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Cuando tenía 14 años, un chico un año mayor en mi clase era blanco y se crio en una casa europea con padres que no ocultaban las escenas de besos cuando las pasaban en la televisión. Lo normalizaron hasta el punto de que este chico intentaba usarme como objeto y solo me veía con intenciones lujuriosas. Las cosas que hacía físicamente y en línea eran demasiadas y tan abrumadoras que mi mente decidió olvidarlas. Hasta que me di cuenta de cómo se aprovechaban de mi ingenuidad y él me obligaba a salir con él. Me llevaba a lugares donde no había nadie y me besaba incluso cuando le decía que no. Me tocaba y me miraba bajo la falda varias veces y yo no podía hacer nada porque entonces me hacía sentir culpable o minimizaba lo que hacía y decía que era normal porque sus padres tenían condones en casa todo el tiempo, así que no era nada. Siempre hacía referencias sexuales y yo me sentía incómoda, y cuando él tenía contacto físico no podía hacer nada más que llorar en casa porque también me amenazaba con su vida como forma de manipulación. Algo demasiado para una niña de 14 años. Tuve una especie de reacción de huida, no pude hacer nada para detenerlo ni contárselo a mis amigos. Han pasado algunos años y no sé cómo contactar a sus padres ni si van a defender a su asqueroso hijo. Estoy traumatizada y no sé cuál es el siguiente paso porque no soporto que se haya salido con la suya.