El miedo que me sigue de Nombre del sobreviviente

¿Recuerdas lo aterrador que fue el primer día de instituto? Edificio nuevo, clases nuevas, caras nuevas. Conozco a mucha gente de mi curso desde kínder, pero ahora andan por ahí los de último año, con las llaves del coche y novios ya establecidos. Muchos me dan miedo. "Bueno, vamos a buscar la primera hora". Después de haber pasado por todas las clases menos una, mis nervios empezaron a calmarse. Biología era la última hora del día, con Profesora. Entro por la puerta y reconozco a algunas personas cuando empieza a asignarnos los asientos alfabéticamente. Encontré mi asiento cerca del frente del aula, me giré y vi la nuca de un chico. "Qué pelo tan bonito". Pronto descubriría que se llamaba Nombre 2 y me parecía atractivo. Aún no había hablado con él y me negaba a enamorarme. Esto continuaría hasta principios de septiembre, cuando nos sentamos juntos. Mis dudas sobre enamorarme se desvanecieron rápidamente. Le contaba a todo el mundo de confianza sobre él. Estaba coqueteando y pasándolo bien. Al final de una clase, le pregunté si quería estudiar un rato en la biblioteca. Durante la fiesta de bienvenida, le envié un mensaje directo por Instagram para ver si estaba allí. Al día siguiente, ingresé en un centro de internado por problemas de salud mental no relacionados. Estuve fuera como un mes. Durante ese tiempo, esperaba que al volver todavía estuviéramos sentados juntos. No fue así. Después de volver, quise mantener un perfil bajo y terminar mis estudios. Durante tres meses, eso fue exactamente lo que hice. De finales de octubre a diciembre, estuve enamorada, pero no me animé a decírselo a nadie. Una vez que volvimos para el semestre de primavera, las cosas empezaron a ir cuesta abajo rápidamente. Estoy sentada en una mesa al fondo con uno de los mejores amigos de Nombre 2, Nombre. Un día, empieza a insistirme para que descubra de quién estoy enamorada. Se me escapó que era Nombre 2 y ahora se me han abierto las puertas. Todos los días al final de la clase, Nombre llamaba a Nombre 2 mientras me hacía preguntas inquietantes sobre sus genitales o los de Nombre 2. O cosas sobre mi cuerpo. Estaba realmente horrorizada. Cuando le decía quién me gustaba, nunca pedí esto. Nunca quise esto. Esto continuó hasta principios de febrero. Mi asiento no cambió por un tiempo, pero el de ellos sí. Nombre 2, Nombre y sus otros dos amigos estaban sentados al frente del salón. Los escritorios se alineaban a los lados del salón y estaban directamente en diagonal desde mí. Con los cuatro juntos, era una mentalidad de pandilla acosarme e intimidarme. Sentía como si todos los días escuchara mi nombre y un comentario sexual. Todo esto culminó un día cuando vimos un episodio de Bill Nye sobre la ley de la atracción. Estuve incómoda durante todo el asunto. Nombre 2 y sus amigos debieron darse cuenta, ya que una vez que terminó el episodio, escuché a Nombre gritar mi nombre desde el otro lado de la habitación. "¡Nombre del sobreviviente, Nombre del sobreviviente! ¡Miren esto!" Para mi horror absoluto, me giré para ver a un chico en una silla y a otro a horcajadas sobre él, fingiendo estar besándose. Claramente se suponía que éramos Nombre 2 y yo. Quedaban unos minutos de clase y estaba tratando de contener las lágrimas. "¿De verdad estaba pasando esto? ¿Soy una broma?" Intenté ignorarlo, pero me di cuenta de que se había salido de control. Hablé con Nombre de la maestra después de clase para contarle lo que estaba sucediendo. Rompo a llorar mientras explica que esto es acoso e intimidación. Me llevó al psicólogo donde lloré para que mi papá me recogiera. "¡Ya terminé!" En ese momento me sentí realmente desesperada y vi lo mal que se había puesto la situación. Había vinculado mi autoestima e identidad a un amor platónico. Le envié un mensaje directo a Nombre 2 para terminar con el acoso. No pasó nada, pero aún quería creer que les diría a sus amigos que dejaran de hacerlo y que en el fondo era una buena persona. En cambio, fue un espectador que dejó que pasara, mientras veía activamente el dolor y el sufrimiento que experimentaba. Ya no me sentía atraída ni seducida por él. Esta atracción se convirtió en ira y resentimiento, y se mantuvo así hasta que me gradué de la preparatoria. Mirando hacia atrás, recuerdo mi primer día de preparatoria. Encontré la primera hora y todas las demás clases. Mi última hora del día me causaba tanto estrés que me ponía a temblar. Le lloraba a mi profesor de inglés para que me dejara quedar. Aunque este solía ser uno de los peores momentos de mi vida, he aprendido tanto sobre mí misma que nunca podría haber esperado. Soy mucho más fuerte de lo que jamás imaginé. Mi autoestima no está conectada a nadie más. Valgo la pena y ningún chico podrá arrebatármela jamás. Gracias por leer mi historia.