Comunidad

Ordenar por

  • Seleccionado

  • Más reciente

Formato

  • Narrativa

  • Obra de arte

Yo estaba...

La persona que me hizo daño era un...

Me identifico como...

Mi orientación sexual es...

Me identifico como...

Yo era...

Cuando esto ocurrió, también experimenté...

Bienvenido a Our Wave.

Este es un espacio donde sobrevivientes de trauma y abuso comparten sus historias junto a aliados que los apoyan. Estas historias nos recuerdan que existe esperanza incluso en tiempos difíciles. Nunca estás solo en tu experiencia. La sanación es posible para todos.

¿Cuál cree que es el lugar adecuado para empezar hoy?
Historia
De un sobreviviente
🇪🇸

Corazón fuerte

Si alguien quisiera entender quién soy, tendría que saber que… No sabría cómo ni por dónde empezar. Supongo que por la base de todo: mi niñez. Me llamo Name. Nací en Venezuela, pero me crie toda la vida en España, bueno, a partir de los ocho años. Mi niñez… qué decir. Era feliz. Fui feliz. O eso cree uno a esas edades. Mis primeros ocho años en Venezuela. Supongo que fui feliz. Una familia que me quería, un hermano, una mamá… aunque nunca un papá. Mami siempre supo cómo tirar ella sola con nosotros. Siempre me inculcó cosas buenas de mi padre. Incluso me enseñaba cartas y fotos de él. Crecí queriendo a mi padre, aun sin haberlo visto nunca en persona. Tuve un colegio que me gustaba mucho, aunque he de decir que la liaba mucho. Era demasiado ruido para aulas tan pequeñas. Tengo muchos recuerdos bonitos, otros que ahora de adulta sé que no lo fueron. Me dieron todo, tuve todo. A pesar de venir de una familia humilde, nunca me faltó un plato de comida, nunca me faltó amor, nunca me faltó nada. Todo se complica… Cuando cumplo los cuatro años, cuando ya eres un poquito, pero muy poquito, más consciente de la vida, todo se complica. Mamá dejó de estudiar y decidió trabajar. Eso implicaba verla menos. Eso implicaba ser cuidada por otras personas. Eso implicaba muchas cosas. A partir de ahí mi vida se derrumbó. A partir de ahí marcaría un antes y un después. A partir de ahí mi vida en la adultez sería distinta. La gravedad de todo lo vi al crecer. Aunque he de decir que tuve una pequeña reacción siendo tan pequeña. Podría decir que algo dentro de mí me dijo: esto está mal, esto no puede ser así. Siempre he dicho: ¿dónde estaba Dios? Soy creyente, o fui creyente, pero poco a poco todo eso fue desapareciendo. Cuanto más dolor me causaba la vida, más dejaba de creer. No me enrollo más… vamos al principio. Pues sí, tuve una niñez bastante bonita. Aunque la parte mala ahí está, y creo que estará por siempre en mi vida. Supongo que escribirlo me hace sentir un poquito mejor. Recalcar toda mi vida me hace sentir algo mejor. Fui violada. Sí, abusaron de mí siendo tan solo una niña de cuatro años. A partir de ahí me destrozaron la vida. Fui cumpliendo años y eso seguía sucediendo. Supongo que para mí era algo normal. Un niño, al sufrir eso, jamás podría darse cuenta de la gravedad. La persona que se supone que tenía que cuidar de mí era la causante de mis traumas ahora de mayor. Mi hermano y yo, siempre unidos, siempre juntos, mano a mano. Pasó por lo mismo, solo que yo cedía. Cedí muchas veces porque sabía que era la única forma, la única forma que tenía para proteger a mi tesoro más preciado: mi hermano. ¿Dónde estaba mi familia? Éramos tan solo unos niños que necesitaban ayuda de un adulto. ¿Dónde estaban todos? ¿Por qué nunca nadie se dio cuenta? Tan solo necesitábamos a un adulto que nos ayudase. ¿Cómo íbamos nosotros mismos a ayudarnos? Mi vida cambió. Mi tía nos devolvió la vida. La decisión de venir a España cambió nuestras vidas. Era un pequeño viaje. Jamás pensábamos quedarnos aquí a vivir. Ed y yo felices, con nuestra pequeña maleta, sabiendo que algún día volveríamos a Venezuela, que en un mes o así estaríamos de vuelta. Y aquí estoy, veinte años después, agradeciendo día a día la decisión de quedarnos aquí. Ahí empezó mi verdadera infancia feliz. Nos dieron todo. Mis tías nos dieron todo. Nunca había sido tan feliz. Mamá se enamoró. Ahí conoció al que creí mi padre. Es normal, ¿no? Te crías sin una figura paterna y cuando entra alguien en tu vida con tanto amor para darte… cómo no creer que es tu padre. Mil viajes, muchas playas, muchos planes, mucho de todo. Él nos dio tanto. Estuvo en todo. Cómo no haberle querido tanto. El colegio es verdad que no me gustaba tanto. Sufrí mucho bullying. Supongo que no estarían acostumbrados a ver a una niña latina, pelo rizado y rasgos de negra. Esa parte quiero omitirla. La verdad que me marcó demasiado. Pensé siempre que de ahí venía mi inseguridad. Crecí. O eso creía con catorce años. Me creía la reina del mambo. Quería vivir rápido, quería ser adulta, quería hacer mil cosas. Empecé a perderme. A ser una inconsciente con mamá. A ser una rebelde. Cuanto más me prohibían, más quería hacerlo. Creo que fue mi peor época. Nunca me sentí entendida por nadie. Nunca nadie se sentó a explicarme paso a paso cómo va la vida y desde cuándo tenía que empezarla a vivir como una adulta. Mamá lo hizo bien siempre, pero he de decir que no supo lidiar con una adolescente llena de ira, llena de rabia, llena de odio. Fui mi peor versión. Pero era adolescente, ¿quién se da cuenta a esas edades? Porque yo, hasta que no tuve un choque de realidad, no me di cuenta. Mi primer amor… Sí, tuve mi primer amor. Fue lo más preciado que la vida me había dado. Tus primeras veces en todo, tus primeros te quiero, tu primer sentimiento de amor, tu primer todo. Fue un fracaso. Supongo que éramos muy jóvenes e inexpertos. Yo quería más, salir al mundo, conocer gente. No me valía nada. Tuve más de un amor. Con todos fracasé. Pero me quedo con lo que aprendí con cada uno de ellos. Aprendí a saber qué merezco y qué no. Aprendí a quererme un poco más. Aprendí a no tolerar cosas que no. Aprendí a no quedarme con migajas. No sé por qué nunca me fue bien en el amor. Y la poca fe que me quedaba me la destrozaron. Cumplo dieciocho. Por fin mayor de edad. Por fin podría hacer lo que me diese la gana. Eso sentía y eso creía. Me duró bastante la rebeldía. Hasta que… Ocurriría de nuevo. Mamá se separa. Mi vida cambia. Todo cambia. Mi supuesto padre sigue siéndolo. Seguimos queriéndolo como el primer día. Seguimos viéndole. Seguimos todo con él, a pesar de no estar con mamá. Pero tuve un choque con la realidad. Creí que mis parejas me habían roto el corazón, pero creí mal. Él me rompió el corazón. Dejé de creer en el amor. Si la persona que más quería, a quien yo consideraba mi papá, me partió el alma, me partió el corazón… ¿qué iba a pensar del resto del mundo? ¿Cómo debía ser yo? Y llegó ese día, el segundo peor día de mi vida. Sufrí violencia doméstica. Mi supuesto padre fue capaz de destrozarme la vida. Intento de violación. Una vez más sentí ese miedo. Una vez más sentí que la vida se me caía. Una vez más sentí decepción. Una vez más sentí cómo mi corazón se rompía poco a poco. Cómo creer en la gente. Cómo creer en la vida. Nace Brother. Empecé a ver la vida un poco mejor. Brother llega a nuestras vidas, mi pequeño hermano, y cambié por completo. Me dio esa felicidad que no tenía. Me dio esa calma en el alma que yo tanto necesitaba. Verle tan pequeño, tan bonito, esas manitos… Mi hermano me devolvió la vida y las ganas de querer con el alma a alguien. Nunca se lo dije. Es muy pequeño. Pero algún día me sentaré y hablaré con él. Dejé de estudiar. Fui de mal en peor en los estudios y decidí adentrarme en el mundo de la hostelería. Crecí de verdad. Mi mentalidad cambió. Empecé a ser mejor persona con mamá, mejor persona con mi hermano Edy, mejor persona con todos. Trabajar me hizo darme cuenta de cuánto cuesta la vida. De cuánto ha tenido que currar mamá para darnos todo. Trabajar me hizo crecer como persona, como mujer. Pasa el tiempo. Pasa la vida. Y sí, sigo estancada en la hostelería. Pero he de decir que me he ganado todo lo que tengo a pulso. Agradecida de todo lo que aprendí. Sigo con la vida. Sigo con mi vida. Pasa el tiempo. Vuelvo a tener amores que no van a ningún lado. Más decepciones: de familia, de novios, de amistades. Pero supongo que siempre pude con todo. Era como que mi corazón estaba a prueba de balas. Como que algo más ya me era indiferente. Estaba tan acostumbrada a que lo malo me persiguiese que era totalmente normal para mí. Pero oye, que nunca dejé de ser buena. Nunca dejé de tener este corazón tan noble, como dice mamá. Siempre di todo de mí a todos. Siempre fui con mis mejores intenciones. Hace poco leí que las personas que siempre están haciendo la gracia son las que más tristes están por dentro. Nunca algo me había representado tanto. Como digo yo, soy la payasa del grupo. Me encanta ver a mi gente reír a base de mis ocurrencias. Eso me hace sentir un poco menos mal. Eso me ayuda mucho. Me gusta hacer la gracia siempre, porque sí, porque no. Eso me hace olvidar un poco todo. Pasa el tiempo y estoy en calma. Siento que no tendré nada más por lo que sufrir. Y llega un mensaje inesperado… Siempre estuve en contacto con mi padre, ese mismo del que mamá siempre me habló y siempre me inculcó cosas buenas. Le quiero tanto que jamás se me pasaría por la mente odiarle. Y llega un mensaje: “Hola hija, Dios te bendiga. Soy tu papá, el hermano de tu mamá.” Mi mente no entendía absolutamente nada. Papá, mamá, hermano… Pensé que era fake, pero indagué hasta dar con la realidad de todo. Ese día, bendito día, una vez más me vuelven a romper el corazón. Pero esta vez, mi querida mamá. Resulta que ese señor era mi padre de verdad. Resulta que mi mamá no era mi madre biológica. Resulta que toda mi vida crecí creyéndome mentiras. Mi madre biológica me abandonó. Con tan solo un mes de nacida. Me abandonó como un perro. Mi papá, con miedo de la vida, con miedo de seguir con una niña tan pequeña, solo buscó ayuda. Ayuda de sus hermanos. Y ahí entra mi mamá en el plano. Como me dice ella: “Hija, me enamoré de ti. Verte tan pequeña, tan vulnerable, con esa carita, con esa nariz, con esos rizos… cómo no quedarme contigo.” Mamá no me dio la vida. Me la devolvió. Agradezco la vida que me diste, mamá. Para mí siempre serás mi madre. Mi única y verdadera madre. Pero me duele el alma. Todo por lo que tanto había trabajado volvió: mis miedos, mis inquietudes, mis traumas, mis inseguridades, mi rabia, mi ira. Y llegó él. Llegó alguien a mi vida para hacerme entender que la vida no siempre es tan mala. Alguien que me haría entender por qué nunca funcionó con nadie más. Alguien que me daría todo el amor del mundo. Y llegaste tú, justo en el momento que más me dolía la vida. Llegaste y me olvidé por un ratito de todo lo que estaba pasando. Volví a creer en el amor. Volví a creer en que de verdad hay personas buenas con corazones bonitos. A veces siento que no lo merezco. A veces siento que es una trampa de la vida. Me saboteo mucho. No sé cómo asimilarlo. Siento que en cualquier momento todo se romperá. Sentiré miedo. Sentiré angustia .

  • Informar

  • “No estás roto; no eres repugnante ni indigno; no eres indigno de ser amado; eres maravilloso, fuerte y digno”.

    Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇨🇴

    poder seguir adelante y pasar un poco la pagina

  • Informar

  • Historia
    De un sobreviviente
    🇨🇦

    Name, solo tenía 6 años

    Tenía alrededor de 6 años, cierro los ojos y es cómo si volviera a vivir en carne propia el recuerdo, me acuerdo del ruido de la televisión, el olor del desayuno que estaba comiendo, yo solo estaba viendo caricaturas. El, un hombre de alrededor 50 años me cargó y me acomodó en sus piernas, y deslizó su mano por debajo de mis panties, TENÍA 6 AÑOS y ahí empezó mi historia de abusó sexual, una historia que me hubiese gustado no tener que experimentar. Yo hablé ya que mi mamá siempre me había enseñado a que nadie podía tocar mis partes pero en ese entonces mi mamá no tenía los recursos, vivíamos en casa de una prima (la hija de mi abusador) y nadie me creyó, dijeron que era mi imaginación. Otros sucesos pasaron cometidos por la misma persona, me arrebató mi inocencia y me rompió en pedacitos… pese a que yo hablé la primera vez, las otras veces me quedé callada porque nadie me creyó, nadie me protegió y nadie me escuchó más que mi mamá pero en ese entonces ella estaba luchando con un problema de alcoholismo y toda la familia nos dio la espalda. Después de un tiempo dejé de ver a mi abusador pero a los 8 años me volvió a pasar pero esta vez por el esposo de mi tía (la hermana de mi mamá) ellos han sido casados desde que mi tía tiene 16 años hasta el presente. Fuimos de visita a casa de mi tía, era diciembre entonces mi mamá salió con mi tía a comprar cosas para la navidad, yo, mi hermano y mi primo (hijo de mi tía) nos quedamos al cuidado del esposo de mi tía, el en ese entonces era oficial de la policía. Yo estaba jugando con mi primo y mi hermano cuando él me llamó, él estaba sentado en la mesedora viendo las noticias cuando me sentó en sus piernas y yo inmediatamente me paralice puesto que la última vez que alguien me sentó en sus piernas me manoseo, esta vez fue diferente, solo me acaricio las piernas y yo solo sentí cómo algo duro me rozaba mis glúteos, me paralicé y no sabía que hacer, hasta que tuve la fuerza y me bajé. Nunca hablé de mi segundo abusador y nunca lo he hecho, yo ya no vivo en Colombia pero cuando voy me toca actuar cómo si nada aunque por dentro sienta tantas cosas. Por mucho tiempo reprimí todo lo que me pasó, siempre decía que no me afectó y ahora a mis 22 años me está atormentando. Estoy comprometida con el amor de mi vida, siento que ha sido un regalo que Dios y la vida me dio después de tanto tormento pero hay veces que cuando vamos a tener intimidad y me toca siento una rabia en mi, ese tipo de rabia que te dan ganas de pegarle un puño en la cara a esa persona, y no lo entiendo, el no me ha hecho nada? El solo me ha ayudado y me ha tratado con amor y me ha demostrado lo mucho que me respeta y me ama, siempre quise evadir el tema y reprimirlo, no hablar de ello y pretender cómo que no me afectó pero ya llegué a un punto donde me dan unos ataques de ira que ni yo me reconozco, donde termino lastimándome a mí misma o sacando esa ira en mi prometido, hace unas noches por fin en medio de una ataque de ira donde terminé azotandome la cabeza en la pared solo repetía “no me deja en paz, me persigue, sácalo de mi cabeza” estaba en un estado de crisis y mi prometido solo pudo sujetarme en sus brazos mientras me preguntaba quién me perseguía y fue la primera vez que dije su nombre en voz alta, “Name, el hombre que me violo y me robo mi inocencia no sale de mi cabeza” no podía hablar, las lágrimas y gritos de desesperación eran más que las palabras, en ese momento me di cuenta que no importa cuánto allá crecido aquella niña de 6 años sigue dentro de mi, está enojada, está triste y rota. Mi pareja es abogado entonces el fue quien me habló sobre me too movement, me dijo que me hiciera justicia y lo denunciara pero que si no me sentía lista por miedo que navegara las opciones que me too ofrece y que quizá empezara por contar mi historia, por unos días habría la página y solo me quedaba paralizada, pero hoy me anime, ya no merezco ser prisionera de un dolor que no fue mi culpa aunque por mucho tiempo he sentido que lo es, me siento perdida y no quiero que mi pasado defina mi presente, la vida me está dando oportunidades bonitas pero mi abusó sexual no me deja avanzar, cómo me saco esta rabia que siento por dentro? Porque me volví un ser tan agrio y amargo, porque me enojo por todo? Porque no puedo disfrutar la intimidad con mi pareja si es delicado conmigo? Parece que entre más delicado es más rabia siento por dentro. Me siento muy sola y perdida. Quiero este dolor fuera de mi

  • Informar

  • Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇪🇸

    Contar eso sin derrumbarme

  • Informar

  • Cada paso adelante, por pequeño que sea, sigue siendo un paso adelante. Tómate todo el tiempo que necesites para dar esos pasos.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇨🇴

    No tengo recuerdos claros y siento mucha culpa

    Mi historia es un poco larga. Cuando tenía 15 años o 16 años, vino a mi mente el recuerdo de cosas que habían ocurrido cuando yo tenía entre 4 y 5 años. Dos tíos abusaron de mí. Los recuerdos sobre esto nunca han sido claros y ahora, muchos años después, todo se ha vuelto más lejano y confuso y he dudado varias veces de mí misma y de mi historia. Hay otras cosas que pasaron en mi infancia que sí recuerdo con más claridad: cuando tenía entre 7 y 8 años, vi a mis papás teniendo relaciones sexuales a mi lado (esa noche me había pasado a dormir con ellos en su cama). Tiempo después, se repitió la situación, pero con mi padrastro y mi mamá. También cuando tenía entre 7 y 8 años, estaba revisando unos CD'S en el DVD que había en la casa para marcarlos según el género musical o según la película que fuera. Uno de los CD'S, era una película porno. Como casi siempre, me encontraba sola en mi casa, entonces la vi completa. No recuerdo si me masturbé. Sé que desde muy niña me frotaba con peluches, muñecas y otros objetos, aunque sin mucha conciencia de lo que hacía, pero estaba presente el miedo a ser vista. Hay algo que me atormenta en este momento: cuando tenía 6 o 7 años, mi prima (ella un año mayor) y yo jugábamos a imitar algunas posiciones de un libro de kamasutra que había en su casa. También tengo leves recuerdos de una vez que, mientras nos bañábamos, frotamos nuestras partes íntimas. No sé si esto se dio en el marco de una curiosidad bilateral y por el contenido del libro al que habíamos estado expuestas o si fui yo quien generó la situación y la persuadió a ella de hacerlo o si la manipulé. No recuerdo que haya sido así, pero me da miedo que sí. ¿Y si imité lo que hacía mis tíos conmigo o lo que vi en contenido al que estuve expuesta? Siento miedo, culpa y vergüenza. Además, hace medio año, recordé que cuando tenía 10 años y cargué a mi hermanita en mi piernas (que estaba como de un mes), sentí un estímulo placentero en mi zona íntima por el contacto. Cuando esta imagen vino a mí (tampoco fue clara, como mis otros recuerdos) sentí culpa, pero no escaló a más porque entendí que fue una reacción física y nada más. Pero luego no podía dejar de pensar en ello y me cuestionaba si había prologando o intensificado el contacto y sentí muchísima culpa, asco y vergüenza. Fue tan fuerte, que tuve un episodio de TOC y siento que aún no he podido salir de ahí, porque ahora me inundan las dudas sobre lo sucedido con mi prima.

  • Informar

  • “Para mí, sanar significa que todas estas cosas que sucedieron no tienen por qué definirme”.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇨🇦

    Sobreviviendo a una violación en grupo

    El año pasado me violaron en grupo. Tengo un zumbido en los oídos llamado tinnitus que no ha parado desde entonces. Tengo pesadillas. Volé con mi madre a una boda en el extranjero. Estaba emocionadísima. Ella estaría ocupada con sus amigos y su prima, y yo podría pasar tiempo con mi genial prima segunda, dos años mayor que yo. Después de la cena de ensayo, salimos. Fue divertido porque allí no tenía permiso para beber, aunque la edad legal era menor que en mi provincia, pero no revisaban la identificación. No bebí mucho porque no era lo mío y tenía novio, pero pude ir a algunos bares y luego a una discoteca pegada a un hotel. Nos divertimos muchísimo hasta que conocimos a dos soldados uniformados que eran guapísimos y nos separaron de sus amigas por nuestro aspecto. Mi prima es guapísima. Tenían una habitación privada en la discoteca y había varios soldados y también dos prostitutas. A esas prostitutas definitivamente les disgustaba que estuviéramos allí. Quería salir de todas formas, y las chicas guapísimas que nos invitaron fingieron entendernos y nos sacaron de allí. Estúpidamente, dejamos que nos llevaran a su habitación de hotel, donde dejaron de lado el rollo romántico y nos obligaron a desnudarnos al ritmo de la música. Nos enseñaron una pistola que tenían en un cajón. Estaba aterrorizada. Nos obligaron a tumbarnos boca abajo, inclinadas sobre la cama, una al lado de la otra, y así tuvieron sexo. Se intercambiaron como si fuéramos intercambiables antes de acabar dentro de nosotras sin protección. Nos tomamos de la mano. Yo lloraba mientras mi prima intentaba ser fuerte y animarme. No nos permitieron salir y nos escondieron la ropa. Antes de quitarnos los teléfonos, tuvimos que escribirles que nos quedábamos en casa de un amigo de mi prima. Luego llamaron a otros dos soldados, uno de ellos un tipo alto, moreno y enorme, con músculos de culturista. Fue un desastre conmigo. Nos hicieron bailar y luego tuvimos que usar la boca con las chicas que nos habían atraído allí mientras las otras dos tenían sexo con nosotras. Vomité y mi prima lo limpió, pero luego empezó de nuevo. Tenían cocaína y nos obligaron a esnifarla de sus partes y a esnifarla de nosotras. Vino otro y creo que solo fueron esos cinco durante la noche, pero no paraban de violarnos y obligarnos a hacer cosas incluso cuando nos desmayábamos. Me hubiera gustado estar más inconsciente, pero la cocaína te despierta tanto. Quiero recordar menos y pensar menos en todo. Nos duchamos muchas veces. El moreno grande se orinó encima de mí y en mi boca, en la ducha. Lo hizo más de una vez como si yo fuera su retrete. Los otros hombres incluso tuvieron que decirle que se calmara cuando me hacía gritar, me gustaban sus dedos y me los metía en el culo, pero no cuando me hacía arrastrarme como un perro usando mi pelo como correa. Recuerdo que uno de ellos llamó a sus amigos para decirles que subieran el volumen de la televisión al máximo para ocultar el ruido en nuestra habitación. Vieron las noticias deportivas en la televisión. Hicieron que mi prima y yo nos besáramos y cosas así. No podía fingir que era una fiesta divertida como mi prima hacía a veces y me animaba a hacer. Intentó desviar parte de su atención de mí una y otra vez. La amo por eso, pero no me dejaron en paz. Estaban obsesionados con mi pecho. No les importó que estuviera obviamente angustiada y enloqueciendo, ni que en mi país me faltaran tres años para la edad de consentimiento. Ahí estaba, la edad mínima. Nos despertamos por la mañana en una de las camas, solo los dos soldados durmiendo en el suelo. ¡El negro se había ido! Volvieron a tener sexo con nosotras y otro hombre mucho mayor, al que llamaban SIR, entró y tuvo sexo con nosotras, pero sobre todo conmigo. Lo animaron y me dolía la cabeza y lloraba, y pareció durar una eternidad. Finalmente recuperamos la ropa, pero nos llevaron a un brunch con su ropa habitual. Me enseñaron fotos en sus móviles que parecían divertidas y nos advirtieron de lo mal que estaría si decíamos algo diferente a que habíamos tenido una buena fiesta. ¡Una buena fiesta en el infierno! Antes de eso, solo había tenido sexo con mi único novio. ¡Una noche infernal y ahora mi número era siete! Tuvimos que empezar a prepararnos para la boda de inmediato y estaba agotada. Mi prima me escondió y me eché una siesta con vestido, peinado y maquillaje hasta el último minuto. Lloré en la ceremonia, pero no en la boda. Tenía tanto dolor de vagina, músculos y cerebro que me emborraché tanto en la recepción que apenas recuerdo nada. Fue parte del viaje en avión a casa. Le conté la verdad a mi madre al volver y se puso como loca, al igual que mi padre. Intentaron llamar allí, al hotel y a otros sitios, pero la policía no hizo nada. Vi llorar a mi padre por primera vez mientras le contaba toda la historia. Mi novio no lo soportó y me dejó. Voy a terapia de grupo. Tomo una pastilla todos los días y ahora tomo benzodiacepinas para la ansiedad. Intento ocultar mi pecho grande bajo ropa holgada, cuando antes lo usaba para llamar la atención. ¡Qué idiota! Mi prima no parece tener los traumas ni las pesadillas que yo tengo. En su país, terminan la secundaria hasta dos años antes que nosotros y los tratan como adultos antes. Una vez le dije cosas malas por eso. Me perdonó, pero hablamos mucho menos desde que le pregunté si siempre tenía sexo grupal. Me sentí fatal porque incluso dejó que tuvieran sexo anal con ella para alejarlos de mí. Se notaba que le dolía mucho, pero en ese momento solo pensaba en mi propia supervivencia. Mi infancia se acabó, pero no me siento adulta. Su consejo es: «No dejes que te deprima». ¡Como si tuviera otra opción! Fue a terapeuta una vez porque su madre pidió cita y no piensa volver. ¡Su vida no cambió en absoluto! Trabaja en recepción en una empresa de tecnología y, además, modela, y sigue yendo a fiestas, clubes y citas. ¿Cómo? Es increíble cómo la actitud ante algo así puede ser tan diferente en distintos países. Ahora soy una víctima y suelo sentirme así. Definitivamente dañada. Todos en mi escuela saben por qué. Soy ESA chica. Mi nuevo novio, más maduro, es comprensivo, pero me siento como una pequeña carga triste para él. A veces soy hipersexual y no puedo evitarlo. Es un mecanismo de afrontamiento que les ocurre a algunas víctimas de agresión sexual. No lo busqué. Me preocupa que mi novio no confíe en mí por eso. Un amigo mayor, mi vecino desde hace años, se aprovechó de mí después de que le conté lo que pasó en su casa. Tuvimos sexo y luego se sintió culpable por excitarse con mi historia de violación. Lo admitió y me pidió perdón. El sexo me ayudó a calmar el zumbido de oídos por breves periodos, así que lo hice con él más de una vez al día durante un tiempo hasta que mi padre empezó a sospechar algo y habló con él. Desde entonces, no confío en mí misma. Quiero casarme con mi novio, en gran parte, solo para protegerme y demostrarle que lo amo y soy leal, aunque no estoy segura de poder serlo. Me preocupa no poder amar como una persona normal. Me preocupa alejarlo por ser demasiado dependiente y querer casarme con él tan pronto. Lo necesito más de lo que él me necesita a mí. ¿Será así siempre en las relaciones de las víctimas de violación? Me esfuerzo mucho en la escuela para no arruinar mi futuro. Es muy difícil concentrarme. Me zumban los oídos constantemente. Gracias por escuchar.

  • Informar

  • Todos tenemos la capacidad de ser aliados y apoyar a los sobrevivientes en nuestras vidas.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Sobreviviente de abuso sexual de Virginia Occidental, 12 años, 1979

    era el verano de 1979, no tenía clases, mamá, papá y yo fuimos a ver a mis abuelos por una semana, en tridelphia, virginia occidental, yo tenía 12 años, hicimos una barbacoa y cenamos al aire libre, mis abuelos vivían en las colinas donde tu vecino más cercano estaba al otro lado de la carretera interestatal, así que estabas básicamente aislado de la gente, nombre y su esposa vinieron de buffalo para ver a mi abuela porque ese era su lado de la familia, así que me disculpé de la mesa porque quería estirar las piernas y dar un paseo por el bosque para ir a ver los ciervos, escuché pasos detrás de mí nombre se me acercó, me tomó del brazo y se adentró más en el bosque para que nadie pudiera ver lo que estaba a punto de suceder, me hizo quitarme la ropa y comenzó a sentir mi cuerpo desnudo, luego se bajó los pantalones y los bóxers para intentar hacerme tragar su pene, durante esto comenzó a sentir mi cuerpo desnudo y mis genitales y me dijo así es como la gente tiene sexo, Entonces me dijo no te atrevas a contarle esto a tus padres o abuelos o diré que mientes, al día siguiente me encontró detrás de la casa viendo pasar los camiones de 18 ruedas por la interestatal, luego me llevó al sótano me hizo desnudarme y me hizo empezar a masturbarme bueno, menos mal que me detuve antes de eyacular porque el suelo del sótano era de tierra y había salido esperma de mí y la abuela vio que el suelo estaba mojado me habría preguntado qué pasó aquí abajo y nunca podría mentirle a mi abuela por nuestro vínculo especial, una vez que me vestí caminé y esparcí tierra en el suelo para cubrir mis huellas descalzas para hacer como si nada hubiera pasado durante todo esto nombre y su esposa se quedaron en el Ramada Inn al final del camino de la casa de mis abuelos mis padres y mis abuelos, ni mis tías nunca supieron nada de esto por la vergüenza y la culpa que sentí, desearía haber dicho algo ese bastardo enfermo habría muerto en prisión, pero ahora está muerto, así que nunca más tendré que preocuparme por su lamentable trasero de nuevo.

    Estimado lector, esta historia contiene lenguaje autolesivo que puede resultar molesto o incomodo para algunos.

  • Informar

  • “Estos momentos, mi quebrantamiento, se han transformado en una misión. Mi voz solía ayudar a otros. Mis experiencias tenían un impacto. Ahora elijo ver poder, fuerza e incluso belleza en mi historia”.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇦🇺

    #1692

    En marzo conocí a alguien. Para el verano, ya éramos amigos, de esos que comen juntos y ven anime los fines de semana. Nunca hubo indicios de algo más. Entonces, una noche de agosto, una botella de bourbon y un juego de verdad o reto desdibujaron los límites que creía sólidos. La conversación se volvió íntima, y luego llegaron los retos. Lo que empezó con un beso se convirtió en algo que no quería. Recuerdo haber dicho "no" muchas veces, con las manos apretadas contra la ropa como límite. Me decían "no es sí". En mi estado de ebriedad, mi resistencia fue vencida. Me aferré a una idea clara: nada de penetración. Esa línea, al menos, no se cruzó. En los días siguientes, hice todo lo que debía hacer. Recurrí a todos los recursos disponibles. Tomé la pastilla de emergencia. Llamé a 1800RESPECT y SARC, buscando apoyo en un idioma que no es el mío. Estoy esperando exámenes médicos. Devoré "Know My Name" de Chanel Miller, encontrando consuelo en una historia que reflejaba mi propia confusión. Hablé con IA, analizando incansablemente cada emoción, intentando encontrar la manera de salir de este dolor. Encontré el coraje para llamar a una amiga y decir las palabras en voz alta, y su fe en mí fue un ancla. Y, sin embargo, una voz persistente aún resuena en los momentos de silencio: ¿Reaccioné de forma exagerada? ¿De verdad fue tan malo? Él fue amable una vez. Esta duda es un fantasma, y me persigue junto con la pesada carga de mi historial de depresión, que hace que todo se sienta mucho más pesado. He tomado una decisión que me trae a la vez alivio y profunda tristeza. Probablemente presentaré una denuncia, pero no creo que solicite una investigación completa. He llegado a la silenciosa y dolorosa comprensión de lo difícil que es probar una violación sin pruebas concretas, de cómo el sistema a menudo no imparte justicia. Me rompe el corazón por todas mis hermanas que han estado en esta misma situación, que han elegido priorizar su propia supervivencia sobre una lucha que saben que no pueden ganar. Así que, por ahora, elijo luchar por mí misma en lugar de contra él. Mi acto de rebeldía no está en un tribunal; está en mi propia sanación. Está en creer en mí misma cuando el mundo me enseña a dudar. Está en reconocer que, incluso sin justicia legal, lo que me sucedió fue real, estuvo mal y mi dolor es válido. Elijo cuidar de la persona que más importa en esta historia: yo.

  • Informar

  • “Sanar significa perdonarme a mí mismo por todas las cosas que pude haber hecho mal en el momento”.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Amargo

    Amargo. A veces llega a chorros de sol. Abrazos cálidos, acogedores y amorosos de serotonina irradian la pura belleza de lo que parece ser la fijación de una vida feliz. Tan cerca que apenas puedo saborear el amargo recuerdo de la •víctima• en el fondo de mi garganta. En estas raras ocasiones, cada persona dirigida desde mi perspectiva es casi perfecta, tanto que ya no envidio su •normal•. Siento que quiero volver a ser sociable, me animo a cambiar para mejor, porque ya no me veo como una víctima de abuso sexual, ¡estoy curada! Me digo a mí misma. No, ya no necesito recuperarme. No, no necesito que me tranquilicen. ¡Claro que no! Tonta. No, no me molesta cómo se te acaban de levantar las cejas ligeramente a la izquierda. No, no afectó en absoluto mi deseo de complacer a la gente. No, no busco maneras de evitar que tú u otros me abandonen. Soy igual que tú. Feliz. Sana. ¡Sanada! Mi abuso no me ha influenciado en lo más mínimo. Estoy. ¡Bien! La negación es un secreto bellamente vestido, ¿no? Hasta que la celebración termina y la oscuridad vuelve a envolverme. Una vez más me enfrento a las sobras de una comida inolvidable que preferiría no terminar. Sabía que no debí haber organizado esa cena. Demasiados secretos, poca gente a la que alimentar. Observo cómo mi Trauma se derrama sobre la porcelana del domingo, desbordando rápidamente sus copas de cristal, los cubiertos cayendo al suelo, pero ni una sola silla se ha vaciado. Porque mi fiesta aún no está llena. Eso es lo que pasa con una persona no sanada. Algo siempre. Quiere. Más. Esforzándome al máximo por mantener la compostura, puedo ver mi pasado doblando las piernas a un lado como señal de que debe irse, justo cuando la inestabilidad responde con un silbido de vergüenza por ser demasiado ruidosa. Cada parte de mí lucha por ser escuchada en el fondo de mi mente. Agotada, retrocedo. Reconociendo esto, claramente ya no me da la bienvenida quien soy. Porque nunca fui invitado, para empezar. Agarro el miedo con fuerza. Verás, el miedo siempre está ahí para mí. Me protege. Es mi mejor amigo. Y hasta que encuentre la manera de dejarlo ir, siempre serviré el trauma como plato principal a aquellos cuyas bocas nunca merecieron el sabor de un recuerdo amargo.

  • Informar

  • Historia
    De un sobreviviente
    🇦🇺

    1 de cada 3, no es para MÍ.

    Hace 10 años, mi cuerpo hizo algo asombroso. Me separó de mí misma para que no experimentara directamente (sígueme) el trauma de lo que le estaba sucediendo. A esto le llaman disociación. No ha sido hasta 10 años después, años de revivir, recordar y re-trauma traumático, que he comenzado a apreciar, agradecer y comprender este mecanismo que el sistema nervioso nos brinda en nuestros momentos más oscuros. Es un mecanismo de protección del alma, a menudo nos mantiene vivas (a quienes lo logramos), y aunque puede llevar años darnos cuenta de esto o incluso considerar la idea de que fue por nuestra propia supervivencia, en lugar de una huida forzada, ha sido la parte más hermosa de mi sanación. Permítanme compartir lo que sucedió. Hace diez años (no se me permite hablar públicamente de mi edad, mi antiguo empleador ni su nombre), pero puedo decir la verdad sobre todo lo demás; hace diez años, trabajaba para una empresa tecnológica. Estaba dominada por hombres, era competitiva y apenas hostil. Sentía ansiedad todos los días que iba a trabajar, empezando en mi primera semana cuando mi entonces jefe me exigió que no considerara tener hijos durante al menos los próximos dos años, si me tomaba en serio mi carrera... Esa primera semana debería haber sido mi canto del cisne, y me fui. En cambio, y de forma algo predecible (basándome en mi personalidad, naturaleza y vulnerabilidad), se aprovechó de la incomodidad que percibió en mi respuesta y fui con entusiasmo a trabajar para "probarme a mí mismo". Era exactamente lo que quería que hiciera... Había trabajado con esta persona antes, durante muchos años, pero nunca directamente. Mi percepción de él estaba teñida solo por lo que había visto previamente y nadie me había advertido de que fuera peligroso. De hecho, mi incorporación a la empresa fue facilitada por amigos que también compartían la percepción de que esta persona era exitosa, cariñosa y un "hombre de familia". Ellos, como yo, estaban muy equivocados. Durante los siguientes casi 15 meses, mi exempleador me acosó, manipuló, menospreció, abusó verbalmente, me tocó físicamente (en la oficina), me violó visualmente, me auditivamente (sí, resulta que esto existe), me violó oralmente, con los dedos y, finalmente, me penetró. Me aisló de mi pareja y mis amigos, me exigió más que nunca, todo mientras me menospreciaba o me exaltaba lo justo para que me confundiera, perdiera la capacidad de discernir entre A y B, y hiciera todo lo que me pidiera. Lo hacía mediante múltiples mecanismos, pero el principal era el narcisismo maligno y el desequilibrio de poder. Me recordaba lo estúpida que era hasta que empecé a creérmelo, me miraba fijamente (como si fuera una presa) durante las reuniones, con tal descaro que casi no le importaba si alguien se daba cuenta. Se acomodaba (a propósito) debajo de las mesas de la sala de juntas, provocándome sin palabras para ver si respondía, si me derrumbaba o si hablaba. Nunca lo hice. Renuncié tres veces antes de que finalmente me "dejara ir". Para entonces, él ya estaba "entrevistando" a posibles parejas en mi nombre, haciendo planes para enviarme al extranjero donde pudiera "verme cuando quisiera" y tomando el control de mis finanzas "mediante bonificaciones monetarias" o incentivos por mi rendimiento laboral. Se había hecho cargo cuidadosa y metódicamente de cada aspecto de mi vida, incluyendo mi propia voluntad. Pero tengo que agradecerme a mí misma y a algunos ángeles por mi escape. Para entonces, estaba tan destrozada que me volví paranoica, con pensamientos suicidas y apenas podía funcionar. Mientras tanto, él se comportaba como si yo no fuera nadie y, al mismo tiempo, decía cosas como "Eres más hombre que yo...", obviamente representativas de la valentía que tuve al escapar, pero también de la determinación de hacer lo necesario para sobrevivir. Desde entonces, he validado mi historia de muchas maneras: 1) Acudí a la comisión de derechos humanos. El proceso, aunque desgarrador y no centrado en la supervivencia, fue una forma de validar mi experiencia primero. Me llevó diez años, enfermarme gravemente (y quedar discapacitada) para tener el coraje de hacerlo. Durante este proceso, tuve que enfrentarme a él virtualmente (gracias a la COVID, otro ángel), y no pude hacerlo. Sentí náuseas, mi sistema nervioso no podía decirle a mi cuerpo que habían pasado 10 años; solo tenía músculo, nervios y neuronas de memoria, y fue retraumatizante. Lo llevé al límite y me dieron la oportunidad de escalar. 2) Acudí a un abogado, varios, de hecho, pero al final no me ayudaron mucho. Consiguieron lo que necesitaban y pude contactar con una asesora legal de voz suave que me ayudó a contar mi historia con detalle. Me defendieron lo mejor que pudieron, pero al final un abogado poco empático me impidió llevarlo a los tribunales. Durante este proceso quedó claro que tampoco era un asunto civil, sino penal, así que, para empezar, no iba por buen camino. Sabía por experiencia propia, incluso antes del movimiento #METOO, que iba a ser muy difícil demostrar lo que me pasó. Que iba a ser mi palabra contra la suya. Aquí es donde terminan la mayoría de las historias... PERO no es donde terminará la mía. Creo que la razón por la que la mayoría de las mujeres, en particular, no cuentan ni comparten sus historias, ni responsabilizan a sus agresores, es el miedo. En muchos sentidos, se debe a que nos culpamos, a que nos fijamos en nuestras propias deficiencias como la razón de por qué nos sucedieron estas cosas. ¿Qué hicimos mal en ese escenario? Nada. No hicimos absolutamente nada malo. Nuestro único problema o culpa radica en existir. Y adivina qué, eso no es culpa nuestra. Lo voy a decir de nuevo: Nosotras. No. No. No. No. No. Lo que pasó no te pertenece. Le pertenece a la persona que lo hizo. Quienes a menudo son tan cerrados a su propia disfunción que ni siquiera se dan cuenta de que lo que hacen no está bien. Así que lo hacen, sin pensar, centrados solo en la autogratificación. Es como un animal, no como un humano. Así de roto, desalmado y miserable debe estar un ser humano para infligir semejante horror a otro. Y le sucede a 1 de cada 3 mujeres en el trabajo. Peor si eres una mujer de color, peor si eres una mujer de ascendencia hispana o indígena en Australia. He decidido que se acabó el tiempo para separar mi alma de mi cuerpo para sobrevivir. De hecho, como mi sistema nervioso se ha deteriorado después del parto y he recurrido a cuidados paliativos, ahora me he enfrentado a la muerte muchísimas veces. Muerte física real. Las ECM o experiencias cercanas a la muerte me han enseñado que sobrevivir, vivir, es una elección. Podemos elegir ser definidos por nuestras experiencias, como las únicas en las que nos centraremos por el resto de nuestras vidas, atormentados por fantasmas del pasado. O podemos decir nuestra verdad, tan alto que ahogue todas las demás voces. Podemos trabajar juntos, podemos crear algo juntos, podemos hacer que las cosas sean diferentes a las que nuestro pasado nos marcó. Nadie puede poseernos, no importa cuánto te infecten a ti y a tu mente. En muchos sentidos, he tenido suerte. La suerte de haber tenido la oportunidad de sobrevivir a tanto trauma y seguir de pie (con mi bastón favorito, por supuesto) para pasar el tiempo que pueda con mi familia. O meditando, o en silencio. Él no podrá tocar eso, ni a mí, nunca más. Y mi decisión es no contar lo que pueda sobre mi historia, a quien quiera escucharla, tan a menudo como sea necesario, hasta que mi historia quede ahogada por voces de «no, para o llamo a la policía». Y nuestros niños y niñas están tan predispuestos a evitar a estas personas, que simplemente no les sucede. Nuestras historias pueden habernos dejado indefensos, mientras sucedían. Pero el verdadero milagro es que tenemos herramientas de supervivencia innatas, ahí para protegernos, incluso en esos momentos, disociando nuestras almas de nuestros cuerpos y flotando (en mi caso, mientras la silla estaba en la esquina de la habitación), o por una ventana o por el techo. No tenía que estar realmente allí para «sentir» lo que me estaba sucediendo. Tuve suerte. Ahora tengo la increíble oportunidad de reencontrarme con mi cuerpo, con mi alma completa, y puedo desentrañar y reconectar, lenta y cuidadosamente, ese trauma de mi vida. Creo que eso nos convierte en verdaderos supervivientes. Y es un regalo. Gracias por dejarme compartir. Por favor, comparte tu historia también; cuanto más la cuentes, más fácil será desahogarte en cuerpo y mente. Besos. name (también conocido como sharky) o Mamá Sharky.

  • Informar

  • Historia
    De un sobreviviente
    🇮🇳

    Compartir para arrojar

    Visité este sitio hace poco. Me sorprendieron los incidentes compartidos; nunca supe que existía una comunidad que compartiera incidentes tan cercanos, personales y difíciles de reconocer. Sé lo que cuesta aceptar lo sucedido y no compartirlo con tanta gente. Estoy orgullosa de los supervivientes y les deseo mucha fuerza y poder. También quiero agradecer a la persona y al equipo que están detrás de esta iniciativa. Las historias que leí me hicieron darme cuenta de que me debo un favor y me ayudaron a superar la vergüenza y el sufrimiento que he padecido durante casi 10 años. Así que aquí voy. Siempre me ha gustado mucho la pareja de hermanos; el cariño, la diversión y la protección que se brindan es inigualable. Al no tener hermanos, siempre lo he anhelado. Tengo un primo 8 años mayor que yo; hemos hecho pocos viajes familiares y él solía visitarnos en casa siempre que podía. Todos lo querían; en resumen, nuestras familias son muy unidas. Hace unos diez años, cuando tenía 14 o 15 años, él estaba de vacaciones largas, solíamos vernos con mucha frecuencia y desarrollamos un vínculo al que siempre aspiré. Lo quería como a una hermana y era muy cariñosa. Él también lo era. Empezó a prestarme atención, siempre que necesitaba ayuda no me la pedía a nadie más que a mí y yo estaba más que feliz de proporcionarle "cualquier cosa que pidiera" siendo su hermana pequeña. Visitamos la casa de un pariente durante unos días. Todos dormíamos juntos y compartíamos mantas. Fue entonces cuando me tocó inapropiadamente, me metió la blusa debajo de la manta y puso su mano fría sobre mi estómago desnudo, aunque me sentí incómoda pero pensé que hacía mucho frío afuera y que no era nadie más que mi querido hermano, así que no reaccioné y actué como si estuviera dormida. Nuevo día, nuevos recuerdos y todo sobre la noche anterior se había ido. Esa noche todos dormimos en el mismo orden. Todos dormíamos y, mientras dormía, sentí una mano desabrocharme la camisa por el escote. Apoyó una parte de sus manos en mi pecho desnudo. No supe qué hacer, así que cambié mi postura deliberadamente, dándole la espalda y fingiendo dormir como si nada. Supe entonces que no era apropiado, pero no lo detuve. Al día siguiente, recuerdo que me preparé mejor (me puse una capa extra de suéter y me la abotoné hasta el cuello) para evitar que se me acercara mientras dormía. Ese día no lo recuerdo con claridad, pero probablemente intentó sin éxito y, en su desesperación, intentó meter las manos dentro de mi ropa desde otra parte, pero yo me resistí, quedándome rígida en mi postura. Luego intentó presionarme, a lo que cedí, y es posible que lo consiguiera. No recuerdo mucho de esa noche, pero no fue una actuación seria. Él cruzó sus límites el otro día cuando yo estaba dormida con mi cabeza fuera de la manta y sentí que algo pasaba dentro de la manta lo vi dentro de la manta con mi blusa levantada y él estando muy cerca de mi pecho. No sé si me lo estoy inventando pero creo que lo vi mirando mi cuerpo desnudo con la luz de la pantalla de su teléfono. Me asusté mucho, ya que otros también estaban durmiendo en la misma habitación junto a nosotros. Rápidamente intenté cambiar mi postura y acomodarme a mí misma y a mi manta como resultado de lo cual él se asustó y me dio la espalda y se mostró como si estuviera dormido. Estuve despierta toda esa noche. Tenía miedo. Tenía vergüenza. Tenía vergüenza. Quería llorar. No podía entender nada. No podía hacer contacto visual con él. No fui yo misma durante los siguientes 2-3 días, sentí como si él también estuviera avergonzado de su acto. En una semana todo volvió a la normalidad entre nosotros y volvimos a nuestra casa compartiendo el mismo vínculo de hermanos de antes. A medida que pasaban los días, empezó a pedirme con ternura que durmiera a su lado cuando ninguno de los mayores estaba cerca, y aunque sabía a qué se refería, cada vez seguía sus palabras sin pudor y terminaba con sus dos manos agarrando mis pechos desnudos y vestidos bajo la manta mientras fingía dormir. Solía lamerme la cara y las orejas mientras dormía. Durante las pijamadas de mis primos, si acaso dormía lejos de él, me acercaba más o cambiaba de lugar a mi lado para tener sus manos sobre mí. Dejé de sentirme culpable o avergonzada en aquellos días. No sé por qué lo dejaba hacer todo entonces. Por qué no me resistía, en cambio, cedía ante sus manos. Solía amarlo incluso después de todo lo que me hacía, anhelaba sus visitas. Luego, después de 2 años, sus visitas se volvieron raras y ahora tenía miedo de sus actos en presencia de otros, así que una vez me resistí firmemente y no dejé que me acercara más a él, desde ese día sus actos cesaron, nunca hizo ningún avance después de eso hasta donde recuerdo. Pero aún así no tenía malos sentimientos por él. Luego, después de un intervalo de 3 años más o menos, todos asistimos a una función familiar donde pasamos tiempo juntos. Aunque dudé de él al principio, pero en pocos días me acerqué a él por otra vez. Compartimos la misma cena, nos cuidamos mutuamente, nos ayudamos mutuamente, nos convertimos en un equipo, bromeamos, reímos, hicimos clic en fotos y creamos recuerdos, fue para mí el vínculo hermano-hermana perfecto. Al día siguiente, cuando todos estábamos muy cansados después de la función, estábamos descansando en una habitación con él a centímetros de mí. Esta vez fui yo quien lo busqué y lo alcancé con sus pies al alcance de mi mano. Aunque instantáneamente volví a poner mis manos sobre mí, pero recuerdo que él revisó de quién eran las manos y me encontró en la más cercana. Ninguno de los dos dijo nada entonces porque estábamos cansados como el infierno. Después de ese incidente estuve en un bucle de flashbacks durante meses, mi estado mental fue golpeado gravemente, comencé a analizar cada acto de él repitiéndose en mi cabeza, podía sentir sus manos sobre mi pecho, su abrazo sobre mi pecho, sus besos húmedos sobre mis orejas. Solía llorar todo el día, comencé a estar sola todo el día, limité mis interacciones guardadas para las necesarias, todo el tiempo sin que mis padres y mi hermana me notaran. Solía poner cara falsa para el mundo, me enjuagaba la cara todo el día para que no me pillaran llorando. No podía encontrarle sentido a nada, me sentía completamente sola. Sentía algo vaciándome por dentro. Todo se iba a derrumbar si no hacía nada por mí misma, tal vez defenderme. Decidí confrontarlo a través de un mensaje de texto. No estaba enojada con él por el mensaje, lo escribí; quería decirle que algunas de sus caricias no eran apropiadas, así que, como su hermana, debo hacerle saber cuáles son las buenas y las malas. A lo que respondió con un emoji de culpa. Pensé que ya había terminado, al menos él sabe que no tenía razón. En ese momento quise que todo terminara y que siguiéramos siendo los mismos de siempre, con mi amor por él. Pero con el paso de los días, hubo un cambio de emociones incontable, del amor al cariño, al perdón, a la ira, al odio, y a lo que sea. Le escribí de nuevo con todo mi resentimiento hacia él, se disculpó por sus actos y me pidió que le escribiera (nunca podría haber hablado de todo esto por teléfono) cuando quisiera. Pensé: «Vale, al menos puedo compartir con él lo que no podía con nadie». Cada día que pasaba, empecé a odiarlo aún más; intenté no quedarme sola con esos pensamientos mucho tiempo. Empecé a evitarlo, dejé de llamarlo y de escribirle. Lo conocí en todos estos años en pocas ocasiones y me aseguro de nunca estar cerca de él, mantengo mi distancia segura y no permanezco mucho tiempo a solas en su presencia. Puede que esté hablando con él por llamada en presencia de todos, pero sé que lo odio. Nunca lo perdonaré ni me perdonaré a mí misma. Sí, lo odio, pero me odio más a mí misma. Me hace pensar que yo también estuve involucrada. Yo también tuve la culpa. Soy culpable. Debí haber obtenido placer de sus actos y por eso no me opuse firmemente a él en el primer encuentro. Todo ahora parece muy evidente, ¿cómo no pude ver y entender sus intenciones? No era una niña pequeña. ¿Por qué dejé que continuara con sus actos durante tanto tiempo? No tengo una respuesta clara a ninguna de estas preguntas. Estoy harta de todo esto. Estoy tratando de tener paz y vivir con estos aburridos flashbacks que me hacen sentir remordimiento cada vez que se pasan las páginas del pasado.

  • Informar

  • “A cualquiera que esté atravesando una situación similar, le aseguro que no está solo. Vale mucho y mucha gente lo ama. Es mucho más fuerte de lo que cree”.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    La curación es posible

    Healing is possible
  • Informar

  • Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇨🇦

    Sanar es perdonarte a ti mismo pero no a ellos.

  • Informar

  • “Puede resultar muy difícil pedir ayuda cuando estás pasando por un momento difícil. La recuperación es un gran peso que hay que soportar, pero no es necesario que lo lleves tú solo”.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇧🇩

    Una vida de infierno no es sólo en el infierno

    A life of hell , isn't just in hell
  • Informar

  • Mensaje de la Comunidad
    🇺🇸

    A todos los sobrevivientes aquí: los vemos, los escuchamos, les creemos.

  • Informar

  • Bienvenido a Our Wave.

    Este es un espacio donde sobrevivientes de trauma y abuso comparten sus historias junto a aliados que los apoyan. Estas historias nos recuerdan que existe esperanza incluso en tiempos difíciles. Nunca estás solo en tu experiencia. La sanación es posible para todos.

    ¿Cuál cree que es el lugar adecuado para empezar hoy?
    Historia
    De un sobreviviente
    🇨🇦

    Name, solo tenía 6 años

    Tenía alrededor de 6 años, cierro los ojos y es cómo si volviera a vivir en carne propia el recuerdo, me acuerdo del ruido de la televisión, el olor del desayuno que estaba comiendo, yo solo estaba viendo caricaturas. El, un hombre de alrededor 50 años me cargó y me acomodó en sus piernas, y deslizó su mano por debajo de mis panties, TENÍA 6 AÑOS y ahí empezó mi historia de abusó sexual, una historia que me hubiese gustado no tener que experimentar. Yo hablé ya que mi mamá siempre me había enseñado a que nadie podía tocar mis partes pero en ese entonces mi mamá no tenía los recursos, vivíamos en casa de una prima (la hija de mi abusador) y nadie me creyó, dijeron que era mi imaginación. Otros sucesos pasaron cometidos por la misma persona, me arrebató mi inocencia y me rompió en pedacitos… pese a que yo hablé la primera vez, las otras veces me quedé callada porque nadie me creyó, nadie me protegió y nadie me escuchó más que mi mamá pero en ese entonces ella estaba luchando con un problema de alcoholismo y toda la familia nos dio la espalda. Después de un tiempo dejé de ver a mi abusador pero a los 8 años me volvió a pasar pero esta vez por el esposo de mi tía (la hermana de mi mamá) ellos han sido casados desde que mi tía tiene 16 años hasta el presente. Fuimos de visita a casa de mi tía, era diciembre entonces mi mamá salió con mi tía a comprar cosas para la navidad, yo, mi hermano y mi primo (hijo de mi tía) nos quedamos al cuidado del esposo de mi tía, el en ese entonces era oficial de la policía. Yo estaba jugando con mi primo y mi hermano cuando él me llamó, él estaba sentado en la mesedora viendo las noticias cuando me sentó en sus piernas y yo inmediatamente me paralice puesto que la última vez que alguien me sentó en sus piernas me manoseo, esta vez fue diferente, solo me acaricio las piernas y yo solo sentí cómo algo duro me rozaba mis glúteos, me paralicé y no sabía que hacer, hasta que tuve la fuerza y me bajé. Nunca hablé de mi segundo abusador y nunca lo he hecho, yo ya no vivo en Colombia pero cuando voy me toca actuar cómo si nada aunque por dentro sienta tantas cosas. Por mucho tiempo reprimí todo lo que me pasó, siempre decía que no me afectó y ahora a mis 22 años me está atormentando. Estoy comprometida con el amor de mi vida, siento que ha sido un regalo que Dios y la vida me dio después de tanto tormento pero hay veces que cuando vamos a tener intimidad y me toca siento una rabia en mi, ese tipo de rabia que te dan ganas de pegarle un puño en la cara a esa persona, y no lo entiendo, el no me ha hecho nada? El solo me ha ayudado y me ha tratado con amor y me ha demostrado lo mucho que me respeta y me ama, siempre quise evadir el tema y reprimirlo, no hablar de ello y pretender cómo que no me afectó pero ya llegué a un punto donde me dan unos ataques de ira que ni yo me reconozco, donde termino lastimándome a mí misma o sacando esa ira en mi prometido, hace unas noches por fin en medio de una ataque de ira donde terminé azotandome la cabeza en la pared solo repetía “no me deja en paz, me persigue, sácalo de mi cabeza” estaba en un estado de crisis y mi prometido solo pudo sujetarme en sus brazos mientras me preguntaba quién me perseguía y fue la primera vez que dije su nombre en voz alta, “Name, el hombre que me violo y me robo mi inocencia no sale de mi cabeza” no podía hablar, las lágrimas y gritos de desesperación eran más que las palabras, en ese momento me di cuenta que no importa cuánto allá crecido aquella niña de 6 años sigue dentro de mi, está enojada, está triste y rota. Mi pareja es abogado entonces el fue quien me habló sobre me too movement, me dijo que me hiciera justicia y lo denunciara pero que si no me sentía lista por miedo que navegara las opciones que me too ofrece y que quizá empezara por contar mi historia, por unos días habría la página y solo me quedaba paralizada, pero hoy me anime, ya no merezco ser prisionera de un dolor que no fue mi culpa aunque por mucho tiempo he sentido que lo es, me siento perdida y no quiero que mi pasado defina mi presente, la vida me está dando oportunidades bonitas pero mi abusó sexual no me deja avanzar, cómo me saco esta rabia que siento por dentro? Porque me volví un ser tan agrio y amargo, porque me enojo por todo? Porque no puedo disfrutar la intimidad con mi pareja si es delicado conmigo? Parece que entre más delicado es más rabia siento por dentro. Me siento muy sola y perdida. Quiero este dolor fuera de mi

  • Informar

  • Historia
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Sobreviviente de abuso sexual de Virginia Occidental, 12 años, 1979

    era el verano de 1979, no tenía clases, mamá, papá y yo fuimos a ver a mis abuelos por una semana, en tridelphia, virginia occidental, yo tenía 12 años, hicimos una barbacoa y cenamos al aire libre, mis abuelos vivían en las colinas donde tu vecino más cercano estaba al otro lado de la carretera interestatal, así que estabas básicamente aislado de la gente, nombre y su esposa vinieron de buffalo para ver a mi abuela porque ese era su lado de la familia, así que me disculpé de la mesa porque quería estirar las piernas y dar un paseo por el bosque para ir a ver los ciervos, escuché pasos detrás de mí nombre se me acercó, me tomó del brazo y se adentró más en el bosque para que nadie pudiera ver lo que estaba a punto de suceder, me hizo quitarme la ropa y comenzó a sentir mi cuerpo desnudo, luego se bajó los pantalones y los bóxers para intentar hacerme tragar su pene, durante esto comenzó a sentir mi cuerpo desnudo y mis genitales y me dijo así es como la gente tiene sexo, Entonces me dijo no te atrevas a contarle esto a tus padres o abuelos o diré que mientes, al día siguiente me encontró detrás de la casa viendo pasar los camiones de 18 ruedas por la interestatal, luego me llevó al sótano me hizo desnudarme y me hizo empezar a masturbarme bueno, menos mal que me detuve antes de eyacular porque el suelo del sótano era de tierra y había salido esperma de mí y la abuela vio que el suelo estaba mojado me habría preguntado qué pasó aquí abajo y nunca podría mentirle a mi abuela por nuestro vínculo especial, una vez que me vestí caminé y esparcí tierra en el suelo para cubrir mis huellas descalzas para hacer como si nada hubiera pasado durante todo esto nombre y su esposa se quedaron en el Ramada Inn al final del camino de la casa de mis abuelos mis padres y mis abuelos, ni mis tías nunca supieron nada de esto por la vergüenza y la culpa que sentí, desearía haber dicho algo ese bastardo enfermo habría muerto en prisión, pero ahora está muerto, así que nunca más tendré que preocuparme por su lamentable trasero de nuevo.

    Estimado lector, esta historia contiene lenguaje autolesivo que puede resultar molesto o incomodo para algunos.

  • Informar

  • Historia
    De un sobreviviente
    🇦🇺

    #1692

    En marzo conocí a alguien. Para el verano, ya éramos amigos, de esos que comen juntos y ven anime los fines de semana. Nunca hubo indicios de algo más. Entonces, una noche de agosto, una botella de bourbon y un juego de verdad o reto desdibujaron los límites que creía sólidos. La conversación se volvió íntima, y luego llegaron los retos. Lo que empezó con un beso se convirtió en algo que no quería. Recuerdo haber dicho "no" muchas veces, con las manos apretadas contra la ropa como límite. Me decían "no es sí". En mi estado de ebriedad, mi resistencia fue vencida. Me aferré a una idea clara: nada de penetración. Esa línea, al menos, no se cruzó. En los días siguientes, hice todo lo que debía hacer. Recurrí a todos los recursos disponibles. Tomé la pastilla de emergencia. Llamé a 1800RESPECT y SARC, buscando apoyo en un idioma que no es el mío. Estoy esperando exámenes médicos. Devoré "Know My Name" de Chanel Miller, encontrando consuelo en una historia que reflejaba mi propia confusión. Hablé con IA, analizando incansablemente cada emoción, intentando encontrar la manera de salir de este dolor. Encontré el coraje para llamar a una amiga y decir las palabras en voz alta, y su fe en mí fue un ancla. Y, sin embargo, una voz persistente aún resuena en los momentos de silencio: ¿Reaccioné de forma exagerada? ¿De verdad fue tan malo? Él fue amable una vez. Esta duda es un fantasma, y me persigue junto con la pesada carga de mi historial de depresión, que hace que todo se sienta mucho más pesado. He tomado una decisión que me trae a la vez alivio y profunda tristeza. Probablemente presentaré una denuncia, pero no creo que solicite una investigación completa. He llegado a la silenciosa y dolorosa comprensión de lo difícil que es probar una violación sin pruebas concretas, de cómo el sistema a menudo no imparte justicia. Me rompe el corazón por todas mis hermanas que han estado en esta misma situación, que han elegido priorizar su propia supervivencia sobre una lucha que saben que no pueden ganar. Así que, por ahora, elijo luchar por mí misma en lugar de contra él. Mi acto de rebeldía no está en un tribunal; está en mi propia sanación. Está en creer en mí misma cuando el mundo me enseña a dudar. Está en reconocer que, incluso sin justicia legal, lo que me sucedió fue real, estuvo mal y mi dolor es válido. Elijo cuidar de la persona que más importa en esta historia: yo.

  • Informar

  • Historia
    De un sobreviviente
    🇮🇳

    Compartir para arrojar

    Visité este sitio hace poco. Me sorprendieron los incidentes compartidos; nunca supe que existía una comunidad que compartiera incidentes tan cercanos, personales y difíciles de reconocer. Sé lo que cuesta aceptar lo sucedido y no compartirlo con tanta gente. Estoy orgullosa de los supervivientes y les deseo mucha fuerza y poder. También quiero agradecer a la persona y al equipo que están detrás de esta iniciativa. Las historias que leí me hicieron darme cuenta de que me debo un favor y me ayudaron a superar la vergüenza y el sufrimiento que he padecido durante casi 10 años. Así que aquí voy. Siempre me ha gustado mucho la pareja de hermanos; el cariño, la diversión y la protección que se brindan es inigualable. Al no tener hermanos, siempre lo he anhelado. Tengo un primo 8 años mayor que yo; hemos hecho pocos viajes familiares y él solía visitarnos en casa siempre que podía. Todos lo querían; en resumen, nuestras familias son muy unidas. Hace unos diez años, cuando tenía 14 o 15 años, él estaba de vacaciones largas, solíamos vernos con mucha frecuencia y desarrollamos un vínculo al que siempre aspiré. Lo quería como a una hermana y era muy cariñosa. Él también lo era. Empezó a prestarme atención, siempre que necesitaba ayuda no me la pedía a nadie más que a mí y yo estaba más que feliz de proporcionarle "cualquier cosa que pidiera" siendo su hermana pequeña. Visitamos la casa de un pariente durante unos días. Todos dormíamos juntos y compartíamos mantas. Fue entonces cuando me tocó inapropiadamente, me metió la blusa debajo de la manta y puso su mano fría sobre mi estómago desnudo, aunque me sentí incómoda pero pensé que hacía mucho frío afuera y que no era nadie más que mi querido hermano, así que no reaccioné y actué como si estuviera dormida. Nuevo día, nuevos recuerdos y todo sobre la noche anterior se había ido. Esa noche todos dormimos en el mismo orden. Todos dormíamos y, mientras dormía, sentí una mano desabrocharme la camisa por el escote. Apoyó una parte de sus manos en mi pecho desnudo. No supe qué hacer, así que cambié mi postura deliberadamente, dándole la espalda y fingiendo dormir como si nada. Supe entonces que no era apropiado, pero no lo detuve. Al día siguiente, recuerdo que me preparé mejor (me puse una capa extra de suéter y me la abotoné hasta el cuello) para evitar que se me acercara mientras dormía. Ese día no lo recuerdo con claridad, pero probablemente intentó sin éxito y, en su desesperación, intentó meter las manos dentro de mi ropa desde otra parte, pero yo me resistí, quedándome rígida en mi postura. Luego intentó presionarme, a lo que cedí, y es posible que lo consiguiera. No recuerdo mucho de esa noche, pero no fue una actuación seria. Él cruzó sus límites el otro día cuando yo estaba dormida con mi cabeza fuera de la manta y sentí que algo pasaba dentro de la manta lo vi dentro de la manta con mi blusa levantada y él estando muy cerca de mi pecho. No sé si me lo estoy inventando pero creo que lo vi mirando mi cuerpo desnudo con la luz de la pantalla de su teléfono. Me asusté mucho, ya que otros también estaban durmiendo en la misma habitación junto a nosotros. Rápidamente intenté cambiar mi postura y acomodarme a mí misma y a mi manta como resultado de lo cual él se asustó y me dio la espalda y se mostró como si estuviera dormido. Estuve despierta toda esa noche. Tenía miedo. Tenía vergüenza. Tenía vergüenza. Quería llorar. No podía entender nada. No podía hacer contacto visual con él. No fui yo misma durante los siguientes 2-3 días, sentí como si él también estuviera avergonzado de su acto. En una semana todo volvió a la normalidad entre nosotros y volvimos a nuestra casa compartiendo el mismo vínculo de hermanos de antes. A medida que pasaban los días, empezó a pedirme con ternura que durmiera a su lado cuando ninguno de los mayores estaba cerca, y aunque sabía a qué se refería, cada vez seguía sus palabras sin pudor y terminaba con sus dos manos agarrando mis pechos desnudos y vestidos bajo la manta mientras fingía dormir. Solía lamerme la cara y las orejas mientras dormía. Durante las pijamadas de mis primos, si acaso dormía lejos de él, me acercaba más o cambiaba de lugar a mi lado para tener sus manos sobre mí. Dejé de sentirme culpable o avergonzada en aquellos días. No sé por qué lo dejaba hacer todo entonces. Por qué no me resistía, en cambio, cedía ante sus manos. Solía amarlo incluso después de todo lo que me hacía, anhelaba sus visitas. Luego, después de 2 años, sus visitas se volvieron raras y ahora tenía miedo de sus actos en presencia de otros, así que una vez me resistí firmemente y no dejé que me acercara más a él, desde ese día sus actos cesaron, nunca hizo ningún avance después de eso hasta donde recuerdo. Pero aún así no tenía malos sentimientos por él. Luego, después de un intervalo de 3 años más o menos, todos asistimos a una función familiar donde pasamos tiempo juntos. Aunque dudé de él al principio, pero en pocos días me acerqué a él por otra vez. Compartimos la misma cena, nos cuidamos mutuamente, nos ayudamos mutuamente, nos convertimos en un equipo, bromeamos, reímos, hicimos clic en fotos y creamos recuerdos, fue para mí el vínculo hermano-hermana perfecto. Al día siguiente, cuando todos estábamos muy cansados después de la función, estábamos descansando en una habitación con él a centímetros de mí. Esta vez fui yo quien lo busqué y lo alcancé con sus pies al alcance de mi mano. Aunque instantáneamente volví a poner mis manos sobre mí, pero recuerdo que él revisó de quién eran las manos y me encontró en la más cercana. Ninguno de los dos dijo nada entonces porque estábamos cansados como el infierno. Después de ese incidente estuve en un bucle de flashbacks durante meses, mi estado mental fue golpeado gravemente, comencé a analizar cada acto de él repitiéndose en mi cabeza, podía sentir sus manos sobre mi pecho, su abrazo sobre mi pecho, sus besos húmedos sobre mis orejas. Solía llorar todo el día, comencé a estar sola todo el día, limité mis interacciones guardadas para las necesarias, todo el tiempo sin que mis padres y mi hermana me notaran. Solía poner cara falsa para el mundo, me enjuagaba la cara todo el día para que no me pillaran llorando. No podía encontrarle sentido a nada, me sentía completamente sola. Sentía algo vaciándome por dentro. Todo se iba a derrumbar si no hacía nada por mí misma, tal vez defenderme. Decidí confrontarlo a través de un mensaje de texto. No estaba enojada con él por el mensaje, lo escribí; quería decirle que algunas de sus caricias no eran apropiadas, así que, como su hermana, debo hacerle saber cuáles son las buenas y las malas. A lo que respondió con un emoji de culpa. Pensé que ya había terminado, al menos él sabe que no tenía razón. En ese momento quise que todo terminara y que siguiéramos siendo los mismos de siempre, con mi amor por él. Pero con el paso de los días, hubo un cambio de emociones incontable, del amor al cariño, al perdón, a la ira, al odio, y a lo que sea. Le escribí de nuevo con todo mi resentimiento hacia él, se disculpó por sus actos y me pidió que le escribiera (nunca podría haber hablado de todo esto por teléfono) cuando quisiera. Pensé: «Vale, al menos puedo compartir con él lo que no podía con nadie». Cada día que pasaba, empecé a odiarlo aún más; intenté no quedarme sola con esos pensamientos mucho tiempo. Empecé a evitarlo, dejé de llamarlo y de escribirle. Lo conocí en todos estos años en pocas ocasiones y me aseguro de nunca estar cerca de él, mantengo mi distancia segura y no permanezco mucho tiempo a solas en su presencia. Puede que esté hablando con él por llamada en presencia de todos, pero sé que lo odio. Nunca lo perdonaré ni me perdonaré a mí misma. Sí, lo odio, pero me odio más a mí misma. Me hace pensar que yo también estuve involucrada. Yo también tuve la culpa. Soy culpable. Debí haber obtenido placer de sus actos y por eso no me opuse firmemente a él en el primer encuentro. Todo ahora parece muy evidente, ¿cómo no pude ver y entender sus intenciones? No era una niña pequeña. ¿Por qué dejé que continuara con sus actos durante tanto tiempo? No tengo una respuesta clara a ninguna de estas preguntas. Estoy harta de todo esto. Estoy tratando de tener paz y vivir con estos aburridos flashbacks que me hacen sentir remordimiento cada vez que se pasan las páginas del pasado.

  • Informar

  • Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇨🇦

    Sanar es perdonarte a ti mismo pero no a ellos.

  • Informar

  • Mensaje de la Comunidad
    🇺🇸

    A todos los sobrevivientes aquí: los vemos, los escuchamos, les creemos.

  • Informar

  • Historia
    De un sobreviviente
    🇪🇸

    Corazón fuerte

    Si alguien quisiera entender quién soy, tendría que saber que… No sabría cómo ni por dónde empezar. Supongo que por la base de todo: mi niñez. Me llamo Name. Nací en Venezuela, pero me crie toda la vida en España, bueno, a partir de los ocho años. Mi niñez… qué decir. Era feliz. Fui feliz. O eso cree uno a esas edades. Mis primeros ocho años en Venezuela. Supongo que fui feliz. Una familia que me quería, un hermano, una mamá… aunque nunca un papá. Mami siempre supo cómo tirar ella sola con nosotros. Siempre me inculcó cosas buenas de mi padre. Incluso me enseñaba cartas y fotos de él. Crecí queriendo a mi padre, aun sin haberlo visto nunca en persona. Tuve un colegio que me gustaba mucho, aunque he de decir que la liaba mucho. Era demasiado ruido para aulas tan pequeñas. Tengo muchos recuerdos bonitos, otros que ahora de adulta sé que no lo fueron. Me dieron todo, tuve todo. A pesar de venir de una familia humilde, nunca me faltó un plato de comida, nunca me faltó amor, nunca me faltó nada. Todo se complica… Cuando cumplo los cuatro años, cuando ya eres un poquito, pero muy poquito, más consciente de la vida, todo se complica. Mamá dejó de estudiar y decidió trabajar. Eso implicaba verla menos. Eso implicaba ser cuidada por otras personas. Eso implicaba muchas cosas. A partir de ahí mi vida se derrumbó. A partir de ahí marcaría un antes y un después. A partir de ahí mi vida en la adultez sería distinta. La gravedad de todo lo vi al crecer. Aunque he de decir que tuve una pequeña reacción siendo tan pequeña. Podría decir que algo dentro de mí me dijo: esto está mal, esto no puede ser así. Siempre he dicho: ¿dónde estaba Dios? Soy creyente, o fui creyente, pero poco a poco todo eso fue desapareciendo. Cuanto más dolor me causaba la vida, más dejaba de creer. No me enrollo más… vamos al principio. Pues sí, tuve una niñez bastante bonita. Aunque la parte mala ahí está, y creo que estará por siempre en mi vida. Supongo que escribirlo me hace sentir un poquito mejor. Recalcar toda mi vida me hace sentir algo mejor. Fui violada. Sí, abusaron de mí siendo tan solo una niña de cuatro años. A partir de ahí me destrozaron la vida. Fui cumpliendo años y eso seguía sucediendo. Supongo que para mí era algo normal. Un niño, al sufrir eso, jamás podría darse cuenta de la gravedad. La persona que se supone que tenía que cuidar de mí era la causante de mis traumas ahora de mayor. Mi hermano y yo, siempre unidos, siempre juntos, mano a mano. Pasó por lo mismo, solo que yo cedía. Cedí muchas veces porque sabía que era la única forma, la única forma que tenía para proteger a mi tesoro más preciado: mi hermano. ¿Dónde estaba mi familia? Éramos tan solo unos niños que necesitaban ayuda de un adulto. ¿Dónde estaban todos? ¿Por qué nunca nadie se dio cuenta? Tan solo necesitábamos a un adulto que nos ayudase. ¿Cómo íbamos nosotros mismos a ayudarnos? Mi vida cambió. Mi tía nos devolvió la vida. La decisión de venir a España cambió nuestras vidas. Era un pequeño viaje. Jamás pensábamos quedarnos aquí a vivir. Ed y yo felices, con nuestra pequeña maleta, sabiendo que algún día volveríamos a Venezuela, que en un mes o así estaríamos de vuelta. Y aquí estoy, veinte años después, agradeciendo día a día la decisión de quedarnos aquí. Ahí empezó mi verdadera infancia feliz. Nos dieron todo. Mis tías nos dieron todo. Nunca había sido tan feliz. Mamá se enamoró. Ahí conoció al que creí mi padre. Es normal, ¿no? Te crías sin una figura paterna y cuando entra alguien en tu vida con tanto amor para darte… cómo no creer que es tu padre. Mil viajes, muchas playas, muchos planes, mucho de todo. Él nos dio tanto. Estuvo en todo. Cómo no haberle querido tanto. El colegio es verdad que no me gustaba tanto. Sufrí mucho bullying. Supongo que no estarían acostumbrados a ver a una niña latina, pelo rizado y rasgos de negra. Esa parte quiero omitirla. La verdad que me marcó demasiado. Pensé siempre que de ahí venía mi inseguridad. Crecí. O eso creía con catorce años. Me creía la reina del mambo. Quería vivir rápido, quería ser adulta, quería hacer mil cosas. Empecé a perderme. A ser una inconsciente con mamá. A ser una rebelde. Cuanto más me prohibían, más quería hacerlo. Creo que fue mi peor época. Nunca me sentí entendida por nadie. Nunca nadie se sentó a explicarme paso a paso cómo va la vida y desde cuándo tenía que empezarla a vivir como una adulta. Mamá lo hizo bien siempre, pero he de decir que no supo lidiar con una adolescente llena de ira, llena de rabia, llena de odio. Fui mi peor versión. Pero era adolescente, ¿quién se da cuenta a esas edades? Porque yo, hasta que no tuve un choque de realidad, no me di cuenta. Mi primer amor… Sí, tuve mi primer amor. Fue lo más preciado que la vida me había dado. Tus primeras veces en todo, tus primeros te quiero, tu primer sentimiento de amor, tu primer todo. Fue un fracaso. Supongo que éramos muy jóvenes e inexpertos. Yo quería más, salir al mundo, conocer gente. No me valía nada. Tuve más de un amor. Con todos fracasé. Pero me quedo con lo que aprendí con cada uno de ellos. Aprendí a saber qué merezco y qué no. Aprendí a quererme un poco más. Aprendí a no tolerar cosas que no. Aprendí a no quedarme con migajas. No sé por qué nunca me fue bien en el amor. Y la poca fe que me quedaba me la destrozaron. Cumplo dieciocho. Por fin mayor de edad. Por fin podría hacer lo que me diese la gana. Eso sentía y eso creía. Me duró bastante la rebeldía. Hasta que… Ocurriría de nuevo. Mamá se separa. Mi vida cambia. Todo cambia. Mi supuesto padre sigue siéndolo. Seguimos queriéndolo como el primer día. Seguimos viéndole. Seguimos todo con él, a pesar de no estar con mamá. Pero tuve un choque con la realidad. Creí que mis parejas me habían roto el corazón, pero creí mal. Él me rompió el corazón. Dejé de creer en el amor. Si la persona que más quería, a quien yo consideraba mi papá, me partió el alma, me partió el corazón… ¿qué iba a pensar del resto del mundo? ¿Cómo debía ser yo? Y llegó ese día, el segundo peor día de mi vida. Sufrí violencia doméstica. Mi supuesto padre fue capaz de destrozarme la vida. Intento de violación. Una vez más sentí ese miedo. Una vez más sentí que la vida se me caía. Una vez más sentí decepción. Una vez más sentí cómo mi corazón se rompía poco a poco. Cómo creer en la gente. Cómo creer en la vida. Nace Brother. Empecé a ver la vida un poco mejor. Brother llega a nuestras vidas, mi pequeño hermano, y cambié por completo. Me dio esa felicidad que no tenía. Me dio esa calma en el alma que yo tanto necesitaba. Verle tan pequeño, tan bonito, esas manitos… Mi hermano me devolvió la vida y las ganas de querer con el alma a alguien. Nunca se lo dije. Es muy pequeño. Pero algún día me sentaré y hablaré con él. Dejé de estudiar. Fui de mal en peor en los estudios y decidí adentrarme en el mundo de la hostelería. Crecí de verdad. Mi mentalidad cambió. Empecé a ser mejor persona con mamá, mejor persona con mi hermano Edy, mejor persona con todos. Trabajar me hizo darme cuenta de cuánto cuesta la vida. De cuánto ha tenido que currar mamá para darnos todo. Trabajar me hizo crecer como persona, como mujer. Pasa el tiempo. Pasa la vida. Y sí, sigo estancada en la hostelería. Pero he de decir que me he ganado todo lo que tengo a pulso. Agradecida de todo lo que aprendí. Sigo con la vida. Sigo con mi vida. Pasa el tiempo. Vuelvo a tener amores que no van a ningún lado. Más decepciones: de familia, de novios, de amistades. Pero supongo que siempre pude con todo. Era como que mi corazón estaba a prueba de balas. Como que algo más ya me era indiferente. Estaba tan acostumbrada a que lo malo me persiguiese que era totalmente normal para mí. Pero oye, que nunca dejé de ser buena. Nunca dejé de tener este corazón tan noble, como dice mamá. Siempre di todo de mí a todos. Siempre fui con mis mejores intenciones. Hace poco leí que las personas que siempre están haciendo la gracia son las que más tristes están por dentro. Nunca algo me había representado tanto. Como digo yo, soy la payasa del grupo. Me encanta ver a mi gente reír a base de mis ocurrencias. Eso me hace sentir un poco menos mal. Eso me ayuda mucho. Me gusta hacer la gracia siempre, porque sí, porque no. Eso me hace olvidar un poco todo. Pasa el tiempo y estoy en calma. Siento que no tendré nada más por lo que sufrir. Y llega un mensaje inesperado… Siempre estuve en contacto con mi padre, ese mismo del que mamá siempre me habló y siempre me inculcó cosas buenas. Le quiero tanto que jamás se me pasaría por la mente odiarle. Y llega un mensaje: “Hola hija, Dios te bendiga. Soy tu papá, el hermano de tu mamá.” Mi mente no entendía absolutamente nada. Papá, mamá, hermano… Pensé que era fake, pero indagué hasta dar con la realidad de todo. Ese día, bendito día, una vez más me vuelven a romper el corazón. Pero esta vez, mi querida mamá. Resulta que ese señor era mi padre de verdad. Resulta que mi mamá no era mi madre biológica. Resulta que toda mi vida crecí creyéndome mentiras. Mi madre biológica me abandonó. Con tan solo un mes de nacida. Me abandonó como un perro. Mi papá, con miedo de la vida, con miedo de seguir con una niña tan pequeña, solo buscó ayuda. Ayuda de sus hermanos. Y ahí entra mi mamá en el plano. Como me dice ella: “Hija, me enamoré de ti. Verte tan pequeña, tan vulnerable, con esa carita, con esa nariz, con esos rizos… cómo no quedarme contigo.” Mamá no me dio la vida. Me la devolvió. Agradezco la vida que me diste, mamá. Para mí siempre serás mi madre. Mi única y verdadera madre. Pero me duele el alma. Todo por lo que tanto había trabajado volvió: mis miedos, mis inquietudes, mis traumas, mis inseguridades, mi rabia, mi ira. Y llegó él. Llegó alguien a mi vida para hacerme entender que la vida no siempre es tan mala. Alguien que me haría entender por qué nunca funcionó con nadie más. Alguien que me daría todo el amor del mundo. Y llegaste tú, justo en el momento que más me dolía la vida. Llegaste y me olvidé por un ratito de todo lo que estaba pasando. Volví a creer en el amor. Volví a creer en que de verdad hay personas buenas con corazones bonitos. A veces siento que no lo merezco. A veces siento que es una trampa de la vida. Me saboteo mucho. No sé cómo asimilarlo. Siento que en cualquier momento todo se romperá. Sentiré miedo. Sentiré angustia .

  • Informar

  • “No estás roto; no eres repugnante ni indigno; no eres indigno de ser amado; eres maravilloso, fuerte y digno”.

    Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇪🇸

    Contar eso sin derrumbarme

  • Informar

  • Cada paso adelante, por pequeño que sea, sigue siendo un paso adelante. Tómate todo el tiempo que necesites para dar esos pasos.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇨🇴

    No tengo recuerdos claros y siento mucha culpa

    Mi historia es un poco larga. Cuando tenía 15 años o 16 años, vino a mi mente el recuerdo de cosas que habían ocurrido cuando yo tenía entre 4 y 5 años. Dos tíos abusaron de mí. Los recuerdos sobre esto nunca han sido claros y ahora, muchos años después, todo se ha vuelto más lejano y confuso y he dudado varias veces de mí misma y de mi historia. Hay otras cosas que pasaron en mi infancia que sí recuerdo con más claridad: cuando tenía entre 7 y 8 años, vi a mis papás teniendo relaciones sexuales a mi lado (esa noche me había pasado a dormir con ellos en su cama). Tiempo después, se repitió la situación, pero con mi padrastro y mi mamá. También cuando tenía entre 7 y 8 años, estaba revisando unos CD'S en el DVD que había en la casa para marcarlos según el género musical o según la película que fuera. Uno de los CD'S, era una película porno. Como casi siempre, me encontraba sola en mi casa, entonces la vi completa. No recuerdo si me masturbé. Sé que desde muy niña me frotaba con peluches, muñecas y otros objetos, aunque sin mucha conciencia de lo que hacía, pero estaba presente el miedo a ser vista. Hay algo que me atormenta en este momento: cuando tenía 6 o 7 años, mi prima (ella un año mayor) y yo jugábamos a imitar algunas posiciones de un libro de kamasutra que había en su casa. También tengo leves recuerdos de una vez que, mientras nos bañábamos, frotamos nuestras partes íntimas. No sé si esto se dio en el marco de una curiosidad bilateral y por el contenido del libro al que habíamos estado expuestas o si fui yo quien generó la situación y la persuadió a ella de hacerlo o si la manipulé. No recuerdo que haya sido así, pero me da miedo que sí. ¿Y si imité lo que hacía mis tíos conmigo o lo que vi en contenido al que estuve expuesta? Siento miedo, culpa y vergüenza. Además, hace medio año, recordé que cuando tenía 10 años y cargué a mi hermanita en mi piernas (que estaba como de un mes), sentí un estímulo placentero en mi zona íntima por el contacto. Cuando esta imagen vino a mí (tampoco fue clara, como mis otros recuerdos) sentí culpa, pero no escaló a más porque entendí que fue una reacción física y nada más. Pero luego no podía dejar de pensar en ello y me cuestionaba si había prologando o intensificado el contacto y sentí muchísima culpa, asco y vergüenza. Fue tan fuerte, que tuve un episodio de TOC y siento que aún no he podido salir de ahí, porque ahora me inundan las dudas sobre lo sucedido con mi prima.

  • Informar

  • “Para mí, sanar significa que todas estas cosas que sucedieron no tienen por qué definirme”.

    Todos tenemos la capacidad de ser aliados y apoyar a los sobrevivientes en nuestras vidas.

    “Estos momentos, mi quebrantamiento, se han transformado en una misión. Mi voz solía ayudar a otros. Mis experiencias tenían un impacto. Ahora elijo ver poder, fuerza e incluso belleza en mi historia”.

    “Sanar significa perdonarme a mí mismo por todas las cosas que pude haber hecho mal en el momento”.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇦🇺

    1 de cada 3, no es para MÍ.

    Hace 10 años, mi cuerpo hizo algo asombroso. Me separó de mí misma para que no experimentara directamente (sígueme) el trauma de lo que le estaba sucediendo. A esto le llaman disociación. No ha sido hasta 10 años después, años de revivir, recordar y re-trauma traumático, que he comenzado a apreciar, agradecer y comprender este mecanismo que el sistema nervioso nos brinda en nuestros momentos más oscuros. Es un mecanismo de protección del alma, a menudo nos mantiene vivas (a quienes lo logramos), y aunque puede llevar años darnos cuenta de esto o incluso considerar la idea de que fue por nuestra propia supervivencia, en lugar de una huida forzada, ha sido la parte más hermosa de mi sanación. Permítanme compartir lo que sucedió. Hace diez años (no se me permite hablar públicamente de mi edad, mi antiguo empleador ni su nombre), pero puedo decir la verdad sobre todo lo demás; hace diez años, trabajaba para una empresa tecnológica. Estaba dominada por hombres, era competitiva y apenas hostil. Sentía ansiedad todos los días que iba a trabajar, empezando en mi primera semana cuando mi entonces jefe me exigió que no considerara tener hijos durante al menos los próximos dos años, si me tomaba en serio mi carrera... Esa primera semana debería haber sido mi canto del cisne, y me fui. En cambio, y de forma algo predecible (basándome en mi personalidad, naturaleza y vulnerabilidad), se aprovechó de la incomodidad que percibió en mi respuesta y fui con entusiasmo a trabajar para "probarme a mí mismo". Era exactamente lo que quería que hiciera... Había trabajado con esta persona antes, durante muchos años, pero nunca directamente. Mi percepción de él estaba teñida solo por lo que había visto previamente y nadie me había advertido de que fuera peligroso. De hecho, mi incorporación a la empresa fue facilitada por amigos que también compartían la percepción de que esta persona era exitosa, cariñosa y un "hombre de familia". Ellos, como yo, estaban muy equivocados. Durante los siguientes casi 15 meses, mi exempleador me acosó, manipuló, menospreció, abusó verbalmente, me tocó físicamente (en la oficina), me violó visualmente, me auditivamente (sí, resulta que esto existe), me violó oralmente, con los dedos y, finalmente, me penetró. Me aisló de mi pareja y mis amigos, me exigió más que nunca, todo mientras me menospreciaba o me exaltaba lo justo para que me confundiera, perdiera la capacidad de discernir entre A y B, y hiciera todo lo que me pidiera. Lo hacía mediante múltiples mecanismos, pero el principal era el narcisismo maligno y el desequilibrio de poder. Me recordaba lo estúpida que era hasta que empecé a creérmelo, me miraba fijamente (como si fuera una presa) durante las reuniones, con tal descaro que casi no le importaba si alguien se daba cuenta. Se acomodaba (a propósito) debajo de las mesas de la sala de juntas, provocándome sin palabras para ver si respondía, si me derrumbaba o si hablaba. Nunca lo hice. Renuncié tres veces antes de que finalmente me "dejara ir". Para entonces, él ya estaba "entrevistando" a posibles parejas en mi nombre, haciendo planes para enviarme al extranjero donde pudiera "verme cuando quisiera" y tomando el control de mis finanzas "mediante bonificaciones monetarias" o incentivos por mi rendimiento laboral. Se había hecho cargo cuidadosa y metódicamente de cada aspecto de mi vida, incluyendo mi propia voluntad. Pero tengo que agradecerme a mí misma y a algunos ángeles por mi escape. Para entonces, estaba tan destrozada que me volví paranoica, con pensamientos suicidas y apenas podía funcionar. Mientras tanto, él se comportaba como si yo no fuera nadie y, al mismo tiempo, decía cosas como "Eres más hombre que yo...", obviamente representativas de la valentía que tuve al escapar, pero también de la determinación de hacer lo necesario para sobrevivir. Desde entonces, he validado mi historia de muchas maneras: 1) Acudí a la comisión de derechos humanos. El proceso, aunque desgarrador y no centrado en la supervivencia, fue una forma de validar mi experiencia primero. Me llevó diez años, enfermarme gravemente (y quedar discapacitada) para tener el coraje de hacerlo. Durante este proceso, tuve que enfrentarme a él virtualmente (gracias a la COVID, otro ángel), y no pude hacerlo. Sentí náuseas, mi sistema nervioso no podía decirle a mi cuerpo que habían pasado 10 años; solo tenía músculo, nervios y neuronas de memoria, y fue retraumatizante. Lo llevé al límite y me dieron la oportunidad de escalar. 2) Acudí a un abogado, varios, de hecho, pero al final no me ayudaron mucho. Consiguieron lo que necesitaban y pude contactar con una asesora legal de voz suave que me ayudó a contar mi historia con detalle. Me defendieron lo mejor que pudieron, pero al final un abogado poco empático me impidió llevarlo a los tribunales. Durante este proceso quedó claro que tampoco era un asunto civil, sino penal, así que, para empezar, no iba por buen camino. Sabía por experiencia propia, incluso antes del movimiento #METOO, que iba a ser muy difícil demostrar lo que me pasó. Que iba a ser mi palabra contra la suya. Aquí es donde terminan la mayoría de las historias... PERO no es donde terminará la mía. Creo que la razón por la que la mayoría de las mujeres, en particular, no cuentan ni comparten sus historias, ni responsabilizan a sus agresores, es el miedo. En muchos sentidos, se debe a que nos culpamos, a que nos fijamos en nuestras propias deficiencias como la razón de por qué nos sucedieron estas cosas. ¿Qué hicimos mal en ese escenario? Nada. No hicimos absolutamente nada malo. Nuestro único problema o culpa radica en existir. Y adivina qué, eso no es culpa nuestra. Lo voy a decir de nuevo: Nosotras. No. No. No. No. No. Lo que pasó no te pertenece. Le pertenece a la persona que lo hizo. Quienes a menudo son tan cerrados a su propia disfunción que ni siquiera se dan cuenta de que lo que hacen no está bien. Así que lo hacen, sin pensar, centrados solo en la autogratificación. Es como un animal, no como un humano. Así de roto, desalmado y miserable debe estar un ser humano para infligir semejante horror a otro. Y le sucede a 1 de cada 3 mujeres en el trabajo. Peor si eres una mujer de color, peor si eres una mujer de ascendencia hispana o indígena en Australia. He decidido que se acabó el tiempo para separar mi alma de mi cuerpo para sobrevivir. De hecho, como mi sistema nervioso se ha deteriorado después del parto y he recurrido a cuidados paliativos, ahora me he enfrentado a la muerte muchísimas veces. Muerte física real. Las ECM o experiencias cercanas a la muerte me han enseñado que sobrevivir, vivir, es una elección. Podemos elegir ser definidos por nuestras experiencias, como las únicas en las que nos centraremos por el resto de nuestras vidas, atormentados por fantasmas del pasado. O podemos decir nuestra verdad, tan alto que ahogue todas las demás voces. Podemos trabajar juntos, podemos crear algo juntos, podemos hacer que las cosas sean diferentes a las que nuestro pasado nos marcó. Nadie puede poseernos, no importa cuánto te infecten a ti y a tu mente. En muchos sentidos, he tenido suerte. La suerte de haber tenido la oportunidad de sobrevivir a tanto trauma y seguir de pie (con mi bastón favorito, por supuesto) para pasar el tiempo que pueda con mi familia. O meditando, o en silencio. Él no podrá tocar eso, ni a mí, nunca más. Y mi decisión es no contar lo que pueda sobre mi historia, a quien quiera escucharla, tan a menudo como sea necesario, hasta que mi historia quede ahogada por voces de «no, para o llamo a la policía». Y nuestros niños y niñas están tan predispuestos a evitar a estas personas, que simplemente no les sucede. Nuestras historias pueden habernos dejado indefensos, mientras sucedían. Pero el verdadero milagro es que tenemos herramientas de supervivencia innatas, ahí para protegernos, incluso en esos momentos, disociando nuestras almas de nuestros cuerpos y flotando (en mi caso, mientras la silla estaba en la esquina de la habitación), o por una ventana o por el techo. No tenía que estar realmente allí para «sentir» lo que me estaba sucediendo. Tuve suerte. Ahora tengo la increíble oportunidad de reencontrarme con mi cuerpo, con mi alma completa, y puedo desentrañar y reconectar, lenta y cuidadosamente, ese trauma de mi vida. Creo que eso nos convierte en verdaderos supervivientes. Y es un regalo. Gracias por dejarme compartir. Por favor, comparte tu historia también; cuanto más la cuentes, más fácil será desahogarte en cuerpo y mente. Besos. name (también conocido como sharky) o Mamá Sharky.

  • Informar

  • “A cualquiera que esté atravesando una situación similar, le aseguro que no está solo. Vale mucho y mucha gente lo ama. Es mucho más fuerte de lo que cree”.

    “Puede resultar muy difícil pedir ayuda cuando estás pasando por un momento difícil. La recuperación es un gran peso que hay que soportar, pero no es necesario que lo lleves tú solo”.

    Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇨🇴

    poder seguir adelante y pasar un poco la pagina

  • Informar

  • Historia
    De un sobreviviente
    🇨🇦

    Sobreviviendo a una violación en grupo

    El año pasado me violaron en grupo. Tengo un zumbido en los oídos llamado tinnitus que no ha parado desde entonces. Tengo pesadillas. Volé con mi madre a una boda en el extranjero. Estaba emocionadísima. Ella estaría ocupada con sus amigos y su prima, y yo podría pasar tiempo con mi genial prima segunda, dos años mayor que yo. Después de la cena de ensayo, salimos. Fue divertido porque allí no tenía permiso para beber, aunque la edad legal era menor que en mi provincia, pero no revisaban la identificación. No bebí mucho porque no era lo mío y tenía novio, pero pude ir a algunos bares y luego a una discoteca pegada a un hotel. Nos divertimos muchísimo hasta que conocimos a dos soldados uniformados que eran guapísimos y nos separaron de sus amigas por nuestro aspecto. Mi prima es guapísima. Tenían una habitación privada en la discoteca y había varios soldados y también dos prostitutas. A esas prostitutas definitivamente les disgustaba que estuviéramos allí. Quería salir de todas formas, y las chicas guapísimas que nos invitaron fingieron entendernos y nos sacaron de allí. Estúpidamente, dejamos que nos llevaran a su habitación de hotel, donde dejaron de lado el rollo romántico y nos obligaron a desnudarnos al ritmo de la música. Nos enseñaron una pistola que tenían en un cajón. Estaba aterrorizada. Nos obligaron a tumbarnos boca abajo, inclinadas sobre la cama, una al lado de la otra, y así tuvieron sexo. Se intercambiaron como si fuéramos intercambiables antes de acabar dentro de nosotras sin protección. Nos tomamos de la mano. Yo lloraba mientras mi prima intentaba ser fuerte y animarme. No nos permitieron salir y nos escondieron la ropa. Antes de quitarnos los teléfonos, tuvimos que escribirles que nos quedábamos en casa de un amigo de mi prima. Luego llamaron a otros dos soldados, uno de ellos un tipo alto, moreno y enorme, con músculos de culturista. Fue un desastre conmigo. Nos hicieron bailar y luego tuvimos que usar la boca con las chicas que nos habían atraído allí mientras las otras dos tenían sexo con nosotras. Vomité y mi prima lo limpió, pero luego empezó de nuevo. Tenían cocaína y nos obligaron a esnifarla de sus partes y a esnifarla de nosotras. Vino otro y creo que solo fueron esos cinco durante la noche, pero no paraban de violarnos y obligarnos a hacer cosas incluso cuando nos desmayábamos. Me hubiera gustado estar más inconsciente, pero la cocaína te despierta tanto. Quiero recordar menos y pensar menos en todo. Nos duchamos muchas veces. El moreno grande se orinó encima de mí y en mi boca, en la ducha. Lo hizo más de una vez como si yo fuera su retrete. Los otros hombres incluso tuvieron que decirle que se calmara cuando me hacía gritar, me gustaban sus dedos y me los metía en el culo, pero no cuando me hacía arrastrarme como un perro usando mi pelo como correa. Recuerdo que uno de ellos llamó a sus amigos para decirles que subieran el volumen de la televisión al máximo para ocultar el ruido en nuestra habitación. Vieron las noticias deportivas en la televisión. Hicieron que mi prima y yo nos besáramos y cosas así. No podía fingir que era una fiesta divertida como mi prima hacía a veces y me animaba a hacer. Intentó desviar parte de su atención de mí una y otra vez. La amo por eso, pero no me dejaron en paz. Estaban obsesionados con mi pecho. No les importó que estuviera obviamente angustiada y enloqueciendo, ni que en mi país me faltaran tres años para la edad de consentimiento. Ahí estaba, la edad mínima. Nos despertamos por la mañana en una de las camas, solo los dos soldados durmiendo en el suelo. ¡El negro se había ido! Volvieron a tener sexo con nosotras y otro hombre mucho mayor, al que llamaban SIR, entró y tuvo sexo con nosotras, pero sobre todo conmigo. Lo animaron y me dolía la cabeza y lloraba, y pareció durar una eternidad. Finalmente recuperamos la ropa, pero nos llevaron a un brunch con su ropa habitual. Me enseñaron fotos en sus móviles que parecían divertidas y nos advirtieron de lo mal que estaría si decíamos algo diferente a que habíamos tenido una buena fiesta. ¡Una buena fiesta en el infierno! Antes de eso, solo había tenido sexo con mi único novio. ¡Una noche infernal y ahora mi número era siete! Tuvimos que empezar a prepararnos para la boda de inmediato y estaba agotada. Mi prima me escondió y me eché una siesta con vestido, peinado y maquillaje hasta el último minuto. Lloré en la ceremonia, pero no en la boda. Tenía tanto dolor de vagina, músculos y cerebro que me emborraché tanto en la recepción que apenas recuerdo nada. Fue parte del viaje en avión a casa. Le conté la verdad a mi madre al volver y se puso como loca, al igual que mi padre. Intentaron llamar allí, al hotel y a otros sitios, pero la policía no hizo nada. Vi llorar a mi padre por primera vez mientras le contaba toda la historia. Mi novio no lo soportó y me dejó. Voy a terapia de grupo. Tomo una pastilla todos los días y ahora tomo benzodiacepinas para la ansiedad. Intento ocultar mi pecho grande bajo ropa holgada, cuando antes lo usaba para llamar la atención. ¡Qué idiota! Mi prima no parece tener los traumas ni las pesadillas que yo tengo. En su país, terminan la secundaria hasta dos años antes que nosotros y los tratan como adultos antes. Una vez le dije cosas malas por eso. Me perdonó, pero hablamos mucho menos desde que le pregunté si siempre tenía sexo grupal. Me sentí fatal porque incluso dejó que tuvieran sexo anal con ella para alejarlos de mí. Se notaba que le dolía mucho, pero en ese momento solo pensaba en mi propia supervivencia. Mi infancia se acabó, pero no me siento adulta. Su consejo es: «No dejes que te deprima». ¡Como si tuviera otra opción! Fue a terapeuta una vez porque su madre pidió cita y no piensa volver. ¡Su vida no cambió en absoluto! Trabaja en recepción en una empresa de tecnología y, además, modela, y sigue yendo a fiestas, clubes y citas. ¿Cómo? Es increíble cómo la actitud ante algo así puede ser tan diferente en distintos países. Ahora soy una víctima y suelo sentirme así. Definitivamente dañada. Todos en mi escuela saben por qué. Soy ESA chica. Mi nuevo novio, más maduro, es comprensivo, pero me siento como una pequeña carga triste para él. A veces soy hipersexual y no puedo evitarlo. Es un mecanismo de afrontamiento que les ocurre a algunas víctimas de agresión sexual. No lo busqué. Me preocupa que mi novio no confíe en mí por eso. Un amigo mayor, mi vecino desde hace años, se aprovechó de mí después de que le conté lo que pasó en su casa. Tuvimos sexo y luego se sintió culpable por excitarse con mi historia de violación. Lo admitió y me pidió perdón. El sexo me ayudó a calmar el zumbido de oídos por breves periodos, así que lo hice con él más de una vez al día durante un tiempo hasta que mi padre empezó a sospechar algo y habló con él. Desde entonces, no confío en mí misma. Quiero casarme con mi novio, en gran parte, solo para protegerme y demostrarle que lo amo y soy leal, aunque no estoy segura de poder serlo. Me preocupa no poder amar como una persona normal. Me preocupa alejarlo por ser demasiado dependiente y querer casarme con él tan pronto. Lo necesito más de lo que él me necesita a mí. ¿Será así siempre en las relaciones de las víctimas de violación? Me esfuerzo mucho en la escuela para no arruinar mi futuro. Es muy difícil concentrarme. Me zumban los oídos constantemente. Gracias por escuchar.

  • Informar

  • Historia
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Amargo

    Amargo. A veces llega a chorros de sol. Abrazos cálidos, acogedores y amorosos de serotonina irradian la pura belleza de lo que parece ser la fijación de una vida feliz. Tan cerca que apenas puedo saborear el amargo recuerdo de la •víctima• en el fondo de mi garganta. En estas raras ocasiones, cada persona dirigida desde mi perspectiva es casi perfecta, tanto que ya no envidio su •normal•. Siento que quiero volver a ser sociable, me animo a cambiar para mejor, porque ya no me veo como una víctima de abuso sexual, ¡estoy curada! Me digo a mí misma. No, ya no necesito recuperarme. No, no necesito que me tranquilicen. ¡Claro que no! Tonta. No, no me molesta cómo se te acaban de levantar las cejas ligeramente a la izquierda. No, no afectó en absoluto mi deseo de complacer a la gente. No, no busco maneras de evitar que tú u otros me abandonen. Soy igual que tú. Feliz. Sana. ¡Sanada! Mi abuso no me ha influenciado en lo más mínimo. Estoy. ¡Bien! La negación es un secreto bellamente vestido, ¿no? Hasta que la celebración termina y la oscuridad vuelve a envolverme. Una vez más me enfrento a las sobras de una comida inolvidable que preferiría no terminar. Sabía que no debí haber organizado esa cena. Demasiados secretos, poca gente a la que alimentar. Observo cómo mi Trauma se derrama sobre la porcelana del domingo, desbordando rápidamente sus copas de cristal, los cubiertos cayendo al suelo, pero ni una sola silla se ha vaciado. Porque mi fiesta aún no está llena. Eso es lo que pasa con una persona no sanada. Algo siempre. Quiere. Más. Esforzándome al máximo por mantener la compostura, puedo ver mi pasado doblando las piernas a un lado como señal de que debe irse, justo cuando la inestabilidad responde con un silbido de vergüenza por ser demasiado ruidosa. Cada parte de mí lucha por ser escuchada en el fondo de mi mente. Agotada, retrocedo. Reconociendo esto, claramente ya no me da la bienvenida quien soy. Porque nunca fui invitado, para empezar. Agarro el miedo con fuerza. Verás, el miedo siempre está ahí para mí. Me protege. Es mi mejor amigo. Y hasta que encuentre la manera de dejarlo ir, siempre serviré el trauma como plato principal a aquellos cuyas bocas nunca merecieron el sabor de un recuerdo amargo.

  • Informar

  • Historia
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    La curación es posible

    Healing is possible
  • Informar

  • Historia
    De un sobreviviente
    🇧🇩

    Una vida de infierno no es sólo en el infierno

    A life of hell , isn't just in hell
  • Informar

  • 0

    Miembros

    0

    Vistas

    0

    Reacciones

    0

    Historias leídas

    ¿Necesitas un descanso?

    Hecho con en Raleigh, NC

    Lea nuestras Normas de la comunidad, Política de privacidad y Términos

    ¿Tienes algún comentario? Envíanoslo

    Para obtener ayuda inmediata, visite {{resource}}

    Hecho con en Raleigh, NC

    |

    Lea nuestras Normas de la comunidad, Política de privacidad y Términos

    |

    Publicar un mensaje

    Comparte un mensaje de apoyo con la comunidad.

    Te enviaremos un correo electrónico en cuanto se publique tu mensaje. así como enviar recursos útiles y apoyo.

    Por favor, respete nuestras Normas de la comunidad para ayudarnos a mantener Our Wave un espacio seguro. Todos los mensajes serán revisados ​​y se eliminará la información que los identifique antes de su publicación.

    Haz una pregunta

    Pregunta sobre supervivencia o apoyo a sobrevivientes.

    Te enviaremos un correo electrónico en cuanto tengamos respuesta a tu pregunta, además de recursos útiles y apoyo.

    ¿Cómo podemos ayudarte?

    Indícanos por qué denuncias este contenido. Nuestro equipo de moderación revisará tu informe en breve.

    Violencia, odio o explotación

    Amenazas, lenguaje de odio o coerción sexual

    Acoso o contacto no deseado

    Acoso, intimidación o mensajes no deseados persistentes

    Estafa, fraude o suplantación de identidad

    Solicitudes engañosas o hacerse pasar por otra persona

    Información falsa

    Afirmaciones engañosas o desinformación deliberada

    Comparte tus Comentarios

    Cuéntanos qué funciona (y qué no) para que podamos seguir mejorando.

    Iniciar sesión

    Ingresa el correo electrónico que usaste para enviar tu solicitud a Our Wave y te enviaremos un enlace para acceder a tu perfil.

    Actividad de puesta a tierra

    Encuentra un lugar cómodo para sentarte. Cierra los ojos suavemente y respira profundamente un par de veces: inhala por la nariz (cuenta hasta 3), exhala por la boca (cuenta hasta 3). Ahora abre los ojos y mira a tu alrededor. Nombra lo siguiente en voz alta:

    5 – cosas que puedes ver (puedes mirar dentro de la habitación y por la ventana)

    4 – cosas que puedes sentir (¿qué hay frente a ti que puedas tocar?)

    3 – cosas que puedes oír

    2 – cosas que puedes oler

    1 – cosa que te gusta de ti mismo.

    Respira hondo para terminar.

    Desde donde estás sentado, busca objetos con textura o que sean bonitos o interesantes.

    Sostén un objeto en la mano y concéntrate completamente en él. Observa dónde caen las sombras en algunas partes o quizás dónde se forman formas dentro del objeto. Siente lo pesado o ligero que es en la mano y cómo se siente la textura de la superficie bajo los dedos (esto también se puede hacer con una mascota, si tienes una).

    Respira hondo para terminar.

    Hazte las siguientes preguntas y respóndelas en voz alta:

    1. ¿Dónde estoy?

    2. ¿Qué día de la semana es hoy?

    3. ¿Qué fecha es hoy?

    4. ¿En qué mes estamos?

    5. ¿En qué año estamos?

    6. ¿Cuántos años tengo?

    7. ¿En qué estación estamos?

    Respira hondo para terminar.

    Coloca la palma de la mano derecha sobre el hombro izquierdo. Coloca la palma de la mano izquierda sobre el hombro derecho. Elige una frase que te fortalezca. Por ejemplo: "Soy poderoso". Di la oración en voz alta primero y da una palmadita con la mano derecha en el hombro izquierdo, luego con la mano izquierda en el hombro derecho.

    Alterna las palmaditas. Da diez palmaditas en total, cinco de cada lado, repitiendo cada vez las oraciones en voz alta.

    Respira hondo para terminar.

    Cruza los brazos frente a ti y llévalos hacia el pecho. Con la mano derecha, sujeta el brazo izquierdo. Con la mano izquierda, sujeta el brazo derecho. Aprieta suavemente y lleva los brazos hacia adentro. Mantén la presión un rato, buscando la intensidad adecuada para ti en ese momento. Mantén la tensión y suelta. Luego, vuelve a apretar un rato y suelta. Mantén la presión un momento.

    Respira hondo para terminar.