen así, ¿verdad?". Su padre, que SABÍA que me maltrataba, me miró y me preguntó: "¿Se pelearon otra vez?". Yo le respondí: "Tu hijo es un maltratador", y pasé junto a él. Después de eso, todo se me fue. No recuerdo cómo ni por qué volvimos; fue por miedo. Nunca presenté cargos porque me intimidaba constantemente. Pero con el tiempo, me mudé a un nuevo pueblo a unas tres horas de distancia. Seguí en contacto con él; me visitaba una vez por semana, pero seguía siendo abusivo. Finalmente, un día conocí a mi actual esposo. Ese mismo día, bloqueé a mi ex y no volví atrás. Intentó contactarme, pero me odiaba tanto que creo que no le importaba si me iba. Siempre se trataba de su ego y de que "nadie se lo acostaría con esa ETS". Ahora estoy felizmente casada, y aunque fue una experiencia muy traumática, mi esposo es la persona más cariñosa, paciente y dócil que conozco. Irradia amor y bondad. Espero que quienquiera que seas, quienquiera que lea esto, también lo encuentres. Espero que esto te ayude a comprender que el abuso no siempre implica puñetazos o narices rotas, sino también sutilezas como la negligencia y los insultos. Todas esas cosas pueden escalar y derivar en violencia física. Espero que salgas de ahí antes de que empeore. Recuerda que tu vida es preciosa y nadie te la puede arrebatar.

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  • “La curación es diferente para cada persona, pero para mí se trata de escucharme a mí misma... Me aseguro de tomarme un tiempo cada semana para ponerme a mí en primer lugar y practicar el autocuidado”.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Él simplemente no quiso escuchar

    Llevábamos unos meses hablando por internet y él había conseguido un hotel cerca. Fui a verlo, emocionadísima. Sabía que tendríamos sexo, me parecía bien, lo ansiaba. Pero antes de llegar a su habitación, me manoseó. Le pedí que parara, fue vergonzoso. Titubeó y vaciló. Y lo seguí de todos modos. Era veinte centímetros más alto que yo y pesaba cuarenta y cinco kilos o más. Al principio bien, pero de repente, sin previo aviso, su mano me rodeó el cuello. Entré en pánico y me quedé paralizada. Tardó unos segundos en darse cuenta de mi reacción y me preguntó qué pasaba. Lo único que pude hacer fue decir con voz entrecortada que no quería que me ahogara. Retiró la mano como si no me hubiera hecho pensar que me iba a morir en ese momento y continuó. Después de eso, todo es borroso, pero sé que no fue la última vez que dije que no o que parara. A veces no decía que no o que parara, solo que me dolía. Él los ignoró a todos. No entiendo por qué no me fui. Podría haberme ido. Ojalá lo hubiera hecho. En cambio, de alguna manera me quedé dormida a su lado. Nos desperté a ambos gritando. Se lo merecía. Hice que un amigo fingiera una emergencia médica al día siguiente y me recogiera. Salí del hotel con manos temblorosas y chupetones, le rogué que no se fuera. Ojalá hubiera hecho un kit de violación. Ojalá le hubiera sacado los ojos. Ojalá se lo hubiera contado a toda su familia y a todos los que le importan. Pasé tanto tiempo justificando lo que pasó, que no debió haberlo dicho en serio de alguna manera, que era una buena persona que hizo algo malo. Le envié un mensaje al día siguiente y le expliqué lo que había hecho mal. Se lo tomó muy bien. Se disculpó. Ojalá hubiera estado enojado, malvado y grosero. Ojalá fuera más fácil culparlo a él en lugar de a mí misma. Han pasado cinco años (¡con terapia semanal!) y todavía pienso que en parte es culpa mía.

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  • Bienvenido a Our Wave.

    Este es un espacio donde sobrevivientes de trauma y abuso comparten sus historias junto a aliados que los apoyan. Estas historias nos recuerdan que existe esperanza incluso en tiempos difíciles. Nunca estás solo en tu experiencia. La sanación es posible para todos.

    ¿Cuál cree que es el lugar adecuado para empezar hoy?
    Historia
    De un sobreviviente
    🇨🇦

    Name, solo tenía 6 años

    Tenía alrededor de 6 años, cierro los ojos y es cómo si volviera a vivir en carne propia el recuerdo, me acuerdo del ruido de la televisión, el olor del desayuno que estaba comiendo, yo solo estaba viendo caricaturas. El, un hombre de alrededor 50 años me cargó y me acomodó en sus piernas, y deslizó su mano por debajo de mis panties, TENÍA 6 AÑOS y ahí empezó mi historia de abusó sexual, una historia que me hubiese gustado no tener que experimentar. Yo hablé ya que mi mamá siempre me había enseñado a que nadie podía tocar mis partes pero en ese entonces mi mamá no tenía los recursos, vivíamos en casa de una prima (la hija de mi abusador) y nadie me creyó, dijeron que era mi imaginación. Otros sucesos pasaron cometidos por la misma persona, me arrebató mi inocencia y me rompió en pedacitos… pese a que yo hablé la primera vez, las otras veces me quedé callada porque nadie me creyó, nadie me protegió y nadie me escuchó más que mi mamá pero en ese entonces ella estaba luchando con un problema de alcoholismo y toda la familia nos dio la espalda. Después de un tiempo dejé de ver a mi abusador pero a los 8 años me volvió a pasar pero esta vez por el esposo de mi tía (la hermana de mi mamá) ellos han sido casados desde que mi tía tiene 16 años hasta el presente. Fuimos de visita a casa de mi tía, era diciembre entonces mi mamá salió con mi tía a comprar cosas para la navidad, yo, mi hermano y mi primo (hijo de mi tía) nos quedamos al cuidado del esposo de mi tía, el en ese entonces era oficial de la policía. Yo estaba jugando con mi primo y mi hermano cuando él me llamó, él estaba sentado en la mesedora viendo las noticias cuando me sentó en sus piernas y yo inmediatamente me paralice puesto que la última vez que alguien me sentó en sus piernas me manoseo, esta vez fue diferente, solo me acaricio las piernas y yo solo sentí cómo algo duro me rozaba mis glúteos, me paralicé y no sabía que hacer, hasta que tuve la fuerza y me bajé. Nunca hablé de mi segundo abusador y nunca lo he hecho, yo ya no vivo en Colombia pero cuando voy me toca actuar cómo si nada aunque por dentro sienta tantas cosas. Por mucho tiempo reprimí todo lo que me pasó, siempre decía que no me afectó y ahora a mis 22 años me está atormentando. Estoy comprometida con el amor de mi vida, siento que ha sido un regalo que Dios y la vida me dio después de tanto tormento pero hay veces que cuando vamos a tener intimidad y me toca siento una rabia en mi, ese tipo de rabia que te dan ganas de pegarle un puño en la cara a esa persona, y no lo entiendo, el no me ha hecho nada? El solo me ha ayudado y me ha tratado con amor y me ha demostrado lo mucho que me respeta y me ama, siempre quise evadir el tema y reprimirlo, no hablar de ello y pretender cómo que no me afectó pero ya llegué a un punto donde me dan unos ataques de ira que ni yo me reconozco, donde termino lastimándome a mí misma o sacando esa ira en mi prometido, hace unas noches por fin en medio de una ataque de ira donde terminé azotandome la cabeza en la pared solo repetía “no me deja en paz, me persigue, sácalo de mi cabeza” estaba en un estado de crisis y mi prometido solo pudo sujetarme en sus brazos mientras me preguntaba quién me perseguía y fue la primera vez que dije su nombre en voz alta, “Name, el hombre que me violo y me robo mi inocencia no sale de mi cabeza” no podía hablar, las lágrimas y gritos de desesperación eran más que las palabras, en ese momento me di cuenta que no importa cuánto allá crecido aquella niña de 6 años sigue dentro de mi, está enojada, está triste y rota. Mi pareja es abogado entonces el fue quien me habló sobre me too movement, me dijo que me hiciera justicia y lo denunciara pero que si no me sentía lista por miedo que navegara las opciones que me too ofrece y que quizá empezara por contar mi historia, por unos días habría la página y solo me quedaba paralizada, pero hoy me anime, ya no merezco ser prisionera de un dolor que no fue mi culpa aunque por mucho tiempo he sentido que lo es, me siento perdida y no quiero que mi pasado defina mi presente, la vida me está dando oportunidades bonitas pero mi abusó sexual no me deja avanzar, cómo me saco esta rabia que siento por dentro? Porque me volví un ser tan agrio y amargo, porque me enojo por todo? Porque no puedo disfrutar la intimidad con mi pareja si es delicado conmigo? Parece que entre más delicado es más rabia siento por dentro. Me siento muy sola y perdida. Quiero este dolor fuera de mi

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    De un sobreviviente
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    Sobreviviente

    Me llamo Survivor y vivo en Huntsville, Texas. En 2004, a los 15 años, conocí a un hombre pedófilo. Esto fue justo después del divorcio de mis padres y, tras crecer con un padre severamente abusivo, ansiaba desesperadamente un liderazgo masculino en mi vida. Huelga decir que era una víctima fácil. Este hombre comenzó a manipularme y, con el tiempo, a abusar sexualmente de mí. Esto ocurrió una o dos veces al mes durante el resto de mi preparatoria. No tenía ni idea de que este hombre trabajaba con un ministerio universitario llamado Chi Alpha y las Asambleas de Dios durante al menos dos décadas y ya había abusado sexualmente de otros chicos. Por lo que solo cumplió 90 días en una cárcel de Alaska. Los pastores de nuestro ministerio intentaron convencer a los estudiantes, muchos de los cuales fueron víctimas, de que escribieran cartas de cesión en nombre del abusador. Uno pensaría que después de la preparatoria y de cumplir 18 años, lo habría dejado. Después de todo, ¿por qué alguien seguiría permitiendo que abusaran de él? Desafortunadamente, así no es como funciona la manipulación ni la mentalidad de una víctima. Por eso, me entristece decirlo, el abuso continuó. Cuando sufrí abuso en 2005, el plazo de prescripción en Texas en ese entonces era hasta los 23 años. A los 23 años, este hombre seguía abusando de mí. Durante un tiempo considerable, el liderazgo de las Asambleas de Dios, la denominación a la que pertenezco toda mi vida, supo que este hombre era un delincuente sexual registrado y no tomó las medidas necesarias para eliminarlo de nuestros ministerios. Fui una de las primeras víctimas en denunciarlo públicamente en 2023. Durante casi 20 años no se lo conté a nadie, ni siquiera a mi esposa. Cinco amigos y yo, algunos incluso pastores de las Asambleas de Dios, empezamos a llamar a amigos pensando que otros hombres habían sido abusados y escuchamos docenas de historias de abuso porque intentábamos ayudar a más de 40 víctimas a obtener ayuda, buscar justicia y sanar. Todos vimos con horror cómo se utilizaban los acuerdos de confidencialidad para aislar a los líderes de la organización y protegerse, utilizándolos como una cortina de humo y escondiéndose tras ellos. Por ello, no se ha hecho justicia. Desde entonces, las Asambleas de Dios han intentado desestimar demandas civiles válidas por negligencia, han marginado a las víctimas en el proceso de investigación y han intentado disimuladamente que las víctimas firmen los acuerdos. Debo añadir que soy profesor de secundaria aquí en Texas, y cada año escucho historias de estudiantes que han sido acosados o abusados sexualmente en todo tipo de situaciones. El lado positivo de mi historia es que el abusador está actualmente en la cárcel, a la espera de juicio. Mi esposa y yo tenemos una regla en casa con nuestros hijos: nada de secretos. Anoche hablé con mi hija de 8 años (en lenguaje infantil) sobre cómo se utilizan los acuerdos de confidencialidad. Y me dijo: "Pero si lo mantienes en secreto, ¿acaso esa mala persona no sigue lastimando a los niños?". Tuve el privilegio de trabajar con Elizabeth y con todos los involucrados en la Ley de Trey. Me ayudó muchísimo a sanar poder conocer y hablar con otros sobrevivientes. Escuchar sus luchas y saber que no estaba loca ni sola. A través de ese proceso legislativo encontré mi voz y gané confianza para compartir mi historia. ¡Gracias, Elizabeth, por ayudarme a acompañarlos!

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    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Hablando claro..

    Tenía solo 3 años cuando empezó. Mi madre me sorprendió diciéndome que me desnudara para jugar al doctor del amor. Es mi medio hermano, así que tuvimos madres diferentes. Mi madre le dijo a mi padre que alejara a su hijo de mí. Por desgracia, esto continuó durante 11 años más. Me sujetaba, me tapaba la boca y me tocaba o se frotaba contra mí. Me despertaba en mitad de la noche tocándome. Incluso lo hacía cuando mi padre dormía en la misma habitación, pero yo no podía moverme, estaba paralizada. Al principio me resistí a todo, pero él era más grande y más fuerte que yo, así que pronto comprendí que era impotente. Me quedaba allí tirada llorando y luego, con el tiempo, me paralizaba y me despertaba. Una vez, llevaba puesto un traje de baño y mi hermano me dijo que me lo había puesto para provocarlo. Después de eso, odié usar traje de baño. Nos fuimos de vacaciones con toda mi familia, estábamos en el lago, y él empezó a tocarme en el lago; no pude hacer nada más que paralizarme. Esas son solo algunas veces, ya que era casi a diario. Lo hizo delante de mi prima pequeña, a quien le pareció bien tocarme el trasero e intentar besarme. Confesé mi abuso en segundo de instituto, hace unos dos años. Empecé a caer en una espiral muy rápida: empecé a beber mucho y a consumir drogas para sobrellevarlo. Una noche, estaba en una fiesta y me emborraché muchísimo, me drogué muchísimo y me desmayé. Mi exnovio me arrastró a un armario de suministros y me violó. Todos me llamaron puta y me culparon. Más tarde ese año, por San Valentín, tuve una cita con un chico. Me pidió que le hiciera sexo oral, le dije que no varias veces, y luego me obligó. Lloré todo el tiempo, y todavía hoy no le ve nada malo. Me dijeron que no debería haberme puesto en esa situación. Todavía me veo obligada a estar rodeada de toda esta gente y a luchar con mi salud mental. Tengo trastorno de estrés postraumático, ansiedad y depresión, y ellos no tienen consecuencias por sus acciones, sólo yo las tengo.

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    De un sobreviviente
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    Romance de 'giro equivocado'

    Me recogió el primer día en el Toyota blanco más brillante que jamás había visto. Alucinando halos de luz a su alrededor, supe en mi corazón: este era el hombre con el que me casaría. Casi 15 años mayor, pero tan guapo, tan experimentado. Parecíamos tener todo en común: pasiones intelectuales (tanto personales como profesionales), vínculos inquebrantables con nuestras madres viudas y el sueño compartido de construir una casa familiar típicamente estadounidense. Navegando por el aire fresco de mediados de octubre, intercambiamos pensamientos y expectativas antes de llegar a la biblioteca del centro de Orlando. Nunca antes había tenido una cita. Él, mientras tanto, había perdido recientemente a una chica llamada Nombre. Después de asistir a una clase gratuita de modelado 3D, manejamos a casa por la zona. Admirando el arte callejero y la historia del vecindario, Nombre 2 sonrió ampliamente. Hablaba sin parar de libros, así que nuestras "citas" quincenales cambiaron a Barnes & Noble. Los sueños de matrimonio se arremolinaban en mi mente; Pensé que estaba en el cielo, la ignorancia es felicidad. O en este caso, un beso. Su nombre era Nombre 3 Énfasis en el DIE. Al principio, no parecía dañina. Una empleada del gobierno y la abuela de mis futuros hijos, Nombre del proveedor parecía muy contenta cuando Nombre 2 le dijo que le había propuesto matrimonio. Me sirvió enormes rebanadas de pastel de pistacho casero durante lo que debería haber sido una de nuestras acogedoras noches de cortejo en casa. Los fines de semana, ambas lavábamos la ropa y limpiábamos. Incluso después de que regresé de una estadía psiquiátrica de emergencia, me abrazó. Me dijo que me amaba. Prometió que estaba a salvo. "Lo que es mío es tuyo", dijo. Comida, agua, techo, familia, una cama, incluso ayuda para buscar trabajo. Era como... una suegra para mí. En algún momento de esa sangrienta pelea de 4 meses, mi himen se rompió y alguien me obligó a hacerles sexo oral repetidamente. Pensé que era mi prometido el que estaba encima de mí cuando pasó. Pero no era mi prometido.

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  • Mensaje de Esperanza
    De un sobreviviente
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    Estás haciendo lo mejor que puedes. Y hoy eso es más que suficiente.

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    El abuso no siempre es físico. Tu dolor es válido y real.

    El abuso no siempre es físico. Tu trauma es real y válido. Comparto mi historia de abuso con la esperanza de que ayude a alguien que se siente perdido. Alguien que estuvo en la misma situación que yo, sin saber si debía ir a terapia, consolar a su abusador, denunciarlo o cualquier combinación de estas cosas, porque pensaba que estaba "siendo dramático" o "exagerando". Tu trauma es válido, tus sentimientos son reales y merecen espacio. Cuando tenía 20 años, empecé una relación larga con un hombre muy divertido, carismático, extrovertido y encantador. Parecía caerle bien a todo el mundo y tenía muchos amigos. Lo llamaremos Pareja 2. Unos meses antes de conocer a Pareja 2, tuve una relación corta con alguien (llamémoslo Pareja 1). Un día sentí algo raro "ahí abajo" y fui al hospital, donde descubrí que Pareja 1 me había contagiado tres ETS, una de ellas incurable. Rompí con él porque descubrí que me engañaba (y así fue como contraje los síntomas) y fui a hacerme otra prueba para las mismas ETS. Me hice dos pruebas más, y ambas dieron negativo. Con esta confusión y los resultados contradictorios, le conté esto a Pareja 2 cuando lo conocí para que decidiera si quería tener una relación. Consintió en empezar una relación en esas circunstancias, y empezamos a salir. Las señales de alerta aparecieron en forma de abuso de alcohol: lo encontraba borracho como una cuba vagando por las calles de nuestro pequeño pueblo, metiéndose en el tráfico y conduciendo. Hizo muchas cosas para lastimarme que no eran "abusivas", pero a medida que discutíamos por eso, se hartó cada vez más y las discusiones empeoraron. Les daré un ejemplo: el día de mi cumpleaños, se fue del pueblo. Cuando lo llamé la mañana de mi cumpleaños para preguntarle si quería desayunar, me dijo que estaba ocupado y que llevaba meses planeando este fin de semana (para ir a pescar con su padre). Obviamente, me dolió porque él sabía que era mi cumpleaños y eligió ese fin de semana para irse de la ciudad. Es algo por lo que cualquier pareja pelearía, excepto que él hacía cosas así TODO EL TIEMPO. Con el paso de los meses, empezó a sentirse cada vez más cómodo diciéndome cosas horribles estando borracho (echándole la culpa al alcohol). Luego empezó a sentirse cómodo diciéndome cosas estando sobrio. Hasta que, después de un año de relación, le diagnosticaron la ETS incurable de la que le había advertido meses antes. Fue entonces cuando las cosas cambiaron y empezó a abusar físicamente de mí. Ahora, cuando se emborrachaba, decía: "Me hiciste esto, zorra, me contagiaste esta enfermedad asquerosa", "Eres una puta", "Mereces morir" y cosas por el estilo. La primera vez que me "tocó" fue después de un año y medio. Lo recuerdo con mucha claridad; no hice nada para "provocar" una pelea. Estaba borracho y pensó que dije algo que claramente hirió su ego. Me agarró y empezó a estrangularme en la cama. Al caer, levanté la pierna por reflejo y le di un rodillazo en el estómago. Me echó la culpa de la "pelea", diciendo que le di un rodillazo en el estómago y que se estaba defendiendo. Tomé mis cosas y me fui inmediatamente, solo para descubrir que me había seguido. Empezó a estrangularme aún más, tirándome del pelo, y finalmente me levantó y me tiró a una zanja. Mis padres vinieron a recogerme, como les dije llorando, y documentaron varios moretones por todo el cuerpo. Al día siguiente, se disculpó y prometió que no volvería a ocurrir. Que "solo estaba borracho" y que no podía dejar que nadie más supiera lo que pasó o no me perdonaría (de nuevo, culpándome a mí, diciendo que yo empecé la pelea). Después de eso, el abuso físico se intensificó. Una noche, borracho, me levantó y me tiró al suelo. Otra noche, borracho, me estranguló en la cama en una fiesta y salió a bailar con sus amigos como si nada. Siempre tenía moretones en el cuerpo. Aunque al principio me decía "No lo volveré a hacer", luego pasó a "Te lo mereces, me contagiaste esta enfermedad asquerosa" e incluso me dijo que me odiaba en mi cara. Me amenazó diciendo que si se lo contaba a la policía, les diría que le había contagiado la ETS sin su consentimiento y que "debía ser ilegal" (yo no sabía si lo era, era muy joven y no lo sabía). Una noche nos invitaron a una fiesta con sus amigos en otra ciudad. Tendríamos que tomar el tren para ir. Justo antes de irnos, sentí muchas ganas repentinas de orinar. Tenía que orinar cada dos minutos. Para cuando subimos al tren, no pude aguantar más y supe que tenía una infección urinaria. Le pregunté si podía acompañarme al hospital y me dijo: "No quiero perderme la fiesta". Bajé sola del tren. Tomé un taxi al hospital más cercano, con el peor caso de infección urinaria que he visto en mi vida: mi orina era solo sangre. No le importó, ni vino a verme después de la fiesta. Era evidente que este hombre no me quería. Una de las peores noches, fuimos a otra fiesta de uno de sus amigos. Al final, su amigo quiso vernos en su casa después de la fiesta. "La fiesta de después". Me dieron la dirección, ya que estaba borracho como una cuba, pero me dieron la equivocada. Intenté decirle en el taxi que estábamos en el lugar equivocado, y salió de golpe. Corrí rápidamente hacia él y le dije: "Tenemos que ir por aquí". Él me dijo: "¿Qué me dijiste, zorra?" y empezó a agredirme. Me tiró al suelo y empezó a estrangularme en plena calle. Duró unos 40 minutos, lo grabé. Repetía una y otra vez: "Me hiciste esto, me contagiaste esta enfermedad, te odio". Al final logré liberarme de él, y cuando alcancé a sus amigos en el edificio de enfrente, les dije: "Lleva meses abusando de mí" mientras lloraba, y a nadie le importó. Fue un grito de auxilio que a nadie le importó. Acabé yendo a la comisaría esa noche y lo denuncié. Me preguntaron si quería presentar cargos, pero tenía demasiado miedo por lo que había dicho antes de amenazarme. La policía me ayudó a recoger mis cosas de su casa a la mañana siguiente. Cuando la policía entró en su casa, volvió a ser el mismo tipo encantador, diciéndoles: "Bueno, agente, ya sabe cómo son estas cosas. Las mujeres a veces se ponen así, ¿verdad?". Su padre, que SABÍA que me maltrataba, me miró y me preguntó: "¿Se pelearon otra vez?". Yo le respondí: "Tu hijo es un maltratador", y pasé junto a él. Después de eso, todo se me fue. No recuerdo cómo ni por qué volvimos; fue por miedo. Nunca presenté cargos porque me intimidaba constantemente. Pero con el tiempo, me mudé a un nuevo pueblo a unas tres horas de distancia. Seguí en contacto con él; me visitaba una vez por semana, pero seguía siendo abusivo. Finalmente, un día conocí a mi actual esposo. Ese mismo día, bloqueé a mi ex y no volví atrás. Intentó contactarme, pero me odiaba tanto que creo que no le importaba si me iba. Siempre se trataba de su ego y de que "nadie se lo acostaría con esa ETS". Ahora estoy felizmente casada, y aunque fue una experiencia muy traumática, mi esposo es la persona más cariñosa, paciente y dócil que conozco. Irradia amor y bondad. Espero que quienquiera que seas, quienquiera que lea esto, también lo encuentres. Espero que esto te ayude a comprender que el abuso no siempre implica puñetazos o narices rotas, sino también sutilezas como la negligencia y los insultos. Todas esas cosas pueden escalar y derivar en violencia física. Espero que salgas de ahí antes de que empeore. Recuerda que tu vida es preciosa y nadie te la puede arrebatar.

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  • Historia
    De un sobreviviente
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    No tengo recuerdos claros y siento mucha culpa

    Mi historia es un poco larga. Cuando tenía 15 años o 16 años, vino a mi mente el recuerdo de cosas que habían ocurrido cuando yo tenía entre 4 y 5 años. Dos tíos abusaron de mí. Los recuerdos sobre esto nunca han sido claros y ahora, muchos años después, todo se ha vuelto más lejano y confuso y he dudado varias veces de mí misma y de mi historia. Hay otras cosas que pasaron en mi infancia que sí recuerdo con más claridad: cuando tenía entre 7 y 8 años, vi a mis papás teniendo relaciones sexuales a mi lado (esa noche me había pasado a dormir con ellos en su cama). Tiempo después, se repitió la situación, pero con mi padrastro y mi mamá. También cuando tenía entre 7 y 8 años, estaba revisando unos CD'S en el DVD que había en la casa para marcarlos según el género musical o según la película que fuera. Uno de los CD'S, era una película porno. Como casi siempre, me encontraba sola en mi casa, entonces la vi completa. No recuerdo si me masturbé. Sé que desde muy niña me frotaba con peluches, muñecas y otros objetos, aunque sin mucha conciencia de lo que hacía, pero estaba presente el miedo a ser vista. Hay algo que me atormenta en este momento: cuando tenía 6 o 7 años, mi prima (ella un año mayor) y yo jugábamos a imitar algunas posiciones de un libro de kamasutra que había en su casa. También tengo leves recuerdos de una vez que, mientras nos bañábamos, frotamos nuestras partes íntimas. No sé si esto se dio en el marco de una curiosidad bilateral y por el contenido del libro al que habíamos estado expuestas o si fui yo quien generó la situación y la persuadió a ella de hacerlo o si la manipulé. No recuerdo que haya sido así, pero me da miedo que sí. ¿Y si imité lo que hacía mis tíos conmigo o lo que vi en contenido al que estuve expuesta? Siento miedo, culpa y vergüenza. Además, hace medio año, recordé que cuando tenía 10 años y cargué a mi hermanita en mi piernas (que estaba como de un mes), sentí un estímulo placentero en mi zona íntima por el contacto. Cuando esta imagen vino a mí (tampoco fue clara, como mis otros recuerdos) sentí culpa, pero no escaló a más porque entendí que fue una reacción física y nada más. Pero luego no podía dejar de pensar en ello y me cuestionaba si había prologando o intensificado el contacto y sentí muchísima culpa, asco y vergüenza. Fue tan fuerte, que tuve un episodio de TOC y siento que aún no he podido salir de ahí, porque ahora me inundan las dudas sobre lo sucedido con mi prima.

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  • Cada paso adelante, por pequeño que sea, sigue siendo un paso adelante. Tómate todo el tiempo que necesites para dar esos pasos.

    “Sanar significa perdonarme a mí mismo por todas las cosas que pude haber hecho mal en el momento”.

    “Para mí, sanar significa que todas estas cosas que sucedieron no tienen por qué definirme”.

    “Puede resultar muy difícil pedir ayuda cuando estás pasando por un momento difícil. La recuperación es un gran peso que hay que soportar, pero no es necesario que lo lleves tú solo”.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇮🇪

    Cuando un sí se convierte en un no

    Tenía 18 años. En la universidad, formaba parte del equipo femenino de deportes. También había equipos masculinos. Había un torneo interuniversitario que nuestra universidad organizaba para otros equipos universitarios masculinos de Irlanda. Todos teníamos salidas nocturnas planeadas y una actitud de "jugar duro, jugar duro". Era genial formar parte de algo; de verdad me encantaba jugar y ser parte del club. Una noche, estaba bebiendo y me puse a hablar con un chico del equipo masculino de otra universidad. Fue divertido y terminamos en su habitación de hotel, donde tuvimos sexo consentido. Después, recuerdo sentirme aturdido y de repente despertar con un montón de chicos irrumpiendo. Nos arrancaron la colcha y recuerdo que los flashes de los teléfonos se dispararon. Era año, así que no eran precisamente teléfonos increíbles en aquellos tiempos. Siguieron insultos de todo tipo, pero luego recuerdo que me sujetaron. Al menos dos hombres diferentes. Recuerdo haber dicho que no, que pararan, por favor. Flashes aparecen y desaparecen mientras miraba fijamente la esquina de la mesita de noche, pensando en lo parecida que era a la de la habitación de mis padres. Raro. Debí de dormirme en algún momento porque me desperté. Me vestí. No recordaba nada. Nada más que el sexo con el chico al que besé. Naturalmente, la mañana siguiente siempre es incómoda, así que quería salir de allí. Justo cuando la puerta del hotel se cerró, me di cuenta de que me había dejado los zapatos. Bebí y tuve que hacerlo ruidosamente, ya que todos estaban profundamente dormidos. Mientras lo hacía, uno de los otros miembros del equipo abrió una puerta al otro lado del pasillo y me miró fijamente. Le pedí disculpas por despertarlo, pero que necesitaba mis zapatos. Simplemente dijo que lo sentía mucho. Estaba confundida, no recordaba de qué estaba hablando, así que le dije que lamentaba haberme dejado los zapatos. Finalmente, alguien abrió la puerta y los cogí. Al salir del hotel y caminar hasta la parada de autobús más cercana, me sentía con resaca, pero dolorida. Ahí abajo. Nunca antes me había sentido dolorida. Supongo que nos la jugamos de verdad, pensé. Al llegar al tercer confinamiento durante la COVID, empecé a tener pesadillas fuertes que no eran pesadillas. Los recuerdos perdidos volvieron al cabo de dos o tres meses y me di cuenta de que me habían evaluado varias veces. Que mi cerebro me había protegido hasta entonces. Mi SA, sin saberlo, tuvo un gran impacto en mis años de formación: me declaré bisexual hace apenas dos años. Siento que habría tenido unos veinte años muy diferentes, pero conocí a un buen chico, me quedé pegada a él como una lapa y ahora estoy casada y tengo un hijo. Debido al bloqueo de memoria, no tengo ningún recurso. No tengo sentido de la justicia, así que solo espero que esos chicos, ahora adultos, sean mejores que antes.

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  • Creemos en ti. Eres fuerte.

    “No estás roto; no eres repugnante ni indigno; no eres indigno de ser amado; eres maravilloso, fuerte y digno”.

    Historia
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    🇺🇸

    Nombre

    {~Name~}
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  • “Creemos en ustedes. Sus historias importan”.

    “La curación es diferente para cada persona, pero para mí se trata de escucharme a mí misma... Me aseguro de tomarme un tiempo cada semana para ponerme a mí en primer lugar y practicar el autocuidado”.

    Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇨🇴

    poder seguir adelante y pasar un poco la pagina

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  • Mensaje de la Comunidad
    🇺🇸

    El trastorno de estrés postraumático (TEPT) se desarrolló en la escuela secundaria.

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    🇮🇪

    #1287

    Tocamientos inapropiados es como me refería a lo que hacía mi exmarido. Estuvimos juntos casi number años. Incontables veces me despertaba con sus manos bajo mi pijama, teniendo relaciones sexuales conmigo, obligándome a hacerle cosas; simplemente se volvió normal. Sentía que esto era parte de mi matrimonio. Ahora sé que no debería haber sido así y que ningún hombre debería tratar así a una mujer. El consentimiento no se puede pedir, debe darse. Nos separamos y él seguía viviendo en casa. Estuve hospitalizada. Él ayudaba a cuidar a nuestros tres hijos. Venía a mi habitación por la noche, después de que yo llegara del hospital, y me frotaba la espalda y el vientre, aunque le había pedido que no lo hiciera. Esto derivó en dos ocasiones en violación; le dije que no, y él siguió haciéndolo. En ese momento no me di cuenta de que era eso. Incluso escribir esto ahora me resulta difícil. Fue solo tres años después, tras hablar sobre los tocamientos inapropiados con una terapeuta, que ella usó esa palabra conmigo. En el fondo, sabía lo fundamentalmente equivocado que era todo esto, pero nunca me imaginé que mi esposo me había agredido sexualmente ni violado mientras estábamos casados ni justo después de separarnos. Todavía me resulta extremadamente difícil decirlo en voz alta. La mayoría de mis amigos y familiares no saben que esto ha sucedido. Es una situación muy solitaria, pero hablar con profesionales sin duda me ayuda a superar la vergüenza y la culpa que siento.

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    Esa noche mi hermano me tocó.

    No sé si lo que me hizo mi hermano se puede clasificar como abuso sexual. Me estaba quedando a dormir en su casa. Era tarde por la noche y estábamos viendo una película. En un momento dado, me preguntó si podía empezar a acurrucarme. De hecho, acepté, ya que somos muy cercanos y ambos disfrutamos del afecto físico. Mientras hacíamos cucharita, metió la mano debajo de mi camisa. No dijo nada, y yo tampoco. A medida que avanzaba la noche, alternaba entre caricias, besos en la cabeza o en un lado de la cara, y palabras de cariño. Le acaricié el brazo distraídamente porque me sentía incómoda allí tumbada. Finalmente, me preguntó "¿está bien?", refiriéndose a su mano subiendo lentamente por mi estómago. Le estaba dando el beneficio de la duda y seguía pensando que la acción era platónica, además de que me sentía bien, además de que soy tímida y me cuesta la confrontación, así que mi cerebro piensa que decir "no" a la gente es provocarla, así que dije "sí". En realidad no quería decirlo. No creo que quisiera decir "no", claro. No creo que quisiera decir nada en absoluto. Estaba cansada. Los dos lo estábamos. Sus caricias progresaron suavemente hasta el punto de acariciar la parte inferior de mis pechos. Fue entonces cuando empecé a cuestionar sus intenciones. Volvió a preguntar "¿está bien?". Volví a decir "sí". Cuando terminó la película, me asusté. La había estado usando para distraerme de lo que estaba pasando, y temía que, al no haber distracción, centrara toda su atención en mí e intentara hacer algo; así que me incorporé. Me apretó ligeramente la parte inferior del pecho mientras lo hacía, quizá a propósito, quizá por reflejo. Cuando se dio cuenta de que me estaba alejando de verdad, retiró las manos, dijo: "Lo siento. Tu hermano es un bicho raro", y se levantó para ducharse. Creo que en ese momento empecé a entrar en pánico. Fue lo que confirmó mis sospechas de que sus caricias realmente tenían una intención sexual. Había estado intentando engañarme a mí misma creyendo que eran afecto inocente, pero esas palabras me obligaban a afrontar la realidad de mi situación. Recuerdo que no paraba de hablar de temas sin sentido mientras desayunábamos porque temía que sacara a relucir lo que acababa de pasar y quisiera hablar de ello. No quería hablar de ello. Quería fingir que nunca había pasado. Todavía lo intento. Pero me atormenta. Él y su esposa (que habían estado durmiendo plácidamente en su habitación toda la noche) se fueron temprano por la mañana de luna de miel (yo estaba allí para cuidar la casa y había ido la noche anterior para pasar el rato con ellos antes de que se fueran). Una vez sola, me fui a dormir tranquilamente a su cama (con su permiso e insistencia, ya que no había otras camas en el apartamento). Mientras intentaba dormirme, aún podía sentir sus manos sobre mí, como una caricia fantasma. Me derrumbé en ese mismo instante. Me sentí culpable y asquerosa por no haberlo parado y por haberlo disfrutado también. Sentía que tal vez yo era la rara, y tal vez yo la que estaba convirtiendo esta interacción en algo inapropiado. Las semanas siguientes, intenté reprimir mis sentimientos. Unos días antes de Navidad, estaba en un avión con mi madre, a punto de empezar nuestras vacaciones. Estaba cerca de la regla y tenía los pechos sensibles. Eso desencadenó algo en mí y de repente lloré ahí mismo, en público. Ese dolor vago me recordó la sensación de aquel apretón que me dio en el pecho. Mi madre me vio a punto de llorar, pero mentí y le dije que era solo porque estaba cerca de la regla y me sentía deprimida (llevó un tiempo luchando contra la depresión, y ella lo sabía). Durante el viaje, tuve flashbacks aleatorios de esa noche, a veces incluso acompañados de náuseas. Sentía que estaba exagerando mi reacción mental, ya que no me habían violado y no debería estar traumatizada por un contacto que apenas puede considerarse íntimo. Al volver a casa, hice algo de lo que no sé si me arrepiento: hablé con él. Le envié un mensaje largo (vive en otra ciudad, lo que me dio más seguridad al confrontarlo) del que apenas recuerdo nada, salvo que mencionaba "esa noche" y cuánto me había afectado. Me derrumbé al escribirlo, y probablemente no era muy coherente. Mi hermano me envió muchas respuestas cortas en ráfagas rápidas al verlo. Se disculpó profusamente. Dijo "No sé qué me pasa", "Buscaré ayuda psicológica", entre muchas cosas que no recuerdo. Eso me asustó un poco. ¿Para qué necesitaba ayuda psicológica? ¿Estaba admitiendo que tenía impulsos que no podía controlar? Pero no dije nada al respecto. Tenía miedo de acusarlo, y me aseguré de aclarar que yo también era culpable por no poner límites. Ambos nos respondíamos sin pensar. Estábamos en pánico y llenos de adrenalina. Tenía miedo de perderlo. Era mi único vínculo en la ciudad donde vivíamos (muy lejos de la nuestra, donde viven nuestros padres y mis amigos). No quería molestarlo, porque es una persona muy sensible y ya me sentía culpable por cómo reaccionaba. Resolvimos el asunto por mensaje. Pero no lo hicimos. En absoluto. Fingí que sí, pero seguía atormentada por las dudas y la paranoia. Más que las caricias, lo que me atormentaba eran sus palabras: "Lo siento. Tu hermano es un bicho raro". Me conmovieron profundamente. Solo quería negar lo sucedido, pero esas palabras no me lo permitieron. La historia continúa hasta el día de hoy, pero no quiero escribir demasiado sobre las consecuencias de "esa noche", ya que escribiría demasiado y quiero centrarme en si fue un caso de abuso. En este punto, me siento un poco más centrada y capaz de aceptar que lo sucedido tuvo un trasfondo sexual. Todavía me siento avergonzada y culpable. Consentí algunas caricias. No estoy segura de si quería, pero lo hice. Normalmente, eso me haría pensar que fue un encuentro consentido y que ahora simplemente me arrepiento, pero hay muchos factores que también contribuyen a mi creencia de que esto también podría ser un caso de abuso. En primer lugar, mi hermano tenía 38 años en ese momento. Yo tenía 20, lo cual sí, es una adulta, pero aun así; él es mi hermano mucho mayor. Ya era casi un adulto cuando yo nací. Ha sido una figura de autoridad toda mi vida, aunque le gusta fingir que no lo es. Es un poco despistado en cuanto a lo que es apropiado o no en contextos sociales, pero creo que alguien de su edad debería saber que no debe meter la mano bajo la camisa de su hermana pequeña y subir tanto por su cuerpo que sus dedos rocen su areola. En segundo lugar, soy neurodivergente, aunque no se lo dije en ese momento. Sin embargo, cuando se lo conté, me dijo que ya sospechaba. A pesar de eso, siempre he sido callada y retraída, así que me molesta que empezara a tocarme bajo la apariencia de afecto inocente y luego esperara que yo pudiera expresar mi incomodidad cuando la situación se intensificara sin que él especificara qué iba a pasar. Tampoco creo que su forma de buscar consentimiento fuera nada productiva. Solo me preguntó si dos caricias específicas estaban bien, y solo después de empezar a hacerlas. No pidió permiso explícito para nada, salvo para los abrazos al principio. Lo que quiero decir es que yo era vulnerable. Soy joven, inexperta, autista, y él siempre ha sido un apoyo emocional y casi una figura paterna para mí. No sé cómo puede ser tan ingenuo como para pensar que no tiene ningún poder sobre mí. Quizás sí lo sabe, pero no estaba pensando en ese momento. Sigo sin entender por qué me tocaría así. Me consuela un poco pensar que quizás no tenía ningún control sobre ello después de todo. Pero no lo sé. Quizás sí. Soy adulta, después de todo. Y creo que se habría detenido si se lo hubiera dicho. Pero definitivamente nunca di mi consentimiento entusiasta. Me siento traicionada. Me siento perdida. Me siento enojada. Me siento triste. Llevo meses evitando pensar en ello. Esta noche, todo me volvió a la mente y me derrumbé de nuevo. De verdad que no sé qué hacer. No quiero contarle a nadie cercano lo que pasó porque me da vergüenza. Y desde luego no quiero contárselo a mis padres. En cierto modo, quiero cortar lazos con él, pero al mismo tiempo no lo hago porque creo que está arrepentido y no quiero entristecerlo. No puedo evitar ser ingenua. No sé si eso me reconforta o me avergüenza.

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    Para mí, la curación significa volver a vivir la vida en paz con estas nuevas cicatrices.

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    #1313

    Coerción, abuso y sentirme sola en mi lucha Fui coaccionada a tener relaciones sexuales por alguien que creía mentor y líder en derechos humanos. Es investigador, defensor de los derechos de las mujeres y dirige una organización de servicio civil. Se me acercó románticamente y me obligó a tener relaciones sexuales, haciéndome sentir atrapada y confundida. Estábamos en una relación, pero todo el tiempo me sentí presionada y controlada. Hubo momentos en que estaba enferma, intoxicada o bajo su influencia, y él usó eso para manipularme. Al principio me resistí incluso a su beso, pero después me pareció imposible escapar debido a sus repetidos intentos e influencias. Mirando hacia atrás, ahora me doy cuenta de que lo que hizo estuvo mal, pero en ese momento no lo entendí del todo. Lo que más me duele es la incredulidad y la culpa que enfrento por parte de los demás, especialmente en las redes sociales. La gente no entiende el control coercitivo ni la violación, y siento que nadie me cree. Él seguía contactándome por internet, usándome como objeto sexual, y estoy devastada por cómo me usó para sus propios fines. Me siento inútil, como si hubiera perdido mi dignidad y autoestima. El trauma, las pesadillas y el dolor son abrumadores. Voy a terapia casi a diario para intentar comprenderlo, pero es difícil sobrellevarlo cuando la sociedad y las conexiones que tiene me hacen sentir tan sola. Siento que nadie entiende lo que pasé. Ya no sé si puedo soportar este trauma. Aconséjenme qué puedo hacer, o estoy harta de que me lastimen.

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    Él simplemente no quiso escuchar

    Llevábamos unos meses hablando por internet y él había conseguido un hotel cerca. Fui a verlo, emocionadísima. Sabía que tendríamos sexo, me parecía bien, lo ansiaba. Pero antes de llegar a su habitación, me manoseó. Le pedí que parara, fue vergonzoso. Titubeó y vaciló. Y lo seguí de todos modos. Era veinte centímetros más alto que yo y pesaba cuarenta y cinco kilos o más. Al principio bien, pero de repente, sin previo aviso, su mano me rodeó el cuello. Entré en pánico y me quedé paralizada. Tardó unos segundos en darse cuenta de mi reacción y me preguntó qué pasaba. Lo único que pude hacer fue decir con voz entrecortada que no quería que me ahogara. Retiró la mano como si no me hubiera hecho pensar que me iba a morir en ese momento y continuó. Después de eso, todo es borroso, pero sé que no fue la última vez que dije que no o que parara. A veces no decía que no o que parara, solo que me dolía. Él los ignoró a todos. No entiendo por qué no me fui. Podría haberme ido. Ojalá lo hubiera hecho. En cambio, de alguna manera me quedé dormida a su lado. Nos desperté a ambos gritando. Se lo merecía. Hice que un amigo fingiera una emergencia médica al día siguiente y me recogiera. Salí del hotel con manos temblorosas y chupetones, le rogué que no se fuera. Ojalá hubiera hecho un kit de violación. Ojalá le hubiera sacado los ojos. Ojalá se lo hubiera contado a toda su familia y a todos los que le importan. Pasé tanto tiempo justificando lo que pasó, que no debió haberlo dicho en serio de alguna manera, que era una buena persona que hizo algo malo. Le envié un mensaje al día siguiente y le expliqué lo que había hecho mal. Se lo tomó muy bien. Se disculpó. Ojalá hubiera estado enojado, malvado y grosero. Ojalá fuera más fácil culparlo a él en lugar de a mí misma. Han pasado cinco años (¡con terapia semanal!) y todavía pienso que en parte es culpa mía.

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    Actividad de puesta a tierra

    Encuentra un lugar cómodo para sentarte. Cierra los ojos suavemente y respira profundamente un par de veces: inhala por la nariz (cuenta hasta 3), exhala por la boca (cuenta hasta 3). Ahora abre los ojos y mira a tu alrededor. Nombra lo siguiente en voz alta:

    5 – cosas que puedes ver (puedes mirar dentro de la habitación y por la ventana)

    4 – cosas que puedes sentir (¿qué hay frente a ti que puedas tocar?)

    3 – cosas que puedes oír

    2 – cosas que puedes oler

    1 – cosa que te gusta de ti mismo.

    Respira hondo para terminar.

    Desde donde estás sentado, busca objetos con textura o que sean bonitos o interesantes.

    Sostén un objeto en la mano y concéntrate completamente en él. Observa dónde caen las sombras en algunas partes o quizás dónde se forman formas dentro del objeto. Siente lo pesado o ligero que es en la mano y cómo se siente la textura de la superficie bajo los dedos (esto también se puede hacer con una mascota, si tienes una).

    Respira hondo para terminar.

    Hazte las siguientes preguntas y respóndelas en voz alta:

    1. ¿Dónde estoy?

    2. ¿Qué día de la semana es hoy?

    3. ¿Qué fecha es hoy?

    4. ¿En qué mes estamos?

    5. ¿En qué año estamos?

    6. ¿Cuántos años tengo?

    7. ¿En qué estación estamos?

    Respira hondo para terminar.

    Coloca la palma de la mano derecha sobre el hombro izquierdo. Coloca la palma de la mano izquierda sobre el hombro derecho. Elige una frase que te fortalezca. Por ejemplo: "Soy poderoso". Di la oración en voz alta primero y da una palmadita con la mano derecha en el hombro izquierdo, luego con la mano izquierda en el hombro derecho.

    Alterna las palmaditas. Da diez palmaditas en total, cinco de cada lado, repitiendo cada vez las oraciones en voz alta.

    Respira hondo para terminar.

    Cruza los brazos frente a ti y llévalos hacia el pecho. Con la mano derecha, sujeta el brazo izquierdo. Con la mano izquierda, sujeta el brazo derecho. Aprieta suavemente y lleva los brazos hacia adentro. Mantén la presión un rato, buscando la intensidad adecuada para ti en ese momento. Mantén la tensión y suelta. Luego, vuelve a apretar un rato y suelta. Mantén la presión un momento.

    Respira hondo para terminar.