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Yo estaba...

La persona que me hizo daño era un...

Me identifico como...

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Me identifico como...

Yo era...

Cuando esto ocurrió, también experimenté...

Bienvenido a Our Wave.

Este es un espacio donde sobrevivientes de trauma y abuso comparten sus historias junto a aliados que los apoyan. Estas historias nos recuerdan que existe esperanza incluso en tiempos difíciles. Nunca estás solo en tu experiencia. La sanación es posible para todos.

¿Cuál cree que es el lugar adecuado para empezar hoy?
Historia
De un sobreviviente
🇨🇦

Name, solo tenía 6 años

Tenía alrededor de 6 años, cierro los ojos y es cómo si volviera a vivir en carne propia el recuerdo, me acuerdo del ruido de la televisión, el olor del desayuno que estaba comiendo, yo solo estaba viendo caricaturas. El, un hombre de alrededor 50 años me cargó y me acomodó en sus piernas, y deslizó su mano por debajo de mis panties, TENÍA 6 AÑOS y ahí empezó mi historia de abusó sexual, una historia que me hubiese gustado no tener que experimentar. Yo hablé ya que mi mamá siempre me había enseñado a que nadie podía tocar mis partes pero en ese entonces mi mamá no tenía los recursos, vivíamos en casa de una prima (la hija de mi abusador) y nadie me creyó, dijeron que era mi imaginación. Otros sucesos pasaron cometidos por la misma persona, me arrebató mi inocencia y me rompió en pedacitos… pese a que yo hablé la primera vez, las otras veces me quedé callada porque nadie me creyó, nadie me protegió y nadie me escuchó más que mi mamá pero en ese entonces ella estaba luchando con un problema de alcoholismo y toda la familia nos dio la espalda. Después de un tiempo dejé de ver a mi abusador pero a los 8 años me volvió a pasar pero esta vez por el esposo de mi tía (la hermana de mi mamá) ellos han sido casados desde que mi tía tiene 16 años hasta el presente. Fuimos de visita a casa de mi tía, era diciembre entonces mi mamá salió con mi tía a comprar cosas para la navidad, yo, mi hermano y mi primo (hijo de mi tía) nos quedamos al cuidado del esposo de mi tía, el en ese entonces era oficial de la policía. Yo estaba jugando con mi primo y mi hermano cuando él me llamó, él estaba sentado en la mesedora viendo las noticias cuando me sentó en sus piernas y yo inmediatamente me paralice puesto que la última vez que alguien me sentó en sus piernas me manoseo, esta vez fue diferente, solo me acaricio las piernas y yo solo sentí cómo algo duro me rozaba mis glúteos, me paralicé y no sabía que hacer, hasta que tuve la fuerza y me bajé. Nunca hablé de mi segundo abusador y nunca lo he hecho, yo ya no vivo en Colombia pero cuando voy me toca actuar cómo si nada aunque por dentro sienta tantas cosas. Por mucho tiempo reprimí todo lo que me pasó, siempre decía que no me afectó y ahora a mis 22 años me está atormentando. Estoy comprometida con el amor de mi vida, siento que ha sido un regalo que Dios y la vida me dio después de tanto tormento pero hay veces que cuando vamos a tener intimidad y me toca siento una rabia en mi, ese tipo de rabia que te dan ganas de pegarle un puño en la cara a esa persona, y no lo entiendo, el no me ha hecho nada? El solo me ha ayudado y me ha tratado con amor y me ha demostrado lo mucho que me respeta y me ama, siempre quise evadir el tema y reprimirlo, no hablar de ello y pretender cómo que no me afectó pero ya llegué a un punto donde me dan unos ataques de ira que ni yo me reconozco, donde termino lastimándome a mí misma o sacando esa ira en mi prometido, hace unas noches por fin en medio de una ataque de ira donde terminé azotandome la cabeza en la pared solo repetía “no me deja en paz, me persigue, sácalo de mi cabeza” estaba en un estado de crisis y mi prometido solo pudo sujetarme en sus brazos mientras me preguntaba quién me perseguía y fue la primera vez que dije su nombre en voz alta, “Name, el hombre que me violo y me robo mi inocencia no sale de mi cabeza” no podía hablar, las lágrimas y gritos de desesperación eran más que las palabras, en ese momento me di cuenta que no importa cuánto allá crecido aquella niña de 6 años sigue dentro de mi, está enojada, está triste y rota. Mi pareja es abogado entonces el fue quien me habló sobre me too movement, me dijo que me hiciera justicia y lo denunciara pero que si no me sentía lista por miedo que navegara las opciones que me too ofrece y que quizá empezara por contar mi historia, por unos días habría la página y solo me quedaba paralizada, pero hoy me anime, ya no merezco ser prisionera de un dolor que no fue mi culpa aunque por mucho tiempo he sentido que lo es, me siento perdida y no quiero que mi pasado defina mi presente, la vida me está dando oportunidades bonitas pero mi abusó sexual no me deja avanzar, cómo me saco esta rabia que siento por dentro? Porque me volví un ser tan agrio y amargo, porque me enojo por todo? Porque no puedo disfrutar la intimidad con mi pareja si es delicado conmigo? Parece que entre más delicado es más rabia siento por dentro. Me siento muy sola y perdida. Quiero este dolor fuera de mi

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  • “Sanar significa perdonarme a mí mismo por todas las cosas que pude haber hecho mal en el momento”.

    Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇨🇴

    poder seguir adelante y pasar un poco la pagina

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  • Cada paso adelante, por pequeño que sea, sigue siendo un paso adelante. Tómate todo el tiempo que necesites para dar esos pasos.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇨🇴

    No tengo recuerdos claros y siento mucha culpa

    Mi historia es un poco larga. Cuando tenía 15 años o 16 años, vino a mi mente el recuerdo de cosas que habían ocurrido cuando yo tenía entre 4 y 5 años. Dos tíos abusaron de mí. Los recuerdos sobre esto nunca han sido claros y ahora, muchos años después, todo se ha vuelto más lejano y confuso y he dudado varias veces de mí misma y de mi historia. Hay otras cosas que pasaron en mi infancia que sí recuerdo con más claridad: cuando tenía entre 7 y 8 años, vi a mis papás teniendo relaciones sexuales a mi lado (esa noche me había pasado a dormir con ellos en su cama). Tiempo después, se repitió la situación, pero con mi padrastro y mi mamá. También cuando tenía entre 7 y 8 años, estaba revisando unos CD'S en el DVD que había en la casa para marcarlos según el género musical o según la película que fuera. Uno de los CD'S, era una película porno. Como casi siempre, me encontraba sola en mi casa, entonces la vi completa. No recuerdo si me masturbé. Sé que desde muy niña me frotaba con peluches, muñecas y otros objetos, aunque sin mucha conciencia de lo que hacía, pero estaba presente el miedo a ser vista. Hay algo que me atormenta en este momento: cuando tenía 6 o 7 años, mi prima (ella un año mayor) y yo jugábamos a imitar algunas posiciones de un libro de kamasutra que había en su casa. También tengo leves recuerdos de una vez que, mientras nos bañábamos, frotamos nuestras partes íntimas. No sé si esto se dio en el marco de una curiosidad bilateral y por el contenido del libro al que habíamos estado expuestas o si fui yo quien generó la situación y la persuadió a ella de hacerlo o si la manipulé. No recuerdo que haya sido así, pero me da miedo que sí. ¿Y si imité lo que hacía mis tíos conmigo o lo que vi en contenido al que estuve expuesta? Siento miedo, culpa y vergüenza. Además, hace medio año, recordé que cuando tenía 10 años y cargué a mi hermanita en mi piernas (que estaba como de un mes), sentí un estímulo placentero en mi zona íntima por el contacto. Cuando esta imagen vino a mí (tampoco fue clara, como mis otros recuerdos) sentí culpa, pero no escaló a más porque entendí que fue una reacción física y nada más. Pero luego no podía dejar de pensar en ello y me cuestionaba si había prologando o intensificado el contacto y sentí muchísima culpa, asco y vergüenza. Fue tan fuerte, que tuve un episodio de TOC y siento que aún no he podido salir de ahí, porque ahora me inundan las dudas sobre lo sucedido con mi prima.

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  • “A cualquiera que esté atravesando una situación similar, le aseguro que no está solo. Vale mucho y mucha gente lo ama. Es mucho más fuerte de lo que cree”.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇬🇧

    Brutalmente utilizado por un policía después de una parada de tráfico

    En mi historia original, COMENZÓ CON MI HERMANO, hablé del abuso que sufrí desde una perspectiva general. Era mi vida de abuso tal como la compartí en aquel momento. He estado trabajando para compartir tres casos de violación que solo evité permitiendo que los hombres tomaran lo que quisieran en lugar de pelear. El más traumático de los tres incidentes que mencioné involucró a un policía. Este es el relato. Me detuvieron cuando regresaba a casa de un grupo de estudio, siendo estudiante de tercer año en la universidad, una noche entre semana. Habíamos compartido dos copas hacia el final. NO apruebo conducir y beber, pero no estaba borracho, como confirmó el alcoholímetro más tarde. Me detuvieron y ya tenía los nervios asociados, agravados por el hecho de que aún no tenía la edad legal para beber alcohol durante tres semanas. Fue entonces cuando conocí al policía al que llamaré simplemente SIK. Me dio una sensación inquietante la primera vez que lo vi y eso nunca se detuvo. Aun así, coqueteé con él hasta cierto punto, desesperada por no meterme en problemas. Me hizo salir del coche, quitarme la sudadera con capucha, debajo de la cual solo llevaba un sujetador deportivo básico. Esa noche solo hacía unos dieciséis grados. Tenía frío y temblaba de miedo y de temperatura. Lo vi mirarme el cuerpo sin filtro. Otro coche patrulla se detuvo con dos agentes mientras me hacían las pruebas de alcoholemia. Ya me había registrado de forma incómoda. Una de las agentes que llegó era mujer y también me registró después de haber dicho que tenía algunos problemas con las pruebas de alcoholemia. Caminar hacia atrás en una línea imaginaria, talón con punta, fue lo único con lo que tuve problemas. ¡Es duro! La policía sacó el alcoholímetro que había pedido. Di 0,035. Eso es menos de la mitad del límite legal. En ese momento, SIK dijo que simplemente me seguiría a casa, en lugar de arrestarme, y el otro coche se fue. La parada completa duró quizás una hora. Los coches pasaban por la calle lateral en la que me había metido. Faros delanteros y traseros en la oscuridad. Después de que el otro coche se fuera, SIK me habló con más dureza y amenazas que nunca. Dijo que una chica como yo probablemente está acostumbrada a salirse con la suya. Aseguró que aún podía llevarme a la cárcel cuando quisiera, ya que mientras me lleva a casa y se asegura de mi seguridad, todo lo que hago sigue siendo una prueba. Podría arrestarme por posesión de alcohol y perdería mi licencia. Tenía miedo. Le dije que mi compañera de cuarto estaba en casa. Ella también era estudiante y se suponía que debía estar allí. Después de seguirme dentro de mi apartamento, llamé a mi compañera. Luego revisé su habitación. ¡No estaba! SIK me acusó de mentirle a un policía y echó el cerrojo desde adentro. Me hizo apoyar las manos en la pared de mi comedor con las piernas abiertas. Quería llamarla para que pudiera hablar con ella y confirmar que solía estar allí, pero me detuvo y me obligó a enviarle un mensaje para ver cuándo volvería. Me dio instrucciones de no preguntar ni decir nada más y lo revisó antes de enviarlo. Estaba en casa de su hermana y no volvería hasta tarde. En ese momento se quitó el cinturón de herramientas y lo puso en la encimera de mi cocina. Me dijo que, después de todo lo que había hecho por mí, ya no era gratis, ya que le mentí. Su pistola estaba justo a nuestro lado. Se aseguró de que la viera e incluso la giró para que me apuntara. Tenía miedo y le suplicaba. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera. No estoy segura, pero creo que se lo dije. Me comunicó por radio desde su bandolera que se estaba tomando un descanso para "almorzar". Lo que recuerdo con certeza fue cuando dijo que esta vez me haría un registro completo, hasta quedar completamente desnuda, y me preguntó si estaba de acuerdo. En ese momento ya no tenía ninguna duda de lo que estaba pasando. Hice los ajustes necesarios, pero lo que hizo fue más de lo que había preparado. Me dedicó cumplidos vulgares sobre mi cuerpo mientras me abusaba descaradamente. Me amasó los pechos como si fueran masa. Me tocó mientras me preguntaba si podía usar un apéndice especial que tenía que penetraba más. Sabía a qué se refería. Sentí repulsión, pero acepté. Después del sexo inicial, con las manos apoyadas en la pared e inclinada hacia adelante, bajó el ritmo. Esperaba que ya casi hubiera terminado, pero decidió prolongarlo. Me mandó a mi habitación. Se quitó toda la ropa menos los calcetines. Complementó su anatomía y me hizo aceptar. Su miembro era muy superior al tamaño promedio, pero dudo que, de no haber llevado anillo de bodas, lo hubiera usado alguna vez. Era medio calvo, tenía una ceja prominente como la de un neandertal y una barriga cervecera pálida con muchos lunares por todo el cuerpo. Tenía bigote y perilla que no ocultaban del todo su cutis demacrado, que parecía tener cicatrices de acné severo. Casi todos los hombres eran más altos que yo, pero él era bajo y solo me superaba por unos centímetros. Nunca le había mentido tanto como cuando le dije lo que quería oír sobre ser sexy y desearlo. La única verdad era sobre su pene grande. SIK habló mucho, principalmente degradándome y confirmando que estaba de acuerdo con él. Clichés, como que yo era una puta, una zorra, una guarrilla y que me gustaba lo que me obligaba a hacerle, pero también me preguntó sobre mi vida sexual y mi historial de abusos. Quería que dijera que mi padre y mis entrenadores abusaban de mí, pero no mentiría. En cambio, le conté parte de la verdad sobre el abuso de mi hermano. Esa fue probablemente la peor parte. Decirle en voz alta a SIK lo que nunca solía admitirle a nadie, para su gran placer, me hizo daño. Eso fue peor que el sexo oral. Peor que obligarme a besarlo en algunos momentos. También fue cruel. Intentó amordazarme y empujarme hasta el fondo de mi garganta mientras le obligaba a hacerme sexo oral. Me empujó los tobillos detrás de la cabeza mientras me embestía con sus embestidas abusivas. Podía ver la cruel lujuria en sus ojos. Podía ver su sonrisa malvada. Me abofeteó muchas veces, pero no muy fuerte. Sí me azotó fuerte. Se dio cuenta de que me tenía cautiva y vulnerable a sus caprichos y que por fin estaba viviendo sus fantasías más oscuras. Hacía todo lo que él quería y lo alentaba porque quería que parara. ¡Tantas veces se detuvo justo antes de llegar al clímax! No quería que terminara. SIK intentó tener sexo anal conmigo y yo me adaptaba, pero era demasiado grande para mí. Lloré casi todo el rato de dolor, pero intentando actuar como una pareja ansiosa por que terminara. Después pensé que eso podría haberlo prolongado. SIK era probablemente el momento en que preferiría que sufriera más, como si me estuvieran violando en lugar de ocultar mi dolor. No duró mucho más de veinte minutos, pero fue terrible y lo reviví tantas veces en mi mente antes de emborracharme y colocarme hasta la muerte la noche siguiente después del trabajo. Así que el recuerdo vivió mucho más prominente en mi cabeza que un simple encuentro de 25 minutos. Alcanzo el clímax con facilidad, pero nunca tuve un orgasmo con él por su preferencia por causar dolor sexual. Cuando de repente se corrió dentro de mí, se quedó callado y apenas dijo una palabra más mientras se vestía, con cinturón de pistola y todo, y se fue en silencio. No tengo ni idea de qué significaba eso. Me asustó. Tuve miedo al conducir un tiempo y evité dormir en casa tanto como pude, lo que a veces significaba acostarme con hombres e incluso con amigos, solo para no volver. Fue la razón principal por la que no renové el contrato de alquiler y me mudé a un apartamento más pequeño, sola. Era la misma compañera de piso cuyo padre ya se había acostado conmigo sin mi consentimiento inicial. Le conté a mi compañera una versión corta y reaccionó como si fuera una historia genial. En cierto modo, se la conté así, como una forma de afrontarlo. El camino fácil y de menor resistencia. No admitir que pudo haber sido lo peor que me ha pasado en el ámbito sexual. Lo peor que me pasó en la universidad fue el corazón roto por perder a los hombres que amaba. Pero esas son historias para otro foro. Ya no expongo mi corazón para que lo pisoteen. Este incidente fue una de las llamadas de atención que me indicaron que debía cambiar por completo mi estilo de vida e intentar salvarme. También fue una de las cosas que más me costó comentarle a mi terapeuta, aunque lo pensé durante las sesiones.

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  • Creemos en ti. Eres fuerte.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    ESTÁS AQUÍ: Para tiempos de supervivencia, sufrimiento y tristeza.

    Me llamo Survivor y cuando tenía unos 3 años, mi padre empezó a violarme. Mi madre me ayudó a sujetarme. Él la violaba a ella, y ella me ofreció en su lugar. Esto continuó hasta los 23, quizá 24 años, poco antes de mi boda. Para cuando tenía 6 años, él también violaba a otros miembros de mi familia. Entraba en mi habitación por la noche y tiraba mi camisón contra el cabecero, y entonces tenía que esperar mi turno con miedo y vergüenza mientras violaban a otros. Teníamos una cama de agua grande y todavía recuerdo cómo la cama subía y bajaba, subía y bajaba, subía y bajaba, subía y bajaba como en un barco. Una vez que terminaba, me limpiaba con fuerza con un trapo rojo que usaba para limpiar el garaje. Eso le permitía tener el trapo cerca para olerlo y sostenerlo cerca sin que nadie se preguntara por qué estaba tan sucio con manchas rojas. La mayor parte del tiempo, mi padre era amable y educado. Pero una vez que se convirtió en el monstruo, nadie hizo nada para detenerlo. Nunca hacía estas cosas cuando era amable. Solo cuando era el monstruo. Pero usaba los buenos momentos para facilitar sus ataques. Te adormecía con una falsa sensación de seguridad y paz que realmente te hacía cuestionar tu intuición e instintos de que era un mal hombre. Esto le facilitaba agredir sexualmente a otros niños y adultos. A medida que crecí, mis padres controlaban la narrativa de nuestras vidas; cada aspecto estaba cuidadosamente controlado. Como mi madre, que sabía cómo forzar abortos espontáneos. El primer aborto forzado que me hicieron fue a los 15 años. No sé cómo logré llegar a la edad adulta. Sigo recordando cada vez más el abuso por parte de otros familiares y miembros de la iglesia. Y otras cosas que mi padre hizo dentro de la iglesia donde fue pastor y luego diácono. Pero todavía no puedo hablar de esos recuerdos. Creo que mi padre sentía que todo lo que hacía era inevitable, por lo tanto, nunca era su culpa porque no podía controlarse y cuando sucedía, Dios lo perdonaba, así que todo estaba bien. Lo sé porque lo escuché manipulando a otro familiar para que hiciera lo mismo cuando tenía 11 años. Los hombres de nuestra familia también fueron manipulados para ser abusadores. A mí también. Para ser siempre la abusada. Obligada a guardar silencio, aprendí rápidamente lo que les pasa a quienes se enfrentan a mi padre. Mueren o son agredidas. Como pueden imaginar, crecí con una ansiedad terrible por la posibilidad de ser agredida sexualmente y me esforcé por pasar desapercibida. Pensé que eso podría ayudar. Pensé que importaba la ropa que vestía, el color de mi cabello, cuánto pesaba. Me ha llevado años, y probablemente seguirá llevándome años, desaprender las mentiras que me enseñaron. La preocupación me hacía enfermar constantemente de una cosa tras otra: tuve cáncer a los 32 años y, antes de eso, vértigo y mareos incapacitantes. Mis padres se conocieron mientras trabajaban en Texas para un predicador bautista fundamentalista independiente. Lester Roloff, un predicador bautista fundamentalista independiente que abrió hogares por todo el país para niños, adolescentes y adultos con problemas. Le gustaba decir que salvaba a drogadictos, prostitutas y hippies. Creo que muchos de los niños de los hogares ya habían sufrido abusos durante su infancia, y los hogares de Lester Roloff deberían haber sido un lugar seguro para sanar. En cambio, los niños conocieron cuidadores como mis padres. Mi madre estaba a cargo del hogar para mayores de 16 años, y mi padre viajaba por todo el país recaudando fondos y predicando el lema oficial: los hombres eran como dioses y las mujeres, menos que la basura; su único valor residía en ser vírgenes y luego en fábricas de bebés una vez casadas. Muy masoquistas y minimizando cualquier tipo de abuso, mis padres se tragaron la retórica malvada que se predicaba desde el púlpito. Mis padres finalmente llevaron el tipo de abuso de Lester Roloff a las iglesias y comunidades donde vivíamos, desde Texas hasta Washington y finalmente a Alaska. Desapareció en un avión sobre las aguas cerca de Anchorage en 2006. Los sucesos que rodearon su desaparición siempre fueron muy sospechosos, pero la intensa presión de mi familia me mantuvo callado. Todos los días, durante casi tres años seguidos, un familiar me llamaba para recordarme que hablar de "nuestros problemas familiares" estaba causando un pecado generacional a cuatro generaciones. La presión para callar y hacer lo que mi familia me decía era tan grande que habría preferido morir antes que decepcionarlos. No fue hasta que me propuse sanar de todo el trauma que descubrí que mi padre fingió su muerte. Siempre me habían dicho que, desde su muerte, no había nada que hacer por lo que viví de pequeña. Pero, déjenme decirles, saber que sigue ahí fuera, abusando de otros niños, hombres y mujeres, realmente me impulsó a hablar. Finalmente me sentí libre para empezar a hablar. Superar la presión de callar fue lo más difícil que he hecho en mi vida. Incluso más difícil que luchar contra el cáncer. He pasado muchos años en terapia cognitivo conductual intensiva, EMDR y terapia polivagal, aprendiendo a procesar mis heridas de forma saludable. Había presionado para presentar demandas penales y civiles contra mis agresores, pero el plazo de prescripción de Texas no permite que se haga justicia. Ahora dedico mi tiempo a hablar en paneles, podcasts y plataformas comunitarias sobre las intersecciones del trauma, la fe y la defensa. Uno de los mayores honores de mi vida ha sido compartir mi historia y defender la Ley de Trey en el Senado de Texas en la primavera de 2025. Obligar a una víctima de agresión sexual a guardar silencio es lo que permitió que personas como mis padres continuaran sufriendo maltrato durante tantos años. Haré todo lo posible para asegurarme de que la justicia no se vea minimizada por los acuerdos de confidencialidad y los plazos de prescripción. Mis esfuerzos me conectan con sobrevivientes, audiencias de crímenes reales, comunidades de salud mental y grupos religiosos que buscan comprender y afrontar el abuso. Invierto mi tiempo en mentorizar a sobrevivientes, crear recursos para la sanación y desarrollar herramientas digitales para ampliar el acceso a materiales de apoyo. Porque vivir una vida plena y saludable es lo que realmente quiero para mí, para todas las víctimas y sus familias. Creamos nuestras propias oportunidades para sanar.

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    De un sobreviviente
    🇮🇪

    Hay buenos chicos, lo prometo.

    Era mi novio. Acabábamos de tener sexo y quería volver. Le dije que no, él dijo "pero quiero", y lo hizo. Esas palabras resuenan en mi mente con tanta claridad. No fue violento ni agresivo, pero sentí como si algo se rompiera dentro de mí. Lo llevé conmigo durante mucho tiempo, y todavía lo llevo. Parte de mi vergüenza fue no haberme ido. Meses después, lo confronté y se enojó muchísimo y no quiso escucharme. Así no actúa alguien que te ama, te cuida o te respeta. Así no actúa alguien que respeta a las mujeres. Me llevó mucho tiempo darme cuenta. Años después, estoy saliendo con alguien amable y seguro. Él no conoce esta historia, pero se preocupa por mí y quiere que me sienta segura a pesar de todo. Nunca se ha enfadado ni se ha molestado cuando no quería tener sexo, si quería parar, pausar o hablar de ello, o si había algo que no me gustaba o con lo que no me sentía cómoda. Me escucha cuando le explico un límite y siempre está dispuesto a cambiar su comportamiento para que me sienta lo más cómoda y segura posible. Es alguien que se preocupa, que respeta a los demás por naturaleza y quiere crear un espacio seguro. Eso es normal y lo mínimo indispensable. Los maltratadores, perpetradores y depredadores pueden distorsionar tu percepción de la realidad, pero te aseguro que existen personas amables y buenas, y hay muchas más de las que crees. Mereces ser tratada con respeto, amabilidad y gentileza. Nunca es demasiado pedir, es lo mínimo indispensable.

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    De un sobreviviente
    🇨🇦

    Chico del barco.

    Era una primera cita. Era mi primera cita en años. Un par de copas dieron paso a una buena conversación. Una buena conversación terminó en que aceptara una invitación para conocer a su primo. Conocerlo dio paso a otra copa, y luego el primo desapareció. Intenté irme. Me dominó físicamente. Luché, rogándole literalmente que parara. Lo amenacé con no tener anticonceptivos y con arruinarle la vida si me quedaba embarazada. Dije que tendría el bebé, pensando que lo asustaría. No tenía miedo. Me cubrí la vagina con las manos, suplicándole. Me abofeteó. Se metió en mi boca a la fuerza. Una vez que terminó de agredirlo, simplemente se duchó. Me quedé allí tumbada, mirando por la pequeña ventana circular que tenía en su habitación, viendo solo el tono de una farola en la distancia. Llegué a casa y me limpié todo el agua de la ducha. Sin pensar con claridad. Sin pensar en cómo afectaría mi capacidad de hablar. Solo quería lavarme la sensación de sus manos. Físicamente, tenía la cara magullada y la boca abierta. Emocionalmente, estaba destrozada. Recurrí al alcohol para ahogar cualquier pensamiento. Me distancié de mis amigos y familiares. Estaba furiosa. Fui a terapia y me dijeron que no era mi culpa. Lo sabía. Lógicamente, sabía que la culpa nunca es de la víctima. En mi interior, sentía que era mi culpa por haber ido a la cita y haber confiado estúpidamente en él. Todavía me siento culpable por no haberlo denunciado. Siento que he decepcionado a otras sobrevivientes, me siento débil. No sé cómo sanar. No sé cómo ser una sobreviviente.

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  • “No estás roto; no eres repugnante ni indigno; no eres indigno de ser amado; eres maravilloso, fuerte y digno”.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇩🇪

    678

    No fue hasta que leí esta plataforma que me di cuenta de que lo sucedido no era trivial. Un amigo de aquel entonces me dijo que fuera a la guardia civil, si no por mí, sino por cualquier otra persona que pudiera haber sido afectada o verse afectada más adelante, porque simplemente no se sabe. Les entregué todo y no hicieron nada. Si no fuera por la ayuda de mis amigos, creo que no seguiría existiendo. Intenté suicidarme seis años después porque la idea de ir en serio con mi novio significaba que volvería a ocurrir. Sufría flashbacks y él siempre fue muy paciente. Me alegra decir que, ahora que ese novio es mi prometido, la situación mejora. Estaba en la universidad, tenía un trastorno alimentario grave, y este chico fue el único que no intentó cambiarme, sino que aceptó que estaba muy enferma y no me exigió que comiera. En retrospectiva, eso fue una gran señal de alerta. Él estaba más contento de que yo fuera vulnerable y no quisiera que mejorara. Después de un año juntos, empezó a ponerse violento. Se negaba a dejarme sola. Recuerdo vívidamente la primera vez que se puso violento el día de mi cumpleaños, y el único sitio donde podía estar era en el baño porque estaba cerrado con llave. Me senté allí todo el día, sabiendo que él estaba afuera, sin saber qué pasaría después. Cuando salía, él estaba viendo la televisión como si nada hubiera pasado. Me robaba la tarjeta de débito y se compraba comida, sabiendo que ese era mi presupuesto semanal para comida, y no me sentía cómoda con nada de lo que compraba. Me impidió recuperarme durante dos años. En un momento dado, me quitó hasta el último centavo y no tenía dinero para ir a casa el fin de semana. Tuve que mentirles a mis padres y decirles que me quedaba allí para terminar unos ensayos; me daba mucha vergüenza que pudiera controlarme de esa manera. Estaba en negación, creía que solo eran palabras duras y que él no se conocía a sí mismo ni a su fuerza, que yo era demasiado débil. Intenté romper con él, pero me hizo sentir culpable para que volviera con él, diciendo que nadie más me querría jamás. Lo volví a aceptar. Fuimos a una fiesta de Navidad y me hizo sentir culpable por haber perdido el último autobús a casa, así que me pidió que me quedara en el sofá. No pude negarme. Sabía que todos los demás estaban en la fiesta, así que me obligó a tener sexo, como ya había hecho antes, pero lo vi como una forma de darle lo que quería para evitar que se pusiera violento. Hasta entonces, el sexo también se volvió violento. Esa noche no consentí, le dije que no. Lloré en silencio y, cuando empeoró, le pedí que parara. En respuesta, me estranguló hasta que no pude ver bien y me dejó moretones. Cuando intenté gritar, me arañó la cara y me arañó la retina, por lo que necesité gafas (algo que nunca antes había necesitado). Sangré por todas partes, pero él simplemente se durmió con el brazo alrededor de mi cuello para que no pudiera irme. Al día siguiente fui a la universidad e intenté contárselo a una ex amiga que estudiaba Derecho, pero como era su amiga, bromeó diciendo que le gustaba el BDSM y que cosas así pasan a menudo si algo sale mal. Después de que ella le dijera que lo había mencionado, me hizo firmar un "contrato" que decía lo bueno que era en el sexo. La verdad es que no recuerdo cómo me convenció, fue todo un borrón. No recuerdo casi nada de ese año, pero sé que me envió cartas amenazantes que no pararon hasta que me mudé un año después. Después de eso, como fue la primera persona a la que se lo conté, pensé que nadie me creería. Pero un amigo, sin que yo dijera nada, me hizo saber que sabía que algo había pasado. Algo andaba mal, y finalmente se lo conté. Me convenció de que se lo contara a otros, de que fuera a la policía, a terapia, a un centro de atención a víctimas de violación y se lo contara. Otra amiga me dejó quedarme en su casa casi todo el tiempo mientras me enviaba amenazas de muerte por mensaje y redes sociales. Me sacaron adelante en la universidad y me ayudaron en todo lo posible, organizaron que tuviera una sala de exámenes separada de la suya, e incluso me invitaron a salir por la noche para asegurarme de que aún podía divertirme y que seguía siendo querida incluso después de todo. Mi único arrepentimiento es no haber seguido adelante. Ahora es una ocupación y me aterra la idea de alguien tan malvado cerca de otras personas y en una posición de poder sobre ellos. Me quita el sueño. Ojalá pudiera recuperar el expediente de la policía e insistir en que sí fue así de malo, sí, es violento. Podría quedarme en mi casa durante dos años. Perdí varios kilos de miedo y preocupación. Pero terminé mis exámenes, terminé la carrera, seguí estudiando e incluso descubrí quiénes son los verdaderos amigos.

    Estimado lector, esta historia contiene lenguaje autolesivo que puede resultar molesto o incomodo para algunos.

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  • Mensaje de la Comunidad
    🇺🇸

    Mueva su cuerpo de manera que le resulte agradable tanto como pueda.

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  • “Puede resultar muy difícil pedir ayuda cuando estás pasando por un momento difícil. La recuperación es un gran peso que hay que soportar, pero no es necesario que lo lleves tú solo”.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Odio Halloween

    Era Halloween y lo pasé con mi mamá y la familia de mi madrina. Era buena amiga de los 3 sobrinos de mi madrina, uno era de mi edad y los otros dos eran 2 o 3 años mayores. Después de que terminamos de pedir dulces, todos volvimos a su casa y jugamos un rato. Uno de ellos, lo llamaremos R, lo convirtió en un juego para asustarme toda la noche, acercándose sigilosamente, gritándome en la cara, simplemente comportándose raramente conmigo. Estaba muy cansada y era tarde, así que R me convenció de dormir en su casa y todos dormimos en una habitación sobre almohadas y mantas en el suelo. Inicialmente me negué porque pensé que era raro ya que mi mamá me dijo que no compartiera áreas para dormir con personas del sexo opuesto, pero una vez más me asustó para que lo hiciera de todos modos. La puerta del pasillo permaneció lo suficientemente abierta como para ver dentro de la habitación. Probablemente habían pasado unas 3 horas de la noche cuando me dijo que me quitara los vaqueros para ponerme más cómoda, ya que me había estado moviendo desde que nos acostamos. No quería, así que lo hizo por mí. Era más fuerte y no quería montar un escándalo, así que lo dejé, y después también me subió la camiseta. Después de que R hiciera lo mismo consigo mismo, le dijo al primo de mi edad que se quitara también los suyos y se pusiera encima de mí, a lo que se negó y se quedó dormido. Para entonces, R me tocaba y no me dejaba dormir. Cada vez que lo hacía, me pellizcaba o apretaba y me arañaba el cuerpo. Recuerdo que se enfadó conmigo porque, como no me había venido la regla, me faltaba la parte que él buscaba, pero eso no lo detuvo. Recuerdo que me desperté sin ropa y con fluidos secos en los muslos y la cintura. Nunca se lo dije a nadie y probablemente lo olvidé al día siguiente. Cada vez que hablaba con él después de que eso pasara, o me malcriaba con juguetes y golosinas o era grosero y me rechazaba. Estaba tan confundida sobre por qué hasta que recordé lo que pasó. Me trataba como si fuera diferente a todos los demás, siempre era susceptible y se burlaba de mí cuando comencé la pubertad. Ahora que sé lo que pasó, me siento mal. Terminé volviéndome hipersexual después de todo lo que pasó y a menudo me ponía en situaciones de riesgo con chicos mayores y cualquiera que me diera su tiempo. Afectó toda mi vida y no lo supe hasta ahora. Han pasado años desde entonces y siento que debería haberlo superado, pero no es así. Tengo miedo de buscar ayuda porque eso significa que tendré que decírselo a mis padres, no quiero que se enojen conmigo por no haber dicho nada antes o que piensen que miento porque fue hace tanto tiempo. ¿Cómo lo supero sin ayuda? Está empezando a interferir con mi vida diaria y estoy harta de los flashbacks y las pesadillas.

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  • Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Para mí, sanar no significa ocultar lo que me pasó.

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  • Mensaje de Esperanza
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Siempre existe la opción de irse o quedarse.

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  • Historia
    De un sobreviviente
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    Por favor, escuche las señales de alerta.

    Hola a todos. Mi historia de abuso comenzó hace dos años. Mis agresores fueron mi exnovio y su primo. Cuando conocí a mi exnovio, yo era adolescente y nunca había tenido una relación ni había hecho nada más allá de besar a alguien. Era muy inexperta. En mi familia no se hablaba de relaciones ni de intimidad, así que no sabía nada sobre qué era normal o no. Unos meses después de conocer a mi (ahora exnovio), me invitó a un trío con él y su "amigo íntimo". Esto fue quizás una semana después de nuestra primera vez. Me dijo que su amigo tenía mi edad y que estaba interesado en mí. Le dije que eso me incomodaba mucho y que no me interesaba. Pareció pasar página, así que no le di más vueltas. En ese momento, parecía un tipo muy amable y comprensivo. Un mes después, era Nochevieja. Mi novio vino a mi casa (vivía sola) y me preguntó si podía traer a algunos amigos. ¡No hay problema, suena divertido! Aparece con un amigo (al que no conozco) y dice que los demás cancelaron a última hora. Seguí pensando que era inocente y que la noche iría bien. Estábamos todos bebiendo, comiendo y viendo películas juntos, ¡lo cual fue divertido para mí! No tardé en darme cuenta de que no paraban de pasarme chupitos y que estaba casi desmayada de la borrachera. Completamente incoherente, lo cual no era mi intención. No recuerdo mucho desde entonces hasta que desperté, aparte de la peor parte de la noche. Recuerdo vívidamente estar tumbada en la cama, prácticamente incapaz de moverme ni hablar, estaba totalmente desorientada, y mi novio entró y tuvo sexo conmigo. Entonces entró su amigo e hizo lo mismo. No podía moverme ni hablar, ni siquiera comprender del todo lo que pasó, pero sé que nunca dije que sí a esto. Nunca habría dicho que sí a esto, sin importar cuánto alcohol hubiera involucrado. Me desperté a la mañana siguiente y no tenía ni idea de qué hacer más que seguir. No recordaba lo suficiente ni me atreví a decir nada. Se fueron esa mañana como si nada. Mi (ahora ex) novio resultó ser un sociópata narcisista. Estaba exagerando o bromeando. Me hizo creer que había accedido y que me divertí. No es cierto. Casi un año después, ese amigo me contactó y me contó la situación (creo que se sentía culpable). Me contó que mi ex le había dicho que yo era su amigo con derechos y que estaba entusiasmado con la idea del "trío". Estábamos saliendo, o eso creía. También descubrí que mi ex armó la situación para que este amigo perdiera la virginidad. Y la siguiente información divertida: este "amigo" es el primo de mi ex. Al parecer, perdí la cordura y me negué a creerlo, así que seguí saliendo con "el amor de mi vida". El abuso sexual, mental, emocional y financiero continuó con mi ex durante dos años enteros antes de llegar al límite. El trauma que tengo que superar ahora es algo que no le desearía ni a la peor persona del planeta. Por favor, aprendan de mis errores y no ignoren las señales de alerta. Se presentan por razones muy importantes. Escúchalos.

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  • Eres maravillosa, fuerte y valiosa. De un sobreviviente a otro.

    Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
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    Significa para mí que ya no tengo que vivir con esta oscura nube de vergüenza colgando sobre mi cabeza.

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  • Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
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    Será necesario hacer un cambio pronto.

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  • “He aprendido a abundar en la alegría de las cosas pequeñas... y de Dios, la bondad de las personas. Desconocidos, maestros, amigos. A veces no lo parece, pero hay bondad en el mundo, y eso también me da esperanza”.

    Historia
    De un sobreviviente
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    Acoso sexual grave

    Empezó como acoso sexual. Y lo dejé pasar. ¡No dejes que te pase! Era una becaria universitaria que cursaba mi especialización en gestión de la cadena de suministro. En la escuela de negocios, sabes que no se obtiene un título y ¡zas! Un trabajo te espera por arte de magia. A menos que ya tengas contactos. Era una mujer soltera que recibía ayuda financiera y no tenía prácticamente ningún contacto familiar. Necesitaba hacer algunos contactos mientras estudiaba para ascender. Es un mundo muy competitivo. Una época en la que no nos importa tanto dónde trabajamos, siempre y cuando tenga perspectivas de ascenso y de ganar dinero. Estaba haciendo prácticas en las oficinas corporativas de una empresa de alquiler de coches. Me dieron mi primera opción para una clase en la que teníamos que hacer prácticas en una empresa real. Mi grupo de cuatro estaba en sus oficinas de logística y no teníamos un trabajo definido en ese momento, pero mi escuela había enviado estudiantes durante un tiempo, así que teníamos una persona de contacto y una idea vaga de un proyecto que mi grupo de cuatro tenía que organizar y ejecutar para nuestro grado. Bueno, eso fue un poco torpe y seguí con la mala idea de planificar rutas de distribución más eficientes para los coches que entraban en la flota. Fue una ingenuidad, ya que la empresa contaba con auténticos profesionales que diseñaron el sistema. Pero, gracias a mis artimañas femeninas, un alto directivo me invitó a ayudar en mi tiempo libre. Solo yo. Aproveché la oportunidad y, en mis días libres, llegaba temprano por la mañana e intentaba ser parte del equipo. Era un ambiente muy masculino. Intenté quedarme a pesar de las pretensiones de trato especial. "¿No serás de esas feministas que se ponen a llorar a Recursos Humanos si un hombre te hace un cumplido o una palmadita en el trasero?", me había preguntado el hombre que me invitó primero. Lo llamaremos XX. Le aseguré que no, anticipándome a su respuesta. "Trabaja duro, diviértete mucho", fue algo que dije en mi negación de unos valores a los que obviamente se oponía. Así que las dos veces que XX me presentó como su amante, le seguí la broma. Otro error estúpido. Como ejemplo de mi entorno, después de que un hombre Y del departamento me enseñara a usar parte de un programa que calcula las faltantes de existencias, me hizo sentarme a probarlo y me dio un masaje que no pedí temprano por la mañana. Pues bien, XX se acercó y bromeó sobre que Y le había metido las manos a su novia. Tuvieron un momento de camaradería cuando el hombre Y le preguntó si hablaba en serio, diciendo algo sobre la esposa de XX, a lo que XX se retractó y dijo algo como: "Es solo una broma. Me encantaría en mis fantasías, pero es propiedad de la empresa, hermano". ¡¿Propiedad de la empresa?! ¡Estaba sentada allí mismo! Me tensé, pero intenté fingir que estaba absorta en la clase de informática mientras XX se iba y el hombre Y volvió a masajearme, pero esta vez con más intensidad. Bajó por mi espalda baja y la parte superior de los glúteos, luego por los brazos hasta los muslos, impidiéndome hacer cualquier trabajo mientras me rozaba el pecho con los antebrazos y las manos. Me sentí tan débil y casi paralizada cuando me obligué a levantarme para ir al baño, deteniéndolo. Podría haberlo hecho al principio, pero no lo hice. Más tarde, ese mismo día, XX me invitó a almorzar con él y a tomar una cerveza en un bar con mesa de billar. Tenía 20 años, pero no me pidieron el DNI porque estaba con XX. Casi nunca jugaba al billar y, mientras esperábamos la comida, él me "enseñó" a jugar. Se burló del cliché del cine y la televisión donde un hombre hace que una mujer se incline sobre la mesa de billar para disparar, solo para presionar su entrepierna contra su trasero en un gesto sugerente y luego inclinarse sobre ella con los brazos a cada lado para enseñarle a deslizar el palo. ¡Pero mientras bromeaba, me hizo esas cosas a mí! Fue un buen día para mis dos principales abusadores y un día horrible para mí. XX me abrazó mientras nos levantábamos riéndonos y, al parecer, ahora tenía licencia para abusar de mi cuerpo cuando quisiera. Me volví insensible en algunos aspectos, pero emocionalmente estaba más nerviosa. Me tocaban el trasero o me azotaban juguetonamente en el departamento, incluso por parte de un hombre Y. Algunos otros hombres eran muy coquetos. Me frotaban los hombros, me abrazaban incluso al saludo más breve con XX, y finalmente se suponía que también me acostumbraría a los pequeños besos en los labios. Sentía una constante angustia mental y una actitud defensiva. Mi cuerpo podía ser atacado en cualquier momento. ¡Pero no me defendí! Les decía claramente a XX y a algunos otros que quería ser respetada y considerada como una más y tener un trabajo allí cuando me graduara, y ellos lo afirmaban. Los dos principales abusadores me animaron, pero aun así me acosaron sexualmente. ¡Con mi bendición estúpida! El semestre terminó y seguí yendo a diario durante las vacaciones de verano. Era mi única vía de escape para un posible trabajo después de graduarme un año después. Estaba tan preparada que no fue un gran salto cuando XX me presionó para que se la hiciera en su oficina. Me negué con una sonrisa y un movimiento de cabeza, y él respondió con una justificación: que le debía una, que lo necesitaba en ese preciso instante. No aceptaba un no por respuesta. La primera vez que me arrodillé frente a su escritorio y lo tomé en mi boca, me temblaban las manos, se me saltaron las lágrimas y tuve que escurrir los mocos. ¡Yo era la que estaba avergonzada! Fue como una experiencia extracorpórea, y se me secó la boca hasta el punto de tener que pedirle un poco de su bebida energética. En mi interior, hubo un cambio enorme de inmediato. Quedé destrozada por todo orgullo y autoestima. Era como un zombi. Apenas comía. Mucho café. Aparecía, hacía los informes que se habían convertido en mi responsabilidad y, mecánicamente, le daba a XX su mamada diaria por la tarde en su pequeña y sosa oficina con una ventana pequeña. Empecé a tener migrañas ese verano. Conduje a casa para el 4 de julio y me emborraché tanto que acabé durmiendo con el exmarido de mi hermana, mucho mayor, en la parte trasera de su camioneta. Esa fue una terrible llamada de atención. Sabía que no podía fingir mucho más sin una crisis nerviosa, así que pasé mis dos semanas en la empresa de alquiler de coches donde trabajaba gratis. Para asegurar mi futuro, me aseguré de mantener un ambiente amistoso y de decir "sabes que volveré a trabajar aquí el año que viene". La idea de que todo el tiempo y la humillación que había invertido se perdieran en nada era un gran miedo. Me sometí a eso durante las últimas dos semanas. Tuve sexo rápido con XX dos veces encima y encima de su escritorio. Cedí a la presión extrema y también le hice una mamada a Y cuando lo mencionó explícitamente por una carta de recomendación. Sabía que lo hacía por XX. Ni siquiera tenía despacho propio y teníamos que usar las escaleras. Durante mi último año de universidad, me di cuenta de que estaba demasiado traumatizada como para volver allí. El grado de utilización y abuso que había sufrido se hizo evidente para mí, cuando antes no. Como si hubiera estado viviendo en una neblina de negación. Fue una época dolorosa. Fui un poco imprudente. Saqué una C en la asignatura optativa de economía de alto nivel que cursé. Acepté varias citas para evitar estar sola y, o bien me acosté con ellas, o bien me enfurecí. Al ver que necesitaba la falsa pasantía de alquiler de coches en mi currículum, les escribí a ambos abusadores para pedirles cartas de recomendación y recibí una buena del hombre Y, pero una muy impersonal y genérica de XX. Estaba tan abatida y enfadada. Finalmente, se lo conté a mi hermana, la que me confrontó por su exmarido. SE LO CONTÉ TODO Y ESE FUE MI PRIMER PASO HACIA LA RECUPERACIÓN. A desahogarme, a gritarme en el espejo, a golpear el saco de boxeo en un gimnasio al que me apunté, y a ver a mi primer psicólogo y psiquiatra. La terapia me ayudó más que el Celexa y el antipsych. El grupo de apoyo me ayudó aún más. Conocí a dos amigas para toda la vida que me apoyan en momentos de dolor. Debo repetir que no es mi culpa haber sufrido abuso, aunque en parte sí lo fue. ¡No dejes que te pase! Te quitarán todo lo que puedan. ¡Planifica tus límites ahora y sé asertiva! Denuncia el acoso inmediatamente. Al hacerlo, te convertirás en una heroína y protegerás a otras mujeres y a ti misma. Si ya has sufrido abuso, ¡sal de la situación y habla con alguien cuanto antes! ¡No ganas nada permitiendo que el abuso continúe! Hablar con alguien lo hace real y te permite comenzar a odiar menos y a aprender a amarte de nuevo. Mereces amor verdadero.

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  • Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Sanar es aceptar lo que no puedes cambiar y confiar en que Dios te tiene a tu lado, pase lo que pase.

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  • Bienvenido a Our Wave.

    Este es un espacio donde sobrevivientes de trauma y abuso comparten sus historias junto a aliados que los apoyan. Estas historias nos recuerdan que existe esperanza incluso en tiempos difíciles. Nunca estás solo en tu experiencia. La sanación es posible para todos.

    ¿Cuál cree que es el lugar adecuado para empezar hoy?
    Historia
    De un sobreviviente
    🇨🇴

    No tengo recuerdos claros y siento mucha culpa

    Mi historia es un poco larga. Cuando tenía 15 años o 16 años, vino a mi mente el recuerdo de cosas que habían ocurrido cuando yo tenía entre 4 y 5 años. Dos tíos abusaron de mí. Los recuerdos sobre esto nunca han sido claros y ahora, muchos años después, todo se ha vuelto más lejano y confuso y he dudado varias veces de mí misma y de mi historia. Hay otras cosas que pasaron en mi infancia que sí recuerdo con más claridad: cuando tenía entre 7 y 8 años, vi a mis papás teniendo relaciones sexuales a mi lado (esa noche me había pasado a dormir con ellos en su cama). Tiempo después, se repitió la situación, pero con mi padrastro y mi mamá. También cuando tenía entre 7 y 8 años, estaba revisando unos CD'S en el DVD que había en la casa para marcarlos según el género musical o según la película que fuera. Uno de los CD'S, era una película porno. Como casi siempre, me encontraba sola en mi casa, entonces la vi completa. No recuerdo si me masturbé. Sé que desde muy niña me frotaba con peluches, muñecas y otros objetos, aunque sin mucha conciencia de lo que hacía, pero estaba presente el miedo a ser vista. Hay algo que me atormenta en este momento: cuando tenía 6 o 7 años, mi prima (ella un año mayor) y yo jugábamos a imitar algunas posiciones de un libro de kamasutra que había en su casa. También tengo leves recuerdos de una vez que, mientras nos bañábamos, frotamos nuestras partes íntimas. No sé si esto se dio en el marco de una curiosidad bilateral y por el contenido del libro al que habíamos estado expuestas o si fui yo quien generó la situación y la persuadió a ella de hacerlo o si la manipulé. No recuerdo que haya sido así, pero me da miedo que sí. ¿Y si imité lo que hacía mis tíos conmigo o lo que vi en contenido al que estuve expuesta? Siento miedo, culpa y vergüenza. Además, hace medio año, recordé que cuando tenía 10 años y cargué a mi hermanita en mi piernas (que estaba como de un mes), sentí un estímulo placentero en mi zona íntima por el contacto. Cuando esta imagen vino a mí (tampoco fue clara, como mis otros recuerdos) sentí culpa, pero no escaló a más porque entendí que fue una reacción física y nada más. Pero luego no podía dejar de pensar en ello y me cuestionaba si había prologando o intensificado el contacto y sentí muchísima culpa, asco y vergüenza. Fue tan fuerte, que tuve un episodio de TOC y siento que aún no he podido salir de ahí, porque ahora me inundan las dudas sobre lo sucedido con mi prima.

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  • Historia
    De un sobreviviente
    🇬🇧

    Brutalmente utilizado por un policía después de una parada de tráfico

    En mi historia original, COMENZÓ CON MI HERMANO, hablé del abuso que sufrí desde una perspectiva general. Era mi vida de abuso tal como la compartí en aquel momento. He estado trabajando para compartir tres casos de violación que solo evité permitiendo que los hombres tomaran lo que quisieran en lugar de pelear. El más traumático de los tres incidentes que mencioné involucró a un policía. Este es el relato. Me detuvieron cuando regresaba a casa de un grupo de estudio, siendo estudiante de tercer año en la universidad, una noche entre semana. Habíamos compartido dos copas hacia el final. NO apruebo conducir y beber, pero no estaba borracho, como confirmó el alcoholímetro más tarde. Me detuvieron y ya tenía los nervios asociados, agravados por el hecho de que aún no tenía la edad legal para beber alcohol durante tres semanas. Fue entonces cuando conocí al policía al que llamaré simplemente SIK. Me dio una sensación inquietante la primera vez que lo vi y eso nunca se detuvo. Aun así, coqueteé con él hasta cierto punto, desesperada por no meterme en problemas. Me hizo salir del coche, quitarme la sudadera con capucha, debajo de la cual solo llevaba un sujetador deportivo básico. Esa noche solo hacía unos dieciséis grados. Tenía frío y temblaba de miedo y de temperatura. Lo vi mirarme el cuerpo sin filtro. Otro coche patrulla se detuvo con dos agentes mientras me hacían las pruebas de alcoholemia. Ya me había registrado de forma incómoda. Una de las agentes que llegó era mujer y también me registró después de haber dicho que tenía algunos problemas con las pruebas de alcoholemia. Caminar hacia atrás en una línea imaginaria, talón con punta, fue lo único con lo que tuve problemas. ¡Es duro! La policía sacó el alcoholímetro que había pedido. Di 0,035. Eso es menos de la mitad del límite legal. En ese momento, SIK dijo que simplemente me seguiría a casa, en lugar de arrestarme, y el otro coche se fue. La parada completa duró quizás una hora. Los coches pasaban por la calle lateral en la que me había metido. Faros delanteros y traseros en la oscuridad. Después de que el otro coche se fuera, SIK me habló con más dureza y amenazas que nunca. Dijo que una chica como yo probablemente está acostumbrada a salirse con la suya. Aseguró que aún podía llevarme a la cárcel cuando quisiera, ya que mientras me lleva a casa y se asegura de mi seguridad, todo lo que hago sigue siendo una prueba. Podría arrestarme por posesión de alcohol y perdería mi licencia. Tenía miedo. Le dije que mi compañera de cuarto estaba en casa. Ella también era estudiante y se suponía que debía estar allí. Después de seguirme dentro de mi apartamento, llamé a mi compañera. Luego revisé su habitación. ¡No estaba! SIK me acusó de mentirle a un policía y echó el cerrojo desde adentro. Me hizo apoyar las manos en la pared de mi comedor con las piernas abiertas. Quería llamarla para que pudiera hablar con ella y confirmar que solía estar allí, pero me detuvo y me obligó a enviarle un mensaje para ver cuándo volvería. Me dio instrucciones de no preguntar ni decir nada más y lo revisó antes de enviarlo. Estaba en casa de su hermana y no volvería hasta tarde. En ese momento se quitó el cinturón de herramientas y lo puso en la encimera de mi cocina. Me dijo que, después de todo lo que había hecho por mí, ya no era gratis, ya que le mentí. Su pistola estaba justo a nuestro lado. Se aseguró de que la viera e incluso la giró para que me apuntara. Tenía miedo y le suplicaba. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera. No estoy segura, pero creo que se lo dije. Me comunicó por radio desde su bandolera que se estaba tomando un descanso para "almorzar". Lo que recuerdo con certeza fue cuando dijo que esta vez me haría un registro completo, hasta quedar completamente desnuda, y me preguntó si estaba de acuerdo. En ese momento ya no tenía ninguna duda de lo que estaba pasando. Hice los ajustes necesarios, pero lo que hizo fue más de lo que había preparado. Me dedicó cumplidos vulgares sobre mi cuerpo mientras me abusaba descaradamente. Me amasó los pechos como si fueran masa. Me tocó mientras me preguntaba si podía usar un apéndice especial que tenía que penetraba más. Sabía a qué se refería. Sentí repulsión, pero acepté. Después del sexo inicial, con las manos apoyadas en la pared e inclinada hacia adelante, bajó el ritmo. Esperaba que ya casi hubiera terminado, pero decidió prolongarlo. Me mandó a mi habitación. Se quitó toda la ropa menos los calcetines. Complementó su anatomía y me hizo aceptar. Su miembro era muy superior al tamaño promedio, pero dudo que, de no haber llevado anillo de bodas, lo hubiera usado alguna vez. Era medio calvo, tenía una ceja prominente como la de un neandertal y una barriga cervecera pálida con muchos lunares por todo el cuerpo. Tenía bigote y perilla que no ocultaban del todo su cutis demacrado, que parecía tener cicatrices de acné severo. Casi todos los hombres eran más altos que yo, pero él era bajo y solo me superaba por unos centímetros. Nunca le había mentido tanto como cuando le dije lo que quería oír sobre ser sexy y desearlo. La única verdad era sobre su pene grande. SIK habló mucho, principalmente degradándome y confirmando que estaba de acuerdo con él. Clichés, como que yo era una puta, una zorra, una guarrilla y que me gustaba lo que me obligaba a hacerle, pero también me preguntó sobre mi vida sexual y mi historial de abusos. Quería que dijera que mi padre y mis entrenadores abusaban de mí, pero no mentiría. En cambio, le conté parte de la verdad sobre el abuso de mi hermano. Esa fue probablemente la peor parte. Decirle en voz alta a SIK lo que nunca solía admitirle a nadie, para su gran placer, me hizo daño. Eso fue peor que el sexo oral. Peor que obligarme a besarlo en algunos momentos. También fue cruel. Intentó amordazarme y empujarme hasta el fondo de mi garganta mientras le obligaba a hacerme sexo oral. Me empujó los tobillos detrás de la cabeza mientras me embestía con sus embestidas abusivas. Podía ver la cruel lujuria en sus ojos. Podía ver su sonrisa malvada. Me abofeteó muchas veces, pero no muy fuerte. Sí me azotó fuerte. Se dio cuenta de que me tenía cautiva y vulnerable a sus caprichos y que por fin estaba viviendo sus fantasías más oscuras. Hacía todo lo que él quería y lo alentaba porque quería que parara. ¡Tantas veces se detuvo justo antes de llegar al clímax! No quería que terminara. SIK intentó tener sexo anal conmigo y yo me adaptaba, pero era demasiado grande para mí. Lloré casi todo el rato de dolor, pero intentando actuar como una pareja ansiosa por que terminara. Después pensé que eso podría haberlo prolongado. SIK era probablemente el momento en que preferiría que sufriera más, como si me estuvieran violando en lugar de ocultar mi dolor. No duró mucho más de veinte minutos, pero fue terrible y lo reviví tantas veces en mi mente antes de emborracharme y colocarme hasta la muerte la noche siguiente después del trabajo. Así que el recuerdo vivió mucho más prominente en mi cabeza que un simple encuentro de 25 minutos. Alcanzo el clímax con facilidad, pero nunca tuve un orgasmo con él por su preferencia por causar dolor sexual. Cuando de repente se corrió dentro de mí, se quedó callado y apenas dijo una palabra más mientras se vestía, con cinturón de pistola y todo, y se fue en silencio. No tengo ni idea de qué significaba eso. Me asustó. Tuve miedo al conducir un tiempo y evité dormir en casa tanto como pude, lo que a veces significaba acostarme con hombres e incluso con amigos, solo para no volver. Fue la razón principal por la que no renové el contrato de alquiler y me mudé a un apartamento más pequeño, sola. Era la misma compañera de piso cuyo padre ya se había acostado conmigo sin mi consentimiento inicial. Le conté a mi compañera una versión corta y reaccionó como si fuera una historia genial. En cierto modo, se la conté así, como una forma de afrontarlo. El camino fácil y de menor resistencia. No admitir que pudo haber sido lo peor que me ha pasado en el ámbito sexual. Lo peor que me pasó en la universidad fue el corazón roto por perder a los hombres que amaba. Pero esas son historias para otro foro. Ya no expongo mi corazón para que lo pisoteen. Este incidente fue una de las llamadas de atención que me indicaron que debía cambiar por completo mi estilo de vida e intentar salvarme. También fue una de las cosas que más me costó comentarle a mi terapeuta, aunque lo pensé durante las sesiones.

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  • Historia
    De un sobreviviente
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    Chico del barco.

    Era una primera cita. Era mi primera cita en años. Un par de copas dieron paso a una buena conversación. Una buena conversación terminó en que aceptara una invitación para conocer a su primo. Conocerlo dio paso a otra copa, y luego el primo desapareció. Intenté irme. Me dominó físicamente. Luché, rogándole literalmente que parara. Lo amenacé con no tener anticonceptivos y con arruinarle la vida si me quedaba embarazada. Dije que tendría el bebé, pensando que lo asustaría. No tenía miedo. Me cubrí la vagina con las manos, suplicándole. Me abofeteó. Se metió en mi boca a la fuerza. Una vez que terminó de agredirlo, simplemente se duchó. Me quedé allí tumbada, mirando por la pequeña ventana circular que tenía en su habitación, viendo solo el tono de una farola en la distancia. Llegué a casa y me limpié todo el agua de la ducha. Sin pensar con claridad. Sin pensar en cómo afectaría mi capacidad de hablar. Solo quería lavarme la sensación de sus manos. Físicamente, tenía la cara magullada y la boca abierta. Emocionalmente, estaba destrozada. Recurrí al alcohol para ahogar cualquier pensamiento. Me distancié de mis amigos y familiares. Estaba furiosa. Fui a terapia y me dijeron que no era mi culpa. Lo sabía. Lógicamente, sabía que la culpa nunca es de la víctima. En mi interior, sentía que era mi culpa por haber ido a la cita y haber confiado estúpidamente en él. Todavía me siento culpable por no haberlo denunciado. Siento que he decepcionado a otras sobrevivientes, me siento débil. No sé cómo sanar. No sé cómo ser una sobreviviente.

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  • Mensaje de la Comunidad
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    Mueva su cuerpo de manera que le resulte agradable tanto como pueda.

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    Para mí, sanar no significa ocultar lo que me pasó.

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    Por favor, escuche las señales de alerta.

    Hola a todos. Mi historia de abuso comenzó hace dos años. Mis agresores fueron mi exnovio y su primo. Cuando conocí a mi exnovio, yo era adolescente y nunca había tenido una relación ni había hecho nada más allá de besar a alguien. Era muy inexperta. En mi familia no se hablaba de relaciones ni de intimidad, así que no sabía nada sobre qué era normal o no. Unos meses después de conocer a mi (ahora exnovio), me invitó a un trío con él y su "amigo íntimo". Esto fue quizás una semana después de nuestra primera vez. Me dijo que su amigo tenía mi edad y que estaba interesado en mí. Le dije que eso me incomodaba mucho y que no me interesaba. Pareció pasar página, así que no le di más vueltas. En ese momento, parecía un tipo muy amable y comprensivo. Un mes después, era Nochevieja. Mi novio vino a mi casa (vivía sola) y me preguntó si podía traer a algunos amigos. ¡No hay problema, suena divertido! Aparece con un amigo (al que no conozco) y dice que los demás cancelaron a última hora. Seguí pensando que era inocente y que la noche iría bien. Estábamos todos bebiendo, comiendo y viendo películas juntos, ¡lo cual fue divertido para mí! No tardé en darme cuenta de que no paraban de pasarme chupitos y que estaba casi desmayada de la borrachera. Completamente incoherente, lo cual no era mi intención. No recuerdo mucho desde entonces hasta que desperté, aparte de la peor parte de la noche. Recuerdo vívidamente estar tumbada en la cama, prácticamente incapaz de moverme ni hablar, estaba totalmente desorientada, y mi novio entró y tuvo sexo conmigo. Entonces entró su amigo e hizo lo mismo. No podía moverme ni hablar, ni siquiera comprender del todo lo que pasó, pero sé que nunca dije que sí a esto. Nunca habría dicho que sí a esto, sin importar cuánto alcohol hubiera involucrado. Me desperté a la mañana siguiente y no tenía ni idea de qué hacer más que seguir. No recordaba lo suficiente ni me atreví a decir nada. Se fueron esa mañana como si nada. Mi (ahora ex) novio resultó ser un sociópata narcisista. Estaba exagerando o bromeando. Me hizo creer que había accedido y que me divertí. No es cierto. Casi un año después, ese amigo me contactó y me contó la situación (creo que se sentía culpable). Me contó que mi ex le había dicho que yo era su amigo con derechos y que estaba entusiasmado con la idea del "trío". Estábamos saliendo, o eso creía. También descubrí que mi ex armó la situación para que este amigo perdiera la virginidad. Y la siguiente información divertida: este "amigo" es el primo de mi ex. Al parecer, perdí la cordura y me negué a creerlo, así que seguí saliendo con "el amor de mi vida". El abuso sexual, mental, emocional y financiero continuó con mi ex durante dos años enteros antes de llegar al límite. El trauma que tengo que superar ahora es algo que no le desearía ni a la peor persona del planeta. Por favor, aprendan de mis errores y no ignoren las señales de alerta. Se presentan por razones muy importantes. Escúchalos.

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    Sanar es aceptar lo que no puedes cambiar y confiar en que Dios te tiene a tu lado, pase lo que pase.

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    De un sobreviviente
    🇨🇦

    Name, solo tenía 6 años

    Tenía alrededor de 6 años, cierro los ojos y es cómo si volviera a vivir en carne propia el recuerdo, me acuerdo del ruido de la televisión, el olor del desayuno que estaba comiendo, yo solo estaba viendo caricaturas. El, un hombre de alrededor 50 años me cargó y me acomodó en sus piernas, y deslizó su mano por debajo de mis panties, TENÍA 6 AÑOS y ahí empezó mi historia de abusó sexual, una historia que me hubiese gustado no tener que experimentar. Yo hablé ya que mi mamá siempre me había enseñado a que nadie podía tocar mis partes pero en ese entonces mi mamá no tenía los recursos, vivíamos en casa de una prima (la hija de mi abusador) y nadie me creyó, dijeron que era mi imaginación. Otros sucesos pasaron cometidos por la misma persona, me arrebató mi inocencia y me rompió en pedacitos… pese a que yo hablé la primera vez, las otras veces me quedé callada porque nadie me creyó, nadie me protegió y nadie me escuchó más que mi mamá pero en ese entonces ella estaba luchando con un problema de alcoholismo y toda la familia nos dio la espalda. Después de un tiempo dejé de ver a mi abusador pero a los 8 años me volvió a pasar pero esta vez por el esposo de mi tía (la hermana de mi mamá) ellos han sido casados desde que mi tía tiene 16 años hasta el presente. Fuimos de visita a casa de mi tía, era diciembre entonces mi mamá salió con mi tía a comprar cosas para la navidad, yo, mi hermano y mi primo (hijo de mi tía) nos quedamos al cuidado del esposo de mi tía, el en ese entonces era oficial de la policía. Yo estaba jugando con mi primo y mi hermano cuando él me llamó, él estaba sentado en la mesedora viendo las noticias cuando me sentó en sus piernas y yo inmediatamente me paralice puesto que la última vez que alguien me sentó en sus piernas me manoseo, esta vez fue diferente, solo me acaricio las piernas y yo solo sentí cómo algo duro me rozaba mis glúteos, me paralicé y no sabía que hacer, hasta que tuve la fuerza y me bajé. Nunca hablé de mi segundo abusador y nunca lo he hecho, yo ya no vivo en Colombia pero cuando voy me toca actuar cómo si nada aunque por dentro sienta tantas cosas. Por mucho tiempo reprimí todo lo que me pasó, siempre decía que no me afectó y ahora a mis 22 años me está atormentando. Estoy comprometida con el amor de mi vida, siento que ha sido un regalo que Dios y la vida me dio después de tanto tormento pero hay veces que cuando vamos a tener intimidad y me toca siento una rabia en mi, ese tipo de rabia que te dan ganas de pegarle un puño en la cara a esa persona, y no lo entiendo, el no me ha hecho nada? El solo me ha ayudado y me ha tratado con amor y me ha demostrado lo mucho que me respeta y me ama, siempre quise evadir el tema y reprimirlo, no hablar de ello y pretender cómo que no me afectó pero ya llegué a un punto donde me dan unos ataques de ira que ni yo me reconozco, donde termino lastimándome a mí misma o sacando esa ira en mi prometido, hace unas noches por fin en medio de una ataque de ira donde terminé azotandome la cabeza en la pared solo repetía “no me deja en paz, me persigue, sácalo de mi cabeza” estaba en un estado de crisis y mi prometido solo pudo sujetarme en sus brazos mientras me preguntaba quién me perseguía y fue la primera vez que dije su nombre en voz alta, “Name, el hombre que me violo y me robo mi inocencia no sale de mi cabeza” no podía hablar, las lágrimas y gritos de desesperación eran más que las palabras, en ese momento me di cuenta que no importa cuánto allá crecido aquella niña de 6 años sigue dentro de mi, está enojada, está triste y rota. Mi pareja es abogado entonces el fue quien me habló sobre me too movement, me dijo que me hiciera justicia y lo denunciara pero que si no me sentía lista por miedo que navegara las opciones que me too ofrece y que quizá empezara por contar mi historia, por unos días habría la página y solo me quedaba paralizada, pero hoy me anime, ya no merezco ser prisionera de un dolor que no fue mi culpa aunque por mucho tiempo he sentido que lo es, me siento perdida y no quiero que mi pasado defina mi presente, la vida me está dando oportunidades bonitas pero mi abusó sexual no me deja avanzar, cómo me saco esta rabia que siento por dentro? Porque me volví un ser tan agrio y amargo, porque me enojo por todo? Porque no puedo disfrutar la intimidad con mi pareja si es delicado conmigo? Parece que entre más delicado es más rabia siento por dentro. Me siento muy sola y perdida. Quiero este dolor fuera de mi

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  • “Sanar significa perdonarme a mí mismo por todas las cosas que pude haber hecho mal en el momento”.

    Cada paso adelante, por pequeño que sea, sigue siendo un paso adelante. Tómate todo el tiempo que necesites para dar esos pasos.

    “A cualquiera que esté atravesando una situación similar, le aseguro que no está solo. Vale mucho y mucha gente lo ama. Es mucho más fuerte de lo que cree”.

    Creemos en ti. Eres fuerte.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇮🇪

    Hay buenos chicos, lo prometo.

    Era mi novio. Acabábamos de tener sexo y quería volver. Le dije que no, él dijo "pero quiero", y lo hizo. Esas palabras resuenan en mi mente con tanta claridad. No fue violento ni agresivo, pero sentí como si algo se rompiera dentro de mí. Lo llevé conmigo durante mucho tiempo, y todavía lo llevo. Parte de mi vergüenza fue no haberme ido. Meses después, lo confronté y se enojó muchísimo y no quiso escucharme. Así no actúa alguien que te ama, te cuida o te respeta. Así no actúa alguien que respeta a las mujeres. Me llevó mucho tiempo darme cuenta. Años después, estoy saliendo con alguien amable y seguro. Él no conoce esta historia, pero se preocupa por mí y quiere que me sienta segura a pesar de todo. Nunca se ha enfadado ni se ha molestado cuando no quería tener sexo, si quería parar, pausar o hablar de ello, o si había algo que no me gustaba o con lo que no me sentía cómoda. Me escucha cuando le explico un límite y siempre está dispuesto a cambiar su comportamiento para que me sienta lo más cómoda y segura posible. Es alguien que se preocupa, que respeta a los demás por naturaleza y quiere crear un espacio seguro. Eso es normal y lo mínimo indispensable. Los maltratadores, perpetradores y depredadores pueden distorsionar tu percepción de la realidad, pero te aseguro que existen personas amables y buenas, y hay muchas más de las que crees. Mereces ser tratada con respeto, amabilidad y gentileza. Nunca es demasiado pedir, es lo mínimo indispensable.

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  • “No estás roto; no eres repugnante ni indigno; no eres indigno de ser amado; eres maravilloso, fuerte y digno”.

    “Puede resultar muy difícil pedir ayuda cuando estás pasando por un momento difícil. La recuperación es un gran peso que hay que soportar, pero no es necesario que lo lleves tú solo”.

    Eres maravillosa, fuerte y valiosa. De un sobreviviente a otro.

    Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Será necesario hacer un cambio pronto.

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  • “He aprendido a abundar en la alegría de las cosas pequeñas... y de Dios, la bondad de las personas. Desconocidos, maestros, amigos. A veces no lo parece, pero hay bondad en el mundo, y eso también me da esperanza”.

    Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇨🇴

    poder seguir adelante y pasar un poco la pagina

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    De un sobreviviente
    🇺🇸

    ESTÁS AQUÍ: Para tiempos de supervivencia, sufrimiento y tristeza.

    Me llamo Survivor y cuando tenía unos 3 años, mi padre empezó a violarme. Mi madre me ayudó a sujetarme. Él la violaba a ella, y ella me ofreció en su lugar. Esto continuó hasta los 23, quizá 24 años, poco antes de mi boda. Para cuando tenía 6 años, él también violaba a otros miembros de mi familia. Entraba en mi habitación por la noche y tiraba mi camisón contra el cabecero, y entonces tenía que esperar mi turno con miedo y vergüenza mientras violaban a otros. Teníamos una cama de agua grande y todavía recuerdo cómo la cama subía y bajaba, subía y bajaba, subía y bajaba, subía y bajaba como en un barco. Una vez que terminaba, me limpiaba con fuerza con un trapo rojo que usaba para limpiar el garaje. Eso le permitía tener el trapo cerca para olerlo y sostenerlo cerca sin que nadie se preguntara por qué estaba tan sucio con manchas rojas. La mayor parte del tiempo, mi padre era amable y educado. Pero una vez que se convirtió en el monstruo, nadie hizo nada para detenerlo. Nunca hacía estas cosas cuando era amable. Solo cuando era el monstruo. Pero usaba los buenos momentos para facilitar sus ataques. Te adormecía con una falsa sensación de seguridad y paz que realmente te hacía cuestionar tu intuición e instintos de que era un mal hombre. Esto le facilitaba agredir sexualmente a otros niños y adultos. A medida que crecí, mis padres controlaban la narrativa de nuestras vidas; cada aspecto estaba cuidadosamente controlado. Como mi madre, que sabía cómo forzar abortos espontáneos. El primer aborto forzado que me hicieron fue a los 15 años. No sé cómo logré llegar a la edad adulta. Sigo recordando cada vez más el abuso por parte de otros familiares y miembros de la iglesia. Y otras cosas que mi padre hizo dentro de la iglesia donde fue pastor y luego diácono. Pero todavía no puedo hablar de esos recuerdos. Creo que mi padre sentía que todo lo que hacía era inevitable, por lo tanto, nunca era su culpa porque no podía controlarse y cuando sucedía, Dios lo perdonaba, así que todo estaba bien. Lo sé porque lo escuché manipulando a otro familiar para que hiciera lo mismo cuando tenía 11 años. Los hombres de nuestra familia también fueron manipulados para ser abusadores. A mí también. Para ser siempre la abusada. Obligada a guardar silencio, aprendí rápidamente lo que les pasa a quienes se enfrentan a mi padre. Mueren o son agredidas. Como pueden imaginar, crecí con una ansiedad terrible por la posibilidad de ser agredida sexualmente y me esforcé por pasar desapercibida. Pensé que eso podría ayudar. Pensé que importaba la ropa que vestía, el color de mi cabello, cuánto pesaba. Me ha llevado años, y probablemente seguirá llevándome años, desaprender las mentiras que me enseñaron. La preocupación me hacía enfermar constantemente de una cosa tras otra: tuve cáncer a los 32 años y, antes de eso, vértigo y mareos incapacitantes. Mis padres se conocieron mientras trabajaban en Texas para un predicador bautista fundamentalista independiente. Lester Roloff, un predicador bautista fundamentalista independiente que abrió hogares por todo el país para niños, adolescentes y adultos con problemas. Le gustaba decir que salvaba a drogadictos, prostitutas y hippies. Creo que muchos de los niños de los hogares ya habían sufrido abusos durante su infancia, y los hogares de Lester Roloff deberían haber sido un lugar seguro para sanar. En cambio, los niños conocieron cuidadores como mis padres. Mi madre estaba a cargo del hogar para mayores de 16 años, y mi padre viajaba por todo el país recaudando fondos y predicando el lema oficial: los hombres eran como dioses y las mujeres, menos que la basura; su único valor residía en ser vírgenes y luego en fábricas de bebés una vez casadas. Muy masoquistas y minimizando cualquier tipo de abuso, mis padres se tragaron la retórica malvada que se predicaba desde el púlpito. Mis padres finalmente llevaron el tipo de abuso de Lester Roloff a las iglesias y comunidades donde vivíamos, desde Texas hasta Washington y finalmente a Alaska. Desapareció en un avión sobre las aguas cerca de Anchorage en 2006. Los sucesos que rodearon su desaparición siempre fueron muy sospechosos, pero la intensa presión de mi familia me mantuvo callado. Todos los días, durante casi tres años seguidos, un familiar me llamaba para recordarme que hablar de "nuestros problemas familiares" estaba causando un pecado generacional a cuatro generaciones. La presión para callar y hacer lo que mi familia me decía era tan grande que habría preferido morir antes que decepcionarlos. No fue hasta que me propuse sanar de todo el trauma que descubrí que mi padre fingió su muerte. Siempre me habían dicho que, desde su muerte, no había nada que hacer por lo que viví de pequeña. Pero, déjenme decirles, saber que sigue ahí fuera, abusando de otros niños, hombres y mujeres, realmente me impulsó a hablar. Finalmente me sentí libre para empezar a hablar. Superar la presión de callar fue lo más difícil que he hecho en mi vida. Incluso más difícil que luchar contra el cáncer. He pasado muchos años en terapia cognitivo conductual intensiva, EMDR y terapia polivagal, aprendiendo a procesar mis heridas de forma saludable. Había presionado para presentar demandas penales y civiles contra mis agresores, pero el plazo de prescripción de Texas no permite que se haga justicia. Ahora dedico mi tiempo a hablar en paneles, podcasts y plataformas comunitarias sobre las intersecciones del trauma, la fe y la defensa. Uno de los mayores honores de mi vida ha sido compartir mi historia y defender la Ley de Trey en el Senado de Texas en la primavera de 2025. Obligar a una víctima de agresión sexual a guardar silencio es lo que permitió que personas como mis padres continuaran sufriendo maltrato durante tantos años. Haré todo lo posible para asegurarme de que la justicia no se vea minimizada por los acuerdos de confidencialidad y los plazos de prescripción. Mis esfuerzos me conectan con sobrevivientes, audiencias de crímenes reales, comunidades de salud mental y grupos religiosos que buscan comprender y afrontar el abuso. Invierto mi tiempo en mentorizar a sobrevivientes, crear recursos para la sanación y desarrollar herramientas digitales para ampliar el acceso a materiales de apoyo. Porque vivir una vida plena y saludable es lo que realmente quiero para mí, para todas las víctimas y sus familias. Creamos nuestras propias oportunidades para sanar.

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    De un sobreviviente
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    678

    No fue hasta que leí esta plataforma que me di cuenta de que lo sucedido no era trivial. Un amigo de aquel entonces me dijo que fuera a la guardia civil, si no por mí, sino por cualquier otra persona que pudiera haber sido afectada o verse afectada más adelante, porque simplemente no se sabe. Les entregué todo y no hicieron nada. Si no fuera por la ayuda de mis amigos, creo que no seguiría existiendo. Intenté suicidarme seis años después porque la idea de ir en serio con mi novio significaba que volvería a ocurrir. Sufría flashbacks y él siempre fue muy paciente. Me alegra decir que, ahora que ese novio es mi prometido, la situación mejora. Estaba en la universidad, tenía un trastorno alimentario grave, y este chico fue el único que no intentó cambiarme, sino que aceptó que estaba muy enferma y no me exigió que comiera. En retrospectiva, eso fue una gran señal de alerta. Él estaba más contento de que yo fuera vulnerable y no quisiera que mejorara. Después de un año juntos, empezó a ponerse violento. Se negaba a dejarme sola. Recuerdo vívidamente la primera vez que se puso violento el día de mi cumpleaños, y el único sitio donde podía estar era en el baño porque estaba cerrado con llave. Me senté allí todo el día, sabiendo que él estaba afuera, sin saber qué pasaría después. Cuando salía, él estaba viendo la televisión como si nada hubiera pasado. Me robaba la tarjeta de débito y se compraba comida, sabiendo que ese era mi presupuesto semanal para comida, y no me sentía cómoda con nada de lo que compraba. Me impidió recuperarme durante dos años. En un momento dado, me quitó hasta el último centavo y no tenía dinero para ir a casa el fin de semana. Tuve que mentirles a mis padres y decirles que me quedaba allí para terminar unos ensayos; me daba mucha vergüenza que pudiera controlarme de esa manera. Estaba en negación, creía que solo eran palabras duras y que él no se conocía a sí mismo ni a su fuerza, que yo era demasiado débil. Intenté romper con él, pero me hizo sentir culpable para que volviera con él, diciendo que nadie más me querría jamás. Lo volví a aceptar. Fuimos a una fiesta de Navidad y me hizo sentir culpable por haber perdido el último autobús a casa, así que me pidió que me quedara en el sofá. No pude negarme. Sabía que todos los demás estaban en la fiesta, así que me obligó a tener sexo, como ya había hecho antes, pero lo vi como una forma de darle lo que quería para evitar que se pusiera violento. Hasta entonces, el sexo también se volvió violento. Esa noche no consentí, le dije que no. Lloré en silencio y, cuando empeoró, le pedí que parara. En respuesta, me estranguló hasta que no pude ver bien y me dejó moretones. Cuando intenté gritar, me arañó la cara y me arañó la retina, por lo que necesité gafas (algo que nunca antes había necesitado). Sangré por todas partes, pero él simplemente se durmió con el brazo alrededor de mi cuello para que no pudiera irme. Al día siguiente fui a la universidad e intenté contárselo a una ex amiga que estudiaba Derecho, pero como era su amiga, bromeó diciendo que le gustaba el BDSM y que cosas así pasan a menudo si algo sale mal. Después de que ella le dijera que lo había mencionado, me hizo firmar un "contrato" que decía lo bueno que era en el sexo. La verdad es que no recuerdo cómo me convenció, fue todo un borrón. No recuerdo casi nada de ese año, pero sé que me envió cartas amenazantes que no pararon hasta que me mudé un año después. Después de eso, como fue la primera persona a la que se lo conté, pensé que nadie me creería. Pero un amigo, sin que yo dijera nada, me hizo saber que sabía que algo había pasado. Algo andaba mal, y finalmente se lo conté. Me convenció de que se lo contara a otros, de que fuera a la policía, a terapia, a un centro de atención a víctimas de violación y se lo contara. Otra amiga me dejó quedarme en su casa casi todo el tiempo mientras me enviaba amenazas de muerte por mensaje y redes sociales. Me sacaron adelante en la universidad y me ayudaron en todo lo posible, organizaron que tuviera una sala de exámenes separada de la suya, e incluso me invitaron a salir por la noche para asegurarme de que aún podía divertirme y que seguía siendo querida incluso después de todo. Mi único arrepentimiento es no haber seguido adelante. Ahora es una ocupación y me aterra la idea de alguien tan malvado cerca de otras personas y en una posición de poder sobre ellos. Me quita el sueño. Ojalá pudiera recuperar el expediente de la policía e insistir en que sí fue así de malo, sí, es violento. Podría quedarme en mi casa durante dos años. Perdí varios kilos de miedo y preocupación. Pero terminé mis exámenes, terminé la carrera, seguí estudiando e incluso descubrí quiénes son los verdaderos amigos.

    Estimado lector, esta historia contiene lenguaje autolesivo que puede resultar molesto o incomodo para algunos.

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    Odio Halloween

    Era Halloween y lo pasé con mi mamá y la familia de mi madrina. Era buena amiga de los 3 sobrinos de mi madrina, uno era de mi edad y los otros dos eran 2 o 3 años mayores. Después de que terminamos de pedir dulces, todos volvimos a su casa y jugamos un rato. Uno de ellos, lo llamaremos R, lo convirtió en un juego para asustarme toda la noche, acercándose sigilosamente, gritándome en la cara, simplemente comportándose raramente conmigo. Estaba muy cansada y era tarde, así que R me convenció de dormir en su casa y todos dormimos en una habitación sobre almohadas y mantas en el suelo. Inicialmente me negué porque pensé que era raro ya que mi mamá me dijo que no compartiera áreas para dormir con personas del sexo opuesto, pero una vez más me asustó para que lo hiciera de todos modos. La puerta del pasillo permaneció lo suficientemente abierta como para ver dentro de la habitación. Probablemente habían pasado unas 3 horas de la noche cuando me dijo que me quitara los vaqueros para ponerme más cómoda, ya que me había estado moviendo desde que nos acostamos. No quería, así que lo hizo por mí. Era más fuerte y no quería montar un escándalo, así que lo dejé, y después también me subió la camiseta. Después de que R hiciera lo mismo consigo mismo, le dijo al primo de mi edad que se quitara también los suyos y se pusiera encima de mí, a lo que se negó y se quedó dormido. Para entonces, R me tocaba y no me dejaba dormir. Cada vez que lo hacía, me pellizcaba o apretaba y me arañaba el cuerpo. Recuerdo que se enfadó conmigo porque, como no me había venido la regla, me faltaba la parte que él buscaba, pero eso no lo detuvo. Recuerdo que me desperté sin ropa y con fluidos secos en los muslos y la cintura. Nunca se lo dije a nadie y probablemente lo olvidé al día siguiente. Cada vez que hablaba con él después de que eso pasara, o me malcriaba con juguetes y golosinas o era grosero y me rechazaba. Estaba tan confundida sobre por qué hasta que recordé lo que pasó. Me trataba como si fuera diferente a todos los demás, siempre era susceptible y se burlaba de mí cuando comencé la pubertad. Ahora que sé lo que pasó, me siento mal. Terminé volviéndome hipersexual después de todo lo que pasó y a menudo me ponía en situaciones de riesgo con chicos mayores y cualquiera que me diera su tiempo. Afectó toda mi vida y no lo supe hasta ahora. Han pasado años desde entonces y siento que debería haberlo superado, pero no es así. Tengo miedo de buscar ayuda porque eso significa que tendré que decírselo a mis padres, no quiero que se enojen conmigo por no haber dicho nada antes o que piensen que miento porque fue hace tanto tiempo. ¿Cómo lo supero sin ayuda? Está empezando a interferir con mi vida diaria y estoy harta de los flashbacks y las pesadillas.

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  • Mensaje de Esperanza
    De un sobreviviente
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    Siempre existe la opción de irse o quedarse.

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  • Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
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    Significa para mí que ya no tengo que vivir con esta oscura nube de vergüenza colgando sobre mi cabeza.

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    Acoso sexual grave

    Empezó como acoso sexual. Y lo dejé pasar. ¡No dejes que te pase! Era una becaria universitaria que cursaba mi especialización en gestión de la cadena de suministro. En la escuela de negocios, sabes que no se obtiene un título y ¡zas! Un trabajo te espera por arte de magia. A menos que ya tengas contactos. Era una mujer soltera que recibía ayuda financiera y no tenía prácticamente ningún contacto familiar. Necesitaba hacer algunos contactos mientras estudiaba para ascender. Es un mundo muy competitivo. Una época en la que no nos importa tanto dónde trabajamos, siempre y cuando tenga perspectivas de ascenso y de ganar dinero. Estaba haciendo prácticas en las oficinas corporativas de una empresa de alquiler de coches. Me dieron mi primera opción para una clase en la que teníamos que hacer prácticas en una empresa real. Mi grupo de cuatro estaba en sus oficinas de logística y no teníamos un trabajo definido en ese momento, pero mi escuela había enviado estudiantes durante un tiempo, así que teníamos una persona de contacto y una idea vaga de un proyecto que mi grupo de cuatro tenía que organizar y ejecutar para nuestro grado. Bueno, eso fue un poco torpe y seguí con la mala idea de planificar rutas de distribución más eficientes para los coches que entraban en la flota. Fue una ingenuidad, ya que la empresa contaba con auténticos profesionales que diseñaron el sistema. Pero, gracias a mis artimañas femeninas, un alto directivo me invitó a ayudar en mi tiempo libre. Solo yo. Aproveché la oportunidad y, en mis días libres, llegaba temprano por la mañana e intentaba ser parte del equipo. Era un ambiente muy masculino. Intenté quedarme a pesar de las pretensiones de trato especial. "¿No serás de esas feministas que se ponen a llorar a Recursos Humanos si un hombre te hace un cumplido o una palmadita en el trasero?", me había preguntado el hombre que me invitó primero. Lo llamaremos XX. Le aseguré que no, anticipándome a su respuesta. "Trabaja duro, diviértete mucho", fue algo que dije en mi negación de unos valores a los que obviamente se oponía. Así que las dos veces que XX me presentó como su amante, le seguí la broma. Otro error estúpido. Como ejemplo de mi entorno, después de que un hombre Y del departamento me enseñara a usar parte de un programa que calcula las faltantes de existencias, me hizo sentarme a probarlo y me dio un masaje que no pedí temprano por la mañana. Pues bien, XX se acercó y bromeó sobre que Y le había metido las manos a su novia. Tuvieron un momento de camaradería cuando el hombre Y le preguntó si hablaba en serio, diciendo algo sobre la esposa de XX, a lo que XX se retractó y dijo algo como: "Es solo una broma. Me encantaría en mis fantasías, pero es propiedad de la empresa, hermano". ¡¿Propiedad de la empresa?! ¡Estaba sentada allí mismo! Me tensé, pero intenté fingir que estaba absorta en la clase de informática mientras XX se iba y el hombre Y volvió a masajearme, pero esta vez con más intensidad. Bajó por mi espalda baja y la parte superior de los glúteos, luego por los brazos hasta los muslos, impidiéndome hacer cualquier trabajo mientras me rozaba el pecho con los antebrazos y las manos. Me sentí tan débil y casi paralizada cuando me obligué a levantarme para ir al baño, deteniéndolo. Podría haberlo hecho al principio, pero no lo hice. Más tarde, ese mismo día, XX me invitó a almorzar con él y a tomar una cerveza en un bar con mesa de billar. Tenía 20 años, pero no me pidieron el DNI porque estaba con XX. Casi nunca jugaba al billar y, mientras esperábamos la comida, él me "enseñó" a jugar. Se burló del cliché del cine y la televisión donde un hombre hace que una mujer se incline sobre la mesa de billar para disparar, solo para presionar su entrepierna contra su trasero en un gesto sugerente y luego inclinarse sobre ella con los brazos a cada lado para enseñarle a deslizar el palo. ¡Pero mientras bromeaba, me hizo esas cosas a mí! Fue un buen día para mis dos principales abusadores y un día horrible para mí. XX me abrazó mientras nos levantábamos riéndonos y, al parecer, ahora tenía licencia para abusar de mi cuerpo cuando quisiera. Me volví insensible en algunos aspectos, pero emocionalmente estaba más nerviosa. Me tocaban el trasero o me azotaban juguetonamente en el departamento, incluso por parte de un hombre Y. Algunos otros hombres eran muy coquetos. Me frotaban los hombros, me abrazaban incluso al saludo más breve con XX, y finalmente se suponía que también me acostumbraría a los pequeños besos en los labios. Sentía una constante angustia mental y una actitud defensiva. Mi cuerpo podía ser atacado en cualquier momento. ¡Pero no me defendí! Les decía claramente a XX y a algunos otros que quería ser respetada y considerada como una más y tener un trabajo allí cuando me graduara, y ellos lo afirmaban. Los dos principales abusadores me animaron, pero aun así me acosaron sexualmente. ¡Con mi bendición estúpida! El semestre terminó y seguí yendo a diario durante las vacaciones de verano. Era mi única vía de escape para un posible trabajo después de graduarme un año después. Estaba tan preparada que no fue un gran salto cuando XX me presionó para que se la hiciera en su oficina. Me negué con una sonrisa y un movimiento de cabeza, y él respondió con una justificación: que le debía una, que lo necesitaba en ese preciso instante. No aceptaba un no por respuesta. La primera vez que me arrodillé frente a su escritorio y lo tomé en mi boca, me temblaban las manos, se me saltaron las lágrimas y tuve que escurrir los mocos. ¡Yo era la que estaba avergonzada! Fue como una experiencia extracorpórea, y se me secó la boca hasta el punto de tener que pedirle un poco de su bebida energética. En mi interior, hubo un cambio enorme de inmediato. Quedé destrozada por todo orgullo y autoestima. Era como un zombi. Apenas comía. Mucho café. Aparecía, hacía los informes que se habían convertido en mi responsabilidad y, mecánicamente, le daba a XX su mamada diaria por la tarde en su pequeña y sosa oficina con una ventana pequeña. Empecé a tener migrañas ese verano. Conduje a casa para el 4 de julio y me emborraché tanto que acabé durmiendo con el exmarido de mi hermana, mucho mayor, en la parte trasera de su camioneta. Esa fue una terrible llamada de atención. Sabía que no podía fingir mucho más sin una crisis nerviosa, así que pasé mis dos semanas en la empresa de alquiler de coches donde trabajaba gratis. Para asegurar mi futuro, me aseguré de mantener un ambiente amistoso y de decir "sabes que volveré a trabajar aquí el año que viene". La idea de que todo el tiempo y la humillación que había invertido se perdieran en nada era un gran miedo. Me sometí a eso durante las últimas dos semanas. Tuve sexo rápido con XX dos veces encima y encima de su escritorio. Cedí a la presión extrema y también le hice una mamada a Y cuando lo mencionó explícitamente por una carta de recomendación. Sabía que lo hacía por XX. Ni siquiera tenía despacho propio y teníamos que usar las escaleras. Durante mi último año de universidad, me di cuenta de que estaba demasiado traumatizada como para volver allí. El grado de utilización y abuso que había sufrido se hizo evidente para mí, cuando antes no. Como si hubiera estado viviendo en una neblina de negación. Fue una época dolorosa. Fui un poco imprudente. Saqué una C en la asignatura optativa de economía de alto nivel que cursé. Acepté varias citas para evitar estar sola y, o bien me acosté con ellas, o bien me enfurecí. Al ver que necesitaba la falsa pasantía de alquiler de coches en mi currículum, les escribí a ambos abusadores para pedirles cartas de recomendación y recibí una buena del hombre Y, pero una muy impersonal y genérica de XX. Estaba tan abatida y enfadada. Finalmente, se lo conté a mi hermana, la que me confrontó por su exmarido. SE LO CONTÉ TODO Y ESE FUE MI PRIMER PASO HACIA LA RECUPERACIÓN. A desahogarme, a gritarme en el espejo, a golpear el saco de boxeo en un gimnasio al que me apunté, y a ver a mi primer psicólogo y psiquiatra. La terapia me ayudó más que el Celexa y el antipsych. El grupo de apoyo me ayudó aún más. Conocí a dos amigas para toda la vida que me apoyan en momentos de dolor. Debo repetir que no es mi culpa haber sufrido abuso, aunque en parte sí lo fue. ¡No dejes que te pase! Te quitarán todo lo que puedan. ¡Planifica tus límites ahora y sé asertiva! Denuncia el acoso inmediatamente. Al hacerlo, te convertirás en una heroína y protegerás a otras mujeres y a ti misma. Si ya has sufrido abuso, ¡sal de la situación y habla con alguien cuanto antes! ¡No ganas nada permitiendo que el abuso continúe! Hablar con alguien lo hace real y te permite comenzar a odiar menos y a aprender a amarte de nuevo. Mereces amor verdadero.

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    Actividad de puesta a tierra

    Encuentra un lugar cómodo para sentarte. Cierra los ojos suavemente y respira profundamente un par de veces: inhala por la nariz (cuenta hasta 3), exhala por la boca (cuenta hasta 3). Ahora abre los ojos y mira a tu alrededor. Nombra lo siguiente en voz alta:

    5 – cosas que puedes ver (puedes mirar dentro de la habitación y por la ventana)

    4 – cosas que puedes sentir (¿qué hay frente a ti que puedas tocar?)

    3 – cosas que puedes oír

    2 – cosas que puedes oler

    1 – cosa que te gusta de ti mismo.

    Respira hondo para terminar.

    Desde donde estás sentado, busca objetos con textura o que sean bonitos o interesantes.

    Sostén un objeto en la mano y concéntrate completamente en él. Observa dónde caen las sombras en algunas partes o quizás dónde se forman formas dentro del objeto. Siente lo pesado o ligero que es en la mano y cómo se siente la textura de la superficie bajo los dedos (esto también se puede hacer con una mascota, si tienes una).

    Respira hondo para terminar.

    Hazte las siguientes preguntas y respóndelas en voz alta:

    1. ¿Dónde estoy?

    2. ¿Qué día de la semana es hoy?

    3. ¿Qué fecha es hoy?

    4. ¿En qué mes estamos?

    5. ¿En qué año estamos?

    6. ¿Cuántos años tengo?

    7. ¿En qué estación estamos?

    Respira hondo para terminar.

    Coloca la palma de la mano derecha sobre el hombro izquierdo. Coloca la palma de la mano izquierda sobre el hombro derecho. Elige una frase que te fortalezca. Por ejemplo: "Soy poderoso". Di la oración en voz alta primero y da una palmadita con la mano derecha en el hombro izquierdo, luego con la mano izquierda en el hombro derecho.

    Alterna las palmaditas. Da diez palmaditas en total, cinco de cada lado, repitiendo cada vez las oraciones en voz alta.

    Respira hondo para terminar.

    Cruza los brazos frente a ti y llévalos hacia el pecho. Con la mano derecha, sujeta el brazo izquierdo. Con la mano izquierda, sujeta el brazo derecho. Aprieta suavemente y lleva los brazos hacia adentro. Mantén la presión un rato, buscando la intensidad adecuada para ti en ese momento. Mantén la tensión y suelta. Luego, vuelve a apretar un rato y suelta. Mantén la presión un momento.

    Respira hondo para terminar.