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La persona que me hizo daño era un...

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Me identifico como...

Yo era...

Cuando esto ocurrió, también experimenté...

Bienvenido a Our Wave.

Este es un espacio donde sobrevivientes de trauma y abuso comparten sus historias junto a aliados que los apoyan. Estas historias nos recuerdan que existe esperanza incluso en tiempos difíciles. Nunca estás solo en tu experiencia. La sanación es posible para todos.

¿Cuál cree que es el lugar adecuado para empezar hoy?
Mensaje de Sanación
De un sobreviviente
🇨🇴

poder seguir adelante y pasar un poco la pagina

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  • Tomarse un tiempo para uno mismo no siempre significa pasar el día en el spa. La salud mental también puede significar que está bien establecer límites, reconocer las emociones, priorizar el sueño y encontrar la paz en la quietud. Espero que hoy te tomes un tiempo para ti, de la manera en que más lo necesitas.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇨🇦

    Name, solo tenía 6 años

    Tenía alrededor de 6 años, cierro los ojos y es cómo si volviera a vivir en carne propia el recuerdo, me acuerdo del ruido de la televisión, el olor del desayuno que estaba comiendo, yo solo estaba viendo caricaturas. El, un hombre de alrededor 50 años me cargó y me acomodó en sus piernas, y deslizó su mano por debajo de mis panties, TENÍA 6 AÑOS y ahí empezó mi historia de abusó sexual, una historia que me hubiese gustado no tener que experimentar. Yo hablé ya que mi mamá siempre me había enseñado a que nadie podía tocar mis partes pero en ese entonces mi mamá no tenía los recursos, vivíamos en casa de una prima (la hija de mi abusador) y nadie me creyó, dijeron que era mi imaginación. Otros sucesos pasaron cometidos por la misma persona, me arrebató mi inocencia y me rompió en pedacitos… pese a que yo hablé la primera vez, las otras veces me quedé callada porque nadie me creyó, nadie me protegió y nadie me escuchó más que mi mamá pero en ese entonces ella estaba luchando con un problema de alcoholismo y toda la familia nos dio la espalda. Después de un tiempo dejé de ver a mi abusador pero a los 8 años me volvió a pasar pero esta vez por el esposo de mi tía (la hermana de mi mamá) ellos han sido casados desde que mi tía tiene 16 años hasta el presente. Fuimos de visita a casa de mi tía, era diciembre entonces mi mamá salió con mi tía a comprar cosas para la navidad, yo, mi hermano y mi primo (hijo de mi tía) nos quedamos al cuidado del esposo de mi tía, el en ese entonces era oficial de la policía. Yo estaba jugando con mi primo y mi hermano cuando él me llamó, él estaba sentado en la mesedora viendo las noticias cuando me sentó en sus piernas y yo inmediatamente me paralice puesto que la última vez que alguien me sentó en sus piernas me manoseo, esta vez fue diferente, solo me acaricio las piernas y yo solo sentí cómo algo duro me rozaba mis glúteos, me paralicé y no sabía que hacer, hasta que tuve la fuerza y me bajé. Nunca hablé de mi segundo abusador y nunca lo he hecho, yo ya no vivo en Colombia pero cuando voy me toca actuar cómo si nada aunque por dentro sienta tantas cosas. Por mucho tiempo reprimí todo lo que me pasó, siempre decía que no me afectó y ahora a mis 22 años me está atormentando. Estoy comprometida con el amor de mi vida, siento que ha sido un regalo que Dios y la vida me dio después de tanto tormento pero hay veces que cuando vamos a tener intimidad y me toca siento una rabia en mi, ese tipo de rabia que te dan ganas de pegarle un puño en la cara a esa persona, y no lo entiendo, el no me ha hecho nada? El solo me ha ayudado y me ha tratado con amor y me ha demostrado lo mucho que me respeta y me ama, siempre quise evadir el tema y reprimirlo, no hablar de ello y pretender cómo que no me afectó pero ya llegué a un punto donde me dan unos ataques de ira que ni yo me reconozco, donde termino lastimándome a mí misma o sacando esa ira en mi prometido, hace unas noches por fin en medio de una ataque de ira donde terminé azotandome la cabeza en la pared solo repetía “no me deja en paz, me persigue, sácalo de mi cabeza” estaba en un estado de crisis y mi prometido solo pudo sujetarme en sus brazos mientras me preguntaba quién me perseguía y fue la primera vez que dije su nombre en voz alta, “Name, el hombre que me violo y me robo mi inocencia no sale de mi cabeza” no podía hablar, las lágrimas y gritos de desesperación eran más que las palabras, en ese momento me di cuenta que no importa cuánto allá crecido aquella niña de 6 años sigue dentro de mi, está enojada, está triste y rota. Mi pareja es abogado entonces el fue quien me habló sobre me too movement, me dijo que me hiciera justicia y lo denunciara pero que si no me sentía lista por miedo que navegara las opciones que me too ofrece y que quizá empezara por contar mi historia, por unos días habría la página y solo me quedaba paralizada, pero hoy me anime, ya no merezco ser prisionera de un dolor que no fue mi culpa aunque por mucho tiempo he sentido que lo es, me siento perdida y no quiero que mi pasado defina mi presente, la vida me está dando oportunidades bonitas pero mi abusó sexual no me deja avanzar, cómo me saco esta rabia que siento por dentro? Porque me volví un ser tan agrio y amargo, porque me enojo por todo? Porque no puedo disfrutar la intimidad con mi pareja si es delicado conmigo? Parece que entre más delicado es más rabia siento por dentro. Me siento muy sola y perdida. Quiero este dolor fuera de mi

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  • “Puede resultar muy difícil pedir ayuda cuando estás pasando por un momento difícil. La recuperación es un gran peso que hay que soportar, pero no es necesario que lo lleves tú solo”.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇨🇴

    No tengo recuerdos claros y siento mucha culpa

    Mi historia es un poco larga. Cuando tenía 15 años o 16 años, vino a mi mente el recuerdo de cosas que habían ocurrido cuando yo tenía entre 4 y 5 años. Dos tíos abusaron de mí. Los recuerdos sobre esto nunca han sido claros y ahora, muchos años después, todo se ha vuelto más lejano y confuso y he dudado varias veces de mí misma y de mi historia. Hay otras cosas que pasaron en mi infancia que sí recuerdo con más claridad: cuando tenía entre 7 y 8 años, vi a mis papás teniendo relaciones sexuales a mi lado (esa noche me había pasado a dormir con ellos en su cama). Tiempo después, se repitió la situación, pero con mi padrastro y mi mamá. También cuando tenía entre 7 y 8 años, estaba revisando unos CD'S en el DVD que había en la casa para marcarlos según el género musical o según la película que fuera. Uno de los CD'S, era una película porno. Como casi siempre, me encontraba sola en mi casa, entonces la vi completa. No recuerdo si me masturbé. Sé que desde muy niña me frotaba con peluches, muñecas y otros objetos, aunque sin mucha conciencia de lo que hacía, pero estaba presente el miedo a ser vista. Hay algo que me atormenta en este momento: cuando tenía 6 o 7 años, mi prima (ella un año mayor) y yo jugábamos a imitar algunas posiciones de un libro de kamasutra que había en su casa. También tengo leves recuerdos de una vez que, mientras nos bañábamos, frotamos nuestras partes íntimas. No sé si esto se dio en el marco de una curiosidad bilateral y por el contenido del libro al que habíamos estado expuestas o si fui yo quien generó la situación y la persuadió a ella de hacerlo o si la manipulé. No recuerdo que haya sido así, pero me da miedo que sí. ¿Y si imité lo que hacía mis tíos conmigo o lo que vi en contenido al que estuve expuesta? Siento miedo, culpa y vergüenza. Además, hace medio año, recordé que cuando tenía 10 años y cargué a mi hermanita en mi piernas (que estaba como de un mes), sentí un estímulo placentero en mi zona íntima por el contacto. Cuando esta imagen vino a mí (tampoco fue clara, como mis otros recuerdos) sentí culpa, pero no escaló a más porque entendí que fue una reacción física y nada más. Pero luego no podía dejar de pensar en ello y me cuestionaba si había prologando o intensificado el contacto y sentí muchísima culpa, asco y vergüenza. Fue tan fuerte, que tuve un episodio de TOC y siento que aún no he podido salir de ahí, porque ahora me inundan las dudas sobre lo sucedido con mi prima.

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  • Cada paso adelante, por pequeño que sea, sigue siendo un paso adelante. Tómate todo el tiempo que necesites para dar esos pasos.

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    De un sobreviviente
    🇪🇸

    Esa noche mi hermano me tocó.

    No sé si lo que me hizo mi hermano se puede clasificar como abuso sexual. Me estaba quedando a dormir en su casa. Era tarde por la noche y estábamos viendo una película. En un momento dado, me preguntó si podía empezar a acurrucarme. De hecho, acepté, ya que somos muy cercanos y ambos disfrutamos del afecto físico. Mientras hacíamos cucharita, metió la mano debajo de mi camisa. No dijo nada, y yo tampoco. A medida que avanzaba la noche, alternaba entre caricias, besos en la cabeza o en un lado de la cara, y palabras de cariño. Le acaricié el brazo distraídamente porque me sentía incómoda allí tumbada. Finalmente, me preguntó "¿está bien?", refiriéndose a su mano subiendo lentamente por mi estómago. Le estaba dando el beneficio de la duda y seguía pensando que la acción era platónica, además de que me sentía bien, además de que soy tímida y me cuesta la confrontación, así que mi cerebro piensa que decir "no" a la gente es provocarla, así que dije "sí". En realidad no quería decirlo. No creo que quisiera decir "no", claro. No creo que quisiera decir nada en absoluto. Estaba cansada. Los dos lo estábamos. Sus caricias progresaron suavemente hasta el punto de acariciar la parte inferior de mis pechos. Fue entonces cuando empecé a cuestionar sus intenciones. Volvió a preguntar "¿está bien?". Volví a decir "sí". Cuando terminó la película, me asusté. La había estado usando para distraerme de lo que estaba pasando, y temía que, al no haber distracción, centrara toda su atención en mí e intentara hacer algo; así que me incorporé. Me apretó ligeramente la parte inferior del pecho mientras lo hacía, quizá a propósito, quizá por reflejo. Cuando se dio cuenta de que me estaba alejando de verdad, retiró las manos, dijo: "Lo siento. Tu hermano es un bicho raro", y se levantó para ducharse. Creo que en ese momento empecé a entrar en pánico. Fue lo que confirmó mis sospechas de que sus caricias realmente tenían una intención sexual. Había estado intentando engañarme a mí misma creyendo que eran afecto inocente, pero esas palabras me obligaban a afrontar la realidad de mi situación. Recuerdo que no paraba de hablar de temas sin sentido mientras desayunábamos porque temía que sacara a relucir lo que acababa de pasar y quisiera hablar de ello. No quería hablar de ello. Quería fingir que nunca había pasado. Todavía lo intento. Pero me atormenta. Él y su esposa (que habían estado durmiendo plácidamente en su habitación toda la noche) se fueron temprano por la mañana de luna de miel (yo estaba allí para cuidar la casa y había ido la noche anterior para pasar el rato con ellos antes de que se fueran). Una vez sola, me fui a dormir tranquilamente a su cama (con su permiso e insistencia, ya que no había otras camas en el apartamento). Mientras intentaba dormirme, aún podía sentir sus manos sobre mí, como una caricia fantasma. Me derrumbé en ese mismo instante. Me sentí culpable y asquerosa por no haberlo parado y por haberlo disfrutado también. Sentía que tal vez yo era la rara, y tal vez yo la que estaba convirtiendo esta interacción en algo inapropiado. Las semanas siguientes, intenté reprimir mis sentimientos. Unos días antes de Navidad, estaba en un avión con mi madre, a punto de empezar nuestras vacaciones. Estaba cerca de la regla y tenía los pechos sensibles. Eso desencadenó algo en mí y de repente lloré ahí mismo, en público. Ese dolor vago me recordó la sensación de aquel apretón que me dio en el pecho. Mi madre me vio a punto de llorar, pero mentí y le dije que era solo porque estaba cerca de la regla y me sentía deprimida (llevó un tiempo luchando contra la depresión, y ella lo sabía). Durante el viaje, tuve flashbacks aleatorios de esa noche, a veces incluso acompañados de náuseas. Sentía que estaba exagerando mi reacción mental, ya que no me habían violado y no debería estar traumatizada por un contacto que apenas puede considerarse íntimo. Al volver a casa, hice algo de lo que no sé si me arrepiento: hablé con él. Le envié un mensaje largo (vive en otra ciudad, lo que me dio más seguridad al confrontarlo) del que apenas recuerdo nada, salvo que mencionaba "esa noche" y cuánto me había afectado. Me derrumbé al escribirlo, y probablemente no era muy coherente. Mi hermano me envió muchas respuestas cortas en ráfagas rápidas al verlo. Se disculpó profusamente. Dijo "No sé qué me pasa", "Buscaré ayuda psicológica", entre muchas cosas que no recuerdo. Eso me asustó un poco. ¿Para qué necesitaba ayuda psicológica? ¿Estaba admitiendo que tenía impulsos que no podía controlar? Pero no dije nada al respecto. Tenía miedo de acusarlo, y me aseguré de aclarar que yo también era culpable por no poner límites. Ambos nos respondíamos sin pensar. Estábamos en pánico y llenos de adrenalina. Tenía miedo de perderlo. Era mi único vínculo en la ciudad donde vivíamos (muy lejos de la nuestra, donde viven nuestros padres y mis amigos). No quería molestarlo, porque es una persona muy sensible y ya me sentía culpable por cómo reaccionaba. Resolvimos el asunto por mensaje. Pero no lo hicimos. En absoluto. Fingí que sí, pero seguía atormentada por las dudas y la paranoia. Más que las caricias, lo que me atormentaba eran sus palabras: "Lo siento. Tu hermano es un bicho raro". Me conmovieron profundamente. Solo quería negar lo sucedido, pero esas palabras no me lo permitieron. La historia continúa hasta el día de hoy, pero no quiero escribir demasiado sobre las consecuencias de "esa noche", ya que escribiría demasiado y quiero centrarme en si fue un caso de abuso. En este punto, me siento un poco más centrada y capaz de aceptar que lo sucedido tuvo un trasfondo sexual. Todavía me siento avergonzada y culpable. Consentí algunas caricias. No estoy segura de si quería, pero lo hice. Normalmente, eso me haría pensar que fue un encuentro consentido y que ahora simplemente me arrepiento, pero hay muchos factores que también contribuyen a mi creencia de que esto también podría ser un caso de abuso. En primer lugar, mi hermano tenía 38 años en ese momento. Yo tenía 20, lo cual sí, es una adulta, pero aun así; él es mi hermano mucho mayor. Ya era casi un adulto cuando yo nací. Ha sido una figura de autoridad toda mi vida, aunque le gusta fingir que no lo es. Es un poco despistado en cuanto a lo que es apropiado o no en contextos sociales, pero creo que alguien de su edad debería saber que no debe meter la mano bajo la camisa de su hermana pequeña y subir tanto por su cuerpo que sus dedos rocen su areola. En segundo lugar, soy neurodivergente, aunque no se lo dije en ese momento. Sin embargo, cuando se lo conté, me dijo que ya sospechaba. A pesar de eso, siempre he sido callada y retraída, así que me molesta que empezara a tocarme bajo la apariencia de afecto inocente y luego esperara que yo pudiera expresar mi incomodidad cuando la situación se intensificara sin que él especificara qué iba a pasar. Tampoco creo que su forma de buscar consentimiento fuera nada productiva. Solo me preguntó si dos caricias específicas estaban bien, y solo después de empezar a hacerlas. No pidió permiso explícito para nada, salvo para los abrazos al principio. Lo que quiero decir es que yo era vulnerable. Soy joven, inexperta, autista, y él siempre ha sido un apoyo emocional y casi una figura paterna para mí. No sé cómo puede ser tan ingenuo como para pensar que no tiene ningún poder sobre mí. Quizás sí lo sabe, pero no estaba pensando en ese momento. Sigo sin entender por qué me tocaría así. Me consuela un poco pensar que quizás no tenía ningún control sobre ello después de todo. Pero no lo sé. Quizás sí. Soy adulta, después de todo. Y creo que se habría detenido si se lo hubiera dicho. Pero definitivamente nunca di mi consentimiento entusiasta. Me siento traicionada. Me siento perdida. Me siento enojada. Me siento triste. Llevo meses evitando pensar en ello. Esta noche, todo me volvió a la mente y me derrumbé de nuevo. De verdad que no sé qué hacer. No quiero contarle a nadie cercano lo que pasó porque me da vergüenza. Y desde luego no quiero contárselo a mis padres. En cierto modo, quiero cortar lazos con él, pero al mismo tiempo no lo hago porque creo que está arrepentido y no quiero entristecerlo. No puedo evitar ser ingenua. No sé si eso me reconforta o me avergüenza.

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    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Acoso sexual grave

    Empezó como acoso sexual. Y lo dejé pasar. ¡No dejes que te pase! Era una becaria universitaria que cursaba mi especialización en gestión de la cadena de suministro. En la escuela de negocios, sabes que no se obtiene un título y ¡zas! Un trabajo te espera por arte de magia. A menos que ya tengas contactos. Era una mujer soltera que recibía ayuda financiera y no tenía prácticamente ningún contacto familiar. Necesitaba hacer algunos contactos mientras estudiaba para ascender. Es un mundo muy competitivo. Una época en la que no nos importa tanto dónde trabajamos, siempre y cuando tenga perspectivas de ascenso y de ganar dinero. Estaba haciendo prácticas en las oficinas corporativas de una empresa de alquiler de coches. Me dieron mi primera opción para una clase en la que teníamos que hacer prácticas en una empresa real. Mi grupo de cuatro estaba en sus oficinas de logística y no teníamos un trabajo definido en ese momento, pero mi escuela había enviado estudiantes durante un tiempo, así que teníamos una persona de contacto y una idea vaga de un proyecto que mi grupo de cuatro tenía que organizar y ejecutar para nuestro grado. Bueno, eso fue un poco torpe y seguí con la mala idea de planificar rutas de distribución más eficientes para los coches que entraban en la flota. Fue una ingenuidad, ya que la empresa contaba con auténticos profesionales que diseñaron el sistema. Pero, gracias a mis artimañas femeninas, un alto directivo me invitó a ayudar en mi tiempo libre. Solo yo. Aproveché la oportunidad y, en mis días libres, llegaba temprano por la mañana e intentaba ser parte del equipo. Era un ambiente muy masculino. Intenté quedarme a pesar de las pretensiones de trato especial. "¿No serás de esas feministas que se ponen a llorar a Recursos Humanos si un hombre te hace un cumplido o una palmadita en el trasero?", me había preguntado el hombre que me invitó primero. Lo llamaremos XX. Le aseguré que no, anticipándome a su respuesta. "Trabaja duro, diviértete mucho", fue algo que dije en mi negación de unos valores a los que obviamente se oponía. Así que las dos veces que XX me presentó como su amante, le seguí la broma. Otro error estúpido. Como ejemplo de mi entorno, después de que un hombre Y del departamento me enseñara a usar parte de un programa que calcula las faltantes de existencias, me hizo sentarme a probarlo y me dio un masaje que no pedí temprano por la mañana. Pues bien, XX se acercó y bromeó sobre que Y le había metido las manos a su novia. Tuvieron un momento de camaradería cuando el hombre Y le preguntó si hablaba en serio, diciendo algo sobre la esposa de XX, a lo que XX se retractó y dijo algo como: "Es solo una broma. Me encantaría en mis fantasías, pero es propiedad de la empresa, hermano". ¡¿Propiedad de la empresa?! ¡Estaba sentada allí mismo! Me tensé, pero intenté fingir que estaba absorta en la clase de informática mientras XX se iba y el hombre Y volvió a masajearme, pero esta vez con más intensidad. Bajó por mi espalda baja y la parte superior de los glúteos, luego por los brazos hasta los muslos, impidiéndome hacer cualquier trabajo mientras me rozaba el pecho con los antebrazos y las manos. Me sentí tan débil y casi paralizada cuando me obligué a levantarme para ir al baño, deteniéndolo. Podría haberlo hecho al principio, pero no lo hice. Más tarde, ese mismo día, XX me invitó a almorzar con él y a tomar una cerveza en un bar con mesa de billar. Tenía 20 años, pero no me pidieron el DNI porque estaba con XX. Casi nunca jugaba al billar y, mientras esperábamos la comida, él me "enseñó" a jugar. Se burló del cliché del cine y la televisión donde un hombre hace que una mujer se incline sobre la mesa de billar para disparar, solo para presionar su entrepierna contra su trasero en un gesto sugerente y luego inclinarse sobre ella con los brazos a cada lado para enseñarle a deslizar el palo. ¡Pero mientras bromeaba, me hizo esas cosas a mí! Fue un buen día para mis dos principales abusadores y un día horrible para mí. XX me abrazó mientras nos levantábamos riéndonos y, al parecer, ahora tenía licencia para abusar de mi cuerpo cuando quisiera. Me volví insensible en algunos aspectos, pero emocionalmente estaba más nerviosa. Me tocaban el trasero o me azotaban juguetonamente en el departamento, incluso por parte de un hombre Y. Algunos otros hombres eran muy coquetos. Me frotaban los hombros, me abrazaban incluso al saludo más breve con XX, y finalmente se suponía que también me acostumbraría a los pequeños besos en los labios. Sentía una constante angustia mental y una actitud defensiva. Mi cuerpo podía ser atacado en cualquier momento. ¡Pero no me defendí! Les decía claramente a XX y a algunos otros que quería ser respetada y considerada como una más y tener un trabajo allí cuando me graduara, y ellos lo afirmaban. Los dos principales abusadores me animaron, pero aun así me acosaron sexualmente. ¡Con mi bendición estúpida! El semestre terminó y seguí yendo a diario durante las vacaciones de verano. Era mi única vía de escape para un posible trabajo después de graduarme un año después. Estaba tan preparada que no fue un gran salto cuando XX me presionó para que se la hiciera en su oficina. Me negué con una sonrisa y un movimiento de cabeza, y él respondió con una justificación: que le debía una, que lo necesitaba en ese preciso instante. No aceptaba un no por respuesta. La primera vez que me arrodillé frente a su escritorio y lo tomé en mi boca, me temblaban las manos, se me saltaron las lágrimas y tuve que escurrir los mocos. ¡Yo era la que estaba avergonzada! Fue como una experiencia extracorpórea, y se me secó la boca hasta el punto de tener que pedirle un poco de su bebida energética. En mi interior, hubo un cambio enorme de inmediato. Quedé destrozada por todo orgullo y autoestima. Era como un zombi. Apenas comía. Mucho café. Aparecía, hacía los informes que se habían convertido en mi responsabilidad y, mecánicamente, le daba a XX su mamada diaria por la tarde en su pequeña y sosa oficina con una ventana pequeña. Empecé a tener migrañas ese verano. Conduje a casa para el 4 de julio y me emborraché tanto que acabé durmiendo con el exmarido de mi hermana, mucho mayor, en la parte trasera de su camioneta. Esa fue una terrible llamada de atención. Sabía que no podía fingir mucho más sin una crisis nerviosa, así que pasé mis dos semanas en la empresa de alquiler de coches donde trabajaba gratis. Para asegurar mi futuro, me aseguré de mantener un ambiente amistoso y de decir "sabes que volveré a trabajar aquí el año que viene". La idea de que todo el tiempo y la humillación que había invertido se perdieran en nada era un gran miedo. Me sometí a eso durante las últimas dos semanas. Tuve sexo rápido con XX dos veces encima y encima de su escritorio. Cedí a la presión extrema y también le hice una mamada a Y cuando lo mencionó explícitamente por una carta de recomendación. Sabía que lo hacía por XX. Ni siquiera tenía despacho propio y teníamos que usar las escaleras. Durante mi último año de universidad, me di cuenta de que estaba demasiado traumatizada como para volver allí. El grado de utilización y abuso que había sufrido se hizo evidente para mí, cuando antes no. Como si hubiera estado viviendo en una neblina de negación. Fue una época dolorosa. Fui un poco imprudente. Saqué una C en la asignatura optativa de economía de alto nivel que cursé. Acepté varias citas para evitar estar sola y, o bien me acosté con ellas, o bien me enfurecí. Al ver que necesitaba la falsa pasantía de alquiler de coches en mi currículum, les escribí a ambos abusadores para pedirles cartas de recomendación y recibí una buena del hombre Y, pero una muy impersonal y genérica de XX. Estaba tan abatida y enfadada. Finalmente, se lo conté a mi hermana, la que me confrontó por su exmarido. SE LO CONTÉ TODO Y ESE FUE MI PRIMER PASO HACIA LA RECUPERACIÓN. A desahogarme, a gritarme en el espejo, a golpear el saco de boxeo en un gimnasio al que me apunté, y a ver a mi primer psicólogo y psiquiatra. La terapia me ayudó más que el Celexa y el antipsych. El grupo de apoyo me ayudó aún más. Conocí a dos amigas para toda la vida que me apoyan en momentos de dolor. Debo repetir que no es mi culpa haber sufrido abuso, aunque en parte sí lo fue. ¡No dejes que te pase! Te quitarán todo lo que puedan. ¡Planifica tus límites ahora y sé asertiva! Denuncia el acoso inmediatamente. Al hacerlo, te convertirás en una heroína y protegerás a otras mujeres y a ti misma. Si ya has sufrido abuso, ¡sal de la situación y habla con alguien cuanto antes! ¡No ganas nada permitiendo que el abuso continúe! Hablar con alguien lo hace real y te permite comenzar a odiar menos y a aprender a amarte de nuevo. Mereces amor verdadero.

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  • La sanación no es lineal. Es diferente para cada persona. Es importante que seamos pacientes con nosotros mismos cuando surjan contratiempos en nuestro proceso. Perdónate por todo lo que pueda salir mal en el camino.

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    De un sobreviviente
    🇧🇷

    Violación en fraternidad

    Este es otro incidente de mi historia de supervivencia. EMPEZÓ CON MI HERMANO. Me estoy preparando para el incidente con la policía. Por favor, lean mi historia para contextualizarla. Escribirla me causó dolor de espalda. Estaba en mi segundo año de filosofía en la universidad. Recientemente había viajado a Portugal con un hombre mayor y amable que básicamente me invitó con el acuerdo de que sería su amante a cambio de un viaje gratis. Había sido cliente mío en el restaurante y acepté su propuesta por diversión, y lo pasé genial. Eran mis vacaciones de primavera. Fueron unos años en los que fui muy promiscua después de haber sido abusada por mi hermano durante años en casa y reprimida en un instituto católico como castigo parental por haber iniciado una relación sexual con un chico de mi edad. Cuando una chica de mi curso de lógica, que cursaba Derecho, me invitó a una fiesta de fraternidad, pensé que estaría bien pasar tiempo con gente de mi edad. Las fraternidades y hermandades no eran lo mío y siguen sin serlo. Después de hacer una parada de barriles para impresionar a desconocidos, buscaba el baño de arriba porque la cola para el de abajo era larga. Había varias chicas esperando, y un chico que me había sujetado una pierna para la parada de barriles empezó a coquetear conmigo y se ofreció a llevarme a un baño secreto. El baño era de verdad, pero luego me hizo señas para que pasara a una habitación de enfrente, donde había otros dos hermanos de fraternidad. Estaba un poco nerviosa, pero con los otros chicos allí, me sentí un poco más tranquila al saber que no solo intentaba llevarme a la cama. Estaba abierta a encontrar un chico atractivo, para ser honesta, pero él no lo era. Los otros dos tampoco. Me senté a charlar con ellos, bebiendo pequeños tragos de whisky de canela y poniéndome más nerviosa cuando alguien intentó entrar por la puerta de la habitación, pero estaba cerrada. Mi chico les gritó que se fueran. Entonces intenté levantarme e irme, pero me tiraron de vuelta a mi asiento en la cama. Soy bajita, así que me dominan fácilmente. “No puedes irte todavía. Apenas te estamos conociendo”, dijo un violador. “Aquí no se permiten provocaciones”. “¿Qué tengo que hacer para volver con mi amiga?” Pregunté algo así, pero usé su nombre. Se miraron con sonrisas maliciosas y me arrepentí de la pregunta. Lo que uno de ellos propuso fue un concurso de mamadas en el que tenía veinte segundos para hacer que cada una se corriera, pero tenía que ir en círculo hasta que una lo hiciera y entonces era eliminada y yo tenía que hacer las tres. Así que se pararon en tres lados de la cama, conmigo en el medio, y sacaron sus penes. Una tenía un cronómetro y, sin dudarlo, empecé a chupar la que estaba más cerca. Quería salir de allí y les tenía miedo físico. Era para evitar cualquier violencia y ni siquiera darles la satisfacción de pensar que me obligaban a hacer algo. Así que di vueltas y vueltas, agotada. Veinte segundos era demasiado poco y me habían quitado toda la ropa. Me detuve y le pregunté al que inventó el juego durante 60 segundos. De repente, mis piernas me apartaron violentamente del que estaba detrás de mí. Él me separó las piernas y empezó a follarme rápidamente. Ni siquiera le vi la cara hasta después. El que había estado hablando se subió a la cama y empezó a hacérmelo en la boca. No sé, me lo metió en la boca. Me agarró la cabeza con ambas manos, me la metió a la fuerza y me golpeaba la cara tan fuerte como el chico que estaba detrás de mí. Tuve que mantenerme arqueada sobre los codos para evitar que me arrancara el pelo y me mantuviera a su altura. Nunca me había pasado algo así. Siempre había sido con una sola pareja a la vez. Eran crueles y yo me esforzaba por seguirles el ritmo. Después de que terminó esa locura y ambos se saciaron dentro de mí, el chico original me subió a la cama y dijo algo así como: "Solo me queda un agujero". Yo no estaba acostumbrada al sexo anal por aquel entonces. Le ofrecí ir a lavarme si por favor no me hacía sexo anal. Se rió y negó con la cabeza. Así que, tumbado boca arriba con las piernas abiertas, me echó un chorrito de gel de aloe vera de la mesita de noche y me observó cara a cara mientras se masturbaba, embestida a embestida. Vio el dolor en mi cara que no podía ocultar. Tuve que besarlo mientras ella me hacía daño. Incluso cuando se excitaba rápido, le llevó un rato. Uno de ellos nos miraba, sonriendo de lado, y el otro jugaba con su móvil, creo que sacando fotos. Los móviles aún no grababan vídeos. El sonriente preguntó una vez: "Tío, ¿de verdad lo tiene en el culo?". Cuando terminó conmigo, me dio las gracias y se fue. Dijo que tenía responsabilidades. El del móvil también se fue. Intenté irme. "No tan rápido", dijo el otro, empujándome hacia abajo. Le dije que había hecho todo lo que querían y más, y le pedí que me fuera. Me dijo que era la tía más buena con la que se había acostado y que quería una segunda ronda. Yo solo quería largarme de allí. Un obstáculo más. Lo mordisqueé un rato para que se excitara un poco y lo metí dentro. Falló y tuve que repetirlo. Al final, usé todos los trucos posibles, como fingir orgasmos, tener uno real y decirle guarradas, para que se corriera dentro de mí. Estaba tan temblorosa y agotada después de ser su puta durante tanto tiempo que me costaba vestirme. Temía que me detuviera, y lo hizo. Le dije que solo quería orinar y limpiarme, y le pregunté si podía dormir en su cama con él; solo un truco. Funcionó. Le di las gracias, cerré la puerta con indiferencia y bajé corriendo las escaleras sin llamar demasiado la atención. Mantuve una sonrisa en la cara mientras salía por la puerta principal y del porche. Me mantuve en secreto durante una manzana antes de echar a correr lo más lejos posible. De hecho, me aterraba que alguien me persiguiera hasta que estuve fuera del barrio, lejos del campus, en una gasolinera. Pedí un taxi y me fui a casa. Mi compañera de piso dormía en su habitación y yo me senté en la ducha. En mi historia, usé esto como ejemplo de cómo evité ser violada simplemente dejándome llevar cuando me encontraba en una situación de violación. Pero esto se sintió como una violación. Volví a salir de fiesta y a consumir alcohol y marihuana para amortiguar el impacto y sentirme artificialmente a gusto. Y a tener sexo casual con hombres atractivos. Pero esto fue una violación. Me violaron en grupo. Quizás sea mejor para mí que si hubiera intentado luchar contra ellos y hubiera perdido, pero aun así es horrible y me deja con dolor, culpa y miedo.

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    Incesto padre-hija Debería haber parado

    Es con gran vergüenza que debo confesar aquí. Fui una facilitadora pasiva del abuso. Había sido abusada sexualmente de niña por un niño mayor en la escuela primaria y debería haber sido menos cobarde. Finalmente denuncié a mi esposo y terminé con el abuso incestuoso de su propia hija. Merezco las lágrimas que lloro. Era enfermera de turno rotativo y normalmente dormía como un tronco con mi pastilla. Esa noche me levanté de la cama después de unas horas y caminé por la cocina hacia el otro lado de la casa donde estaba la habitación de mi hijastra. Sonaba un poco como si estuviera llorando o riendo. Al principio fue difícil decir qué estaba sucediendo a través de la puerta agrietada al otro lado de la casa. La habitación de mi hijastra. Pero pronto distinguí que mi esposo estaba arrodillado e inclinado hacia adelante sobre la cama con la cabeza entre las piernas abiertas de su hija. Los ruidos eran jadeos y chillidos de él realizando cunnilingus. Esto concluyó rápidamente y él tomó una posición acostada en la cama y aunque su cuerpo estaba mayormente bloqueado porque estaba al otro lado de él desde la puerta, era evidente que le estaba haciendo una felación a su padre. Su cabeza subía y bajaba y él tenía su mano sobre su cabeza. ¡Solo tenía nueve años! Me fui y volví a la cama, queriendo olvidar lo que había visto. ¿Por qué no hablar con él y detenerlo de inmediato? Debería haberlo hecho. Pero mi esposo había perdido a su esposa solo unos años antes, y mi hijastra había perdido a su madre. La mujer había quedado paralizada de la cintura para abajo y tenía un dolor de espalda severo. Se quitó la vida dos meses después de la lesión, días después de ser dada de alta del hospital. Había mucho entre ellos debido a su pérdida de lo que nunca podría ser parte. La idea de que el contacto sexual fuera un medio de duelo no me sentó bien, pero no quería hacer olas. Parecía voluntario de su parte. Amaba a mi esposo. Me había llevado mucho tiempo encontrarlo después de muchas esperanzas, citas, angustia y búsqueda. Así que tal vez fui egoísta por querer conservar a mi esposo. No sabía si pasaba muy a menudo. Hice la vista gorda. Durante al menos un año y medio no me levantaba de la cama si me despertaba en medio de la hora de dormir. Luego, un viernes por la noche, después de haber trabajado un turno de noche y haberme quedado despierta para hacer recados durante el día, y luego haber asistido al recital de baile de mi hijastra donde interpretó ballet, jazz y hip hop con su grupo, me desplomé. Pero me levanté, inquieta. Esta vez, la puerta de su dormitorio estaba cerrada y probablemente con llave, las luces encendidas desde abajo. Los sonidos de mi hijastra en medio de la agonía eran lo suficientemente fuertes como para que saliera por la puerta trasera, rodeara la ventana y me subiera al aire acondicionado central para ver a través del gran espacio entre las cortinas. Tenía una vista directa de mi estimado esposo, que es bastante bueno conmigo, de rodillas en la cama, bombeando de un lado a otro. Su hija estaba inclinada frente a él con su trasero desnudo en el aire, apoyada en los codos. Podía verlo entrar y salir de ella y sacudir todo su cuerpo con sus embestidas. Sentí una ira repentina. Lamento que mi ira no fuera por lo que debería haber sido. Mi ira era una ira celosa. Pensamientos en mi cuerpo de treinta y cuatro años y en cómo no podía competir con el firme cuerpo adolescente que veía ante mí, y que habíamos visto a esta hermosa chica en desarrollo de curvas mientras mi esposo se tomaba de la mano mientras bailaba con diferentes atuendos. Estaba un poco celosa entonces, sin siquiera saber que él estaba pensando en ella de esa manera. Seguí observándolo tener sexo con ella, incapaz de considerar apartar la mirada. Disminuyó la velocidad de sus embestidas y se desplomó al otro lado de ella. Vi su cuerpo brillante desplomarse también. Su respiración era tan profunda y rápida. Tardaron un par de minutos en recuperarse y me molesté más cuando pensé que mi esposo se iba a quedar dormido con ELLA. Pero se levantó, hablando. Se vistió y caminó alrededor de la cama. Ella se levantó, aparentemente obedeciendo su orden, y se abrazaron, poniéndose de pie. Él le sonrió y se giró hacia la puerta. Solo entonces se rompió el hechizo y corrí de vuelta a la puerta y entré. Él ya se estaba duchando. No dije nada y dejé que se desvaneciera, fingiendo que no pensaba en ello a menudo. Fui más apasionada y aventurera con mi esposo, y más fría con mi hijastra. Un par de años después, cuando la encontré llorando en su habitación un día mientras mi esposo estaba fuera de la ciudad, entré a consolarla. Llegué a mencionar su relación sexual con su padre de forma acusadora. Se derrumbó aún más y me contó cómo le pidió que parara cuando empezó octavo grado. Se había dado cuenta de lo "loco" que era y le rogó que parara si la amaba. Él le dijo que no podía parar porque la amaba. Algo se quebró dentro de mí y la ayudé a dormirse y luego conduje hasta la comisaría. Me entregué a mí misma y a mi esposo. Fue un desastre y mi vida ha sido así desde entonces. Pero no me arrepiento. Solo me arrepiento de haber esperado cinco años para terminar un matrimonio que debería haber terminado a los cinco meses. Merezco todas las lágrimas.

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  • Estás sobreviviendo y eso es suficiente.

    Historia
    De un sobreviviente
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    Atrapado en el baño durante 40 años

    Atrapado en el baño. Es posible ser amado. Cuando pasé siglos diciéndole a mi mamá y papá que estaría bien viajar a ciudad para un concierto, pensé que era adulto y espabilado. En realidad, era un joven ingenuo; mis padres accedieron a regañadientes siempre y cuando nos quedáramos con el tío de mi amigo; esto significaría que no tendríamos que viajar de regreso tarde. El concierto fue fantástico; volvimos a su piso y los demás se fueron a la cama. Me quedé despierto charlando con nombre; después de una media hora, comenzó a preguntarme si era virgen y a enseñarme revistas pornográficas. Intenté escaparme e irme a la cama; luego me atacó y me violó. Me encerré en el baño y esperé, pero seguía agitado; quería que durmiera en su cama. No tenía ni idea de que un hombre pudiera hacerle lo que le hizo a otro hombre. Dos semanas después volví a quedarme después de un partido de fútbol; esta vez intenté persuadir a mis padres de que no debía ir, pero no querían que la entrada se desperdiciara; me atacó y me violó de nuevo; finalmente logré encerrarme en el baño. Mentalmente me quedé en ese baño durante los siguientes 40 años, sin decir nada, sin pedir apoyo, 3 matrimonios fallidos, problemas con la bebida, dificultades para ser un buen padre. La primera persona a la que se lo conté después de 40 años fue a mi exesposa, y su respuesta fue: "No puedo amarte, me has violado al mantener esto en secreto". Esto fue devastador y me llevó a un declive a un lugar muy oscuro. Ahora, con el apoyo de mis hijos, mi nueva pareja, un fantástico psiquiatra y un terapeuta de organización de apoyo, me siento mejor y creo que puedo ser amado. Nunca es demasiado tarde para comenzar a sanar.

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    De un sobreviviente
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    Siempre hay más fuerza para luchar. La esperanza es tu guía. No estás solo, nunca es tarde y te creerán.

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  • Creemos en ti. Eres fuerte.

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    De un sobreviviente
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    Que se joda la universidad

    Mi historia comenzó cuando tenía 16 o 17 años. Trabajaba en un restaurante y estaba enamorada de mi jefe, que era mayor que yo. Cuando digo mayor, me refiero a 35. Creía que ya era mayor, aunque solo era una bebé, y él no tenía ningún problema en aprovecharse. Lo que me ocurrió durante aproximadamente un año y medio me atormenta y horroriza. Todo culminó con un intento de suicidio justo después de cumplir los 18. Luego busqué ayuda y me fui a la universidad. Se suponía que este sería mi nuevo comienzo. Lamentablemente, no fue así. Conocí a un monstruo, una persona que me sigue en mis pesadillas y me despierta de un sueño profundo cada noche cuando sueño con su rostro. Yo seguía siendo inocente y creía que me amaba. En cambio, me puso un bebé dentro y me golpeó y violó con tanta saña cuando se enteró que pensé que iba a morir por la cantidad de sangre. Sufrí un aborto espontáneo y me desmoroné una vez más. Seguía teniendo solo 18 años. Intenté suicidarme una vez más, lo que me llevó a un hospital psiquiátrico infernal. Me despojaron de toda mi ropa y de todas mis opciones. Sufrí dolores todo el verano y sufrí ataques de pánico tan fuertes que me despidieron del trabajo y necesitaba atención médica cada vez que ocurrían. No pude asistir a clases durante un año y medio. Mi monstruo seguía apareciendo, ahora en forma de detonantes. Un sombrero blanco, el olor a colonia, incluso un tono de voz particular. En todo esto, la policía del campus me hizo sentir que era mi culpa. Sé que nadie en la tierra pediría esto. Si fue mi culpa, y yo la pedí, ¿por qué sigo muriendo de dolor cada día tres años después?

    Estimado lector, esta historia contiene lenguaje autolesivo que puede resultar molesto o incomodo para algunos.

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    De un sobreviviente
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    Para mí, la curación es terapia y compartir mi historia.

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    SER NIÑA NO ES JUSTO

    Ser chica no es justo. Soy una mujer de 32 años que sufrió más de una vez de joven. Fue el primer abuso el que me llevó a los demás. A los doce años quería ganar dinero. Mis padres no creían en la paga por hacer las tareas del hogar. No podía trabajar legalmente hasta los catorce, a menos que fuera repartidor de periódicos y me levantara antes del amanecer. Mi tío, hermano de mi padre, me contrató para trabajar en su taller de reparación de electrodomésticos. Era el único que conocíamos que tenía un negocio. Poco después de empezar, parte del trabajo consistía en dejar que me diera masajes. Me abusaba un poco más cada vez, hasta que me rozaba las partes íntimas con la boca. Se masturbaba mientras lo hacía. Lo dejé hacer esto durante semanas mientras me transformaba y me distorsionaba. Luego me obligó a rozarlo con la boca. Lo hice UNA vez. Vomité después. Lo denuncié a mis padres. Fueron cariñosos y comprensivos, y estaban enojados con él. Pero no lo suficiente como para hacer otra cosa que dejarme dejar de trabajar allí. Se disculpó conmigo en la cocina con mis padres allí. Yo flotando a la deriva en lava mientras los dioses decidían mi destino. Apenas lo recuerdo. Se quedó en nuestras vidas casi sin cambios. Volví a la normalidad. En la superficie. Pero no era la misma y le temí más a las cosas. La oscuridad, estar sola, el silencio. En los años siguientes, me tonteé con chicos de maneras que tal vez no lo hubiera hecho. Puede que no fuera ese tipo de chica, pero me sentí obligada. Tenía quince años cuando tuve un novio de mi edad con el que tenía sexo en secreto casi a diario. Lo amaba. Me dejó. Más problemas. Diecisiete años. Estudiante de último año de secundaria. Cabello teñido con mechas azules hasta el trasero. Emo. Delgada. Pecho plano. Para entonces ya estaba bebiendo y fumando. Pero no ESA NOCHE. Salí de un concierto de Pink al que había ido con mi prima y sus amigas. Algo me molestó y me fui. De noche. Una parte de la ciudad que no conozco. Sin planes. Tal vez vuelva al concierto después de ordenar mis ideas. Al pasar por un centro comercial, un grupo de cuatro tipos salió de su sitio, sin saber qué era. Había visto que dos de ellos eran negros. Me asusté. Lo siento. Me apresuré y giré a la derecha. Ellos también. Era como un callejón detrás del centro comercial, con un muro enorme a un lado. Puertas traseras de negocios, contenedores de basura, algunos coches. Mal iluminado. Quizás podría haber seguido caminando y no habría problema, pero estaba oscuro al otro lado y parecía muy lejano. Los tipos hablaban y reían detrás de mí. Me entró el pánico de que me violaran, me hicieran daño o me mataran. Creo que oí a uno decir "buen culo" entre parloteos. Un ataque de pánico. Creo que intentaba salvar mi vida. ¿Un ataque preventivo? Me detuve, me giré y dije: "Pueden cogerme si quieren". Recuerdo la pausa mientras algunos se detenían, pero uno seguía acercándose. Se reían, quizá nerviosos. El que seguía acercándose me abrazó y se pegó a mí. Olvidé lo que dijo, pero me atrajo hacia sí, frotándose contra mí. Me llevaron a una zona oscura a un lado, entre dos edificios. Le hice sexo oral al primero y al otro, negro, pero no del todo. Un espectáculo para ellos. Riendo. Empujándose mutuamente cuando se ponían demasiado ruidosos. Lo intenté, pero se pusieron rudos y me dieron muchas arcadas. Quítate la ropa. Chaqueta, camiseta de tirantes, vaqueros, bragas. De espaldas. Asfalto. Piernas abiertas. Intentando mantenerme encima de la ropa para no cortarme ni rasparme. Los cuatro se turnaron. Con el primero era un espectáculo que veían. Con el resto estaban volteados, hablando entre ellos, intentando bloquearme de la vista. Creo que alguien pasó, pero no estoy seguro. Alcohol y aliento a cigarrillo. Chicos probablemente de treinta y tantos. Amigos divirtiéndose. Chicos siendo chicos. Simplemente bombeando dentro de mí. Diciéndome que estoy apretada. Mi cuerpo como un recipiente. Piernas abiertas. Sin resistencia. Mis brazos alrededor de ellos. Contacto visual que no recuerdo. Siempre miraba a mi novio a los ojos. Siempre miro a los ojos durante el concierto, buscando una conexión. Veía sus ojos pero no sus caras. Solo me usaban para la fricción. Rápido y bájalo. Excepto por el penúltimo. Quería hablar. Le dije mi nombre. Le conté sobre el concierto. Le dije que me gustaba estar arriba porque me lo pidió. Recuerdo su cara. El único que era blanco. Nariz torcida. Orejas de coliflor. Ojos azules. Una sensación de prisa de los demás. Se difumina en el último en mi mente. ¿El árabe/persa? "Muchas gracias." Sé que dijo uno de ellos. Me dieron las gracias mientras me vestía rápidamente y seguían caminando en la dirección en la que habían ido antes. Para cuando volví a salir, se habían ido. Regresé por donde había venido. Regresé al concierto y pasé todo el tiempo buscando a mi primo. Dolorido y goteando. La espalda arañada. Me sentí asquerosa. Empecé a llorar, pero paré cuando llamé demasiado la atención. Los encontré. La última canción fue "Get the Party Started". Salimos juntos. Los que no conducían bebieron vino, pero a mí no me permitieron beber porque era demasiado joven. No se lo dije a nadie. Le dije a mi madre que estaba bien. Enseguida me hice novia de un chico que tenía una taquilla cerca de la mía y que había sido insistente, pero yo siempre lo había rechazado. Era alto y no pasaba de "normal". No quería estar sola. Él se enamoró. Yo no. El baile de graduación y todo eso. Rompí con él la última semana de clases. De todas formas, se iba a la universidad. No quería ir con él. Le fui infiel porque necesitaba más sexo del que él me podía dar. Luego llegaron los días de ser pasada de mano en mano. Fui a la universidad comunitaria y salí con mi compañero de laboratorio de química, su hermano me violó en la ducha y me convertí en su novia. Me metió en el alcoholismo, las drogas de fiesta, la escena de los clubes y dejé los estudios. Era una princesa de la música electrónica, el metal y el trance y tenía muchísimos "amigos" en la escena que me conocían como Zafiro. Zafiro era ninfómana. A la gente le encantaba eso de mí. Algunos buenos, otros malos. Polvos rápidos en lugares oscuros de los clubes. Entre bastidores. Trastiendas. Autos. Secretos. Despertamos en camas diferentes. Mi novio me "entregó" a su camello y viví con él hasta que un hombre mayor me convenció de escaparme con él a Ubicación. Él tenía 39 años (40 por un mes) cuando yo tenía 20 y vivimos juntos durante más de un año. Era una relación muy sexual, pero él se preocupaba por mí. Su casa estaba a un paseo de la playa y me encantaba. Era más saludable. Empecé clases de CC de nuevo y obtuve mi AA. Me ayudó con mis ataques de pánico y le oculté mi depresión. Mis padres lo conocieron y finalmente lo aceptaron. Hablamos de matrimonio. Pero él estaba fuera todo el día entre semana, yo no tenía trabajo y tenía una segunda vida para alimentar mi gran vacío que había comenzado después de que mi tío me usara. Además, le gustaba jugar a ser mi padre. Solo una de sus manías. Lo peor es que, igual que lo del contacto visual, decir "Que me jodan, papi" se convirtió en algo que hago automáticamente. Le fui infiel muchas veces cuando estaba con chicos de la playa a los que apenas conocía de nuestras escapadas de fin de semana. También con chicas. Me enamoré de un surfista y quise tener un hijo suyo e incluso dejé los anticonceptivos. Todo acabó mal y volví a casa de mis padres. Finalmente me diagnosticaron depresión maníaca y hablé con mi madre sobre todos los encuentros sexuales y abusos, y empecé a ir a un grupo. Cinco años después de ESA NOCHE, mi madre fue la primera persona a la que le conté sobre los cuatro chicos después del concierto. Aquello todavía me destroza la vida, el amor y el quererme a mí misma. Me pregunto si los chicos buenos no quieren estar conmigo porque tengo los pechos pequeños. Tomo medicación y soy funcional.

    Estimado lector, la siguiente historia contiene lenguaje homofóbico, racista, sexista o despectivo que puede resultar molesto y ofensivo.

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    No estás solo en tu experiencia.

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    De un sobreviviente
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    Una sobreviviente y ganadora de un severo abuso doméstico.

    Soy una mujer de 63 años que ha sufrido abusos toda su vida. El abuso comenzó con mi madre, una sociópata narcisista. Me golpeaba con un palo de 2x4 con forma de paleta para poder sujetarlo bien. Me golpeaban todos los días. Decía que el abuso se debía a que me había mojado la ropa interior. Tenía que quitármela todas las noches y ella la olía. Si tenía el más mínimo rastro de orina, era motivo suficiente para que me golpeara. Era como un círculo vicioso: si salía a jugar, no iba a casa al baño por miedo a que me golpearan, pero si no iba a casa al baño, sí me golpeaban. Pasé toda mi infancia con miedo. Me robaba el dinero, tiraba mis cosas, decía mentiras sobre mí. Sabía que era la favorita de mi padre, así que no me permitía hablar con él. Me lavaron el cerebro para creer que así vivían todas las familias. Cuando me casé, me casé con mi madre. También abusó de mí. Me mentía, me engañaba y me robaba. Me diagnosticaron cáncer de mama en estadio IV. Cuando iba a mis tratamientos, tomaba galletas de pescado para aliviar las náuseas. Un día fui a la alacena a buscar mis galletas y ya no quedaban más que una, solo las suficientes para que pareciera que seguían ahí y no hubiera que tirar el envase. También me diagnosticaron la enfermedad de los huesos de cristal. Me dijeron que necesitaba beber mucha leche. Teníamos un refrigerador en el garaje donde guardaba 5 galones de leche, junto con 1 galón que estaba en el refrigerador de la casa. Un día fui al garaje a buscar un galón de leche y los 5 galones habían desaparecido. Se los había bebido todos en solo una semana. ¡¿Te imaginas hacerle eso a tu esposa que tiene cáncer de mama en estadio IV?! Me lanzó un martillo a la cabeza mientras me alejaba de él. Quemó nuestra casa hasta los cimientos y les dijo a los detectives que yo lo había hecho. También es un sociópata narcisista. Mientras hacía todo esto, consiguió que mi hija lo acompañara. Ella, a día de hoy, 11/10/25, es una mentirosa, infiel y ladrona. Es abusiva. Solo tiene 25 años y ya se ha casado dos veces, con dos hijos de cada matrimonio y los odia a ambos. Usa a sus hijos como peones para salirse con la suya. Ya ha usado a dos amigos de la infancia para intentar llegar a mí. No soy tonta, sé lo que trama y no voy a caer en su trampa. Llevo tres años divorciada. Me cambié el nombre, me mudé y empecé mi vida de nuevo, pero ella sigue buscándome. Le tengo miedo. Sé de lo que es capaz. Pensé que una vez divorciada me libraría del abuso, pero no es así. En este momento, solo tengo fe en que Dios me cuidará. Dios me sacó de una situación horrible y tengo fe en que Dios seguirá cuidándome. Estoy tan feliz de haber terminado mi matrimonio, que duró 35 años. El divorcio duró 3 años; el juez dijo que solo debería haber durado 9 meses. Él lo quería todo, así que se lo di todo. La ley necesita capacitación para comprender las enfermedades mentales, como la de los sociópatas narcisistas, para que comprendan que son mentirosos empedernidos. El esposo de mi abogada de divorcio incluso dijo: «Miente tan bien que casi tienes que creerle». Ese es el problema: el sistema legal les cree, así que los inocentes son castigados y los culpables salen impunes.

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  • “A cualquiera que esté atravesando una situación similar, le aseguro que no está solo. Vale mucho y mucha gente lo ama. Es mucho más fuerte de lo que cree”.

    Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
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    Sanar fue aprender. No estaba rota y era digna de amor, y de alguna manera encontré la luz al final de un túnel muy oscuro...

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  • Historia
    De un sobreviviente
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    Confié en él y él abusó de eso.

    Sigo enfadada. Mi novio de 4 años me violó en enero. Habíamos hablado de tener hijos. De matrimonio. De nuestro futuro juntos. Le confié mi vida. Él lo sabía, y a menudo me pregunto si lo usó. Me dio un comestible y me animó a beber. Pensé que solo querría lo mejor para mí, así que obedecí. Como dije, le confié mi vida. Me desmayé. Recuerdo unos 5 minutos de todo el calvario de 4 horas. Recuerdo haber dicho que estaba mareada y que quería dormir, y él me dijo que la única forma de no enfermarme por beber (que era uno de mis grandes miedos) era tener sexo. Estaba tan borracha que no podía sostenerme. Me caí de bruces varias veces. Fueron 4 horas. 4 horas en las que él se aprovechó de mi inconsciencia. Debido a algunos problemas de salud, no podía tener sexo con él estando consciente, así que supongo que él se involucró cuando yo no estaba consciente. Sigo enfadada. Pero esa es la cuestión: estoy molesta por la situación, pero no lo odio. Mucha gente me pregunta por qué sigo con él después de lo que hizo. No es tan simple. Apoyo a la gente que perdona a sus abusadores. Apoyo a la gente que no perdona a sus abusadores. Ahora mismo, él sigue en mi vida porque vive cerca y está pasando por mucho, e intento ayudar en lo que puedo. Pero también soy plenamente consciente de mis propias limitaciones y de lo que puedo manejar. Lo estoy ayudando desde una distancia emocional. Odio lo que hizo, pero no lo odio. Aún no lo he dejado, y no tengo que hacerlo. Deja de intentar completar el final de mi historia y déjame escribirlo yo misma.

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  • Mensaje de Esperanza
    De un sobreviviente
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    Buenos días, espero que hoy tengas un mejor día.

    Estimado lector, el siguiente mensaje contiene lenguaje homofóbico, racista, sexista o despectivo que puede resultar molesto y ofensivo.

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  • “Tú eres el autor de tu propia historia. Tu historia es tuya y solo tuya a pesar de tus experiencias”.

    Bienvenido a Our Wave.

    Este es un espacio donde sobrevivientes de trauma y abuso comparten sus historias junto a aliados que los apoyan. Estas historias nos recuerdan que existe esperanza incluso en tiempos difíciles. Nunca estás solo en tu experiencia. La sanación es posible para todos.

    ¿Cuál cree que es el lugar adecuado para empezar hoy?
    Historia
    De un sobreviviente
    🇨🇦

    Name, solo tenía 6 años

    Tenía alrededor de 6 años, cierro los ojos y es cómo si volviera a vivir en carne propia el recuerdo, me acuerdo del ruido de la televisión, el olor del desayuno que estaba comiendo, yo solo estaba viendo caricaturas. El, un hombre de alrededor 50 años me cargó y me acomodó en sus piernas, y deslizó su mano por debajo de mis panties, TENÍA 6 AÑOS y ahí empezó mi historia de abusó sexual, una historia que me hubiese gustado no tener que experimentar. Yo hablé ya que mi mamá siempre me había enseñado a que nadie podía tocar mis partes pero en ese entonces mi mamá no tenía los recursos, vivíamos en casa de una prima (la hija de mi abusador) y nadie me creyó, dijeron que era mi imaginación. Otros sucesos pasaron cometidos por la misma persona, me arrebató mi inocencia y me rompió en pedacitos… pese a que yo hablé la primera vez, las otras veces me quedé callada porque nadie me creyó, nadie me protegió y nadie me escuchó más que mi mamá pero en ese entonces ella estaba luchando con un problema de alcoholismo y toda la familia nos dio la espalda. Después de un tiempo dejé de ver a mi abusador pero a los 8 años me volvió a pasar pero esta vez por el esposo de mi tía (la hermana de mi mamá) ellos han sido casados desde que mi tía tiene 16 años hasta el presente. Fuimos de visita a casa de mi tía, era diciembre entonces mi mamá salió con mi tía a comprar cosas para la navidad, yo, mi hermano y mi primo (hijo de mi tía) nos quedamos al cuidado del esposo de mi tía, el en ese entonces era oficial de la policía. Yo estaba jugando con mi primo y mi hermano cuando él me llamó, él estaba sentado en la mesedora viendo las noticias cuando me sentó en sus piernas y yo inmediatamente me paralice puesto que la última vez que alguien me sentó en sus piernas me manoseo, esta vez fue diferente, solo me acaricio las piernas y yo solo sentí cómo algo duro me rozaba mis glúteos, me paralicé y no sabía que hacer, hasta que tuve la fuerza y me bajé. Nunca hablé de mi segundo abusador y nunca lo he hecho, yo ya no vivo en Colombia pero cuando voy me toca actuar cómo si nada aunque por dentro sienta tantas cosas. Por mucho tiempo reprimí todo lo que me pasó, siempre decía que no me afectó y ahora a mis 22 años me está atormentando. Estoy comprometida con el amor de mi vida, siento que ha sido un regalo que Dios y la vida me dio después de tanto tormento pero hay veces que cuando vamos a tener intimidad y me toca siento una rabia en mi, ese tipo de rabia que te dan ganas de pegarle un puño en la cara a esa persona, y no lo entiendo, el no me ha hecho nada? El solo me ha ayudado y me ha tratado con amor y me ha demostrado lo mucho que me respeta y me ama, siempre quise evadir el tema y reprimirlo, no hablar de ello y pretender cómo que no me afectó pero ya llegué a un punto donde me dan unos ataques de ira que ni yo me reconozco, donde termino lastimándome a mí misma o sacando esa ira en mi prometido, hace unas noches por fin en medio de una ataque de ira donde terminé azotandome la cabeza en la pared solo repetía “no me deja en paz, me persigue, sácalo de mi cabeza” estaba en un estado de crisis y mi prometido solo pudo sujetarme en sus brazos mientras me preguntaba quién me perseguía y fue la primera vez que dije su nombre en voz alta, “Name, el hombre que me violo y me robo mi inocencia no sale de mi cabeza” no podía hablar, las lágrimas y gritos de desesperación eran más que las palabras, en ese momento me di cuenta que no importa cuánto allá crecido aquella niña de 6 años sigue dentro de mi, está enojada, está triste y rota. Mi pareja es abogado entonces el fue quien me habló sobre me too movement, me dijo que me hiciera justicia y lo denunciara pero que si no me sentía lista por miedo que navegara las opciones que me too ofrece y que quizá empezara por contar mi historia, por unos días habría la página y solo me quedaba paralizada, pero hoy me anime, ya no merezco ser prisionera de un dolor que no fue mi culpa aunque por mucho tiempo he sentido que lo es, me siento perdida y no quiero que mi pasado defina mi presente, la vida me está dando oportunidades bonitas pero mi abusó sexual no me deja avanzar, cómo me saco esta rabia que siento por dentro? Porque me volví un ser tan agrio y amargo, porque me enojo por todo? Porque no puedo disfrutar la intimidad con mi pareja si es delicado conmigo? Parece que entre más delicado es más rabia siento por dentro. Me siento muy sola y perdida. Quiero este dolor fuera de mi

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    🇨🇴

    No tengo recuerdos claros y siento mucha culpa

    Mi historia es un poco larga. Cuando tenía 15 años o 16 años, vino a mi mente el recuerdo de cosas que habían ocurrido cuando yo tenía entre 4 y 5 años. Dos tíos abusaron de mí. Los recuerdos sobre esto nunca han sido claros y ahora, muchos años después, todo se ha vuelto más lejano y confuso y he dudado varias veces de mí misma y de mi historia. Hay otras cosas que pasaron en mi infancia que sí recuerdo con más claridad: cuando tenía entre 7 y 8 años, vi a mis papás teniendo relaciones sexuales a mi lado (esa noche me había pasado a dormir con ellos en su cama). Tiempo después, se repitió la situación, pero con mi padrastro y mi mamá. También cuando tenía entre 7 y 8 años, estaba revisando unos CD'S en el DVD que había en la casa para marcarlos según el género musical o según la película que fuera. Uno de los CD'S, era una película porno. Como casi siempre, me encontraba sola en mi casa, entonces la vi completa. No recuerdo si me masturbé. Sé que desde muy niña me frotaba con peluches, muñecas y otros objetos, aunque sin mucha conciencia de lo que hacía, pero estaba presente el miedo a ser vista. Hay algo que me atormenta en este momento: cuando tenía 6 o 7 años, mi prima (ella un año mayor) y yo jugábamos a imitar algunas posiciones de un libro de kamasutra que había en su casa. También tengo leves recuerdos de una vez que, mientras nos bañábamos, frotamos nuestras partes íntimas. No sé si esto se dio en el marco de una curiosidad bilateral y por el contenido del libro al que habíamos estado expuestas o si fui yo quien generó la situación y la persuadió a ella de hacerlo o si la manipulé. No recuerdo que haya sido así, pero me da miedo que sí. ¿Y si imité lo que hacía mis tíos conmigo o lo que vi en contenido al que estuve expuesta? Siento miedo, culpa y vergüenza. Además, hace medio año, recordé que cuando tenía 10 años y cargué a mi hermanita en mi piernas (que estaba como de un mes), sentí un estímulo placentero en mi zona íntima por el contacto. Cuando esta imagen vino a mí (tampoco fue clara, como mis otros recuerdos) sentí culpa, pero no escaló a más porque entendí que fue una reacción física y nada más. Pero luego no podía dejar de pensar en ello y me cuestionaba si había prologando o intensificado el contacto y sentí muchísima culpa, asco y vergüenza. Fue tan fuerte, que tuve un episodio de TOC y siento que aún no he podido salir de ahí, porque ahora me inundan las dudas sobre lo sucedido con mi prima.

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    🇪🇸

    Esa noche mi hermano me tocó.

    No sé si lo que me hizo mi hermano se puede clasificar como abuso sexual. Me estaba quedando a dormir en su casa. Era tarde por la noche y estábamos viendo una película. En un momento dado, me preguntó si podía empezar a acurrucarme. De hecho, acepté, ya que somos muy cercanos y ambos disfrutamos del afecto físico. Mientras hacíamos cucharita, metió la mano debajo de mi camisa. No dijo nada, y yo tampoco. A medida que avanzaba la noche, alternaba entre caricias, besos en la cabeza o en un lado de la cara, y palabras de cariño. Le acaricié el brazo distraídamente porque me sentía incómoda allí tumbada. Finalmente, me preguntó "¿está bien?", refiriéndose a su mano subiendo lentamente por mi estómago. Le estaba dando el beneficio de la duda y seguía pensando que la acción era platónica, además de que me sentía bien, además de que soy tímida y me cuesta la confrontación, así que mi cerebro piensa que decir "no" a la gente es provocarla, así que dije "sí". En realidad no quería decirlo. No creo que quisiera decir "no", claro. No creo que quisiera decir nada en absoluto. Estaba cansada. Los dos lo estábamos. Sus caricias progresaron suavemente hasta el punto de acariciar la parte inferior de mis pechos. Fue entonces cuando empecé a cuestionar sus intenciones. Volvió a preguntar "¿está bien?". Volví a decir "sí". Cuando terminó la película, me asusté. La había estado usando para distraerme de lo que estaba pasando, y temía que, al no haber distracción, centrara toda su atención en mí e intentara hacer algo; así que me incorporé. Me apretó ligeramente la parte inferior del pecho mientras lo hacía, quizá a propósito, quizá por reflejo. Cuando se dio cuenta de que me estaba alejando de verdad, retiró las manos, dijo: "Lo siento. Tu hermano es un bicho raro", y se levantó para ducharse. Creo que en ese momento empecé a entrar en pánico. Fue lo que confirmó mis sospechas de que sus caricias realmente tenían una intención sexual. Había estado intentando engañarme a mí misma creyendo que eran afecto inocente, pero esas palabras me obligaban a afrontar la realidad de mi situación. Recuerdo que no paraba de hablar de temas sin sentido mientras desayunábamos porque temía que sacara a relucir lo que acababa de pasar y quisiera hablar de ello. No quería hablar de ello. Quería fingir que nunca había pasado. Todavía lo intento. Pero me atormenta. Él y su esposa (que habían estado durmiendo plácidamente en su habitación toda la noche) se fueron temprano por la mañana de luna de miel (yo estaba allí para cuidar la casa y había ido la noche anterior para pasar el rato con ellos antes de que se fueran). Una vez sola, me fui a dormir tranquilamente a su cama (con su permiso e insistencia, ya que no había otras camas en el apartamento). Mientras intentaba dormirme, aún podía sentir sus manos sobre mí, como una caricia fantasma. Me derrumbé en ese mismo instante. Me sentí culpable y asquerosa por no haberlo parado y por haberlo disfrutado también. Sentía que tal vez yo era la rara, y tal vez yo la que estaba convirtiendo esta interacción en algo inapropiado. Las semanas siguientes, intenté reprimir mis sentimientos. Unos días antes de Navidad, estaba en un avión con mi madre, a punto de empezar nuestras vacaciones. Estaba cerca de la regla y tenía los pechos sensibles. Eso desencadenó algo en mí y de repente lloré ahí mismo, en público. Ese dolor vago me recordó la sensación de aquel apretón que me dio en el pecho. Mi madre me vio a punto de llorar, pero mentí y le dije que era solo porque estaba cerca de la regla y me sentía deprimida (llevó un tiempo luchando contra la depresión, y ella lo sabía). Durante el viaje, tuve flashbacks aleatorios de esa noche, a veces incluso acompañados de náuseas. Sentía que estaba exagerando mi reacción mental, ya que no me habían violado y no debería estar traumatizada por un contacto que apenas puede considerarse íntimo. Al volver a casa, hice algo de lo que no sé si me arrepiento: hablé con él. Le envié un mensaje largo (vive en otra ciudad, lo que me dio más seguridad al confrontarlo) del que apenas recuerdo nada, salvo que mencionaba "esa noche" y cuánto me había afectado. Me derrumbé al escribirlo, y probablemente no era muy coherente. Mi hermano me envió muchas respuestas cortas en ráfagas rápidas al verlo. Se disculpó profusamente. Dijo "No sé qué me pasa", "Buscaré ayuda psicológica", entre muchas cosas que no recuerdo. Eso me asustó un poco. ¿Para qué necesitaba ayuda psicológica? ¿Estaba admitiendo que tenía impulsos que no podía controlar? Pero no dije nada al respecto. Tenía miedo de acusarlo, y me aseguré de aclarar que yo también era culpable por no poner límites. Ambos nos respondíamos sin pensar. Estábamos en pánico y llenos de adrenalina. Tenía miedo de perderlo. Era mi único vínculo en la ciudad donde vivíamos (muy lejos de la nuestra, donde viven nuestros padres y mis amigos). No quería molestarlo, porque es una persona muy sensible y ya me sentía culpable por cómo reaccionaba. Resolvimos el asunto por mensaje. Pero no lo hicimos. En absoluto. Fingí que sí, pero seguía atormentada por las dudas y la paranoia. Más que las caricias, lo que me atormentaba eran sus palabras: "Lo siento. Tu hermano es un bicho raro". Me conmovieron profundamente. Solo quería negar lo sucedido, pero esas palabras no me lo permitieron. La historia continúa hasta el día de hoy, pero no quiero escribir demasiado sobre las consecuencias de "esa noche", ya que escribiría demasiado y quiero centrarme en si fue un caso de abuso. En este punto, me siento un poco más centrada y capaz de aceptar que lo sucedido tuvo un trasfondo sexual. Todavía me siento avergonzada y culpable. Consentí algunas caricias. No estoy segura de si quería, pero lo hice. Normalmente, eso me haría pensar que fue un encuentro consentido y que ahora simplemente me arrepiento, pero hay muchos factores que también contribuyen a mi creencia de que esto también podría ser un caso de abuso. En primer lugar, mi hermano tenía 38 años en ese momento. Yo tenía 20, lo cual sí, es una adulta, pero aun así; él es mi hermano mucho mayor. Ya era casi un adulto cuando yo nací. Ha sido una figura de autoridad toda mi vida, aunque le gusta fingir que no lo es. Es un poco despistado en cuanto a lo que es apropiado o no en contextos sociales, pero creo que alguien de su edad debería saber que no debe meter la mano bajo la camisa de su hermana pequeña y subir tanto por su cuerpo que sus dedos rocen su areola. En segundo lugar, soy neurodivergente, aunque no se lo dije en ese momento. Sin embargo, cuando se lo conté, me dijo que ya sospechaba. A pesar de eso, siempre he sido callada y retraída, así que me molesta que empezara a tocarme bajo la apariencia de afecto inocente y luego esperara que yo pudiera expresar mi incomodidad cuando la situación se intensificara sin que él especificara qué iba a pasar. Tampoco creo que su forma de buscar consentimiento fuera nada productiva. Solo me preguntó si dos caricias específicas estaban bien, y solo después de empezar a hacerlas. No pidió permiso explícito para nada, salvo para los abrazos al principio. Lo que quiero decir es que yo era vulnerable. Soy joven, inexperta, autista, y él siempre ha sido un apoyo emocional y casi una figura paterna para mí. No sé cómo puede ser tan ingenuo como para pensar que no tiene ningún poder sobre mí. Quizás sí lo sabe, pero no estaba pensando en ese momento. Sigo sin entender por qué me tocaría así. Me consuela un poco pensar que quizás no tenía ningún control sobre ello después de todo. Pero no lo sé. Quizás sí. Soy adulta, después de todo. Y creo que se habría detenido si se lo hubiera dicho. Pero definitivamente nunca di mi consentimiento entusiasta. Me siento traicionada. Me siento perdida. Me siento enojada. Me siento triste. Llevo meses evitando pensar en ello. Esta noche, todo me volvió a la mente y me derrumbé de nuevo. De verdad que no sé qué hacer. No quiero contarle a nadie cercano lo que pasó porque me da vergüenza. Y desde luego no quiero contárselo a mis padres. En cierto modo, quiero cortar lazos con él, pero al mismo tiempo no lo hago porque creo que está arrepentido y no quiero entristecerlo. No puedo evitar ser ingenua. No sé si eso me reconforta o me avergüenza.

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  • Historia
    De un sobreviviente
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    Atrapado en el baño durante 40 años

    Atrapado en el baño. Es posible ser amado. Cuando pasé siglos diciéndole a mi mamá y papá que estaría bien viajar a ciudad para un concierto, pensé que era adulto y espabilado. En realidad, era un joven ingenuo; mis padres accedieron a regañadientes siempre y cuando nos quedáramos con el tío de mi amigo; esto significaría que no tendríamos que viajar de regreso tarde. El concierto fue fantástico; volvimos a su piso y los demás se fueron a la cama. Me quedé despierto charlando con nombre; después de una media hora, comenzó a preguntarme si era virgen y a enseñarme revistas pornográficas. Intenté escaparme e irme a la cama; luego me atacó y me violó. Me encerré en el baño y esperé, pero seguía agitado; quería que durmiera en su cama. No tenía ni idea de que un hombre pudiera hacerle lo que le hizo a otro hombre. Dos semanas después volví a quedarme después de un partido de fútbol; esta vez intenté persuadir a mis padres de que no debía ir, pero no querían que la entrada se desperdiciara; me atacó y me violó de nuevo; finalmente logré encerrarme en el baño. Mentalmente me quedé en ese baño durante los siguientes 40 años, sin decir nada, sin pedir apoyo, 3 matrimonios fallidos, problemas con la bebida, dificultades para ser un buen padre. La primera persona a la que se lo conté después de 40 años fue a mi exesposa, y su respuesta fue: "No puedo amarte, me has violado al mantener esto en secreto". Esto fue devastador y me llevó a un declive a un lugar muy oscuro. Ahora, con el apoyo de mis hijos, mi nueva pareja, un fantástico psiquiatra y un terapeuta de organización de apoyo, me siento mejor y creo que puedo ser amado. Nunca es demasiado tarde para comenzar a sanar.

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  • Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Para mí, la curación es terapia y compartir mi historia.

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  • Historia
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Una sobreviviente y ganadora de un severo abuso doméstico.

    Soy una mujer de 63 años que ha sufrido abusos toda su vida. El abuso comenzó con mi madre, una sociópata narcisista. Me golpeaba con un palo de 2x4 con forma de paleta para poder sujetarlo bien. Me golpeaban todos los días. Decía que el abuso se debía a que me había mojado la ropa interior. Tenía que quitármela todas las noches y ella la olía. Si tenía el más mínimo rastro de orina, era motivo suficiente para que me golpeara. Era como un círculo vicioso: si salía a jugar, no iba a casa al baño por miedo a que me golpearan, pero si no iba a casa al baño, sí me golpeaban. Pasé toda mi infancia con miedo. Me robaba el dinero, tiraba mis cosas, decía mentiras sobre mí. Sabía que era la favorita de mi padre, así que no me permitía hablar con él. Me lavaron el cerebro para creer que así vivían todas las familias. Cuando me casé, me casé con mi madre. También abusó de mí. Me mentía, me engañaba y me robaba. Me diagnosticaron cáncer de mama en estadio IV. Cuando iba a mis tratamientos, tomaba galletas de pescado para aliviar las náuseas. Un día fui a la alacena a buscar mis galletas y ya no quedaban más que una, solo las suficientes para que pareciera que seguían ahí y no hubiera que tirar el envase. También me diagnosticaron la enfermedad de los huesos de cristal. Me dijeron que necesitaba beber mucha leche. Teníamos un refrigerador en el garaje donde guardaba 5 galones de leche, junto con 1 galón que estaba en el refrigerador de la casa. Un día fui al garaje a buscar un galón de leche y los 5 galones habían desaparecido. Se los había bebido todos en solo una semana. ¡¿Te imaginas hacerle eso a tu esposa que tiene cáncer de mama en estadio IV?! Me lanzó un martillo a la cabeza mientras me alejaba de él. Quemó nuestra casa hasta los cimientos y les dijo a los detectives que yo lo había hecho. También es un sociópata narcisista. Mientras hacía todo esto, consiguió que mi hija lo acompañara. Ella, a día de hoy, 11/10/25, es una mentirosa, infiel y ladrona. Es abusiva. Solo tiene 25 años y ya se ha casado dos veces, con dos hijos de cada matrimonio y los odia a ambos. Usa a sus hijos como peones para salirse con la suya. Ya ha usado a dos amigos de la infancia para intentar llegar a mí. No soy tonta, sé lo que trama y no voy a caer en su trampa. Llevo tres años divorciada. Me cambié el nombre, me mudé y empecé mi vida de nuevo, pero ella sigue buscándome. Le tengo miedo. Sé de lo que es capaz. Pensé que una vez divorciada me libraría del abuso, pero no es así. En este momento, solo tengo fe en que Dios me cuidará. Dios me sacó de una situación horrible y tengo fe en que Dios seguirá cuidándome. Estoy tan feliz de haber terminado mi matrimonio, que duró 35 años. El divorcio duró 3 años; el juez dijo que solo debería haber durado 9 meses. Él lo quería todo, así que se lo di todo. La ley necesita capacitación para comprender las enfermedades mentales, como la de los sociópatas narcisistas, para que comprendan que son mentirosos empedernidos. El esposo de mi abogada de divorcio incluso dijo: «Miente tan bien que casi tienes que creerle». Ese es el problema: el sistema legal les cree, así que los inocentes son castigados y los culpables salen impunes.

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  • Mensaje de Esperanza
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Buenos días, espero que hoy tengas un mejor día.

    Estimado lector, el siguiente mensaje contiene lenguaje homofóbico, racista, sexista o despectivo que puede resultar molesto y ofensivo.

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  • Tomarse un tiempo para uno mismo no siempre significa pasar el día en el spa. La salud mental también puede significar que está bien establecer límites, reconocer las emociones, priorizar el sueño y encontrar la paz en la quietud. Espero que hoy te tomes un tiempo para ti, de la manera en que más lo necesitas.

    “Puede resultar muy difícil pedir ayuda cuando estás pasando por un momento difícil. La recuperación es un gran peso que hay que soportar, pero no es necesario que lo lleves tú solo”.

    Cada paso adelante, por pequeño que sea, sigue siendo un paso adelante. Tómate todo el tiempo que necesites para dar esos pasos.

    La sanación no es lineal. Es diferente para cada persona. Es importante que seamos pacientes con nosotros mismos cuando surjan contratiempos en nuestro proceso. Perdónate por todo lo que pueda salir mal en el camino.

    Historia
    De un sobreviviente
    🇺🇸

    Incesto padre-hija Debería haber parado

    Es con gran vergüenza que debo confesar aquí. Fui una facilitadora pasiva del abuso. Había sido abusada sexualmente de niña por un niño mayor en la escuela primaria y debería haber sido menos cobarde. Finalmente denuncié a mi esposo y terminé con el abuso incestuoso de su propia hija. Merezco las lágrimas que lloro. Era enfermera de turno rotativo y normalmente dormía como un tronco con mi pastilla. Esa noche me levanté de la cama después de unas horas y caminé por la cocina hacia el otro lado de la casa donde estaba la habitación de mi hijastra. Sonaba un poco como si estuviera llorando o riendo. Al principio fue difícil decir qué estaba sucediendo a través de la puerta agrietada al otro lado de la casa. La habitación de mi hijastra. Pero pronto distinguí que mi esposo estaba arrodillado e inclinado hacia adelante sobre la cama con la cabeza entre las piernas abiertas de su hija. Los ruidos eran jadeos y chillidos de él realizando cunnilingus. Esto concluyó rápidamente y él tomó una posición acostada en la cama y aunque su cuerpo estaba mayormente bloqueado porque estaba al otro lado de él desde la puerta, era evidente que le estaba haciendo una felación a su padre. Su cabeza subía y bajaba y él tenía su mano sobre su cabeza. ¡Solo tenía nueve años! Me fui y volví a la cama, queriendo olvidar lo que había visto. ¿Por qué no hablar con él y detenerlo de inmediato? Debería haberlo hecho. Pero mi esposo había perdido a su esposa solo unos años antes, y mi hijastra había perdido a su madre. La mujer había quedado paralizada de la cintura para abajo y tenía un dolor de espalda severo. Se quitó la vida dos meses después de la lesión, días después de ser dada de alta del hospital. Había mucho entre ellos debido a su pérdida de lo que nunca podría ser parte. La idea de que el contacto sexual fuera un medio de duelo no me sentó bien, pero no quería hacer olas. Parecía voluntario de su parte. Amaba a mi esposo. Me había llevado mucho tiempo encontrarlo después de muchas esperanzas, citas, angustia y búsqueda. Así que tal vez fui egoísta por querer conservar a mi esposo. No sabía si pasaba muy a menudo. Hice la vista gorda. Durante al menos un año y medio no me levantaba de la cama si me despertaba en medio de la hora de dormir. Luego, un viernes por la noche, después de haber trabajado un turno de noche y haberme quedado despierta para hacer recados durante el día, y luego haber asistido al recital de baile de mi hijastra donde interpretó ballet, jazz y hip hop con su grupo, me desplomé. Pero me levanté, inquieta. Esta vez, la puerta de su dormitorio estaba cerrada y probablemente con llave, las luces encendidas desde abajo. Los sonidos de mi hijastra en medio de la agonía eran lo suficientemente fuertes como para que saliera por la puerta trasera, rodeara la ventana y me subiera al aire acondicionado central para ver a través del gran espacio entre las cortinas. Tenía una vista directa de mi estimado esposo, que es bastante bueno conmigo, de rodillas en la cama, bombeando de un lado a otro. Su hija estaba inclinada frente a él con su trasero desnudo en el aire, apoyada en los codos. Podía verlo entrar y salir de ella y sacudir todo su cuerpo con sus embestidas. Sentí una ira repentina. Lamento que mi ira no fuera por lo que debería haber sido. Mi ira era una ira celosa. Pensamientos en mi cuerpo de treinta y cuatro años y en cómo no podía competir con el firme cuerpo adolescente que veía ante mí, y que habíamos visto a esta hermosa chica en desarrollo de curvas mientras mi esposo se tomaba de la mano mientras bailaba con diferentes atuendos. Estaba un poco celosa entonces, sin siquiera saber que él estaba pensando en ella de esa manera. Seguí observándolo tener sexo con ella, incapaz de considerar apartar la mirada. Disminuyó la velocidad de sus embestidas y se desplomó al otro lado de ella. Vi su cuerpo brillante desplomarse también. Su respiración era tan profunda y rápida. Tardaron un par de minutos en recuperarse y me molesté más cuando pensé que mi esposo se iba a quedar dormido con ELLA. Pero se levantó, hablando. Se vistió y caminó alrededor de la cama. Ella se levantó, aparentemente obedeciendo su orden, y se abrazaron, poniéndose de pie. Él le sonrió y se giró hacia la puerta. Solo entonces se rompió el hechizo y corrí de vuelta a la puerta y entré. Él ya se estaba duchando. No dije nada y dejé que se desvaneciera, fingiendo que no pensaba en ello a menudo. Fui más apasionada y aventurera con mi esposo, y más fría con mi hijastra. Un par de años después, cuando la encontré llorando en su habitación un día mientras mi esposo estaba fuera de la ciudad, entré a consolarla. Llegué a mencionar su relación sexual con su padre de forma acusadora. Se derrumbó aún más y me contó cómo le pidió que parara cuando empezó octavo grado. Se había dado cuenta de lo "loco" que era y le rogó que parara si la amaba. Él le dijo que no podía parar porque la amaba. Algo se quebró dentro de mí y la ayudé a dormirse y luego conduje hasta la comisaría. Me entregué a mí misma y a mi esposo. Fue un desastre y mi vida ha sido así desde entonces. Pero no me arrepiento. Solo me arrepiento de haber esperado cinco años para terminar un matrimonio que debería haber terminado a los cinco meses. Merezco todas las lágrimas.

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  • Estás sobreviviendo y eso es suficiente.

    Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
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    Siempre hay más fuerza para luchar. La esperanza es tu guía. No estás solo, nunca es tarde y te creerán.

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  • Creemos en ti. Eres fuerte.

    Historia
    De un sobreviviente
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    SER NIÑA NO ES JUSTO

    Ser chica no es justo. Soy una mujer de 32 años que sufrió más de una vez de joven. Fue el primer abuso el que me llevó a los demás. A los doce años quería ganar dinero. Mis padres no creían en la paga por hacer las tareas del hogar. No podía trabajar legalmente hasta los catorce, a menos que fuera repartidor de periódicos y me levantara antes del amanecer. Mi tío, hermano de mi padre, me contrató para trabajar en su taller de reparación de electrodomésticos. Era el único que conocíamos que tenía un negocio. Poco después de empezar, parte del trabajo consistía en dejar que me diera masajes. Me abusaba un poco más cada vez, hasta que me rozaba las partes íntimas con la boca. Se masturbaba mientras lo hacía. Lo dejé hacer esto durante semanas mientras me transformaba y me distorsionaba. Luego me obligó a rozarlo con la boca. Lo hice UNA vez. Vomité después. Lo denuncié a mis padres. Fueron cariñosos y comprensivos, y estaban enojados con él. Pero no lo suficiente como para hacer otra cosa que dejarme dejar de trabajar allí. Se disculpó conmigo en la cocina con mis padres allí. Yo flotando a la deriva en lava mientras los dioses decidían mi destino. Apenas lo recuerdo. Se quedó en nuestras vidas casi sin cambios. Volví a la normalidad. En la superficie. Pero no era la misma y le temí más a las cosas. La oscuridad, estar sola, el silencio. En los años siguientes, me tonteé con chicos de maneras que tal vez no lo hubiera hecho. Puede que no fuera ese tipo de chica, pero me sentí obligada. Tenía quince años cuando tuve un novio de mi edad con el que tenía sexo en secreto casi a diario. Lo amaba. Me dejó. Más problemas. Diecisiete años. Estudiante de último año de secundaria. Cabello teñido con mechas azules hasta el trasero. Emo. Delgada. Pecho plano. Para entonces ya estaba bebiendo y fumando. Pero no ESA NOCHE. Salí de un concierto de Pink al que había ido con mi prima y sus amigas. Algo me molestó y me fui. De noche. Una parte de la ciudad que no conozco. Sin planes. Tal vez vuelva al concierto después de ordenar mis ideas. Al pasar por un centro comercial, un grupo de cuatro tipos salió de su sitio, sin saber qué era. Había visto que dos de ellos eran negros. Me asusté. Lo siento. Me apresuré y giré a la derecha. Ellos también. Era como un callejón detrás del centro comercial, con un muro enorme a un lado. Puertas traseras de negocios, contenedores de basura, algunos coches. Mal iluminado. Quizás podría haber seguido caminando y no habría problema, pero estaba oscuro al otro lado y parecía muy lejano. Los tipos hablaban y reían detrás de mí. Me entró el pánico de que me violaran, me hicieran daño o me mataran. Creo que oí a uno decir "buen culo" entre parloteos. Un ataque de pánico. Creo que intentaba salvar mi vida. ¿Un ataque preventivo? Me detuve, me giré y dije: "Pueden cogerme si quieren". Recuerdo la pausa mientras algunos se detenían, pero uno seguía acercándose. Se reían, quizá nerviosos. El que seguía acercándose me abrazó y se pegó a mí. Olvidé lo que dijo, pero me atrajo hacia sí, frotándose contra mí. Me llevaron a una zona oscura a un lado, entre dos edificios. Le hice sexo oral al primero y al otro, negro, pero no del todo. Un espectáculo para ellos. Riendo. Empujándose mutuamente cuando se ponían demasiado ruidosos. Lo intenté, pero se pusieron rudos y me dieron muchas arcadas. Quítate la ropa. Chaqueta, camiseta de tirantes, vaqueros, bragas. De espaldas. Asfalto. Piernas abiertas. Intentando mantenerme encima de la ropa para no cortarme ni rasparme. Los cuatro se turnaron. Con el primero era un espectáculo que veían. Con el resto estaban volteados, hablando entre ellos, intentando bloquearme de la vista. Creo que alguien pasó, pero no estoy seguro. Alcohol y aliento a cigarrillo. Chicos probablemente de treinta y tantos. Amigos divirtiéndose. Chicos siendo chicos. Simplemente bombeando dentro de mí. Diciéndome que estoy apretada. Mi cuerpo como un recipiente. Piernas abiertas. Sin resistencia. Mis brazos alrededor de ellos. Contacto visual que no recuerdo. Siempre miraba a mi novio a los ojos. Siempre miro a los ojos durante el concierto, buscando una conexión. Veía sus ojos pero no sus caras. Solo me usaban para la fricción. Rápido y bájalo. Excepto por el penúltimo. Quería hablar. Le dije mi nombre. Le conté sobre el concierto. Le dije que me gustaba estar arriba porque me lo pidió. Recuerdo su cara. El único que era blanco. Nariz torcida. Orejas de coliflor. Ojos azules. Una sensación de prisa de los demás. Se difumina en el último en mi mente. ¿El árabe/persa? "Muchas gracias." Sé que dijo uno de ellos. Me dieron las gracias mientras me vestía rápidamente y seguían caminando en la dirección en la que habían ido antes. Para cuando volví a salir, se habían ido. Regresé por donde había venido. Regresé al concierto y pasé todo el tiempo buscando a mi primo. Dolorido y goteando. La espalda arañada. Me sentí asquerosa. Empecé a llorar, pero paré cuando llamé demasiado la atención. Los encontré. La última canción fue "Get the Party Started". Salimos juntos. Los que no conducían bebieron vino, pero a mí no me permitieron beber porque era demasiado joven. No se lo dije a nadie. Le dije a mi madre que estaba bien. Enseguida me hice novia de un chico que tenía una taquilla cerca de la mía y que había sido insistente, pero yo siempre lo había rechazado. Era alto y no pasaba de "normal". No quería estar sola. Él se enamoró. Yo no. El baile de graduación y todo eso. Rompí con él la última semana de clases. De todas formas, se iba a la universidad. No quería ir con él. Le fui infiel porque necesitaba más sexo del que él me podía dar. Luego llegaron los días de ser pasada de mano en mano. Fui a la universidad comunitaria y salí con mi compañero de laboratorio de química, su hermano me violó en la ducha y me convertí en su novia. Me metió en el alcoholismo, las drogas de fiesta, la escena de los clubes y dejé los estudios. Era una princesa de la música electrónica, el metal y el trance y tenía muchísimos "amigos" en la escena que me conocían como Zafiro. Zafiro era ninfómana. A la gente le encantaba eso de mí. Algunos buenos, otros malos. Polvos rápidos en lugares oscuros de los clubes. Entre bastidores. Trastiendas. Autos. Secretos. Despertamos en camas diferentes. Mi novio me "entregó" a su camello y viví con él hasta que un hombre mayor me convenció de escaparme con él a Ubicación. Él tenía 39 años (40 por un mes) cuando yo tenía 20 y vivimos juntos durante más de un año. Era una relación muy sexual, pero él se preocupaba por mí. Su casa estaba a un paseo de la playa y me encantaba. Era más saludable. Empecé clases de CC de nuevo y obtuve mi AA. Me ayudó con mis ataques de pánico y le oculté mi depresión. Mis padres lo conocieron y finalmente lo aceptaron. Hablamos de matrimonio. Pero él estaba fuera todo el día entre semana, yo no tenía trabajo y tenía una segunda vida para alimentar mi gran vacío que había comenzado después de que mi tío me usara. Además, le gustaba jugar a ser mi padre. Solo una de sus manías. Lo peor es que, igual que lo del contacto visual, decir "Que me jodan, papi" se convirtió en algo que hago automáticamente. Le fui infiel muchas veces cuando estaba con chicos de la playa a los que apenas conocía de nuestras escapadas de fin de semana. También con chicas. Me enamoré de un surfista y quise tener un hijo suyo e incluso dejé los anticonceptivos. Todo acabó mal y volví a casa de mis padres. Finalmente me diagnosticaron depresión maníaca y hablé con mi madre sobre todos los encuentros sexuales y abusos, y empecé a ir a un grupo. Cinco años después de ESA NOCHE, mi madre fue la primera persona a la que le conté sobre los cuatro chicos después del concierto. Aquello todavía me destroza la vida, el amor y el quererme a mí misma. Me pregunto si los chicos buenos no quieren estar conmigo porque tengo los pechos pequeños. Tomo medicación y soy funcional.

    Estimado lector, la siguiente historia contiene lenguaje homofóbico, racista, sexista o despectivo que puede resultar molesto y ofensivo.

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  • “A cualquiera que esté atravesando una situación similar, le aseguro que no está solo. Vale mucho y mucha gente lo ama. Es mucho más fuerte de lo que cree”.

    Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
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    Sanar fue aprender. No estaba rota y era digna de amor, y de alguna manera encontré la luz al final de un túnel muy oscuro...

    Estimado lector, este mensaje contiene lenguaje autolesivo que puede resultar molesto o incomodo para algunos.

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  • “Tú eres el autor de tu propia historia. Tu historia es tuya y solo tuya a pesar de tus experiencias”.

    Mensaje de Sanación
    De un sobreviviente
    🇨🇴

    poder seguir adelante y pasar un poco la pagina

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    De un sobreviviente
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    Acoso sexual grave

    Empezó como acoso sexual. Y lo dejé pasar. ¡No dejes que te pase! Era una becaria universitaria que cursaba mi especialización en gestión de la cadena de suministro. En la escuela de negocios, sabes que no se obtiene un título y ¡zas! Un trabajo te espera por arte de magia. A menos que ya tengas contactos. Era una mujer soltera que recibía ayuda financiera y no tenía prácticamente ningún contacto familiar. Necesitaba hacer algunos contactos mientras estudiaba para ascender. Es un mundo muy competitivo. Una época en la que no nos importa tanto dónde trabajamos, siempre y cuando tenga perspectivas de ascenso y de ganar dinero. Estaba haciendo prácticas en las oficinas corporativas de una empresa de alquiler de coches. Me dieron mi primera opción para una clase en la que teníamos que hacer prácticas en una empresa real. Mi grupo de cuatro estaba en sus oficinas de logística y no teníamos un trabajo definido en ese momento, pero mi escuela había enviado estudiantes durante un tiempo, así que teníamos una persona de contacto y una idea vaga de un proyecto que mi grupo de cuatro tenía que organizar y ejecutar para nuestro grado. Bueno, eso fue un poco torpe y seguí con la mala idea de planificar rutas de distribución más eficientes para los coches que entraban en la flota. Fue una ingenuidad, ya que la empresa contaba con auténticos profesionales que diseñaron el sistema. Pero, gracias a mis artimañas femeninas, un alto directivo me invitó a ayudar en mi tiempo libre. Solo yo. Aproveché la oportunidad y, en mis días libres, llegaba temprano por la mañana e intentaba ser parte del equipo. Era un ambiente muy masculino. Intenté quedarme a pesar de las pretensiones de trato especial. "¿No serás de esas feministas que se ponen a llorar a Recursos Humanos si un hombre te hace un cumplido o una palmadita en el trasero?", me había preguntado el hombre que me invitó primero. Lo llamaremos XX. Le aseguré que no, anticipándome a su respuesta. "Trabaja duro, diviértete mucho", fue algo que dije en mi negación de unos valores a los que obviamente se oponía. Así que las dos veces que XX me presentó como su amante, le seguí la broma. Otro error estúpido. Como ejemplo de mi entorno, después de que un hombre Y del departamento me enseñara a usar parte de un programa que calcula las faltantes de existencias, me hizo sentarme a probarlo y me dio un masaje que no pedí temprano por la mañana. Pues bien, XX se acercó y bromeó sobre que Y le había metido las manos a su novia. Tuvieron un momento de camaradería cuando el hombre Y le preguntó si hablaba en serio, diciendo algo sobre la esposa de XX, a lo que XX se retractó y dijo algo como: "Es solo una broma. Me encantaría en mis fantasías, pero es propiedad de la empresa, hermano". ¡¿Propiedad de la empresa?! ¡Estaba sentada allí mismo! Me tensé, pero intenté fingir que estaba absorta en la clase de informática mientras XX se iba y el hombre Y volvió a masajearme, pero esta vez con más intensidad. Bajó por mi espalda baja y la parte superior de los glúteos, luego por los brazos hasta los muslos, impidiéndome hacer cualquier trabajo mientras me rozaba el pecho con los antebrazos y las manos. Me sentí tan débil y casi paralizada cuando me obligué a levantarme para ir al baño, deteniéndolo. Podría haberlo hecho al principio, pero no lo hice. Más tarde, ese mismo día, XX me invitó a almorzar con él y a tomar una cerveza en un bar con mesa de billar. Tenía 20 años, pero no me pidieron el DNI porque estaba con XX. Casi nunca jugaba al billar y, mientras esperábamos la comida, él me "enseñó" a jugar. Se burló del cliché del cine y la televisión donde un hombre hace que una mujer se incline sobre la mesa de billar para disparar, solo para presionar su entrepierna contra su trasero en un gesto sugerente y luego inclinarse sobre ella con los brazos a cada lado para enseñarle a deslizar el palo. ¡Pero mientras bromeaba, me hizo esas cosas a mí! Fue un buen día para mis dos principales abusadores y un día horrible para mí. XX me abrazó mientras nos levantábamos riéndonos y, al parecer, ahora tenía licencia para abusar de mi cuerpo cuando quisiera. Me volví insensible en algunos aspectos, pero emocionalmente estaba más nerviosa. Me tocaban el trasero o me azotaban juguetonamente en el departamento, incluso por parte de un hombre Y. Algunos otros hombres eran muy coquetos. Me frotaban los hombros, me abrazaban incluso al saludo más breve con XX, y finalmente se suponía que también me acostumbraría a los pequeños besos en los labios. Sentía una constante angustia mental y una actitud defensiva. Mi cuerpo podía ser atacado en cualquier momento. ¡Pero no me defendí! Les decía claramente a XX y a algunos otros que quería ser respetada y considerada como una más y tener un trabajo allí cuando me graduara, y ellos lo afirmaban. Los dos principales abusadores me animaron, pero aun así me acosaron sexualmente. ¡Con mi bendición estúpida! El semestre terminó y seguí yendo a diario durante las vacaciones de verano. Era mi única vía de escape para un posible trabajo después de graduarme un año después. Estaba tan preparada que no fue un gran salto cuando XX me presionó para que se la hiciera en su oficina. Me negué con una sonrisa y un movimiento de cabeza, y él respondió con una justificación: que le debía una, que lo necesitaba en ese preciso instante. No aceptaba un no por respuesta. La primera vez que me arrodillé frente a su escritorio y lo tomé en mi boca, me temblaban las manos, se me saltaron las lágrimas y tuve que escurrir los mocos. ¡Yo era la que estaba avergonzada! Fue como una experiencia extracorpórea, y se me secó la boca hasta el punto de tener que pedirle un poco de su bebida energética. En mi interior, hubo un cambio enorme de inmediato. Quedé destrozada por todo orgullo y autoestima. Era como un zombi. Apenas comía. Mucho café. Aparecía, hacía los informes que se habían convertido en mi responsabilidad y, mecánicamente, le daba a XX su mamada diaria por la tarde en su pequeña y sosa oficina con una ventana pequeña. Empecé a tener migrañas ese verano. Conduje a casa para el 4 de julio y me emborraché tanto que acabé durmiendo con el exmarido de mi hermana, mucho mayor, en la parte trasera de su camioneta. Esa fue una terrible llamada de atención. Sabía que no podía fingir mucho más sin una crisis nerviosa, así que pasé mis dos semanas en la empresa de alquiler de coches donde trabajaba gratis. Para asegurar mi futuro, me aseguré de mantener un ambiente amistoso y de decir "sabes que volveré a trabajar aquí el año que viene". La idea de que todo el tiempo y la humillación que había invertido se perdieran en nada era un gran miedo. Me sometí a eso durante las últimas dos semanas. Tuve sexo rápido con XX dos veces encima y encima de su escritorio. Cedí a la presión extrema y también le hice una mamada a Y cuando lo mencionó explícitamente por una carta de recomendación. Sabía que lo hacía por XX. Ni siquiera tenía despacho propio y teníamos que usar las escaleras. Durante mi último año de universidad, me di cuenta de que estaba demasiado traumatizada como para volver allí. El grado de utilización y abuso que había sufrido se hizo evidente para mí, cuando antes no. Como si hubiera estado viviendo en una neblina de negación. Fue una época dolorosa. Fui un poco imprudente. Saqué una C en la asignatura optativa de economía de alto nivel que cursé. Acepté varias citas para evitar estar sola y, o bien me acosté con ellas, o bien me enfurecí. Al ver que necesitaba la falsa pasantía de alquiler de coches en mi currículum, les escribí a ambos abusadores para pedirles cartas de recomendación y recibí una buena del hombre Y, pero una muy impersonal y genérica de XX. Estaba tan abatida y enfadada. Finalmente, se lo conté a mi hermana, la que me confrontó por su exmarido. SE LO CONTÉ TODO Y ESE FUE MI PRIMER PASO HACIA LA RECUPERACIÓN. A desahogarme, a gritarme en el espejo, a golpear el saco de boxeo en un gimnasio al que me apunté, y a ver a mi primer psicólogo y psiquiatra. La terapia me ayudó más que el Celexa y el antipsych. El grupo de apoyo me ayudó aún más. Conocí a dos amigas para toda la vida que me apoyan en momentos de dolor. Debo repetir que no es mi culpa haber sufrido abuso, aunque en parte sí lo fue. ¡No dejes que te pase! Te quitarán todo lo que puedan. ¡Planifica tus límites ahora y sé asertiva! Denuncia el acoso inmediatamente. Al hacerlo, te convertirás en una heroína y protegerás a otras mujeres y a ti misma. Si ya has sufrido abuso, ¡sal de la situación y habla con alguien cuanto antes! ¡No ganas nada permitiendo que el abuso continúe! Hablar con alguien lo hace real y te permite comenzar a odiar menos y a aprender a amarte de nuevo. Mereces amor verdadero.

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    Violación en fraternidad

    Este es otro incidente de mi historia de supervivencia. EMPEZÓ CON MI HERMANO. Me estoy preparando para el incidente con la policía. Por favor, lean mi historia para contextualizarla. Escribirla me causó dolor de espalda. Estaba en mi segundo año de filosofía en la universidad. Recientemente había viajado a Portugal con un hombre mayor y amable que básicamente me invitó con el acuerdo de que sería su amante a cambio de un viaje gratis. Había sido cliente mío en el restaurante y acepté su propuesta por diversión, y lo pasé genial. Eran mis vacaciones de primavera. Fueron unos años en los que fui muy promiscua después de haber sido abusada por mi hermano durante años en casa y reprimida en un instituto católico como castigo parental por haber iniciado una relación sexual con un chico de mi edad. Cuando una chica de mi curso de lógica, que cursaba Derecho, me invitó a una fiesta de fraternidad, pensé que estaría bien pasar tiempo con gente de mi edad. Las fraternidades y hermandades no eran lo mío y siguen sin serlo. Después de hacer una parada de barriles para impresionar a desconocidos, buscaba el baño de arriba porque la cola para el de abajo era larga. Había varias chicas esperando, y un chico que me había sujetado una pierna para la parada de barriles empezó a coquetear conmigo y se ofreció a llevarme a un baño secreto. El baño era de verdad, pero luego me hizo señas para que pasara a una habitación de enfrente, donde había otros dos hermanos de fraternidad. Estaba un poco nerviosa, pero con los otros chicos allí, me sentí un poco más tranquila al saber que no solo intentaba llevarme a la cama. Estaba abierta a encontrar un chico atractivo, para ser honesta, pero él no lo era. Los otros dos tampoco. Me senté a charlar con ellos, bebiendo pequeños tragos de whisky de canela y poniéndome más nerviosa cuando alguien intentó entrar por la puerta de la habitación, pero estaba cerrada. Mi chico les gritó que se fueran. Entonces intenté levantarme e irme, pero me tiraron de vuelta a mi asiento en la cama. Soy bajita, así que me dominan fácilmente. “No puedes irte todavía. Apenas te estamos conociendo”, dijo un violador. “Aquí no se permiten provocaciones”. “¿Qué tengo que hacer para volver con mi amiga?” Pregunté algo así, pero usé su nombre. Se miraron con sonrisas maliciosas y me arrepentí de la pregunta. Lo que uno de ellos propuso fue un concurso de mamadas en el que tenía veinte segundos para hacer que cada una se corriera, pero tenía que ir en círculo hasta que una lo hiciera y entonces era eliminada y yo tenía que hacer las tres. Así que se pararon en tres lados de la cama, conmigo en el medio, y sacaron sus penes. Una tenía un cronómetro y, sin dudarlo, empecé a chupar la que estaba más cerca. Quería salir de allí y les tenía miedo físico. Era para evitar cualquier violencia y ni siquiera darles la satisfacción de pensar que me obligaban a hacer algo. Así que di vueltas y vueltas, agotada. Veinte segundos era demasiado poco y me habían quitado toda la ropa. Me detuve y le pregunté al que inventó el juego durante 60 segundos. De repente, mis piernas me apartaron violentamente del que estaba detrás de mí. Él me separó las piernas y empezó a follarme rápidamente. Ni siquiera le vi la cara hasta después. El que había estado hablando se subió a la cama y empezó a hacérmelo en la boca. No sé, me lo metió en la boca. Me agarró la cabeza con ambas manos, me la metió a la fuerza y me golpeaba la cara tan fuerte como el chico que estaba detrás de mí. Tuve que mantenerme arqueada sobre los codos para evitar que me arrancara el pelo y me mantuviera a su altura. Nunca me había pasado algo así. Siempre había sido con una sola pareja a la vez. Eran crueles y yo me esforzaba por seguirles el ritmo. Después de que terminó esa locura y ambos se saciaron dentro de mí, el chico original me subió a la cama y dijo algo así como: "Solo me queda un agujero". Yo no estaba acostumbrada al sexo anal por aquel entonces. Le ofrecí ir a lavarme si por favor no me hacía sexo anal. Se rió y negó con la cabeza. Así que, tumbado boca arriba con las piernas abiertas, me echó un chorrito de gel de aloe vera de la mesita de noche y me observó cara a cara mientras se masturbaba, embestida a embestida. Vio el dolor en mi cara que no podía ocultar. Tuve que besarlo mientras ella me hacía daño. Incluso cuando se excitaba rápido, le llevó un rato. Uno de ellos nos miraba, sonriendo de lado, y el otro jugaba con su móvil, creo que sacando fotos. Los móviles aún no grababan vídeos. El sonriente preguntó una vez: "Tío, ¿de verdad lo tiene en el culo?". Cuando terminó conmigo, me dio las gracias y se fue. Dijo que tenía responsabilidades. El del móvil también se fue. Intenté irme. "No tan rápido", dijo el otro, empujándome hacia abajo. Le dije que había hecho todo lo que querían y más, y le pedí que me fuera. Me dijo que era la tía más buena con la que se había acostado y que quería una segunda ronda. Yo solo quería largarme de allí. Un obstáculo más. Lo mordisqueé un rato para que se excitara un poco y lo metí dentro. Falló y tuve que repetirlo. Al final, usé todos los trucos posibles, como fingir orgasmos, tener uno real y decirle guarradas, para que se corriera dentro de mí. Estaba tan temblorosa y agotada después de ser su puta durante tanto tiempo que me costaba vestirme. Temía que me detuviera, y lo hizo. Le dije que solo quería orinar y limpiarme, y le pregunté si podía dormir en su cama con él; solo un truco. Funcionó. Le di las gracias, cerré la puerta con indiferencia y bajé corriendo las escaleras sin llamar demasiado la atención. Mantuve una sonrisa en la cara mientras salía por la puerta principal y del porche. Me mantuve en secreto durante una manzana antes de echar a correr lo más lejos posible. De hecho, me aterraba que alguien me persiguiera hasta que estuve fuera del barrio, lejos del campus, en una gasolinera. Pedí un taxi y me fui a casa. Mi compañera de piso dormía en su habitación y yo me senté en la ducha. En mi historia, usé esto como ejemplo de cómo evité ser violada simplemente dejándome llevar cuando me encontraba en una situación de violación. Pero esto se sintió como una violación. Volví a salir de fiesta y a consumir alcohol y marihuana para amortiguar el impacto y sentirme artificialmente a gusto. Y a tener sexo casual con hombres atractivos. Pero esto fue una violación. Me violaron en grupo. Quizás sea mejor para mí que si hubiera intentado luchar contra ellos y hubiera perdido, pero aun así es horrible y me deja con dolor, culpa y miedo.

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    De un sobreviviente
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    Que se joda la universidad

    Mi historia comenzó cuando tenía 16 o 17 años. Trabajaba en un restaurante y estaba enamorada de mi jefe, que era mayor que yo. Cuando digo mayor, me refiero a 35. Creía que ya era mayor, aunque solo era una bebé, y él no tenía ningún problema en aprovecharse. Lo que me ocurrió durante aproximadamente un año y medio me atormenta y horroriza. Todo culminó con un intento de suicidio justo después de cumplir los 18. Luego busqué ayuda y me fui a la universidad. Se suponía que este sería mi nuevo comienzo. Lamentablemente, no fue así. Conocí a un monstruo, una persona que me sigue en mis pesadillas y me despierta de un sueño profundo cada noche cuando sueño con su rostro. Yo seguía siendo inocente y creía que me amaba. En cambio, me puso un bebé dentro y me golpeó y violó con tanta saña cuando se enteró que pensé que iba a morir por la cantidad de sangre. Sufrí un aborto espontáneo y me desmoroné una vez más. Seguía teniendo solo 18 años. Intenté suicidarme una vez más, lo que me llevó a un hospital psiquiátrico infernal. Me despojaron de toda mi ropa y de todas mis opciones. Sufrí dolores todo el verano y sufrí ataques de pánico tan fuertes que me despidieron del trabajo y necesitaba atención médica cada vez que ocurrían. No pude asistir a clases durante un año y medio. Mi monstruo seguía apareciendo, ahora en forma de detonantes. Un sombrero blanco, el olor a colonia, incluso un tono de voz particular. En todo esto, la policía del campus me hizo sentir que era mi culpa. Sé que nadie en la tierra pediría esto. Si fue mi culpa, y yo la pedí, ¿por qué sigo muriendo de dolor cada día tres años después?

    Estimado lector, esta historia contiene lenguaje autolesivo que puede resultar molesto o incomodo para algunos.

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    No estás solo en tu experiencia.

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    De un sobreviviente
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    Confié en él y él abusó de eso.

    Sigo enfadada. Mi novio de 4 años me violó en enero. Habíamos hablado de tener hijos. De matrimonio. De nuestro futuro juntos. Le confié mi vida. Él lo sabía, y a menudo me pregunto si lo usó. Me dio un comestible y me animó a beber. Pensé que solo querría lo mejor para mí, así que obedecí. Como dije, le confié mi vida. Me desmayé. Recuerdo unos 5 minutos de todo el calvario de 4 horas. Recuerdo haber dicho que estaba mareada y que quería dormir, y él me dijo que la única forma de no enfermarme por beber (que era uno de mis grandes miedos) era tener sexo. Estaba tan borracha que no podía sostenerme. Me caí de bruces varias veces. Fueron 4 horas. 4 horas en las que él se aprovechó de mi inconsciencia. Debido a algunos problemas de salud, no podía tener sexo con él estando consciente, así que supongo que él se involucró cuando yo no estaba consciente. Sigo enfadada. Pero esa es la cuestión: estoy molesta por la situación, pero no lo odio. Mucha gente me pregunta por qué sigo con él después de lo que hizo. No es tan simple. Apoyo a la gente que perdona a sus abusadores. Apoyo a la gente que no perdona a sus abusadores. Ahora mismo, él sigue en mi vida porque vive cerca y está pasando por mucho, e intento ayudar en lo que puedo. Pero también soy plenamente consciente de mis propias limitaciones y de lo que puedo manejar. Lo estoy ayudando desde una distancia emocional. Odio lo que hizo, pero no lo odio. Aún no lo he dejado, y no tengo que hacerlo. Deja de intentar completar el final de mi historia y déjame escribirlo yo misma.

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    Actividad de puesta a tierra

    Encuentra un lugar cómodo para sentarte. Cierra los ojos suavemente y respira profundamente un par de veces: inhala por la nariz (cuenta hasta 3), exhala por la boca (cuenta hasta 3). Ahora abre los ojos y mira a tu alrededor. Nombra lo siguiente en voz alta:

    5 – cosas que puedes ver (puedes mirar dentro de la habitación y por la ventana)

    4 – cosas que puedes sentir (¿qué hay frente a ti que puedas tocar?)

    3 – cosas que puedes oír

    2 – cosas que puedes oler

    1 – cosa que te gusta de ti mismo.

    Respira hondo para terminar.

    Desde donde estás sentado, busca objetos con textura o que sean bonitos o interesantes.

    Sostén un objeto en la mano y concéntrate completamente en él. Observa dónde caen las sombras en algunas partes o quizás dónde se forman formas dentro del objeto. Siente lo pesado o ligero que es en la mano y cómo se siente la textura de la superficie bajo los dedos (esto también se puede hacer con una mascota, si tienes una).

    Respira hondo para terminar.

    Hazte las siguientes preguntas y respóndelas en voz alta:

    1. ¿Dónde estoy?

    2. ¿Qué día de la semana es hoy?

    3. ¿Qué fecha es hoy?

    4. ¿En qué mes estamos?

    5. ¿En qué año estamos?

    6. ¿Cuántos años tengo?

    7. ¿En qué estación estamos?

    Respira hondo para terminar.

    Coloca la palma de la mano derecha sobre el hombro izquierdo. Coloca la palma de la mano izquierda sobre el hombro derecho. Elige una frase que te fortalezca. Por ejemplo: "Soy poderoso". Di la oración en voz alta primero y da una palmadita con la mano derecha en el hombro izquierdo, luego con la mano izquierda en el hombro derecho.

    Alterna las palmaditas. Da diez palmaditas en total, cinco de cada lado, repitiendo cada vez las oraciones en voz alta.

    Respira hondo para terminar.

    Cruza los brazos frente a ti y llévalos hacia el pecho. Con la mano derecha, sujeta el brazo izquierdo. Con la mano izquierda, sujeta el brazo derecho. Aprieta suavemente y lleva los brazos hacia adentro. Mantén la presión un rato, buscando la intensidad adecuada para ti en ese momento. Mantén la tensión y suelta. Luego, vuelve a apretar un rato y suelta. Mantén la presión un momento.

    Respira hondo para terminar.