NUNCA ES DEMASIADO TARDE

Escribí este poema después de leer 30 páginas de Madwoman, de Chelsea Bieker. Algo estalló en mí. Sacó a la luz un poema que llevaba en las entrañas... Nunca he escrito un poema. Aquí está. Nunca es tarde. Nunca es tarde para renunciar al odio que me infligió un réprobo que vivió, residió o nunca, pero se confió en un estado de odio, un miedo tan injusto, una fuerza que no pude divorciar, una violencia que nunca fue silencio en la mente de mi cuerpo y cerebro de niña. Todo se internalizó como la verdad de la vida en una casa de mentiras, donde la mente tomó el control y reprodujo un disco o una cinta, pero las noticias falsas, después de un tiempo, son noticias para toda la vida de un cuidador masculino totalmente loco que nunca encontró su mejor versión, sino que invirtió en un niño que podría anidar para ingerir sus vapores tóxicos y sus formas y medios. Nunca los niños pudieron mantenerlo a raya. Un día, uno o dos, pero sólo unos pocos se han convertido en él y no en ellos. Estarán enojados, traicionados y se culparán a sí mismos por el odio de su estructura, separándose sólo para encontrar una carretera hacia un refugio en el que deben aprender a anidar nuevamente y dejar de mirar a este monstruo principal de la vida y hacia la canasta a la que finalmente volaron porque sabían, realmente sabían que podían y encontrarían un amigo y una manera de renovarse e incluirse en un abrazo eterno de amor propio y valor.