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Tenía 21 años y llevaba solo dos meses con mi (ahora ex)novio. Lo conocí por internet. Era dulce, encantador y amable. Al menos, eso parecía. Había estado en su casa varias veces. Vivía con otro chico en casa de una señora mayor. La casa tenía dos plantas. Se entraba por la puerta principal, a la izquierda estaba la pequeña cocina, subías un tramo de escaleras y justo enfrente estaba la puerta de su dormitorio. Esa noche me quedaba a dormir en su casa. Ya lo había hecho antes. Acabábamos de cenar y ahora estábamos acurrucados en su cama, bastante pequeña, viendo vídeos de YouTube. Era alrededor de medianoche, finales de enero. Estaba tumbado detrás de mí. Mientras miraba el vídeo, sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo. Al principio no me molestó demasiado. Al principio. Pero entonces empezó a tocarme el trasero, a apretarme los pechos y a meter la mano en mi ropa interior. Me sentí incómoda y le pedí que parara. Lo hizo. Pero apenas unos segundos después, volvió a empezar. Así que le pedí de nuevo que parara. Y lo hizo de nuevo, pero solo por unos segundos. Llegados a este punto, probablemente debería dar algo de información sobre él. Mide 206 cm (6'9), va al gimnasio a diario, creció en condiciones precarias y tenía algunos problemas de ira. Después de pedirle que parara y decir "no" varias veces, le quité la mano de la vagina (varias veces). Pero eso tampoco lo detuvo. Fue entonces cuando me asusté. No reaccionó a mi resistencia verbal ni física. Subconscientemente, evalué mis opciones. O salía de ahí, me subía a un tren y me iba a casa. O me preparaba para una experiencia desagradable y probablemente traumática, para evitar una situación más peligrosa. Así que dejé de resistirme y simplemente seguí adelante. Rompí con él poco después de ese incidente. Y entonces mostró su verdadera cara. Y lo aterrador y peligroso que es en realidad. Se enojó mucho conmigo por terminar con él, amenazó con suicidarse y fingió que lo haría. Y luego empezó a insultarme. Puedo decir que tenía miedo. Tres meses después, fui a ver a mi terapeuta y se lo conté. Además, le enseñé los mensajes aterradores que me había enviado. (Sí, terminé con él por mensaje de texto por mi propia seguridad). Solo después de hablar con ella me di cuenta de algunas cosas: 1. Le había dejado muy claro que no quería tener sexo con él ni hacer nada sexual. 2. Que me diera por vencida y dejara de resistirme no significaba que yo diera mi consentimiento. Claramente, no había dado mi consentimiento. 3. Estaba en una situación peligrosa. La puerta estaba cerrada. Él es mucho más alto y fuerte que yo. Tiene problemas para controlar su ira y guarda algunas armas (cuchillos) en su habitación. Así que es muy posible que si me hubiera resistido con más fuerza, habría corrido mucho más peligro. Y finalmente 4. No fue mi culpa. Nada de eso. No me respetó ni respetó lo que yo quería, o en este caso, lo que no quería. Violó mi confianza. Solo quería lo que quería, sin importarle si yo también lo quería. Así que esa es mi historia. Apenas es abril, así que no ha pasado mucho tiempo desde que esto sucedió. Sé que soy muy afortunada de poder ir a mi terapeuta, hablar con ella sobre esto y superarlo con ella.