Despertando mi mente a la paz

Para empezar, quiero compartir que la sanación no es igual para todos. Todos tomamos caminos diferentes, con obstáculos o curvas en el camino, o sanamos directamente, sin interferencias. Personalmente, tardé entre dos y cuatro años en darme cuenta de que había sido agredida sexualmente. Cuando supe el significado, di por sentado que "no contaba" y que no era lo que pensaba debido a la forma en que se cometió el acto. Hablé con un buen amigo por internet y me ayudó a comprender que, de hecho, sí lo fue: agresión sexual. Tenía entre 13 y 14 años en ese momento; nunca me habían enseñado la importancia ni los horribles hechos de la agresión sexual. Estaba resentida con muchas personas, incluyendo a mis padres, por no informarme ni prepararme. Culpaba a muchos otros, incluyéndome a mí misma. Sin embargo, nunca sentí que me quitaran un peso de encima. A los 15, busqué ayuda a través de la línea de ayuda para el suicidio. Sentía que no me quedaba nada, y la vergüenza que sentía, mi falta de voz para expresarme. Me proporcionaron los recursos adecuados y me entregué a la meditación, lo cual tuvo un efecto positivo, pero no fue suficiente. Nadie en mi vida sabía lo que había pasado, excepto una mujer misteriosa al otro lado de la línea directa. Recordé entonces la tranquilidad que sentí al hablar con esa mujer a la que ni siquiera conocía, y me di cuenta de la tranquilidad que podría sentir si se lo contara a la gente que sí conocía. Empecé a hablar con amigos y con cualquiera en quien confiara, aunque nunca con mis padres, y sigo sin hacerlo. Ahora, soy mayor, aunque todavía lucho con mis pesadillas y algo de culpa, he encontrado la paz. He encontrado fuerza, coraje, una pluma en mi pecho que reemplaza el ancla de 20 kilos que tenía clavada; mi corazón y mi mente han sanado. He encontrado amor por los demás y por mí misma. En el tiempo que he pasado recuperándome de las autolesiones, las tendencias suicidas, el autoaislamiento y la culpa, he aprendido algo importante: no estoy sola. Nadie está solo en sus luchas, y siempre hay algo o alguien ahí fuera que nos reconstruye positivamente y nos guía hacia la paz. Espero que todos los que luchan por encontrar la paz la encuentren y algún día puedan reemplazar el ancla por la misma pluma.