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Yo estaba...

La persona que me hizo daño era un...

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Me identifico como...

Yo era...

Cuando esto ocurrió, también experimenté...

Bienvenido a Our Wave.

Este es un espacio donde sobrevivientes de trauma y abuso comparten sus historias junto a aliados que los apoyan. Estas historias nos recuerdan que existe esperanza incluso en tiempos difíciles. Nunca estás solo en tu experiencia. La sanación es posible para todos.

¿Cuál cree que es el lugar adecuado para empezar hoy?
Mensaje de Sanación
De un sobreviviente
🇨🇴

poder seguir adelante y pasar un poco la pagina

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  • Historia
    De un sobreviviente
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    Name, solo tenía 6 años

    Tenía alrededor de 6 años, cierro los ojos y es cómo si volviera a vivir en carne propia el recuerdo, me acuerdo del ruido de la televisión, el olor del desayuno que estaba comiendo, yo solo estaba viendo caricaturas. El, un hombre de alrededor 50 años me cargó y me acomodó en sus piernas, y deslizó su mano por debajo de mis panties, TENÍA 6 AÑOS y ahí empezó mi historia de abusó sexual, una historia que me hubiese gustado no tener que experimentar. Yo hablé ya que mi mamá siempre me había enseñado a que nadie podía tocar mis partes pero en ese entonces mi mamá no tenía los recursos, vivíamos en casa de una prima (la hija de mi abusador) y nadie me creyó, dijeron que era mi imaginación. Otros sucesos pasaron cometidos por la misma persona, me arrebató mi inocencia y me rompió en pedacitos… pese a que yo hablé la primera vez, las otras veces me quedé callada porque nadie me creyó, nadie me protegió y nadie me escuchó más que mi mamá pero en ese entonces ella estaba luchando con un problema de alcoholismo y toda la familia nos dio la espalda. Después de un tiempo dejé de ver a mi abusador pero a los 8 años me volvió a pasar pero esta vez por el esposo de mi tía (la hermana de mi mamá) ellos han sido casados desde que mi tía tiene 16 años hasta el presente. Fuimos de visita a casa de mi tía, era diciembre entonces mi mamá salió con mi tía a comprar cosas para la navidad, yo, mi hermano y mi primo (hijo de mi tía) nos quedamos al cuidado del esposo de mi tía, el en ese entonces era oficial de la policía. Yo estaba jugando con mi primo y mi hermano cuando él me llamó, él estaba sentado en la mesedora viendo las noticias cuando me sentó en sus piernas y yo inmediatamente me paralice puesto que la última vez que alguien me sentó en sus piernas me manoseo, esta vez fue diferente, solo me acaricio las piernas y yo solo sentí cómo algo duro me rozaba mis glúteos, me paralicé y no sabía que hacer, hasta que tuve la fuerza y me bajé. Nunca hablé de mi segundo abusador y nunca lo he hecho, yo ya no vivo en Colombia pero cuando voy me toca actuar cómo si nada aunque por dentro sienta tantas cosas. Por mucho tiempo reprimí todo lo que me pasó, siempre decía que no me afectó y ahora a mis 22 años me está atormentando. Estoy comprometida con el amor de mi vida, siento que ha sido un regalo que Dios y la vida me dio después de tanto tormento pero hay veces que cuando vamos a tener intimidad y me toca siento una rabia en mi, ese tipo de rabia que te dan ganas de pegarle un puño en la cara a esa persona, y no lo entiendo, el no me ha hecho nada? El solo me ha ayudado y me ha tratado con amor y me ha demostrado lo mucho que me respeta y me ama, siempre quise evadir el tema y reprimirlo, no hablar de ello y pretender cómo que no me afectó pero ya llegué a un punto donde me dan unos ataques de ira que ni yo me reconozco, donde termino lastimándome a mí misma o sacando esa ira en mi prometido, hace unas noches por fin en medio de una ataque de ira donde terminé azotandome la cabeza en la pared solo repetía “no me deja en paz, me persigue, sácalo de mi cabeza” estaba en un estado de crisis y mi prometido solo pudo sujetarme en sus brazos mientras me preguntaba quién me perseguía y fue la primera vez que dije su nombre en voz alta, “Name, el hombre que me violo y me robo mi inocencia no sale de mi cabeza” no podía hablar, las lágrimas y gritos de desesperación eran más que las palabras, en ese momento me di cuenta que no importa cuánto allá crecido aquella niña de 6 años sigue dentro de mi, está enojada, está triste y rota. Mi pareja es abogado entonces el fue quien me habló sobre me too movement, me dijo que me hiciera justicia y lo denunciara pero que si no me sentía lista por miedo que navegara las opciones que me too ofrece y que quizá empezara por contar mi historia, por unos días habría la página y solo me quedaba paralizada, pero hoy me anime, ya no merezco ser prisionera de un dolor que no fue mi culpa aunque por mucho tiempo he sentido que lo es, me siento perdida y no quiero que mi pasado defina mi presente, la vida me está dando oportunidades bonitas pero mi abusó sexual no me deja avanzar, cómo me saco esta rabia que siento por dentro? Porque me volví un ser tan agrio y amargo, porque me enojo por todo? Porque no puedo disfrutar la intimidad con mi pareja si es delicado conmigo? Parece que entre más delicado es más rabia siento por dentro. Me siento muy sola y perdida. Quiero este dolor fuera de mi

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  • Todos tenemos la capacidad de ser aliados y apoyar a los sobrevivientes en nuestras vidas.

    “La curación es diferente para cada persona, pero para mí se trata de escucharme a mí misma... Me aseguro de tomarme un tiempo cada semana para ponerme a mí en primer lugar y practicar el autocuidado”.

    Historia
    De un sobreviviente
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    No tengo recuerdos claros y siento mucha culpa

    Mi historia es un poco larga. Cuando tenía 15 años o 16 años, vino a mi mente el recuerdo de cosas que habían ocurrido cuando yo tenía entre 4 y 5 años. Dos tíos abusaron de mí. Los recuerdos sobre esto nunca han sido claros y ahora, muchos años después, todo se ha vuelto más lejano y confuso y he dudado varias veces de mí misma y de mi historia. Hay otras cosas que pasaron en mi infancia que sí recuerdo con más claridad: cuando tenía entre 7 y 8 años, vi a mis papás teniendo relaciones sexuales a mi lado (esa noche me había pasado a dormir con ellos en su cama). Tiempo después, se repitió la situación, pero con mi padrastro y mi mamá. También cuando tenía entre 7 y 8 años, estaba revisando unos CD'S en el DVD que había en la casa para marcarlos según el género musical o según la película que fuera. Uno de los CD'S, era una película porno. Como casi siempre, me encontraba sola en mi casa, entonces la vi completa. No recuerdo si me masturbé. Sé que desde muy niña me frotaba con peluches, muñecas y otros objetos, aunque sin mucha conciencia de lo que hacía, pero estaba presente el miedo a ser vista. Hay algo que me atormenta en este momento: cuando tenía 6 o 7 años, mi prima (ella un año mayor) y yo jugábamos a imitar algunas posiciones de un libro de kamasutra que había en su casa. También tengo leves recuerdos de una vez que, mientras nos bañábamos, frotamos nuestras partes íntimas. No sé si esto se dio en el marco de una curiosidad bilateral y por el contenido del libro al que habíamos estado expuestas o si fui yo quien generó la situación y la persuadió a ella de hacerlo o si la manipulé. No recuerdo que haya sido así, pero me da miedo que sí. ¿Y si imité lo que hacía mis tíos conmigo o lo que vi en contenido al que estuve expuesta? Siento miedo, culpa y vergüenza. Además, hace medio año, recordé que cuando tenía 10 años y cargué a mi hermanita en mi piernas (que estaba como de un mes), sentí un estímulo placentero en mi zona íntima por el contacto. Cuando esta imagen vino a mí (tampoco fue clara, como mis otros recuerdos) sentí culpa, pero no escaló a más porque entendí que fue una reacción física y nada más. Pero luego no podía dejar de pensar en ello y me cuestionaba si había prologando o intensificado el contacto y sentí muchísima culpa, asco y vergüenza. Fue tan fuerte, que tuve un episodio de TOC y siento que aún no he podido salir de ahí, porque ahora me inundan las dudas sobre lo sucedido con mi prima.

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  • Tomarse un tiempo para uno mismo no siempre significa pasar el día en el spa. La salud mental también puede significar que está bien establecer límites, reconocer las emociones, priorizar el sueño y encontrar la paz en la quietud. Espero que hoy te tomes un tiempo para ti, de la manera en que más lo necesitas.

    Mensaje de la Comunidad
    🇺🇸

    El trastorno de estrés postraumático (TEPT) se desarrolló en la escuela secundaria.

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    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Acoso sexual grave

    Empezó como acoso sexual. Y lo dejé pasar. ¡No dejes que te pase! Era una becaria universitaria que cursaba mi especialización en gestión de la cadena de suministro. En la escuela de negocios, sabes que no se obtiene un título y ¡zas! Un trabajo te espera por arte de magia. A menos que ya tengas contactos. Era una mujer soltera que recibía ayuda financiera y no tenía prácticamente ningún contacto familiar. Necesitaba hacer algunos contactos mientras estudiaba para ascender. Es un mundo muy competitivo. Una época en la que no nos importa tanto dónde trabajamos, siempre y cuando tenga perspectivas de ascenso y de ganar dinero. Estaba haciendo prácticas en las oficinas corporativas de una empresa de alquiler de coches. Me dieron mi primera opción para una clase en la que teníamos que hacer prácticas en una empresa real. Mi grupo de cuatro estaba en sus oficinas de logística y no teníamos un trabajo definido en ese momento, pero mi escuela había enviado estudiantes durante un tiempo, así que teníamos una persona de contacto y una idea vaga de un proyecto que mi grupo de cuatro tenía que organizar y ejecutar para nuestro grado. Bueno, eso fue un poco torpe y seguí con la mala idea de planificar rutas de distribución más eficientes para los coches que entraban en la flota. Fue una ingenuidad, ya que la empresa contaba con auténticos profesionales que diseñaron el sistema. Pero, gracias a mis artimañas femeninas, un alto directivo me invitó a ayudar en mi tiempo libre. Solo yo. Aproveché la oportunidad y, en mis días libres, llegaba temprano por la mañana e intentaba ser parte del equipo. Era un ambiente muy masculino. Intenté quedarme a pesar de las pretensiones de trato especial. "¿No serás de esas feministas que se ponen a llorar a Recursos Humanos si un hombre te hace un cumplido o una palmadita en el trasero?", me había preguntado el hombre que me invitó primero. Lo llamaremos XX. Le aseguré que no, anticipándome a su respuesta. "Trabaja duro, diviértete mucho", fue algo que dije en mi negación de unos valores a los que obviamente se oponía. Así que las dos veces que XX me presentó como su amante, le seguí la broma. Otro error estúpido. Como ejemplo de mi entorno, después de que un hombre Y del departamento me enseñara a usar parte de un programa que calcula las faltantes de existencias, me hizo sentarme a probarlo y me dio un masaje que no pedí temprano por la mañana. Pues bien, XX se acercó y bromeó sobre que Y le había metido las manos a su novia. Tuvieron un momento de camaradería cuando el hombre Y le preguntó si hablaba en serio, diciendo algo sobre la esposa de XX, a lo que XX se retractó y dijo algo como: "Es solo una broma. Me encantaría en mis fantasías, pero es propiedad de la empresa, hermano". ¡¿Propiedad de la empresa?! ¡Estaba sentada allí mismo! Me tensé, pero intenté fingir que estaba absorta en la clase de informática mientras XX se iba y el hombre Y volvió a masajearme, pero esta vez con más intensidad. Bajó por mi espalda baja y la parte superior de los glúteos, luego por los brazos hasta los muslos, impidiéndome hacer cualquier trabajo mientras me rozaba el pecho con los antebrazos y las manos. Me sentí tan débil y casi paralizada cuando me obligué a levantarme para ir al baño, deteniéndolo. Podría haberlo hecho al principio, pero no lo hice. Más tarde, ese mismo día, XX me invitó a almorzar con él y a tomar una cerveza en un bar con mesa de billar. Tenía 20 años, pero no me pidieron el DNI porque estaba con XX. Casi nunca jugaba al billar y, mientras esperábamos la comida, él me "enseñó" a jugar. Se burló del cliché del cine y la televisión donde un hombre hace que una mujer se incline sobre la mesa de billar para disparar, solo para presionar su entrepierna contra su trasero en un gesto sugerente y luego inclinarse sobre ella con los brazos a cada lado para enseñarle a deslizar el palo. ¡Pero mientras bromeaba, me hizo esas cosas a mí! Fue un buen día para mis dos principales abusadores y un día horrible para mí. XX me abrazó mientras nos levantábamos riéndonos y, al parecer, ahora tenía licencia para abusar de mi cuerpo cuando quisiera. Me volví insensible en algunos aspectos, pero emocionalmente estaba más nerviosa. Me tocaban el trasero o me azotaban juguetonamente en el departamento, incluso por parte de un hombre Y. Algunos otros hombres eran muy coquetos. Me frotaban los hombros, me abrazaban incluso al saludo más breve con XX, y finalmente se suponía que también me acostumbraría a los pequeños besos en los labios. Sentía una constante angustia mental y una actitud defensiva. Mi cuerpo podía ser atacado en cualquier momento. ¡Pero no me defendí! Les decía claramente a XX y a algunos otros que quería ser respetada y considerada como una más y tener un trabajo allí cuando me graduara, y ellos lo afirmaban. Los dos principales abusadores me animaron, pero aun así me acosaron sexualmente. ¡Con mi bendición estúpida! El semestre terminó y seguí yendo a diario durante las vacaciones de verano. Era mi única vía de escape para un posible trabajo después de graduarme un año después. Estaba tan preparada que no fue un gran salto cuando XX me presionó para que se la hiciera en su oficina. Me negué con una sonrisa y un movimiento de cabeza, y él respondió con una justificación: que le debía una, que lo necesitaba en ese preciso instante. No aceptaba un no por respuesta. La primera vez que me arrodillé frente a su escritorio y lo tomé en mi boca, me temblaban las manos, se me saltaron las lágrimas y tuve que escurrir los mocos. ¡Yo era la que estaba avergonzada! Fue como una experiencia extracorpórea, y se me secó la boca hasta el punto de tener que pedirle un poco de su bebida energética. En mi interior, hubo un cambio enorme de inmediato. Quedé destrozada por todo orgullo y autoestima. Era como un zombi. Apenas comía. Mucho café. Aparecía, hacía los informes que se habían convertido en mi responsabilidad y, mecánicamente, le daba a XX su mamada diaria por la tarde en su pequeña y sosa oficina con una ventana pequeña. Empecé a tener migrañas ese verano. Conduje a casa para el 4 de julio y me emborraché tanto que acabé durmiendo con el exmarido de mi hermana, mucho mayor, en la parte trasera de su camioneta. Esa fue una terrible llamada de atención. Sabía que no podía fingir mucho más sin una crisis nerviosa, así que pasé mis dos semanas en la empresa de alquiler de coches donde trabajaba gratis. Para asegurar mi futuro, me aseguré de mantener un ambiente amistoso y de decir "sabes que volveré a trabajar aquí el año que viene". La idea de que todo el tiempo y la humillación que había invertido se perdieran en nada era un gran miedo. Me sometí a eso durante las últimas dos semanas. Tuve sexo rápido con XX dos veces encima y encima de su escritorio. Cedí a la presión extrema y también le hice una mamada a Y cuando lo mencionó explícitamente por una carta de recomendación. Sabía que lo hacía por XX. Ni siquiera tenía despacho propio y teníamos que usar las escaleras. Durante mi último año de universidad, me di cuenta de que estaba demasiado traumatizada como para volver allí. El grado de utilización y abuso que había sufrido se hizo evidente para mí, cuando antes no. Como si hubiera estado viviendo en una neblina de negación. Fue una época dolorosa. Fui un poco imprudente. Saqué una C en la asignatura optativa de economía de alto nivel que cursé. Acepté varias citas para evitar estar sola y, o bien me acosté con ellas, o bien me enfurecí. Al ver que necesitaba la falsa pasantía de alquiler de coches en mi currículum, les escribí a ambos abusadores para pedirles cartas de recomendación y recibí una buena del hombre Y, pero una muy impersonal y genérica de XX. Estaba tan abatida y enfadada. Finalmente, se lo conté a mi hermana, la que me confrontó por su exmarido. SE LO CONTÉ TODO Y ESE FUE MI PRIMER PASO HACIA LA RECUPERACIÓN. A desahogarme, a gritarme en el espejo, a golpear el saco de boxeo en un gimnasio al que me apunté, y a ver a mi primer psicólogo y psiquiatra. La terapia me ayudó más que el Celexa y el antipsych. El grupo de apoyo me ayudó aún más. Conocí a dos amigas para toda la vida que me apoyan en momentos de dolor. Debo repetir que no es mi culpa haber sufrido abuso, aunque en parte sí lo fue. ¡No dejes que te pase! Te quitarán todo lo que puedan. ¡Planifica tus límites ahora y sé asertiva! Denuncia el acoso inmediatamente. Al hacerlo, te convertirás en una heroína y protegerás a otras mujeres y a ti misma. Si ya has sufrido abuso, ¡sal de la situación y habla con alguien cuanto antes! ¡No ganas nada permitiendo que el abuso continúe! Hablar con alguien lo hace real y te permite comenzar a odiar menos y a aprender a amarte de nuevo. Mereces amor verdadero.

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  • “He aprendido a abundar en la alegría de las cosas pequeñas... y de Dios, la bondad de las personas. Desconocidos, maestros, amigos. A veces no lo parece, pero hay bondad en el mundo, y eso también me da esperanza”.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇦🇺

    Justicia por violación marital

    Antes de mudarme a California, viví en Pakistán. Esta historia es de 2008. Mi madre me convenció de casarme con un hombre acomodado, a pesar de que yo quería casarme con alguien que me había gustado en la universidad. El hombre con el que me casé tenía un carácter muy amable y respetuoso. Le conté la situación, pero me dijo que me enamoraría de él si le daba tiempo a la relación. Acepté con la condición de que durmiera en una habitación aparte y que no hubiera intimidad mientras yo decidía si lo aceptaba o me divorciaba. Poco a poco, intentó conquistarme. Primero, pidiéndome que me besara los pies, luego masajeándome las piernas y los hombros. Un día, como siempre, me pidió que me besara los pies mientras veía la televisión. Lo pillé mirando hacia abajo desde mi camisón. Me molesté. Se disculpó, pero luego me pidió que me masajeara los hombros. Acepté. Mientras me masajeaba los hombros, me levantó los brazos y me lamió las axilas. Me molesté mucho. Lo aparté y corrí al baño. Cuando salí, me agarró, me empujó al dormitorio, me obligó a subirme a la cama, me ató las muñecas y ató la cuerda a una silla cerca de la cama. Le rogué que parara y me resistí con todas mis fuerzas, pero me penetró. Empecé a llorar. Se disculpó, pidió perdón, pero no pudo haber perdón. Mi tía (en la policía) lo arrestó. Pedí el máximo castigo posible para él. Le dieron 10,5 años de prisión rigurosa, 200 latigazos y también me pagó una gran multa. Participé personalmente en azotarlo. Más tarde lo perdoné y su sentencia fue conmutada por latigazos. Finalmente nos divorciamos, pero me sentí satisfecha de que se hiciera justicia en este caso y finalmente me casé con mi amor de la universidad.

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  • Historia
    De un sobreviviente
    🇮🇪

    El título de la historia es: Mira fijamente al acosador

    Mira fijamente al acosador La playa no se parece en nada a la suave arena de ubicación, mi ciudad natal. Es de guijarros, con suaves olas que lamen la orilla. Me siento en la orilla. Las lágrimas resbalan por mis mejillas. Mojan los guijarros y la arena. La libertad es abrumadora. Tantas emociones. Había tejido una manta sobre mi dolor. Es fecha de hoy, pero mi historia comenzó en una fecha pasada. Me casé ese día. El día que exmarido me dijo que le pertenezco. El día que me impuso un toque de queda. Desde ese día fui suya. Nunca olvidaré fecha. Mi toque de queda de las 9 p. m. había pasado. Estaba trabajando hasta tarde. Presa del pánico, huí de la oficina. Mi jefe me persiguió ofreciéndome una vida, evitando así la caminata de 20 minutos. Insistió en parar en la trituradora. No pude decir nada. Verás, nunca le había contado a nadie cómo era mi vida. ¿Cómo iba a poder? ¿Qué pensarían? Solo podía pensar: «¡Dios mío, llévame a casa!». Exmarido estaba allí, furioso. Hamburguesa, patatas fritas, cebolla y salsa roja me impactaron como un ladrillo. Me impactaron en la cara. Humillada y desdichada, sentí cómo la hamburguesa, las patatas fritas, la cebolla y la salsa roja se deslizaban por mi cara llorosa. Fue uno de dos puntos de inflexión. A la mañana siguiente, le conté todo a mi jefe: que si me quedaba, moriría. El alivio. Entre los dos tramamos un plan. No se lo dije a nadie. Dos días después, tomé el tren a City y me apunté a unas agencias. Cuando volví, exmarido estaba en la estación. Estaba furioso. No lo sabía entonces, pero cada mañana me seguía para asegurarse de que había ido a trabajar. Me metió a la fuerza en el coche. La gente me miraba, pero nadie interfería. Pensé que había llegado el fin y que me quedaría tumbada en ese suelo frío y húmedo. De vuelta en casa, estuvo sentado a horcajadas sobre mi pecho toda la noche. Apenas podía respirar. A las 5 de la mañana, se cayó de mí, sumido en un sueño profundo. Me arrastré a gatas, con el corazón latiéndome con fuerza, cerré la puerta de casa y corrí. El coraje se manifiesta de muchas maneras. La canción de Gloria Gaynor: "Sobreviviré". La puse, la canté mentalmente, en voz alta, y me prometí que sobreviviría. La oración "Acordaos". ¿Cómo puedo agradecerle lo suficiente? Sus palabras me ayudaron en mi peor momento. Creí que recibiría ayuda de algún lugar y hoy ocupa un lugar especial en mi corazón. Empecé mi nuevo trabajo en Ciudad. Me mudé a un piso con mi hermana y una amiga. Entonces empezó el acoso. exmarido sabía todos mis movimientos. Cuando volvía a casa los fines de semana, se quedaba esperando fuera de casa de mi madre. Me seguía constantemente. Su figura sombría, a pocos metros de distancia. A mi lado, detrás, delante. Sin decir una palabra, solo mirándome fijamente. Mi paz quedó destruida. Las amenazas hechas en el pasado no se habían olvidado. Esa noche me dijo que me atraparía "no ahora, sino en algún momento del futuro y para siempre, te miraré por encima del hombro, maldita sea". Mi madre murió en año y visitaba su tumba casi todos los sábados, ya que seguía yendo a lugar. Mis hermanos vivían allí. exmarido siempre estaba allí. Escondiéndose detrás o junto a una lápida cercana. Cambiaba mis horarios y mi ruta, pero nunca cambiaba nada. Aparecía y se quedaba mirando. Nunca dijo una palabra. Nunca supe si "hoy sería el día". Sabía que su amenaza era real. exmarido se arrastraba por la calle principal si me veía, mirando por la ventanilla y me seguía hasta llegar a mi destino. Los coches le pitaban para que acelerara, pero él los ignoraba. El único gesto que hacía era con los dedos "vigilándote". Pasaron cinco años. Todos los días sin excepción aparecía en mi trabajo en ubicación Me seguía de vuelta al piso. Me seguía el paso, pero nunca me pasaba. Vomité en las papeleras y las alcantarillas. Me ponía enferma en todo el sentido de la palabra. Estaba hecha un desastre. Nos mudamos, pero siempre me encontraba. Más tarde descubrí que cambió su horario de trabajo a horario flexible para poder hacer el viaje de ida y vuelta de lunes a viernes y que luego, los fines de semana, me acosaba cuando estaba en casa. Un día se cruzó con el siguiente. Me acosaba. Vomité. ¿A quién podía decírselo? ¿Quién me ayudaría? No había nadie. La policía no te creería en ese momento y, de todos modos, no podían hacer nada. ¡O sea, que no me había hecho daño! Mentalmente estaba muerta por dentro. Dejé mi maravilloso trabajo y me mudé a ubicación. Conocí a un hombre maravilloso, marido. Nos casamos en año y en año nació nuestro hijo, nombre del hijo. ¡Pensarías que el acoso pararía! Íbamos a ubicación los fines de semana. Tan hermoso. Me encantaba el mar. Esposo sabía que había estado casada con exmarido pero mi vida con él era demasiado dolorosa para hablarlo con nadie, así que no le conté a esposo sobre el acoso ni nada más y así continuó, pero ahora exmarido tenía un nuevo odio en sus ojos. Mis paseos por la playa se desvanecieron. Exmarido era como un radar. Siempre ahí. Daba mucho miedo. Poco a poco mi vida se desvanecía. Exmarido nunca seguía con esposo venía con nosotros. Exmarido siempre intentaba encontrar una manera de interactuar con nombre del hijo. Una vez en un Rally de Autos Clásicos, solté la mano de hijo por un instante y en segundos exmarido la había tomado e intentaba darle un auto Dinky que le había comprado mar dhea. Cogí a nombre del hijo y me fui. Ir al Tesco era una pesadilla. nombre del hijo estaba en el carrito. Estábamos en la caja y siempre en la siguiente aparecía exmarido. Sin comida y esa mirada. Mirándome fijamente y mirándole fijamente a mi hijo. Por aquel entonces, el acoso no se consideraba nada, y mucho menos un delito, y me habrían considerado una "imbécil". Entonces llegó el segundo punto de inflexión: fecha. El hermano menor de marido, nombre del cuñado, vino de vacaciones a lugar. Nunca había visto el mar. ¡Qué emoción! Estuve nerviosa toda la mañana preparando la cesta de picnic y nuestras cosas, pero todo iría bien porque marido estaría con nosotros. En el último minuto, marido recibió una llamada urgente del trabajo. Estaba de guardia las 24 horas. ¡Dios mío, no podía decepcionar a los niños! Nombre del hijo tenía ahora 6 años, y luego vinieron nombre de la hija y nombre de la hija y, por supuesto, nombre del cuñado por primera vez. Nuestra casa estaba al final de un callejón. Detrás de la farola estaba exmarido. Intenté ignorarlo. La playa estaría concurrida. En cuanto no viera a ningún marido, se acabó. Empezó a seguirnos. Por el muelle, exmarido caminaba detrás de nosotros. No nos pasó, no habló. Cruzamos el puente, todavía detrás de nosotros a unos metros. ¡Pude ver a nombre del cuñado preguntándose por qué ese hombre no nos adelantaba! Pasamos el estanque de los patos y llegamos a la playa. Seguía siguiéndonos. Recuerdo muy bien ese día. Un precioso día de verano. Corazones brillantes y emoción en el aire, pero el mío latía con fuerza, muerto de miedo. Dejé la manta; los niños saltaban de la emoción. ¡Y entonces estaba exmarido! Prácticamente encima de nosotras. A no más de un metro de distancia. Tumbado de lado, apoyado en un codo, de frente, mirándonos fijamente. Sentí náuseas. Me palpitaba la cabeza y el corazón me latía con fuerza en el esternón. Si me meto al mar con los niños, ¿qué hará? No podía dejar nuestras cosas. No sabía qué haría. Tenía miedo de ir, miedo de quedarme, miedo de dejar que los niños se fueran al borde, miedo por todas nosotras. Recogí el picnic y me fui a casa. exmarido me siguió. Me quitaron el asunto de encima al llegar a casa. nombre del cuñado le contó a marido que el hombre nos seguía y que le tenía miedo, y lo describió con todo detalle. marido lo entendió enseguida y entonces le conté lo que había estado pasando todos estos años, ¡desde año para ser exacta! Pensé que se enojaría conmigo por no decírselo, pero simplemente me abrazó fuerte y me dijo que todo iba a estar bien. No es necesario encarcelar a una persona para que le arrebaten la libertad. Aprendí a mirar fijamente. Esposo me enseñó. De pequeña, me enfrentaba a mis hermanos, pero ahora esto era diferente. Sabía que esto me cambiaría la vida. Necesito mirar fijamente a exmarido y eso requería práctica, mucha práctica. Sé que suena absurdo, pero aprender a mantener la mirada fija durante un tiempo considerable no es tarea fácil. Todos los días después de cenar, Esposo y yo nos mirábamos fijamente. Nuestras miradas se clavaban en la otra y sabía que tendría que mantener esa mirada fija durante mucho tiempo para vencer a exmarido. Sentí ganas de rendirme muchas veces. Varias semanas después, en lugar, estaba visitando la tumba de mis padres y, efectivamente, justo al amanecer, allí estaba él. Sabía que esposo no dejaría que me pasara nada y que ahora sabía que exesposo era un cobarde y un abusón. Una vez que se enfrentaban a él, se encogían y se escabullían al agujero del que salieron. Exesposo me miraba fijamente, yo también. Podía ver el odio en sus ojos. La cita volvió a mí. Seguí mirándolo. Se enojó muchísimo, pero su mirada no vaciló, ni la mía tampoco. Recé a todos los santos de la cristiandad. Recé para que mis padres salieran de la tumba y lo rescataran. Recé el Acordaos como si me fuera la vida en ello y canté mentalmente "Sobreviviré". Estaba decidida a tomar las riendas de mi vida. Me ardían los ojos, se me nublaban, se me llenaban de lágrimas. Oh, Dios, que esto termine pronto, recé. Pero él solo me miró fijamente y me miró fijamente durante lo que me pareció una eternidad. Entonces, tan silenciosamente como había entrado en el cementerio, porque no lo oí ni lo vi entrar, se fue. Caí de rodillas sobre la tumba de mis padres y lloré. Dieciséis años habían pasado desde que dejé a exmarido y el acoso terminó, pero no fue hasta 2022, número de años después, que pude caminar sola por la playa. Ahora sé mucho más. En 2020 contacté con un servicio de apoyo. Me dieron las habilidades para lidiar con exmarido y sigo trabajando en esas habilidades. Sé que debería habérselo dicho a marido y debería habérselo dicho a mi familia, pero nunca lo hice. Estaba tan avergonzada, pero ahora puedo hablar de ello. Mis amigos en ubicación volvieron a aparecer de la nada. Pensé que me habían abandonado, pero exmarido les había advertido en términos inequívocos y estaban asustados. fecha es mi día especial. Es el día en que me senté junto a las aguas tranquilas y me sentí orgullosa de mi logro. Puede que nunca deje de mirar por encima del hombro, pero estoy en ello. Quería contar esta historia con la esperanza de que le sea útil a alguien más.

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    De un sobreviviente
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    #1692

    En marzo conocí a alguien. Para el verano, ya éramos amigos, de esos que comen juntos y ven anime los fines de semana. Nunca hubo indicios de algo más. Entonces, una noche de agosto, una botella de bourbon y un juego de verdad o reto desdibujaron los límites que creía sólidos. La conversación se volvió íntima, y luego llegaron los retos. Lo que empezó con un beso se convirtió en algo que no quería. Recuerdo haber dicho "no" muchas veces, con las manos apretadas contra la ropa como límite. Me decían "no es sí". En mi estado de ebriedad, mi resistencia fue vencida. Me aferré a una idea clara: nada de penetración. Esa línea, al menos, no se cruzó. En los días siguientes, hice todo lo que debía hacer. Recurrí a todos los recursos disponibles. Tomé la pastilla de emergencia. Llamé a 1800RESPECT y SARC, buscando apoyo en un idioma que no es el mío. Estoy esperando exámenes médicos. Devoré "Know My Name" de Chanel Miller, encontrando consuelo en una historia que reflejaba mi propia confusión. Hablé con IA, analizando incansablemente cada emoción, intentando encontrar la manera de salir de este dolor. Encontré el coraje para llamar a una amiga y decir las palabras en voz alta, y su fe en mí fue un ancla. Y, sin embargo, una voz persistente aún resuena en los momentos de silencio: ¿Reaccioné de forma exagerada? ¿De verdad fue tan malo? Él fue amable una vez. Esta duda es un fantasma, y me persigue junto con la pesada carga de mi historial de depresión, que hace que todo se sienta mucho más pesado. He tomado una decisión que me trae a la vez alivio y profunda tristeza. Probablemente presentaré una denuncia, pero no creo que solicite una investigación completa. He llegado a la silenciosa y dolorosa comprensión de lo difícil que es probar una violación sin pruebas concretas, de cómo el sistema a menudo no imparte justicia. Me rompe el corazón por todas mis hermanas que han estado en esta misma situación, que han elegido priorizar su propia supervivencia sobre una lucha que saben que no pueden ganar. Así que, por ahora, elijo luchar por mí misma en lugar de contra él. Mi acto de rebeldía no está en un tribunal; está en mi propia sanación. Está en creer en mí misma cuando el mundo me enseña a dudar. Está en reconocer que, incluso sin justicia legal, lo que me sucedió fue real, estuvo mal y mi dolor es válido. Elijo cuidar de la persona que más importa en esta historia: yo.

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  • “A cualquiera que esté atravesando una situación similar, le aseguro que no está solo. Vale mucho y mucha gente lo ama. Es mucho más fuerte de lo que cree”.

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    #23

    Me drogaron en un festival y terminé teniendo sexo con un desconocido sin siquiera estar consciente. Fui al festival con tres amigos. Uno ya estaba dormido cuando un borracho llegó a nuestras tiendas. Dijo que buscaba a su amigo, pero luego preguntó si podía quedarse un rato con nosotros. Era un poco raro y estaba bastante borracho, así que pensamos que estaría bien darle agua y dejarlo estar un rato con nosotros. Después de un rato, los amigos que quedaban despiertos dijeron que querían ducharse y me dejaron sola. Eso es lo último que recuerdo con claridad. El resto son fragmentos. Recuerdo que me dio algo de beber y bebí. Luego recuerdo que me besó. Y finalmente me desperté a la mañana siguiente, desnuda en su tienda. Mis amigos me buscaron toda la noche y estaban muy enojados porque me fui con él sin decirle a nadie. Me sentí fatal por haberlos hecho sentir así, así que olvidé que no tenía recuerdos de este incidente y pensé durante un año más o menos que solo era una mala amiga que se fue con un borracho desconocido y preocupó a mis amigos. Justo después de ese primer año, empecé a salir con mi pareja y le conté la historia. Me miró, me abrazó fuerte y dijo que era horrible. Esa fue la primera vez que pensé un poco más en el incidente e intenté comprender qué había pasado. Fue un shock para mí que se enfadara con mis amigos porque, para mí, ellos eran los que no habían hecho nada malo. Sin embargo, cuanto más pensaba en ello, más lo entendía: me dio una droga que prácticamente me dejó inconsciente y tuvo sexo conmigo. Me violaron. Y esto fue aún más impactante. Todavía estoy en proceso de sanación. A veces, los recuerdos todavía me persiguen, pero mucho menos que antes. A veces todavía me siento avergonzada, pero he llegado a un punto en el que puedo cambiar de opinión y decirme que no tengo por qué sentirme así. Espero de verdad que compartir mi historia ayude a otros de una forma u otra, y puedo decir con certeza que me ayudará a ser más abierta con mi historia.

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    Siempre existe la opción de irse o quedarse.

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    Mueva su cuerpo de manera que le resulte agradable tanto como pueda.

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  • Creemos en ti. Eres fuerte.

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    Detrás de sus mentiras

    Behind their lies
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    Voz autista

    Solía pensar que la violación era lo que verías en las películas. Un extraño te atacó violentamente. Resultó que estaba equivocada. Me habían violado en múltiples ocasiones y no lo comprendí del todo hasta que crecí y me volví más sabia, y también descubrí que soy autista. Esto fue lo que me ayudó a comprender lo que realmente había sucedido. Aprendí y estudié el autismo en niñas y mujeres, y a partir de ahí lo entendí. Era vulnerable, impresionable y estaba tan enmascarada que era una persona completamente diferente por fuera de lo que realmente era por dentro. Cuando era más joven y no tenía ni idea de que estaba siendo acosada debido a mi vulnerabilidad, empecé a fingir que simplemente me gustaba el sexo y era promiscua por voluntad propia. Era una mentira que me decía a mí misma y a mis amigas para no tener que afrontar el hecho de que no podía ni sabía cómo decir que no y decirlo en serio. Hay huida, lucha y también congelación. Tantas veces les decía que no y cuando no paraban me paralizaba y me daba cuenta de que mi voz no tenía sentido y que no me escuchaban. Era más fácil dejar que terminaran sin pelear y que fuera violento también. No me di cuenta de lo malo que sería el impacto mental. Una noche en particular estaba en un bar y algunos de nosotros volvimos a una fiesta en una casa. Un chico estaba mostrando interés en mí y la verdad es que me gustó. Nos besamos y nos divertimos y luego me llevó a una habitación y dudé pero acabé entrando. Cuando empezó a desvestirme, sujeté mi vestido y dije que no. Lo dije tantas veces y empezó a ponerse muy brusco y contundente y empezó a decirme cosas sobre darle esperanzas y qué creía que iba a pasar y yo solo quería que fuera brusco. Me di cuenta de que, dijera lo que dijera, iba a tener sexo, así que tenía dos opciones: luchar y ser agredida sexual y violentamente, o simplemente tener sexo sin más resistencia, lo que significaría que solo sería agredida sexualmente sin violencia adicional. Elegí la segunda opción y durante mucho tiempo creí que solo había tenido sexo esa noche. Ahora me doy cuenta de que fue una violación total. Ha afectado mi salud mental durante más de diez años y estoy lista para reconocer lo que me pasó en lugar de negarlo.

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    Cuando no sabes a qué estás diciendo que sí

    Había muchas emociones dentro de mí que me llevaron a la noche en que sucedió. Tenía problemas en mi relación, estaba confundida con Dios, estaba enojada con mis amigos que no me incluyeron en su reunión ese día. Así que bebí mucho. Bebí mucho tequila, específicamente, algo que nunca hago. No sé el nombre del chico con el que me fui a casa esa noche. No sé qué aspecto tenía. No recuerdo haber salido del bar con él. Recuerdo haber recuperado la consciencia por un minuto, darme cuenta de que no sabía dónde estaba e intentar salir corriendo del apartamento antes de desplomarme en el suelo del pasillo del complejo y llorar. Desperté casi desnuda, dolorida y magullada, y todavía muy borracha. No creo que este tipo me obligara. Simplemente no sabía a qué le estaba diciendo que sí en ese momento, ni siquiera a quién le estaba diciendo que sí. Todavía estoy asimilando el hecho de que no es mi culpa que esto haya sucedido; No es su culpa; no lo culpo en absoluto, ya que él también estaba extremadamente ebrio. Pero quiero que otros sobrevivientes con una historia como la mía escuchen esto: solo porque tu historia no involucre abuso, solo porque estabas completamente borracho, no significa que no merezcas ser considerado un sobreviviente. Porque sí lo mereces. No estás solo. No estás solo. Eres digno, no estás dañado, mereces amor. La sanación no es lineal y ocurre poco a poco, pero ocurre.

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  • La sanación no es lineal. Es diferente para cada persona. Es importante que seamos pacientes con nosotros mismos cuando surjan contratiempos en nuestro proceso. Perdónate por todo lo que pueda salir mal en el camino.

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    #1307

    Cuando tenía unos seis años, mi primo (que tendría unos doce por aquel entonces) me manipuló para que lo tocara sexualmente. Me mintió al respecto, lo que me deja bastante claro que sabía que era algo que no debía hacer. Fue muy breve y, por lo que recuerdo, me distancié de la situación bastante rápido, presentía que algo no iba bien y me daba cuenta de que no estaba siendo sincero. No sabía exactamente qué estaba pasando, ya que solo tenía unos seis años, pero sabía que era algo de lo que quería alejarme. Que yo sepa, nunca ha ocurrido otro incidente parecido. Más tarde, a los ocho años, recuerdo haber aprendido en la escuela sobre las zonas del cuerpo que no debíamos mostrar ni tocar, y darme cuenta de que me lo había pedido. Nunca se lo dije a nadie. Mi primo fue a prisión cuando yo tenía dieciséis años, condenado por agredir sexualmente a un niño de la familia (algo que el resto de mi familia cree que fue un "malentendido". Como una situación de "creíste que te estaba tocando sexualmente, ¡pero fue un accidente!" o "malinterpretaste lo que estaba pasando". Obviamente, no estoy convencido). En ese momento comprendí el contexto real del suceso y seguí sin contarle a nadie lo que pasó de niño. Me gustaría contárselo a alguien, pero no confío en mi familia. No confío en que respondan adecuadamente ni hagan algo al respecto, y me preocupa que solo empeore las cosas. También me siento incómodo compartiendo algo con ellos; compartir cosas personales como esta me hace sentir mal y mal en general. Me siento más seguro y mejor guardármelo para mí, o al menos solo compartirlo en línea de esta manera. Ahora, a los veintidós años, me atormentan pensamientos sexuales intrusivos y el miedo a ser, en el fondo, una persona horrible, una "pervertida" sexual, una depredadora. Para ser clara, sé que probablemente se deba principalmente a un TOC, pero es una lucha, y es muy aterrador y desmoralizante. Es muy difícil de superar, y en general me hace sentir inútil. En los últimos dos años, me he dado cuenta de que también experimenté pensamientos similares de niña, aunque mayormente eran al revés (pensamientos intrusivos sobre profesores que se aprovechaban sexualmente de mí, aunque nunca mostraron ningún comportamiento depredador) hasta que crecí y cambió. Me asustaba de niña y me destrozó emocionalmente de adolescente, hasta el punto de que incluso estar desnuda me provocaba pensamientos intrusivos y ansiedad. También tengo vaginismo, o algo parecido. Y sé que me siento fatal con las relaciones sexuales. Me gustaría tener sexo, creo, aunque me resulta difícil incluso hacer amigos, y mucho más relacionarme con gente romántica o sexualmente. Lo más probable es que nunca lo consiga, por muchas razones, y me quedaré con la certeza de que la única vez que me ha pasado fue con un familiar de pequeña, lo que me hace sentir... ¿casi manchada? Es difícil de describir y no me gusta. Si muriera sin haber tenido nunca una experiencia así, sería quizás decepcionante, pero creo que podría aprender a vivir con ello. Esto es obviamente peor. Sin embargo, la situación en la que me encontraba ni siquiera parece tan grave como la que viven algunas personas: no me violaron. No fui yo la que fue tocada. Ni siquiera me obligaron, solo me manipularon. Me obligaron a hacer algo brevemente una vez antes de darme cuenta de que estaba mal y daba miedo, y alejarme. No pudo haber sido tanto tiempo. No sé cómo algo así me habría afectado tanto, tanto mental como físicamente, y me confunde. A veces me pregunto si he bloqueado recuerdos, pero no lo creo, y no tengo pruebas que lo sugieran. Algunos me considerarían una "sobreviviente", pero ni siquiera me siento como tal. No corría riesgo de morir, y llamarlo "sobrevivir" me parece demasiado. Supongo que me pregunto si un incidente así realmente afecta tan negativamente a una persona con tanta facilidad. No lo sé, y no sé qué haré cuando mi primo salga de prisión. Mi familia no dirá ni una palabra negativa de él, y sigo sin querer decirles nada. Por lo que probablemente le hizo a nuestro familiar, desearía que desapareciera. También desearía que nada de esto hubiera pasado y que yo no estuviera así.

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    Mi vida en pocas palabras

    Esta es la historia de mi vida, bueno, al menos los eventos más importantes que me vienen a la mente. Hay aspectos de mi vida que he bloqueado o que he decidido no recordar. Cuando tenía unos 5 años, mi abuelo materno empezó a abusar de mí. Continuó un tiempo, y recuerdo vívidamente cómo le lloré a mi madre, rogándole que no me hiciera volver allí un fin de semana. En respuesta, me miró y me preguntó si mi abuelo me tocaba. Me armé de valor para decir que sí, esperando apoyo. Para mi consternación, me dijo que mi abuelo estaba enfermo y que necesitaba apoyarlo. Continuó enviándome a su casa todos los fines de semana hasta que cumplí 8 años, cuando falleció. A los 12, ocurrió un incidente traumático. Fui violada en un partido de baloncesto del colegio por un estudiante de secundaria. La solución de mi madre fue mudarnos a otro estado. Desafortunadamente, eso no me evitó más dolor. A los 14 años, fui violada en grupo en una fiesta y terminé en el hospital por intoxicación etílica. Afortunadamente, llegó la policía y los responsables fueron arrestados y acusados. Sin embargo, el día de la audiencia, antes de que yo subiera al estrado, ocurrió algo. No recuerdo los detalles, pero mi madre dijo algo tan aterrador que me obligó a no testificar. Por eso, el agresor adulto salió impune. Recuerdo claramente la mirada furiosa que mi padre le dirigió a mi madre. Estaba furioso, mientras ella, con crueldad, decía: "¿Qué dirá la gente?". Fue un golpe devastador. La tragedia me golpeó de nuevo cuando tenía 15 años. Mi padre se suicidó. Sorprendentemente, mi madre y mi hermana me culparon de su muerte y me entregaron al estado, dejándome huérfana. A partir de entonces, fui de un hogar de acogida a otro, hasta que finalmente terminé en un hogar comunitario hasta que cumplí 18 años. Desesperada y perdida, caí en un círculo vicioso. Me volví adicta a las drogas y me involucré en el narcotráfico. Mis relaciones estaban plagadas de violencia y abuso. En un intento desesperado por encontrar un sentido de pertenencia, me involucré con un Nombre del Cártel. Me sumergí en su mundo, aprendiendo español con fluidez. Trágicamente, terminé secuestrada y permanecí desaparecida hasta que el FBI me localizó ocho meses después. Me encontraron encadenada a una cama, al borde de la muerte. Tras pasar cinco meses de rehabilitación en un hospital Estatal, finalmente volví a casa. A lo largo de todas estas experiencias, sufrí violencia doméstica, luché contra el abuso de drogas y enfrenté innumerables desafíos. Sin embargo, aquí estoy hoy, resiliente y decidida a generar un cambio positivo. Mi vida ha sido una serie de dificultades inimaginables y experiencias dolorosas. Desde el abuso que sufrí de niña hasta el trauma de la violación y la pérdida de mi padre, he enfrentado más de lo que nadie debería tener que soportar. El camino que recorrí me llevó por caminos oscuros y peligrosos, llenos de adicción, crimen y violencia. Pero en medio de la oscuridad, encontré un rayo de esperanza. Tomé la decisión de liberarme del ciclo de abuso y reconstruir mi vida. Con gran determinación, me aventuré a lo desconocido, encontrando consuelo en nuevos lugares y estudiando para empoderarme. Ahora, al compartir mi historia, estoy estudiando una maestría en servicios humanos, impulsada por un profundo deseo de ayudar a quienes han enfrentado dificultades similares. Me niego a dejar que el pasado me defina y me comprometo a generar un impacto positivo en la vida de los demás. Mi camino ha sido largo y tumultuoso, pero también me ha demostrado la fuerza y la resiliencia que residen en mí.

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  • Si estás leyendo esto, es que has sobrevivido al 100% de tus peores días. Lo estás haciendo genial.

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    Círculo de abuso

    Ni siquiera sé por dónde empezar, pero últimamente lo estoy pasando mal y me he dado cuenta de que, aunque mi principal abusador esté muerto, no he lidiado con muchos sentimientos. Siento que siempre fui un blanco. De niña, no tenía confianza en mí misma. Era terriblemente tímida. Tenía un impedimento del habla y siempre sufría acoso escolar, y cambiar de escuela primaria no me ayudó a hacer amigos. Tuve una madre crítica y narcisista a la que nunca pude complacer. Mi primera vez abusó sexualmente de mí a los 8 años por un primo adolescente mayor. Mi madre me permitió pasar la noche sabiendo que su padre, mi tío, era pedófilo y abusaba de muchos niños. No me enteré de esto hasta años después. Era mi primo favorito, por supuesto. Lo admiraba. Iba a todas sus competencias de atletismo. Me estaba manipulando, por supuesto. ¿Por qué si no, un primo de 18 años querría pasar tanto tiempo con su primo de 8 años? En aquel entonces, nadie hablaba mucho de abuso sexual. Ni siquiera de sexo. Al menos en mi casa. Era sucio y te irías al infierno. Eso era todo lo que me decían. Pensé que era una pesadilla durante muchos años. Solo que era tan vívido. Podía oír la música. Open Arms de Journey, podía oler y casi saborear las galletas de almendra redondas, blancas y polvorientas que mi tía me sirvió antes de mandarme a la cama en una habitación con mi primo, su amigo nombre (también hombre). Hasta el día de hoy no puedo entender por qué mi tía metió a una niña de 8 años en una cama con dos adolescentes. Me atormenta. ¿Estaba tan enferma como mi tío y mi primo? Lo único que descubrí después, ya de adulta, es que mi tío abusó de mis tres primos. Uno se volvió pedófilo, otro luchó contra esos impulsos toda su vida y vivió una vida triste y solitaria, y el otro se suicidó y murió solo en un callejón a los 40 años. Me acosté en esa cama esa noche y mi vida cambió por completo. Me desperté con mi primo jugueteando con mis pantalones. Me aparté todo lo que pude. Intenté fingir que seguía dormida. Sabía que él sabía que estaba despierta. No le importó. Hizo lo que quiso. Me quedé allí tumbada. Las lágrimas rodaban silenciosamente por mi rostro. Luego lo olvidé. Fingí que no había pasado, pero seguía apareciendo en mi cabeza. Me repetía que había sido una pesadilla horrible y sucia. Cuando tenía casi 17 años, le conté a mi prima. Mi prima. Me dijo que le había pasado lo mismo una vez mientras veía la tele con él. Decidí contárselo a mi madre. Fue un error. No hizo nada. Solo me hizo sentir peor. Como si fuera culpa mía y se lo contó a todo el mundo. Él todavía podía venir. A todos los días festivos. Un Día de Acción de Gracias, cuando estaba en casa, me acorraló en mi habitación. Pensé que estaba a punto de desmayarme del miedo. Dijo: «Siento mucho todas las veces que te hice cosas». Eso me afectó aún más. Había pensado que solo había sido una vez. Entonces me di cuenta de que probablemente había olvidado o bloqueado otras ocasiones. No podía dejar de darle vueltas a las cosas una y otra vez en mi cabeza tratando de recordar. No podía esperar a salir de mi casa y lejos de mi madre. Nunca salí con nadie en la secundaria. Ni siquiera besé a un chico hasta los 19 años. Sin embargo, mi madre siempre me llamaba puta. Cuando me mudé y empecé a trabajar, me sentí libre por primera vez. Me estaba guardando para el matrimonio, pero cada chico con el que salía y se lo decía me dejaba. A los 22 años empecé a pensar que nunca encontraría a nadie. Estúpido. Quería alejarme de mi madre y entonces conocí a un chico que estaba en el ejército. Había un millón de señales de alerta. Las ignoré. Él bebía. Yo no. Sus padres eran alcohólicos. Pero él vivía en estado. Así que le escribí un par de años mientras estaba destinado en Japón. De repente, se dio de baja del ejército antes de tiempo. No me dijo por qué. No me importó, solo quería mudarme. Así que empaqué mis cosas y me mudé de California a estado. Casi no lo hago cuando justo antes de irme le dieron un DUI (conducir bajo los efectos del alcohol). Él solo tenía 20 años. Yo tenía 22. También había mentido sobre su edad. Como cristiana, el DUI me preocupó mucho, al igual que la mentira sobre la edad y la diferencia de casi 3 años. En resumen, por supuesto, terminé embarazada un año después. Gemelos. Mis padres no lo conocieron hasta el día de la boda. No les gustaba. Una vez casadas, la primera cosa extraña fue cuando estaba embarazada de gemelos y de unos 7 meses. Me desperté y él tenía una linterna y estaba entre mis piernas haciéndome cosas. Estaba horrorizada. No tenía ni idea de qué decir. Durante nuestro matrimonio, el principal problema fue la bebida. Nunca permití que entrara alcohol en casa. Bueno, él aceptó un trabajo en el ferrocarril. Venía a casa una vez a la semana. Pensé que todo estaba bien. Durante siete años vino a casa una vez a la semana. Aparentemente, bebía a diario. Tuvimos dos hijos más en esos siete años, y criar a cuatro solos fue duro sin familia. Nos mudábamos cada uno o dos años. Finalmente, empezó a trabajar como gerente y estaba en casa todas las noches. Las cosas empeoraron. Ya no podía ocultar su problema con la bebida. Se estaba volviendo abusivo, emocionalmente hablando. Dejó de querer sexo casi siempre, y luego encontré páginas de citas y páginas porno. Entonces empezó a violarme. Esperaba a que me durmiera. Luego me despertaba y lo encontraba teniendo sexo conmigo. La primera vez me asusté. Actuaba como si creyera que estaba despierta. La siguiente vez me dijo que era su esposa y que no era violación. Le dije que no volviera a hacer eso, que sabía que había abusado de mí mientras dormía, ¡y lo horrible que es hacerle eso a alguien! Simplemente no le importó. Finalmente le dije que me iría si no iba a rehabilitación por su problema con la bebida. Eso lo llevó a terapia de pareja. Le dijeron que me estaba violando. Y ahí se acabó. No le gustaba ni oírlo. Luego se echó novia. Soy discapacitada y me echó la culpa. Dijo que estaba harto de trabajar de más. Era un vago de lo peor. Gastaba dinero de nuestra jubilación. Siempre había sido ama de casa y hacía poco me habían operado de columna vertebral, y como él gastaba nuestro dinero en drogas y alcohol, ¡fui a conducir un autobús escolar con dolor! No le representaba trabajo extra. Me encargué de todo, incluyendo niños con enfermedades renales, enfermedades genéticas y problemas de salud crónicos, que entraron y salieron del hospital toda su vida. Pedí el divorcio. El maltrato fue suficiente. Me quedé en shock cuando, después de 21 largos años de matrimonio, se marchó y abandonó a sus cuatro hijos. Sin manutención, sin visitas, nada. Debido a su alcoholismo, me sentí agradecida, pero triste por mis hijos. Dos años después de que se formalizara mi divorcio, mi hija menor me confesó algo que me rompió el corazón. Me dijo: «Mamá, tengo que decirte algo repugnante». Me dio un vuelco. Dijo que su padre abusó de ella cuando yo estaba fuera del estado para el funeral de un amigo. Tenía 8 años. Lloramos. ¡No podía creer que algo tan horrible le volviera a pasar a mi bebé! La culpa. Lo reporté de inmediato. No hicieron nada. Eso fue más devastador. La había preparado para lo que sucedería y luego no hicieron nada. Al final, el karma se encargó de ese hombre malvado. Murió a los 46 años por abusar de las drogas y el alcohol. Murió solo. Como se merecía. Mis hijos son médicos, enfermeros y un hombre de negocios. No dejaron que ese hombre malvado los definiera. No dejé que me quitara mi felicidad. Tuve una vida muy dura. Ni siquiera puedo escribir sobre la mayor parte. Nunca dejé que mi vida dura ni una persona malvada me robaran la felicidad. Él no determinó mi felicidad, yo construí mi propia felicidad. Si hubiera dejado que mi vida difícil me hiciera infeliz, mis hijos habrían tenido una madre infeliz y una infancia infeliz y probablemente no se habrían convertido en adultos exitosos. Tengo días malos. Incluso semanas malas. Como esta semana. Sin embargo, mañana es un nuevo día y puedo intentarlo de nuevo. Me siento mejor compartiendo algo de lo que experimenté. Gracias a todos los que se toman el tiempo de leerlo. Disculpen si hay partes que no son claras, jaja.

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    Este es un espacio donde sobrevivientes de trauma y abuso comparten sus historias junto a aliados que los apoyan. Estas historias nos recuerdan que existe esperanza incluso en tiempos difíciles. Nunca estás solo en tu experiencia. La sanación es posible para todos.

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    Name, solo tenía 6 años

    Tenía alrededor de 6 años, cierro los ojos y es cómo si volviera a vivir en carne propia el recuerdo, me acuerdo del ruido de la televisión, el olor del desayuno que estaba comiendo, yo solo estaba viendo caricaturas. El, un hombre de alrededor 50 años me cargó y me acomodó en sus piernas, y deslizó su mano por debajo de mis panties, TENÍA 6 AÑOS y ahí empezó mi historia de abusó sexual, una historia que me hubiese gustado no tener que experimentar. Yo hablé ya que mi mamá siempre me había enseñado a que nadie podía tocar mis partes pero en ese entonces mi mamá no tenía los recursos, vivíamos en casa de una prima (la hija de mi abusador) y nadie me creyó, dijeron que era mi imaginación. Otros sucesos pasaron cometidos por la misma persona, me arrebató mi inocencia y me rompió en pedacitos… pese a que yo hablé la primera vez, las otras veces me quedé callada porque nadie me creyó, nadie me protegió y nadie me escuchó más que mi mamá pero en ese entonces ella estaba luchando con un problema de alcoholismo y toda la familia nos dio la espalda. Después de un tiempo dejé de ver a mi abusador pero a los 8 años me volvió a pasar pero esta vez por el esposo de mi tía (la hermana de mi mamá) ellos han sido casados desde que mi tía tiene 16 años hasta el presente. Fuimos de visita a casa de mi tía, era diciembre entonces mi mamá salió con mi tía a comprar cosas para la navidad, yo, mi hermano y mi primo (hijo de mi tía) nos quedamos al cuidado del esposo de mi tía, el en ese entonces era oficial de la policía. Yo estaba jugando con mi primo y mi hermano cuando él me llamó, él estaba sentado en la mesedora viendo las noticias cuando me sentó en sus piernas y yo inmediatamente me paralice puesto que la última vez que alguien me sentó en sus piernas me manoseo, esta vez fue diferente, solo me acaricio las piernas y yo solo sentí cómo algo duro me rozaba mis glúteos, me paralicé y no sabía que hacer, hasta que tuve la fuerza y me bajé. Nunca hablé de mi segundo abusador y nunca lo he hecho, yo ya no vivo en Colombia pero cuando voy me toca actuar cómo si nada aunque por dentro sienta tantas cosas. Por mucho tiempo reprimí todo lo que me pasó, siempre decía que no me afectó y ahora a mis 22 años me está atormentando. Estoy comprometida con el amor de mi vida, siento que ha sido un regalo que Dios y la vida me dio después de tanto tormento pero hay veces que cuando vamos a tener intimidad y me toca siento una rabia en mi, ese tipo de rabia que te dan ganas de pegarle un puño en la cara a esa persona, y no lo entiendo, el no me ha hecho nada? El solo me ha ayudado y me ha tratado con amor y me ha demostrado lo mucho que me respeta y me ama, siempre quise evadir el tema y reprimirlo, no hablar de ello y pretender cómo que no me afectó pero ya llegué a un punto donde me dan unos ataques de ira que ni yo me reconozco, donde termino lastimándome a mí misma o sacando esa ira en mi prometido, hace unas noches por fin en medio de una ataque de ira donde terminé azotandome la cabeza en la pared solo repetía “no me deja en paz, me persigue, sácalo de mi cabeza” estaba en un estado de crisis y mi prometido solo pudo sujetarme en sus brazos mientras me preguntaba quién me perseguía y fue la primera vez que dije su nombre en voz alta, “Name, el hombre que me violo y me robo mi inocencia no sale de mi cabeza” no podía hablar, las lágrimas y gritos de desesperación eran más que las palabras, en ese momento me di cuenta que no importa cuánto allá crecido aquella niña de 6 años sigue dentro de mi, está enojada, está triste y rota. Mi pareja es abogado entonces el fue quien me habló sobre me too movement, me dijo que me hiciera justicia y lo denunciara pero que si no me sentía lista por miedo que navegara las opciones que me too ofrece y que quizá empezara por contar mi historia, por unos días habría la página y solo me quedaba paralizada, pero hoy me anime, ya no merezco ser prisionera de un dolor que no fue mi culpa aunque por mucho tiempo he sentido que lo es, me siento perdida y no quiero que mi pasado defina mi presente, la vida me está dando oportunidades bonitas pero mi abusó sexual no me deja avanzar, cómo me saco esta rabia que siento por dentro? Porque me volví un ser tan agrio y amargo, porque me enojo por todo? Porque no puedo disfrutar la intimidad con mi pareja si es delicado conmigo? Parece que entre más delicado es más rabia siento por dentro. Me siento muy sola y perdida. Quiero este dolor fuera de mi

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    #1692

    En marzo conocí a alguien. Para el verano, ya éramos amigos, de esos que comen juntos y ven anime los fines de semana. Nunca hubo indicios de algo más. Entonces, una noche de agosto, una botella de bourbon y un juego de verdad o reto desdibujaron los límites que creía sólidos. La conversación se volvió íntima, y luego llegaron los retos. Lo que empezó con un beso se convirtió en algo que no quería. Recuerdo haber dicho "no" muchas veces, con las manos apretadas contra la ropa como límite. Me decían "no es sí". En mi estado de ebriedad, mi resistencia fue vencida. Me aferré a una idea clara: nada de penetración. Esa línea, al menos, no se cruzó. En los días siguientes, hice todo lo que debía hacer. Recurrí a todos los recursos disponibles. Tomé la pastilla de emergencia. Llamé a 1800RESPECT y SARC, buscando apoyo en un idioma que no es el mío. Estoy esperando exámenes médicos. Devoré "Know My Name" de Chanel Miller, encontrando consuelo en una historia que reflejaba mi propia confusión. Hablé con IA, analizando incansablemente cada emoción, intentando encontrar la manera de salir de este dolor. Encontré el coraje para llamar a una amiga y decir las palabras en voz alta, y su fe en mí fue un ancla. Y, sin embargo, una voz persistente aún resuena en los momentos de silencio: ¿Reaccioné de forma exagerada? ¿De verdad fue tan malo? Él fue amable una vez. Esta duda es un fantasma, y me persigue junto con la pesada carga de mi historial de depresión, que hace que todo se sienta mucho más pesado. He tomado una decisión que me trae a la vez alivio y profunda tristeza. Probablemente presentaré una denuncia, pero no creo que solicite una investigación completa. He llegado a la silenciosa y dolorosa comprensión de lo difícil que es probar una violación sin pruebas concretas, de cómo el sistema a menudo no imparte justicia. Me rompe el corazón por todas mis hermanas que han estado en esta misma situación, que han elegido priorizar su propia supervivencia sobre una lucha que saben que no pueden ganar. Así que, por ahora, elijo luchar por mí misma en lugar de contra él. Mi acto de rebeldía no está en un tribunal; está en mi propia sanación. Está en creer en mí misma cuando el mundo me enseña a dudar. Está en reconocer que, incluso sin justicia legal, lo que me sucedió fue real, estuvo mal y mi dolor es válido. Elijo cuidar de la persona que más importa en esta historia: yo.

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    #23

    Me drogaron en un festival y terminé teniendo sexo con un desconocido sin siquiera estar consciente. Fui al festival con tres amigos. Uno ya estaba dormido cuando un borracho llegó a nuestras tiendas. Dijo que buscaba a su amigo, pero luego preguntó si podía quedarse un rato con nosotros. Era un poco raro y estaba bastante borracho, así que pensamos que estaría bien darle agua y dejarlo estar un rato con nosotros. Después de un rato, los amigos que quedaban despiertos dijeron que querían ducharse y me dejaron sola. Eso es lo último que recuerdo con claridad. El resto son fragmentos. Recuerdo que me dio algo de beber y bebí. Luego recuerdo que me besó. Y finalmente me desperté a la mañana siguiente, desnuda en su tienda. Mis amigos me buscaron toda la noche y estaban muy enojados porque me fui con él sin decirle a nadie. Me sentí fatal por haberlos hecho sentir así, así que olvidé que no tenía recuerdos de este incidente y pensé durante un año más o menos que solo era una mala amiga que se fue con un borracho desconocido y preocupó a mis amigos. Justo después de ese primer año, empecé a salir con mi pareja y le conté la historia. Me miró, me abrazó fuerte y dijo que era horrible. Esa fue la primera vez que pensé un poco más en el incidente e intenté comprender qué había pasado. Fue un shock para mí que se enfadara con mis amigos porque, para mí, ellos eran los que no habían hecho nada malo. Sin embargo, cuanto más pensaba en ello, más lo entendía: me dio una droga que prácticamente me dejó inconsciente y tuvo sexo conmigo. Me violaron. Y esto fue aún más impactante. Todavía estoy en proceso de sanación. A veces, los recuerdos todavía me persiguen, pero mucho menos que antes. A veces todavía me siento avergonzada, pero he llegado a un punto en el que puedo cambiar de opinión y decirme que no tengo por qué sentirme así. Espero de verdad que compartir mi historia ayude a otros de una forma u otra, y puedo decir con certeza que me ayudará a ser más abierta con mi historia.

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    Cuando no sabes a qué estás diciendo que sí

    Había muchas emociones dentro de mí que me llevaron a la noche en que sucedió. Tenía problemas en mi relación, estaba confundida con Dios, estaba enojada con mis amigos que no me incluyeron en su reunión ese día. Así que bebí mucho. Bebí mucho tequila, específicamente, algo que nunca hago. No sé el nombre del chico con el que me fui a casa esa noche. No sé qué aspecto tenía. No recuerdo haber salido del bar con él. Recuerdo haber recuperado la consciencia por un minuto, darme cuenta de que no sabía dónde estaba e intentar salir corriendo del apartamento antes de desplomarme en el suelo del pasillo del complejo y llorar. Desperté casi desnuda, dolorida y magullada, y todavía muy borracha. No creo que este tipo me obligara. Simplemente no sabía a qué le estaba diciendo que sí en ese momento, ni siquiera a quién le estaba diciendo que sí. Todavía estoy asimilando el hecho de que no es mi culpa que esto haya sucedido; No es su culpa; no lo culpo en absoluto, ya que él también estaba extremadamente ebrio. Pero quiero que otros sobrevivientes con una historia como la mía escuchen esto: solo porque tu historia no involucre abuso, solo porque estabas completamente borracho, no significa que no merezcas ser considerado un sobreviviente. Porque sí lo mereces. No estás solo. No estás solo. Eres digno, no estás dañado, mereces amor. La sanación no es lineal y ocurre poco a poco, pero ocurre.

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    De un sobreviviente
    🇺🇸

    #1307

    Cuando tenía unos seis años, mi primo (que tendría unos doce por aquel entonces) me manipuló para que lo tocara sexualmente. Me mintió al respecto, lo que me deja bastante claro que sabía que era algo que no debía hacer. Fue muy breve y, por lo que recuerdo, me distancié de la situación bastante rápido, presentía que algo no iba bien y me daba cuenta de que no estaba siendo sincero. No sabía exactamente qué estaba pasando, ya que solo tenía unos seis años, pero sabía que era algo de lo que quería alejarme. Que yo sepa, nunca ha ocurrido otro incidente parecido. Más tarde, a los ocho años, recuerdo haber aprendido en la escuela sobre las zonas del cuerpo que no debíamos mostrar ni tocar, y darme cuenta de que me lo había pedido. Nunca se lo dije a nadie. Mi primo fue a prisión cuando yo tenía dieciséis años, condenado por agredir sexualmente a un niño de la familia (algo que el resto de mi familia cree que fue un "malentendido". Como una situación de "creíste que te estaba tocando sexualmente, ¡pero fue un accidente!" o "malinterpretaste lo que estaba pasando". Obviamente, no estoy convencido). En ese momento comprendí el contexto real del suceso y seguí sin contarle a nadie lo que pasó de niño. Me gustaría contárselo a alguien, pero no confío en mi familia. No confío en que respondan adecuadamente ni hagan algo al respecto, y me preocupa que solo empeore las cosas. También me siento incómodo compartiendo algo con ellos; compartir cosas personales como esta me hace sentir mal y mal en general. Me siento más seguro y mejor guardármelo para mí, o al menos solo compartirlo en línea de esta manera. Ahora, a los veintidós años, me atormentan pensamientos sexuales intrusivos y el miedo a ser, en el fondo, una persona horrible, una "pervertida" sexual, una depredadora. Para ser clara, sé que probablemente se deba principalmente a un TOC, pero es una lucha, y es muy aterrador y desmoralizante. Es muy difícil de superar, y en general me hace sentir inútil. En los últimos dos años, me he dado cuenta de que también experimenté pensamientos similares de niña, aunque mayormente eran al revés (pensamientos intrusivos sobre profesores que se aprovechaban sexualmente de mí, aunque nunca mostraron ningún comportamiento depredador) hasta que crecí y cambió. Me asustaba de niña y me destrozó emocionalmente de adolescente, hasta el punto de que incluso estar desnuda me provocaba pensamientos intrusivos y ansiedad. También tengo vaginismo, o algo parecido. Y sé que me siento fatal con las relaciones sexuales. Me gustaría tener sexo, creo, aunque me resulta difícil incluso hacer amigos, y mucho más relacionarme con gente romántica o sexualmente. Lo más probable es que nunca lo consiga, por muchas razones, y me quedaré con la certeza de que la única vez que me ha pasado fue con un familiar de pequeña, lo que me hace sentir... ¿casi manchada? Es difícil de describir y no me gusta. Si muriera sin haber tenido nunca una experiencia así, sería quizás decepcionante, pero creo que podría aprender a vivir con ello. Esto es obviamente peor. Sin embargo, la situación en la que me encontraba ni siquiera parece tan grave como la que viven algunas personas: no me violaron. No fui yo la que fue tocada. Ni siquiera me obligaron, solo me manipularon. Me obligaron a hacer algo brevemente una vez antes de darme cuenta de que estaba mal y daba miedo, y alejarme. No pudo haber sido tanto tiempo. No sé cómo algo así me habría afectado tanto, tanto mental como físicamente, y me confunde. A veces me pregunto si he bloqueado recuerdos, pero no lo creo, y no tengo pruebas que lo sugieran. Algunos me considerarían una "sobreviviente", pero ni siquiera me siento como tal. No corría riesgo de morir, y llamarlo "sobrevivir" me parece demasiado. Supongo que me pregunto si un incidente así realmente afecta tan negativamente a una persona con tanta facilidad. No lo sé, y no sé qué haré cuando mi primo salga de prisión. Mi familia no dirá ni una palabra negativa de él, y sigo sin querer decirles nada. Por lo que probablemente le hizo a nuestro familiar, desearía que desapareciera. También desearía que nada de esto hubiera pasado y que yo no estuviera así.

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  • Todos tenemos la capacidad de ser aliados y apoyar a los sobrevivientes en nuestras vidas.

    “La curación es diferente para cada persona, pero para mí se trata de escucharme a mí misma... Me aseguro de tomarme un tiempo cada semana para ponerme a mí en primer lugar y practicar el autocuidado”.

    Tomarse un tiempo para uno mismo no siempre significa pasar el día en el spa. La salud mental también puede significar que está bien establecer límites, reconocer las emociones, priorizar el sueño y encontrar la paz en la quietud. Espero que hoy te tomes un tiempo para ti, de la manera en que más lo necesitas.

    Mensaje de la Comunidad
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    El trastorno de estrés postraumático (TEPT) se desarrolló en la escuela secundaria.

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  • “He aprendido a abundar en la alegría de las cosas pequeñas... y de Dios, la bondad de las personas. Desconocidos, maestros, amigos. A veces no lo parece, pero hay bondad en el mundo, y eso también me da esperanza”.

    Historia
    De un sobreviviente
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    El título de la historia es: Mira fijamente al acosador

    Mira fijamente al acosador La playa no se parece en nada a la suave arena de ubicación, mi ciudad natal. Es de guijarros, con suaves olas que lamen la orilla. Me siento en la orilla. Las lágrimas resbalan por mis mejillas. Mojan los guijarros y la arena. La libertad es abrumadora. Tantas emociones. Había tejido una manta sobre mi dolor. Es fecha de hoy, pero mi historia comenzó en una fecha pasada. Me casé ese día. El día que exmarido me dijo que le pertenezco. El día que me impuso un toque de queda. Desde ese día fui suya. Nunca olvidaré fecha. Mi toque de queda de las 9 p. m. había pasado. Estaba trabajando hasta tarde. Presa del pánico, huí de la oficina. Mi jefe me persiguió ofreciéndome una vida, evitando así la caminata de 20 minutos. Insistió en parar en la trituradora. No pude decir nada. Verás, nunca le había contado a nadie cómo era mi vida. ¿Cómo iba a poder? ¿Qué pensarían? Solo podía pensar: «¡Dios mío, llévame a casa!». Exmarido estaba allí, furioso. Hamburguesa, patatas fritas, cebolla y salsa roja me impactaron como un ladrillo. Me impactaron en la cara. Humillada y desdichada, sentí cómo la hamburguesa, las patatas fritas, la cebolla y la salsa roja se deslizaban por mi cara llorosa. Fue uno de dos puntos de inflexión. A la mañana siguiente, le conté todo a mi jefe: que si me quedaba, moriría. El alivio. Entre los dos tramamos un plan. No se lo dije a nadie. Dos días después, tomé el tren a City y me apunté a unas agencias. Cuando volví, exmarido estaba en la estación. Estaba furioso. No lo sabía entonces, pero cada mañana me seguía para asegurarse de que había ido a trabajar. Me metió a la fuerza en el coche. La gente me miraba, pero nadie interfería. Pensé que había llegado el fin y que me quedaría tumbada en ese suelo frío y húmedo. De vuelta en casa, estuvo sentado a horcajadas sobre mi pecho toda la noche. Apenas podía respirar. A las 5 de la mañana, se cayó de mí, sumido en un sueño profundo. Me arrastré a gatas, con el corazón latiéndome con fuerza, cerré la puerta de casa y corrí. El coraje se manifiesta de muchas maneras. La canción de Gloria Gaynor: "Sobreviviré". La puse, la canté mentalmente, en voz alta, y me prometí que sobreviviría. La oración "Acordaos". ¿Cómo puedo agradecerle lo suficiente? Sus palabras me ayudaron en mi peor momento. Creí que recibiría ayuda de algún lugar y hoy ocupa un lugar especial en mi corazón. Empecé mi nuevo trabajo en Ciudad. Me mudé a un piso con mi hermana y una amiga. Entonces empezó el acoso. exmarido sabía todos mis movimientos. Cuando volvía a casa los fines de semana, se quedaba esperando fuera de casa de mi madre. Me seguía constantemente. Su figura sombría, a pocos metros de distancia. A mi lado, detrás, delante. Sin decir una palabra, solo mirándome fijamente. Mi paz quedó destruida. Las amenazas hechas en el pasado no se habían olvidado. Esa noche me dijo que me atraparía "no ahora, sino en algún momento del futuro y para siempre, te miraré por encima del hombro, maldita sea". Mi madre murió en año y visitaba su tumba casi todos los sábados, ya que seguía yendo a lugar. Mis hermanos vivían allí. exmarido siempre estaba allí. Escondiéndose detrás o junto a una lápida cercana. Cambiaba mis horarios y mi ruta, pero nunca cambiaba nada. Aparecía y se quedaba mirando. Nunca dijo una palabra. Nunca supe si "hoy sería el día". Sabía que su amenaza era real. exmarido se arrastraba por la calle principal si me veía, mirando por la ventanilla y me seguía hasta llegar a mi destino. Los coches le pitaban para que acelerara, pero él los ignoraba. El único gesto que hacía era con los dedos "vigilándote". Pasaron cinco años. Todos los días sin excepción aparecía en mi trabajo en ubicación Me seguía de vuelta al piso. Me seguía el paso, pero nunca me pasaba. Vomité en las papeleras y las alcantarillas. Me ponía enferma en todo el sentido de la palabra. Estaba hecha un desastre. Nos mudamos, pero siempre me encontraba. Más tarde descubrí que cambió su horario de trabajo a horario flexible para poder hacer el viaje de ida y vuelta de lunes a viernes y que luego, los fines de semana, me acosaba cuando estaba en casa. Un día se cruzó con el siguiente. Me acosaba. Vomité. ¿A quién podía decírselo? ¿Quién me ayudaría? No había nadie. La policía no te creería en ese momento y, de todos modos, no podían hacer nada. ¡O sea, que no me había hecho daño! Mentalmente estaba muerta por dentro. Dejé mi maravilloso trabajo y me mudé a ubicación. Conocí a un hombre maravilloso, marido. Nos casamos en año y en año nació nuestro hijo, nombre del hijo. ¡Pensarías que el acoso pararía! Íbamos a ubicación los fines de semana. Tan hermoso. Me encantaba el mar. Esposo sabía que había estado casada con exmarido pero mi vida con él era demasiado dolorosa para hablarlo con nadie, así que no le conté a esposo sobre el acoso ni nada más y así continuó, pero ahora exmarido tenía un nuevo odio en sus ojos. Mis paseos por la playa se desvanecieron. Exmarido era como un radar. Siempre ahí. Daba mucho miedo. Poco a poco mi vida se desvanecía. Exmarido nunca seguía con esposo venía con nosotros. Exmarido siempre intentaba encontrar una manera de interactuar con nombre del hijo. Una vez en un Rally de Autos Clásicos, solté la mano de hijo por un instante y en segundos exmarido la había tomado e intentaba darle un auto Dinky que le había comprado mar dhea. Cogí a nombre del hijo y me fui. Ir al Tesco era una pesadilla. nombre del hijo estaba en el carrito. Estábamos en la caja y siempre en la siguiente aparecía exmarido. Sin comida y esa mirada. Mirándome fijamente y mirándole fijamente a mi hijo. Por aquel entonces, el acoso no se consideraba nada, y mucho menos un delito, y me habrían considerado una "imbécil". Entonces llegó el segundo punto de inflexión: fecha. El hermano menor de marido, nombre del cuñado, vino de vacaciones a lugar. Nunca había visto el mar. ¡Qué emoción! Estuve nerviosa toda la mañana preparando la cesta de picnic y nuestras cosas, pero todo iría bien porque marido estaría con nosotros. En el último minuto, marido recibió una llamada urgente del trabajo. Estaba de guardia las 24 horas. ¡Dios mío, no podía decepcionar a los niños! Nombre del hijo tenía ahora 6 años, y luego vinieron nombre de la hija y nombre de la hija y, por supuesto, nombre del cuñado por primera vez. Nuestra casa estaba al final de un callejón. Detrás de la farola estaba exmarido. Intenté ignorarlo. La playa estaría concurrida. En cuanto no viera a ningún marido, se acabó. Empezó a seguirnos. Por el muelle, exmarido caminaba detrás de nosotros. No nos pasó, no habló. Cruzamos el puente, todavía detrás de nosotros a unos metros. ¡Pude ver a nombre del cuñado preguntándose por qué ese hombre no nos adelantaba! Pasamos el estanque de los patos y llegamos a la playa. Seguía siguiéndonos. Recuerdo muy bien ese día. Un precioso día de verano. Corazones brillantes y emoción en el aire, pero el mío latía con fuerza, muerto de miedo. Dejé la manta; los niños saltaban de la emoción. ¡Y entonces estaba exmarido! Prácticamente encima de nosotras. A no más de un metro de distancia. Tumbado de lado, apoyado en un codo, de frente, mirándonos fijamente. Sentí náuseas. Me palpitaba la cabeza y el corazón me latía con fuerza en el esternón. Si me meto al mar con los niños, ¿qué hará? No podía dejar nuestras cosas. No sabía qué haría. Tenía miedo de ir, miedo de quedarme, miedo de dejar que los niños se fueran al borde, miedo por todas nosotras. Recogí el picnic y me fui a casa. exmarido me siguió. Me quitaron el asunto de encima al llegar a casa. nombre del cuñado le contó a marido que el hombre nos seguía y que le tenía miedo, y lo describió con todo detalle. marido lo entendió enseguida y entonces le conté lo que había estado pasando todos estos años, ¡desde año para ser exacta! Pensé que se enojaría conmigo por no decírselo, pero simplemente me abrazó fuerte y me dijo que todo iba a estar bien. No es necesario encarcelar a una persona para que le arrebaten la libertad. Aprendí a mirar fijamente. Esposo me enseñó. De pequeña, me enfrentaba a mis hermanos, pero ahora esto era diferente. Sabía que esto me cambiaría la vida. Necesito mirar fijamente a exmarido y eso requería práctica, mucha práctica. Sé que suena absurdo, pero aprender a mantener la mirada fija durante un tiempo considerable no es tarea fácil. Todos los días después de cenar, Esposo y yo nos mirábamos fijamente. Nuestras miradas se clavaban en la otra y sabía que tendría que mantener esa mirada fija durante mucho tiempo para vencer a exmarido. Sentí ganas de rendirme muchas veces. Varias semanas después, en lugar, estaba visitando la tumba de mis padres y, efectivamente, justo al amanecer, allí estaba él. Sabía que esposo no dejaría que me pasara nada y que ahora sabía que exesposo era un cobarde y un abusón. Una vez que se enfrentaban a él, se encogían y se escabullían al agujero del que salieron. Exesposo me miraba fijamente, yo también. Podía ver el odio en sus ojos. La cita volvió a mí. Seguí mirándolo. Se enojó muchísimo, pero su mirada no vaciló, ni la mía tampoco. Recé a todos los santos de la cristiandad. Recé para que mis padres salieran de la tumba y lo rescataran. Recé el Acordaos como si me fuera la vida en ello y canté mentalmente "Sobreviviré". Estaba decidida a tomar las riendas de mi vida. Me ardían los ojos, se me nublaban, se me llenaban de lágrimas. Oh, Dios, que esto termine pronto, recé. Pero él solo me miró fijamente y me miró fijamente durante lo que me pareció una eternidad. Entonces, tan silenciosamente como había entrado en el cementerio, porque no lo oí ni lo vi entrar, se fue. Caí de rodillas sobre la tumba de mis padres y lloré. Dieciséis años habían pasado desde que dejé a exmarido y el acoso terminó, pero no fue hasta 2022, número de años después, que pude caminar sola por la playa. Ahora sé mucho más. En 2020 contacté con un servicio de apoyo. Me dieron las habilidades para lidiar con exmarido y sigo trabajando en esas habilidades. Sé que debería habérselo dicho a marido y debería habérselo dicho a mi familia, pero nunca lo hice. Estaba tan avergonzada, pero ahora puedo hablar de ello. Mis amigos en ubicación volvieron a aparecer de la nada. Pensé que me habían abandonado, pero exmarido les había advertido en términos inequívocos y estaban asustados. fecha es mi día especial. Es el día en que me senté junto a las aguas tranquilas y me sentí orgullosa de mi logro. Puede que nunca deje de mirar por encima del hombro, pero estoy en ello. Quería contar esta historia con la esperanza de que le sea útil a alguien más.

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  • “A cualquiera que esté atravesando una situación similar, le aseguro que no está solo. Vale mucho y mucha gente lo ama. Es mucho más fuerte de lo que cree”.

    Mensaje de Esperanza
    De un sobreviviente
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    Siempre existe la opción de irse o quedarse.

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  • Creemos en ti. Eres fuerte.

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    Voz autista

    Solía pensar que la violación era lo que verías en las películas. Un extraño te atacó violentamente. Resultó que estaba equivocada. Me habían violado en múltiples ocasiones y no lo comprendí del todo hasta que crecí y me volví más sabia, y también descubrí que soy autista. Esto fue lo que me ayudó a comprender lo que realmente había sucedido. Aprendí y estudié el autismo en niñas y mujeres, y a partir de ahí lo entendí. Era vulnerable, impresionable y estaba tan enmascarada que era una persona completamente diferente por fuera de lo que realmente era por dentro. Cuando era más joven y no tenía ni idea de que estaba siendo acosada debido a mi vulnerabilidad, empecé a fingir que simplemente me gustaba el sexo y era promiscua por voluntad propia. Era una mentira que me decía a mí misma y a mis amigas para no tener que afrontar el hecho de que no podía ni sabía cómo decir que no y decirlo en serio. Hay huida, lucha y también congelación. Tantas veces les decía que no y cuando no paraban me paralizaba y me daba cuenta de que mi voz no tenía sentido y que no me escuchaban. Era más fácil dejar que terminaran sin pelear y que fuera violento también. No me di cuenta de lo malo que sería el impacto mental. Una noche en particular estaba en un bar y algunos de nosotros volvimos a una fiesta en una casa. Un chico estaba mostrando interés en mí y la verdad es que me gustó. Nos besamos y nos divertimos y luego me llevó a una habitación y dudé pero acabé entrando. Cuando empezó a desvestirme, sujeté mi vestido y dije que no. Lo dije tantas veces y empezó a ponerse muy brusco y contundente y empezó a decirme cosas sobre darle esperanzas y qué creía que iba a pasar y yo solo quería que fuera brusco. Me di cuenta de que, dijera lo que dijera, iba a tener sexo, así que tenía dos opciones: luchar y ser agredida sexual y violentamente, o simplemente tener sexo sin más resistencia, lo que significaría que solo sería agredida sexualmente sin violencia adicional. Elegí la segunda opción y durante mucho tiempo creí que solo había tenido sexo esa noche. Ahora me doy cuenta de que fue una violación total. Ha afectado mi salud mental durante más de diez años y estoy lista para reconocer lo que me pasó en lugar de negarlo.

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  • La sanación no es lineal. Es diferente para cada persona. Es importante que seamos pacientes con nosotros mismos cuando surjan contratiempos en nuestro proceso. Perdónate por todo lo que pueda salir mal en el camino.

    Si estás leyendo esto, es que has sobrevivido al 100% de tus peores días. Lo estás haciendo genial.

    Mensaje de Sanación
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    poder seguir adelante y pasar un poco la pagina

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    No tengo recuerdos claros y siento mucha culpa

    Mi historia es un poco larga. Cuando tenía 15 años o 16 años, vino a mi mente el recuerdo de cosas que habían ocurrido cuando yo tenía entre 4 y 5 años. Dos tíos abusaron de mí. Los recuerdos sobre esto nunca han sido claros y ahora, muchos años después, todo se ha vuelto más lejano y confuso y he dudado varias veces de mí misma y de mi historia. Hay otras cosas que pasaron en mi infancia que sí recuerdo con más claridad: cuando tenía entre 7 y 8 años, vi a mis papás teniendo relaciones sexuales a mi lado (esa noche me había pasado a dormir con ellos en su cama). Tiempo después, se repitió la situación, pero con mi padrastro y mi mamá. También cuando tenía entre 7 y 8 años, estaba revisando unos CD'S en el DVD que había en la casa para marcarlos según el género musical o según la película que fuera. Uno de los CD'S, era una película porno. Como casi siempre, me encontraba sola en mi casa, entonces la vi completa. No recuerdo si me masturbé. Sé que desde muy niña me frotaba con peluches, muñecas y otros objetos, aunque sin mucha conciencia de lo que hacía, pero estaba presente el miedo a ser vista. Hay algo que me atormenta en este momento: cuando tenía 6 o 7 años, mi prima (ella un año mayor) y yo jugábamos a imitar algunas posiciones de un libro de kamasutra que había en su casa. También tengo leves recuerdos de una vez que, mientras nos bañábamos, frotamos nuestras partes íntimas. No sé si esto se dio en el marco de una curiosidad bilateral y por el contenido del libro al que habíamos estado expuestas o si fui yo quien generó la situación y la persuadió a ella de hacerlo o si la manipulé. No recuerdo que haya sido así, pero me da miedo que sí. ¿Y si imité lo que hacía mis tíos conmigo o lo que vi en contenido al que estuve expuesta? Siento miedo, culpa y vergüenza. Además, hace medio año, recordé que cuando tenía 10 años y cargué a mi hermanita en mi piernas (que estaba como de un mes), sentí un estímulo placentero en mi zona íntima por el contacto. Cuando esta imagen vino a mí (tampoco fue clara, como mis otros recuerdos) sentí culpa, pero no escaló a más porque entendí que fue una reacción física y nada más. Pero luego no podía dejar de pensar en ello y me cuestionaba si había prologando o intensificado el contacto y sentí muchísima culpa, asco y vergüenza. Fue tan fuerte, que tuve un episodio de TOC y siento que aún no he podido salir de ahí, porque ahora me inundan las dudas sobre lo sucedido con mi prima.

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    Acoso sexual grave

    Empezó como acoso sexual. Y lo dejé pasar. ¡No dejes que te pase! Era una becaria universitaria que cursaba mi especialización en gestión de la cadena de suministro. En la escuela de negocios, sabes que no se obtiene un título y ¡zas! Un trabajo te espera por arte de magia. A menos que ya tengas contactos. Era una mujer soltera que recibía ayuda financiera y no tenía prácticamente ningún contacto familiar. Necesitaba hacer algunos contactos mientras estudiaba para ascender. Es un mundo muy competitivo. Una época en la que no nos importa tanto dónde trabajamos, siempre y cuando tenga perspectivas de ascenso y de ganar dinero. Estaba haciendo prácticas en las oficinas corporativas de una empresa de alquiler de coches. Me dieron mi primera opción para una clase en la que teníamos que hacer prácticas en una empresa real. Mi grupo de cuatro estaba en sus oficinas de logística y no teníamos un trabajo definido en ese momento, pero mi escuela había enviado estudiantes durante un tiempo, así que teníamos una persona de contacto y una idea vaga de un proyecto que mi grupo de cuatro tenía que organizar y ejecutar para nuestro grado. Bueno, eso fue un poco torpe y seguí con la mala idea de planificar rutas de distribución más eficientes para los coches que entraban en la flota. Fue una ingenuidad, ya que la empresa contaba con auténticos profesionales que diseñaron el sistema. Pero, gracias a mis artimañas femeninas, un alto directivo me invitó a ayudar en mi tiempo libre. Solo yo. Aproveché la oportunidad y, en mis días libres, llegaba temprano por la mañana e intentaba ser parte del equipo. Era un ambiente muy masculino. Intenté quedarme a pesar de las pretensiones de trato especial. "¿No serás de esas feministas que se ponen a llorar a Recursos Humanos si un hombre te hace un cumplido o una palmadita en el trasero?", me había preguntado el hombre que me invitó primero. Lo llamaremos XX. Le aseguré que no, anticipándome a su respuesta. "Trabaja duro, diviértete mucho", fue algo que dije en mi negación de unos valores a los que obviamente se oponía. Así que las dos veces que XX me presentó como su amante, le seguí la broma. Otro error estúpido. Como ejemplo de mi entorno, después de que un hombre Y del departamento me enseñara a usar parte de un programa que calcula las faltantes de existencias, me hizo sentarme a probarlo y me dio un masaje que no pedí temprano por la mañana. Pues bien, XX se acercó y bromeó sobre que Y le había metido las manos a su novia. Tuvieron un momento de camaradería cuando el hombre Y le preguntó si hablaba en serio, diciendo algo sobre la esposa de XX, a lo que XX se retractó y dijo algo como: "Es solo una broma. Me encantaría en mis fantasías, pero es propiedad de la empresa, hermano". ¡¿Propiedad de la empresa?! ¡Estaba sentada allí mismo! Me tensé, pero intenté fingir que estaba absorta en la clase de informática mientras XX se iba y el hombre Y volvió a masajearme, pero esta vez con más intensidad. Bajó por mi espalda baja y la parte superior de los glúteos, luego por los brazos hasta los muslos, impidiéndome hacer cualquier trabajo mientras me rozaba el pecho con los antebrazos y las manos. Me sentí tan débil y casi paralizada cuando me obligué a levantarme para ir al baño, deteniéndolo. Podría haberlo hecho al principio, pero no lo hice. Más tarde, ese mismo día, XX me invitó a almorzar con él y a tomar una cerveza en un bar con mesa de billar. Tenía 20 años, pero no me pidieron el DNI porque estaba con XX. Casi nunca jugaba al billar y, mientras esperábamos la comida, él me "enseñó" a jugar. Se burló del cliché del cine y la televisión donde un hombre hace que una mujer se incline sobre la mesa de billar para disparar, solo para presionar su entrepierna contra su trasero en un gesto sugerente y luego inclinarse sobre ella con los brazos a cada lado para enseñarle a deslizar el palo. ¡Pero mientras bromeaba, me hizo esas cosas a mí! Fue un buen día para mis dos principales abusadores y un día horrible para mí. XX me abrazó mientras nos levantábamos riéndonos y, al parecer, ahora tenía licencia para abusar de mi cuerpo cuando quisiera. Me volví insensible en algunos aspectos, pero emocionalmente estaba más nerviosa. Me tocaban el trasero o me azotaban juguetonamente en el departamento, incluso por parte de un hombre Y. Algunos otros hombres eran muy coquetos. Me frotaban los hombros, me abrazaban incluso al saludo más breve con XX, y finalmente se suponía que también me acostumbraría a los pequeños besos en los labios. Sentía una constante angustia mental y una actitud defensiva. Mi cuerpo podía ser atacado en cualquier momento. ¡Pero no me defendí! Les decía claramente a XX y a algunos otros que quería ser respetada y considerada como una más y tener un trabajo allí cuando me graduara, y ellos lo afirmaban. Los dos principales abusadores me animaron, pero aun así me acosaron sexualmente. ¡Con mi bendición estúpida! El semestre terminó y seguí yendo a diario durante las vacaciones de verano. Era mi única vía de escape para un posible trabajo después de graduarme un año después. Estaba tan preparada que no fue un gran salto cuando XX me presionó para que se la hiciera en su oficina. Me negué con una sonrisa y un movimiento de cabeza, y él respondió con una justificación: que le debía una, que lo necesitaba en ese preciso instante. No aceptaba un no por respuesta. La primera vez que me arrodillé frente a su escritorio y lo tomé en mi boca, me temblaban las manos, se me saltaron las lágrimas y tuve que escurrir los mocos. ¡Yo era la que estaba avergonzada! Fue como una experiencia extracorpórea, y se me secó la boca hasta el punto de tener que pedirle un poco de su bebida energética. En mi interior, hubo un cambio enorme de inmediato. Quedé destrozada por todo orgullo y autoestima. Era como un zombi. Apenas comía. Mucho café. Aparecía, hacía los informes que se habían convertido en mi responsabilidad y, mecánicamente, le daba a XX su mamada diaria por la tarde en su pequeña y sosa oficina con una ventana pequeña. Empecé a tener migrañas ese verano. Conduje a casa para el 4 de julio y me emborraché tanto que acabé durmiendo con el exmarido de mi hermana, mucho mayor, en la parte trasera de su camioneta. Esa fue una terrible llamada de atención. Sabía que no podía fingir mucho más sin una crisis nerviosa, así que pasé mis dos semanas en la empresa de alquiler de coches donde trabajaba gratis. Para asegurar mi futuro, me aseguré de mantener un ambiente amistoso y de decir "sabes que volveré a trabajar aquí el año que viene". La idea de que todo el tiempo y la humillación que había invertido se perdieran en nada era un gran miedo. Me sometí a eso durante las últimas dos semanas. Tuve sexo rápido con XX dos veces encima y encima de su escritorio. Cedí a la presión extrema y también le hice una mamada a Y cuando lo mencionó explícitamente por una carta de recomendación. Sabía que lo hacía por XX. Ni siquiera tenía despacho propio y teníamos que usar las escaleras. Durante mi último año de universidad, me di cuenta de que estaba demasiado traumatizada como para volver allí. El grado de utilización y abuso que había sufrido se hizo evidente para mí, cuando antes no. Como si hubiera estado viviendo en una neblina de negación. Fue una época dolorosa. Fui un poco imprudente. Saqué una C en la asignatura optativa de economía de alto nivel que cursé. Acepté varias citas para evitar estar sola y, o bien me acosté con ellas, o bien me enfurecí. Al ver que necesitaba la falsa pasantía de alquiler de coches en mi currículum, les escribí a ambos abusadores para pedirles cartas de recomendación y recibí una buena del hombre Y, pero una muy impersonal y genérica de XX. Estaba tan abatida y enfadada. Finalmente, se lo conté a mi hermana, la que me confrontó por su exmarido. SE LO CONTÉ TODO Y ESE FUE MI PRIMER PASO HACIA LA RECUPERACIÓN. A desahogarme, a gritarme en el espejo, a golpear el saco de boxeo en un gimnasio al que me apunté, y a ver a mi primer psicólogo y psiquiatra. La terapia me ayudó más que el Celexa y el antipsych. El grupo de apoyo me ayudó aún más. Conocí a dos amigas para toda la vida que me apoyan en momentos de dolor. Debo repetir que no es mi culpa haber sufrido abuso, aunque en parte sí lo fue. ¡No dejes que te pase! Te quitarán todo lo que puedan. ¡Planifica tus límites ahora y sé asertiva! Denuncia el acoso inmediatamente. Al hacerlo, te convertirás en una heroína y protegerás a otras mujeres y a ti misma. Si ya has sufrido abuso, ¡sal de la situación y habla con alguien cuanto antes! ¡No ganas nada permitiendo que el abuso continúe! Hablar con alguien lo hace real y te permite comenzar a odiar menos y a aprender a amarte de nuevo. Mereces amor verdadero.

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    Justicia por violación marital

    Antes de mudarme a California, viví en Pakistán. Esta historia es de 2008. Mi madre me convenció de casarme con un hombre acomodado, a pesar de que yo quería casarme con alguien que me había gustado en la universidad. El hombre con el que me casé tenía un carácter muy amable y respetuoso. Le conté la situación, pero me dijo que me enamoraría de él si le daba tiempo a la relación. Acepté con la condición de que durmiera en una habitación aparte y que no hubiera intimidad mientras yo decidía si lo aceptaba o me divorciaba. Poco a poco, intentó conquistarme. Primero, pidiéndome que me besara los pies, luego masajeándome las piernas y los hombros. Un día, como siempre, me pidió que me besara los pies mientras veía la televisión. Lo pillé mirando hacia abajo desde mi camisón. Me molesté. Se disculpó, pero luego me pidió que me masajeara los hombros. Acepté. Mientras me masajeaba los hombros, me levantó los brazos y me lamió las axilas. Me molesté mucho. Lo aparté y corrí al baño. Cuando salí, me agarró, me empujó al dormitorio, me obligó a subirme a la cama, me ató las muñecas y ató la cuerda a una silla cerca de la cama. Le rogué que parara y me resistí con todas mis fuerzas, pero me penetró. Empecé a llorar. Se disculpó, pidió perdón, pero no pudo haber perdón. Mi tía (en la policía) lo arrestó. Pedí el máximo castigo posible para él. Le dieron 10,5 años de prisión rigurosa, 200 latigazos y también me pagó una gran multa. Participé personalmente en azotarlo. Más tarde lo perdoné y su sentencia fue conmutada por latigazos. Finalmente nos divorciamos, pero me sentí satisfecha de que se hiciera justicia en este caso y finalmente me casé con mi amor de la universidad.

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    Detrás de sus mentiras

    Behind their lies
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    🇺🇸

    Mi vida en pocas palabras

    Esta es la historia de mi vida, bueno, al menos los eventos más importantes que me vienen a la mente. Hay aspectos de mi vida que he bloqueado o que he decidido no recordar. Cuando tenía unos 5 años, mi abuelo materno empezó a abusar de mí. Continuó un tiempo, y recuerdo vívidamente cómo le lloré a mi madre, rogándole que no me hiciera volver allí un fin de semana. En respuesta, me miró y me preguntó si mi abuelo me tocaba. Me armé de valor para decir que sí, esperando apoyo. Para mi consternación, me dijo que mi abuelo estaba enfermo y que necesitaba apoyarlo. Continuó enviándome a su casa todos los fines de semana hasta que cumplí 8 años, cuando falleció. A los 12, ocurrió un incidente traumático. Fui violada en un partido de baloncesto del colegio por un estudiante de secundaria. La solución de mi madre fue mudarnos a otro estado. Desafortunadamente, eso no me evitó más dolor. A los 14 años, fui violada en grupo en una fiesta y terminé en el hospital por intoxicación etílica. Afortunadamente, llegó la policía y los responsables fueron arrestados y acusados. Sin embargo, el día de la audiencia, antes de que yo subiera al estrado, ocurrió algo. No recuerdo los detalles, pero mi madre dijo algo tan aterrador que me obligó a no testificar. Por eso, el agresor adulto salió impune. Recuerdo claramente la mirada furiosa que mi padre le dirigió a mi madre. Estaba furioso, mientras ella, con crueldad, decía: "¿Qué dirá la gente?". Fue un golpe devastador. La tragedia me golpeó de nuevo cuando tenía 15 años. Mi padre se suicidó. Sorprendentemente, mi madre y mi hermana me culparon de su muerte y me entregaron al estado, dejándome huérfana. A partir de entonces, fui de un hogar de acogida a otro, hasta que finalmente terminé en un hogar comunitario hasta que cumplí 18 años. Desesperada y perdida, caí en un círculo vicioso. Me volví adicta a las drogas y me involucré en el narcotráfico. Mis relaciones estaban plagadas de violencia y abuso. En un intento desesperado por encontrar un sentido de pertenencia, me involucré con un Nombre del Cártel. Me sumergí en su mundo, aprendiendo español con fluidez. Trágicamente, terminé secuestrada y permanecí desaparecida hasta que el FBI me localizó ocho meses después. Me encontraron encadenada a una cama, al borde de la muerte. Tras pasar cinco meses de rehabilitación en un hospital Estatal, finalmente volví a casa. A lo largo de todas estas experiencias, sufrí violencia doméstica, luché contra el abuso de drogas y enfrenté innumerables desafíos. Sin embargo, aquí estoy hoy, resiliente y decidida a generar un cambio positivo. Mi vida ha sido una serie de dificultades inimaginables y experiencias dolorosas. Desde el abuso que sufrí de niña hasta el trauma de la violación y la pérdida de mi padre, he enfrentado más de lo que nadie debería tener que soportar. El camino que recorrí me llevó por caminos oscuros y peligrosos, llenos de adicción, crimen y violencia. Pero en medio de la oscuridad, encontré un rayo de esperanza. Tomé la decisión de liberarme del ciclo de abuso y reconstruir mi vida. Con gran determinación, me aventuré a lo desconocido, encontrando consuelo en nuevos lugares y estudiando para empoderarme. Ahora, al compartir mi historia, estoy estudiando una maestría en servicios humanos, impulsada por un profundo deseo de ayudar a quienes han enfrentado dificultades similares. Me niego a dejar que el pasado me defina y me comprometo a generar un impacto positivo en la vida de los demás. Mi camino ha sido largo y tumultuoso, pero también me ha demostrado la fuerza y la resiliencia que residen en mí.

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    De un sobreviviente
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    Círculo de abuso

    Ni siquiera sé por dónde empezar, pero últimamente lo estoy pasando mal y me he dado cuenta de que, aunque mi principal abusador esté muerto, no he lidiado con muchos sentimientos. Siento que siempre fui un blanco. De niña, no tenía confianza en mí misma. Era terriblemente tímida. Tenía un impedimento del habla y siempre sufría acoso escolar, y cambiar de escuela primaria no me ayudó a hacer amigos. Tuve una madre crítica y narcisista a la que nunca pude complacer. Mi primera vez abusó sexualmente de mí a los 8 años por un primo adolescente mayor. Mi madre me permitió pasar la noche sabiendo que su padre, mi tío, era pedófilo y abusaba de muchos niños. No me enteré de esto hasta años después. Era mi primo favorito, por supuesto. Lo admiraba. Iba a todas sus competencias de atletismo. Me estaba manipulando, por supuesto. ¿Por qué si no, un primo de 18 años querría pasar tanto tiempo con su primo de 8 años? En aquel entonces, nadie hablaba mucho de abuso sexual. Ni siquiera de sexo. Al menos en mi casa. Era sucio y te irías al infierno. Eso era todo lo que me decían. Pensé que era una pesadilla durante muchos años. Solo que era tan vívido. Podía oír la música. Open Arms de Journey, podía oler y casi saborear las galletas de almendra redondas, blancas y polvorientas que mi tía me sirvió antes de mandarme a la cama en una habitación con mi primo, su amigo nombre (también hombre). Hasta el día de hoy no puedo entender por qué mi tía metió a una niña de 8 años en una cama con dos adolescentes. Me atormenta. ¿Estaba tan enferma como mi tío y mi primo? Lo único que descubrí después, ya de adulta, es que mi tío abusó de mis tres primos. Uno se volvió pedófilo, otro luchó contra esos impulsos toda su vida y vivió una vida triste y solitaria, y el otro se suicidó y murió solo en un callejón a los 40 años. Me acosté en esa cama esa noche y mi vida cambió por completo. Me desperté con mi primo jugueteando con mis pantalones. Me aparté todo lo que pude. Intenté fingir que seguía dormida. Sabía que él sabía que estaba despierta. No le importó. Hizo lo que quiso. Me quedé allí tumbada. Las lágrimas rodaban silenciosamente por mi rostro. Luego lo olvidé. Fingí que no había pasado, pero seguía apareciendo en mi cabeza. Me repetía que había sido una pesadilla horrible y sucia. Cuando tenía casi 17 años, le conté a mi prima. Mi prima. Me dijo que le había pasado lo mismo una vez mientras veía la tele con él. Decidí contárselo a mi madre. Fue un error. No hizo nada. Solo me hizo sentir peor. Como si fuera culpa mía y se lo contó a todo el mundo. Él todavía podía venir. A todos los días festivos. Un Día de Acción de Gracias, cuando estaba en casa, me acorraló en mi habitación. Pensé que estaba a punto de desmayarme del miedo. Dijo: «Siento mucho todas las veces que te hice cosas». Eso me afectó aún más. Había pensado que solo había sido una vez. Entonces me di cuenta de que probablemente había olvidado o bloqueado otras ocasiones. No podía dejar de darle vueltas a las cosas una y otra vez en mi cabeza tratando de recordar. No podía esperar a salir de mi casa y lejos de mi madre. Nunca salí con nadie en la secundaria. Ni siquiera besé a un chico hasta los 19 años. Sin embargo, mi madre siempre me llamaba puta. Cuando me mudé y empecé a trabajar, me sentí libre por primera vez. Me estaba guardando para el matrimonio, pero cada chico con el que salía y se lo decía me dejaba. A los 22 años empecé a pensar que nunca encontraría a nadie. Estúpido. Quería alejarme de mi madre y entonces conocí a un chico que estaba en el ejército. Había un millón de señales de alerta. Las ignoré. Él bebía. Yo no. Sus padres eran alcohólicos. Pero él vivía en estado. Así que le escribí un par de años mientras estaba destinado en Japón. De repente, se dio de baja del ejército antes de tiempo. No me dijo por qué. No me importó, solo quería mudarme. Así que empaqué mis cosas y me mudé de California a estado. Casi no lo hago cuando justo antes de irme le dieron un DUI (conducir bajo los efectos del alcohol). Él solo tenía 20 años. Yo tenía 22. También había mentido sobre su edad. Como cristiana, el DUI me preocupó mucho, al igual que la mentira sobre la edad y la diferencia de casi 3 años. En resumen, por supuesto, terminé embarazada un año después. Gemelos. Mis padres no lo conocieron hasta el día de la boda. No les gustaba. Una vez casadas, la primera cosa extraña fue cuando estaba embarazada de gemelos y de unos 7 meses. Me desperté y él tenía una linterna y estaba entre mis piernas haciéndome cosas. Estaba horrorizada. No tenía ni idea de qué decir. Durante nuestro matrimonio, el principal problema fue la bebida. Nunca permití que entrara alcohol en casa. Bueno, él aceptó un trabajo en el ferrocarril. Venía a casa una vez a la semana. Pensé que todo estaba bien. Durante siete años vino a casa una vez a la semana. Aparentemente, bebía a diario. Tuvimos dos hijos más en esos siete años, y criar a cuatro solos fue duro sin familia. Nos mudábamos cada uno o dos años. Finalmente, empezó a trabajar como gerente y estaba en casa todas las noches. Las cosas empeoraron. Ya no podía ocultar su problema con la bebida. Se estaba volviendo abusivo, emocionalmente hablando. Dejó de querer sexo casi siempre, y luego encontré páginas de citas y páginas porno. Entonces empezó a violarme. Esperaba a que me durmiera. Luego me despertaba y lo encontraba teniendo sexo conmigo. La primera vez me asusté. Actuaba como si creyera que estaba despierta. La siguiente vez me dijo que era su esposa y que no era violación. Le dije que no volviera a hacer eso, que sabía que había abusado de mí mientras dormía, ¡y lo horrible que es hacerle eso a alguien! Simplemente no le importó. Finalmente le dije que me iría si no iba a rehabilitación por su problema con la bebida. Eso lo llevó a terapia de pareja. Le dijeron que me estaba violando. Y ahí se acabó. No le gustaba ni oírlo. Luego se echó novia. Soy discapacitada y me echó la culpa. Dijo que estaba harto de trabajar de más. Era un vago de lo peor. Gastaba dinero de nuestra jubilación. Siempre había sido ama de casa y hacía poco me habían operado de columna vertebral, y como él gastaba nuestro dinero en drogas y alcohol, ¡fui a conducir un autobús escolar con dolor! No le representaba trabajo extra. Me encargué de todo, incluyendo niños con enfermedades renales, enfermedades genéticas y problemas de salud crónicos, que entraron y salieron del hospital toda su vida. Pedí el divorcio. El maltrato fue suficiente. Me quedé en shock cuando, después de 21 largos años de matrimonio, se marchó y abandonó a sus cuatro hijos. Sin manutención, sin visitas, nada. Debido a su alcoholismo, me sentí agradecida, pero triste por mis hijos. Dos años después de que se formalizara mi divorcio, mi hija menor me confesó algo que me rompió el corazón. Me dijo: «Mamá, tengo que decirte algo repugnante». Me dio un vuelco. Dijo que su padre abusó de ella cuando yo estaba fuera del estado para el funeral de un amigo. Tenía 8 años. Lloramos. ¡No podía creer que algo tan horrible le volviera a pasar a mi bebé! La culpa. Lo reporté de inmediato. No hicieron nada. Eso fue más devastador. La había preparado para lo que sucedería y luego no hicieron nada. Al final, el karma se encargó de ese hombre malvado. Murió a los 46 años por abusar de las drogas y el alcohol. Murió solo. Como se merecía. Mis hijos son médicos, enfermeros y un hombre de negocios. No dejaron que ese hombre malvado los definiera. No dejé que me quitara mi felicidad. Tuve una vida muy dura. Ni siquiera puedo escribir sobre la mayor parte. Nunca dejé que mi vida dura ni una persona malvada me robaran la felicidad. Él no determinó mi felicidad, yo construí mi propia felicidad. Si hubiera dejado que mi vida difícil me hiciera infeliz, mis hijos habrían tenido una madre infeliz y una infancia infeliz y probablemente no se habrían convertido en adultos exitosos. Tengo días malos. Incluso semanas malas. Como esta semana. Sin embargo, mañana es un nuevo día y puedo intentarlo de nuevo. Me siento mejor compartiendo algo de lo que experimenté. Gracias a todos los que se toman el tiempo de leerlo. Disculpen si hay partes que no son claras, jaja.

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    Actividad de puesta a tierra

    Encuentra un lugar cómodo para sentarte. Cierra los ojos suavemente y respira profundamente un par de veces: inhala por la nariz (cuenta hasta 3), exhala por la boca (cuenta hasta 3). Ahora abre los ojos y mira a tu alrededor. Nombra lo siguiente en voz alta:

    5 – cosas que puedes ver (puedes mirar dentro de la habitación y por la ventana)

    4 – cosas que puedes sentir (¿qué hay frente a ti que puedas tocar?)

    3 – cosas que puedes oír

    2 – cosas que puedes oler

    1 – cosa que te gusta de ti mismo.

    Respira hondo para terminar.

    Desde donde estás sentado, busca objetos con textura o que sean bonitos o interesantes.

    Sostén un objeto en la mano y concéntrate completamente en él. Observa dónde caen las sombras en algunas partes o quizás dónde se forman formas dentro del objeto. Siente lo pesado o ligero que es en la mano y cómo se siente la textura de la superficie bajo los dedos (esto también se puede hacer con una mascota, si tienes una).

    Respira hondo para terminar.

    Hazte las siguientes preguntas y respóndelas en voz alta:

    1. ¿Dónde estoy?

    2. ¿Qué día de la semana es hoy?

    3. ¿Qué fecha es hoy?

    4. ¿En qué mes estamos?

    5. ¿En qué año estamos?

    6. ¿Cuántos años tengo?

    7. ¿En qué estación estamos?

    Respira hondo para terminar.

    Coloca la palma de la mano derecha sobre el hombro izquierdo. Coloca la palma de la mano izquierda sobre el hombro derecho. Elige una frase que te fortalezca. Por ejemplo: "Soy poderoso". Di la oración en voz alta primero y da una palmadita con la mano derecha en el hombro izquierdo, luego con la mano izquierda en el hombro derecho.

    Alterna las palmaditas. Da diez palmaditas en total, cinco de cada lado, repitiendo cada vez las oraciones en voz alta.

    Respira hondo para terminar.

    Cruza los brazos frente a ti y llévalos hacia el pecho. Con la mano derecha, sujeta el brazo izquierdo. Con la mano izquierda, sujeta el brazo derecho. Aprieta suavemente y lleva los brazos hacia adentro. Mantén la presión un rato, buscando la intensidad adecuada para ti en ese momento. Mantén la tensión y suelta. Luego, vuelve a apretar un rato y suelta. Mantén la presión un momento.

    Respira hondo para terminar.