Esperanza

El año pasado le conté a mi consejera que mi esposo había abusado de nuestro hijo, mi hija y de mí durante 20 años. Ella tuvo que contactar al DCF y yo no tenía ni idea. Así que lo hizo, y ellos me contactaron. Les conté con lujo de detalles sobre el horrible abuso y el miedo que vivíamos. Les di una prueba en video y les expliqué que mis dos hijos habían sufrido un trauma y que quería que recibieran terapia. Ubicación El DCF me aseguró que no le harían saber que había hablado con mi consejera porque me ponía en riesgo de sufrir más violencia doméstica. Vinieron a casa y les hicieron preguntas a todos, menos a mí, por separado. Luego le dijeron a mi esposo que yo fui quien se lo contó a mi consejera. Escuché a un trabajador social decírselo en el porche. Empezó a usar sus habilidades narcisistas para persuadirlos de que pensaran diferente y los engañaron. Ni siquiera pudieron darse cuenta de que mis hijos estaban traumatizados y que intentaban proteger a su abusador mintiendo sobre el abuso. No tengo ninguna fe en el Departamento de Niños y Familias de Ubicación, y nunca la tendré. Ayer nos retuvieron en nuestra casa y, una vez más, nos hicieron daño. Intenté filmarlo y mi hija adolescente le dijo a su padre que lo estaban filmando. Está tan unida al trauma que no le importó si su propia madre intentaba proteger a la familia del monstruo en nuestra casa. Conoce a la policía debido a su participación en la iglesia, pero nadie sabe lo que sucede tras nuestras puertas. Nos dice que si intentamos ir en su contra, acabará con nosotros. Después de tanto dolor, no podemos evitar creerle. Por favor, oren si oran. No me juzguen porque si supieran cuánto he contactado solo para que se vuelva narcisista para evadir la responsabilidad, ustedes también estarían aquí tratando de proteger a sus hijos.