¡No todos somos supervivientes!

Mi abuso comenzó desde el primer día de mi nacimiento. Mi madre, mi padre y mi hermana mayor padecen la enfermedad del narcisismo y me usaron simplemente como presa. El abuso continuó mental, físico, emocional y económico, e incluso se agravó posteriormente por la hija y el hijo narcisistas de mi hermana, hasta que, tras años de desarrollo personal, fui lo suficientemente fuerte como para eliminarlos de mi vida a los 46 años. Entonces comenzó la verdadera sanación, liberando los recuerdos que había decidido olvidar, liberando mi mente de su manipulación y mi cuerpo de problemas crónicos de salud. Esta fase ha durado los últimos 7 años y estoy casi completamente libre del TEPT y de los factores desencadenantes que me hacían querer evitar ser yo misma: sonriente, inteligente, amable, generosa, sabia, asertiva y con gran respeto por mí misma y por los demás. Ellos asociaron todas mis fortalezas como la razón de su violencia y crueldad. Manipularon a todos mis amigos, familiares y a mi equipo de apoyo, incluyendo a los profesores, para que no me conocieran y creyeran cosas falsas sobre mí. A medida que empecé a creerles, perdí la convicción de saber la verdad sobre ellos y el dolor y la angustia que me causaban. Por su culpa, a lo largo de mis primeros 17 años de vida, fui víctima de abuso sexual con frecuencia; la primera vez, a los ocho años, frente a mi casa, en la calle, detrás de un coche aparcado. Manipularon a un adolescente autista para que abusara sexualmente de mí; me estaban preparando para pensar que ese comportamiento era normal. Sabía que no lo era y seguí desarrollando mis fortalezas para distinguir el bien del mal lo mejor que pude. Luego, a los 10 años, tres niños de 11 años abusaron sexualmente de mí en la piscina del colegio. Mi familia también intervino. Esto me llevó a años de intimidación por parte del protagonista para que no contara a nadie lo que él y sus cómplices habían hecho. También me prepararon para ser violada cuando estábamos de vacaciones a los 16 años y me agredieron física y verbalmente inmediatamente después de que les dijera que acababa de ser violada. Reforzando que no podía contárselo a nadie, así que no lo hice hasta que tenía más de 40 años. Han hecho muchas otras cosas depredadoras y coercitivas habituales, como robarme todos mis ahorros, intentar que me despidieran cuando no era autónoma y trabajaba para otra persona. Incluso llamaron a la policía acusándome de dejar mensajes maliciosos en su teléfono. Sin embargo, la policía me creyó y me dejó con la opción de presentar cargos contra todos ellos, incluido el ahora adulto que me agredió sexualmente en la escuela. Me negué, el estrés, más trauma, más manipulación e intimidación sin garantías de que se hiciera justicia real me disuadieron de presentar cargos contra ninguno de ellos. Desafortunadamente, cuando te atrapan en una guarida/trampa abusiva, eres vulnerable a otros depredadores. El padre de mi mejor amiga también me agredió sexualmente cuando tenía 14 años. Mi familia lo sabía y usó el trauma para traumatizarme aún más y encubrir los crímenes del pedófilo. Por suerte, años después descubrí que su esposa se había divorciado de él porque agredía sexualmente a su hija menor. Al menos mi ex mejor amiga finalmente supo que no lo había inventado para lastimarla, aunque no pude evitar que su padre lastimara a su hermana, ya que habría optado por hacer justicia en ese entonces si mis padres no me hubieran detenido. También estuve atrapada durante cinco años y medio en una "relación" con un narcisista coercitivo a los 20. Finalmente, la dejé con pérdida de autoestima, dinero, amigos y jurando no involucrarme emocionalmente con ningún hombre durante mucho tiempo, lo cual no hice. Pero ahora tengo una relación sana con un hombre genuino, amable y autosuficiente. Sanar adecuadamente en todos los niveles lleva tiempo. El abuso psicológico es tan tóxico como cualquier abuso físico y causa muchos problemas de salud física. Me mantuve mentalmente fuerte lo mejor que pude y solo abrí la "caja de Pandora" cuando supe que era lo suficientemente fuerte como para superar mi pasado y darme una mejor calidad de vida y la salud física que sabía que tendría y podría tener sin las consecuencias del abuso. Ahora tengo 53 años y, poco a poco, estoy volviendo a casa con mi forma de ser y pensar. La verdad es lo que he estado descubriendo y viendo, y solo así pude sanar de verdad.