Sé el ayudante.

Este mes se cumplen 5 años de mi renuncia a un trabajo que amaba, tras sufrir represalias por denunciar el acoso sexual de una joven por parte de su jefe, lo que culminó con el lanzamiento de una silla al otro lado de la habitación. Alzar la voz tuvo consecuencias. Me aislaron, me prohibieron asistir a reuniones y me impidieron acceder a los proyectos que me habían asignado. Fue traumático en aquel momento, estresante y me generó ansiedad. Renuncié. Todo por alzar la voz, hacer lo correcto e intentar proteger a otras jóvenes de experimentar la misma masculinidad tóxica. Cinco años después, puedo decirles que sigue siendo difícil. A menudo me pregunto por las noches si hice lo correcto. Perdí la economía familiar. Perdí la confianza. Sin embargo, no perdí mi historia ni mi integridad. Poco a poco estoy recuperando mi fortaleza. Acepto que tomé el camino más alto, que nunca es el más fácil. Las cosas que más valen la pena son las más difíciles. Quiero siempre ser de las que ayudan. Si alguien está considerando hablar sobre lo que ve que les sucede a otras personas, sepa que no será fácil, pero valdrá la pena.