parte de mi historia

No sé en qué momento empezó. Fue mi padre. Yo era una niña. Era la favorita de todos nuestros hermanos y hermanas. Siempre era sutil. El contacto físico cuando me acostaba en su cama, las palmadas en el trasero o los comentarios como «Eres tan bonita que si yo tuviera tu edad y no fueras mi hija, estaría contigo», se sumaban a las caricias cuando me subía a sus piernas. Me llevó muchos años comprender que esto, sumado al hecho de que él no me veía como un padre normal ve a una hija, me dolía muchísimo. Me sentía como un trofeo, como una extensión de su cuerpo. Descubrí que todo esto era abuso hace más de un año y medio. Cuando me di cuenta en terapia, lloré mucho. Me sentí muy culpable por lo sucedido, y aún hoy me pregunto si no me lo estoy inventando todo, ya que todo es plausible y existió en la realidad; simplemente no quería verlo como abuso. Mi hermano mayor también abusó de mis hermanas y de mí; sin embargo, nunca he podido contarle a mi familia sobre mi padre. Viendo el dolor que han sentido con la noticia de mi hermano (aliviada por una de mis hermanas), veo que solo generaría inconvenientes y dolor en mi familia. Y siendo pragmática, no lograría nada revelándole la noticia a mi familia, salvo complicaciones. Sé que si mis hermanas lo supieran, querrían hablar con mi padre, y mi padre, al saberlo, podría dejar de pagar la pensión alimenticia de mi hermana menor y mía. Y considerando que estamos en la universidad, es algo que no puedo permitirme. Pero no voy a mentir, siento asco cada vez que hablo con él; desearía no tener que hablar nunca con él.