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Respuesta por Dr. Laura
Enfermera de Salud Mental con Doctorado y Examinadora de Enfermera de Agresión Sexual
Gracias por compartir tu historia con nosotros. Primero, quiero reconocer tu valentía al compartir algo tan difícil y doloroso. Los sentimientos de culpa y asco que describes son comprensibles, pero quiero ayudarte a comprender mejor esta compleja situación. Lo que describes refleja el profundo impacto de tu exposición temprana a contenido sexual para adultos y experiencias inapropiadas con adultos en línea. Cuando los niños se exponen a material sexual o experiencias sexualizadas antes de estar listos para su desarrollo, pueden imitar o explorar lo que han visto sin comprenderlo del todo. Esto a veces puede llevar a interacciones con otros niños que, en retrospectiva, resultan confusas o perturbadoras.
Determinar si una experiencia se considera Abuso Sexual Infantil (ASI) o juego sexual infantil puede ser complejo. El ASI suele implicar un desequilibrio de poder, coerción o fuerza, mientras que el juego sexual infantil generalmente ocurre entre niños de edad similar que exploran por curiosidad, sin intención de dañar ni manipular. La diferencia también incluye factores como diferencias significativas de poder, edad o desarrollo, y comportamientos que replican la actividad sexual adulta. En su caso, dado que tanto usted como su hermano eran niños y que en ese momento lo percibieron como un juego, parece que su comportamiento surgió de la curiosidad influenciada por una exposición inapropiada, sin intención de dañar, aunque reconoce que tenía más conocimiento sexual que su hermano debido a su exposición previa.
Es fundamental recordar que fuiste víctima de explotación por parte de adultos que se aprovecharon de tu vulnerabilidad infantil. Esos adultos son completamente responsables de dañarte. Como resultado de esa victimización, desarrollaste comportamientos sexualizados que no eran típicos para tu edad. A los diez años, aún estabas aprendiendo sobre límites y comportamientos apropiados, y tu hermano menor estaba aún menos preparado para comprenderlos. Esto no te convierte en una mala persona; te convierte en un superviviente de un trauma que manifestó síntomas comprensibles.
Sentirte culpable y disgustado contigo mismo es una carga pesada, pero es importante reconocer que, de niño, no tuviste la madurez ni la comprensión necesarias para comprender plenamente las implicaciones de tus acciones. No tuviste la culpa de estar expuesto a contenido inapropiado, y te dejabas llevar por sentimientos complejos y la curiosidad sin la guía adecuada. La culpa que sientes es real, pero está dirigida a ti mismo cuando debería estar dirigida a los adultos que te hicieron daño.
Podría ser útil hablar con un profesional de la salud mental que te brinde un espacio seguro para explorar estos sentimientos con más profundidad. Puede ofrecerte apoyo y ayudarte a procesar tus emociones, permitiéndote encontrar compasión por tu yo más joven. Te recomiendo encarecidamente que busques apoyo terapéutico especializado en trauma infantil y victimización sexual. Recuerda que no estás solo/a, y buscar ayuda es un paso firme y valiente hacia adelante. Mereces sanación y compasión, especialmente hacia ti mismo/a.
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Actividad de puesta a tierra
Encuentra un lugar cómodo para sentarte. Cierra los ojos suavemente y respira profundamente un par de veces: inhala por la nariz (cuenta hasta 3), exhala por la boca (cuenta hasta 3). Ahora abre los ojos y mira a tu alrededor. Nombra lo siguiente en voz alta:
5 – cosas que puedes ver (puedes mirar dentro de la habitación y por la ventana)
4 – cosas que puedes sentir (¿qué hay frente a ti que puedas tocar?)
3 – cosas que puedes oír
2 – cosas que puedes oler
1 – cosa que te gusta de ti mismo.
Respira hondo para terminar.
Desde donde estás sentado, busca objetos con textura o que sean bonitos o interesantes.
Sostén un objeto en la mano y concéntrate completamente en él. Observa dónde caen las sombras en algunas partes o quizás dónde se forman formas dentro del objeto. Siente lo pesado o ligero que es en la mano y cómo se siente la textura de la superficie bajo los dedos (esto también se puede hacer con una mascota, si tienes una).
Respira hondo para terminar.
Hazte las siguientes preguntas y respóndelas en voz alta:
1. ¿Dónde estoy?
2. ¿Qué día de la semana es hoy?
3. ¿Qué fecha es hoy?
4. ¿En qué mes estamos?
5. ¿En qué año estamos?
6. ¿Cuántos años tengo?
7. ¿En qué estación estamos?
Respira hondo para terminar.
Coloca la palma de la mano derecha sobre el hombro izquierdo. Coloca la palma de la mano izquierda sobre el hombro derecho. Elige una frase que te fortalezca. Por ejemplo: "Soy poderoso". Di la oración en voz alta primero y da una palmadita con la mano derecha en el hombro izquierdo, luego con la mano izquierda en el hombro derecho.
Alterna las palmaditas. Da diez palmaditas en total, cinco de cada lado, repitiendo cada vez las oraciones en voz alta.
Respira hondo para terminar.
Cruza los brazos frente a ti y llévalos hacia el pecho. Con la mano derecha, sujeta el brazo izquierdo. Con la mano izquierda, sujeta el brazo derecho. Aprieta suavemente y lleva los brazos hacia adentro. Mantén la presión un rato, buscando la intensidad adecuada para ti en ese momento. Mantén la tensión y suelta. Luego, vuelve a apretar un rato y suelta. Mantén la presión un momento.
Respira hondo para terminar.