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Respuesta por Dr. Laura
Enfermera de Salud Mental con Doctorado y Examinadora de Enfermera de Agresión Sexual
Gracias por compartir esta difícil experiencia. Se necesita valor para hablar abiertamente sobre una situación tan delicada y problemática. En primer lugar, es importante reconocer que lo que experimentaste no estuvo bien. Un adulto en una posición de autoridad nunca debe hacer que un niño se sienta incómodo ni realizarle tocamientos o comentarios inapropiados. Tus sentimientos de malestar y violación son válidos.
Según tu descripción, esta situación va más allá de las instrucciones normales o los primeros auxilios y, de hecho, podría considerarse una forma de agresión o abuso sexual. Sin embargo, es fundamental que comprendas que, en última instancia, solo tú puedes etiquetar tus experiencias y decidir cómo te han afectado. Tus sentimientos y percepciones son válidos, independientemente de cómo puedan interpretar la situación los demás. También es importante señalar que, si no consideras esta experiencia como traumática, eso también está bien. Cada persona procesa las experiencias de forma diferente y no existe una forma "correcta" de sentirse sobre lo que te sucedió.
Es importante reconocer la dinámica de poder que se da en los contextos deportivos y de ejercicio. Los instructores tienen una posición de autoridad sobre sus estudiantes, especialmente cuando trabajan con menores. Este desequilibrio inherente puede hacer que sea particularmente difícil para los jóvenes cuestionar o resistirse a un comportamiento inapropiado. Se espera que los instructores mantengan límites profesionales y prioricen la seguridad y el bienestar de sus estudiantes.
Cuando eras niño, no eras responsable de las acciones de los adultos ni se esperaba que supieras cómo reaccionar en una situación tan confusa y aterradora. Muchas personas, especialmente los niños, se quedan paralizados o se sienten incapaces de pedir ayuda cuando se enfrentan a un abuso. Esta es una respuesta normal y no te convierte en culpable de ningún modo.
Es común que los sobrevivientes de abuso infantil tengan sentimientos encontrados o cuestionen sus experiencias. Esto no significa que estés reaccionando de forma exagerada o que lo que sucedió no haya sido grave. Tu cerebro puede estar tratando de darle sentido a un evento traumático, lo que puede generar confusión y dudas sobre ti mismo. Estas son respuestas normales a situaciones anormales.
Procesar estas experiencias puede ser un desafío y está bien sentirse abrumado. Considere la posibilidad de comunicarse con un terapeuta o consejero especializado en traumas que se especialice en abuso infantil o comportamiento inapropiado en contextos deportivos. Ellos pueden brindarle herramientas para enfrentar sus sentimientos y ayudarlo a superar esta experiencia en un entorno seguro y de apoyo, ya sea que la considere traumática o no.
Recuerda que tus sentimientos son válidos y que mereces apoyo. Nunca es demasiado tarde para buscar ayuda si sientes que la necesitas, y la sanación es posible. Sé paciente y compasivo contigo mismo mientras recorres este camino, sea cual sea la forma que adopte para ti. Gracias por comunicarte con nosotros. No estás solo.
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Actividad de puesta a tierra
Encuentra un lugar cómodo para sentarte. Cierra los ojos suavemente y respira profundamente un par de veces: inhala por la nariz (cuenta hasta 3), exhala por la boca (cuenta hasta 3). Ahora abre los ojos y mira a tu alrededor. Nombra lo siguiente en voz alta:
5 – cosas que puedes ver (puedes mirar dentro de la habitación y por la ventana)
4 – cosas que puedes sentir (¿qué hay frente a ti que puedas tocar?)
3 – cosas que puedes oír
2 – cosas que puedes oler
1 – cosa que te gusta de ti mismo.
Respira hondo para terminar.
Desde donde estás sentado, busca objetos con textura o que sean bonitos o interesantes.
Sostén un objeto en la mano y concéntrate completamente en él. Observa dónde caen las sombras en algunas partes o quizás dónde se forman formas dentro del objeto. Siente lo pesado o ligero que es en la mano y cómo se siente la textura de la superficie bajo los dedos (esto también se puede hacer con una mascota, si tienes una).
Respira hondo para terminar.
Hazte las siguientes preguntas y respóndelas en voz alta:
1. ¿Dónde estoy?
2. ¿Qué día de la semana es hoy?
3. ¿Qué fecha es hoy?
4. ¿En qué mes estamos?
5. ¿En qué año estamos?
6. ¿Cuántos años tengo?
7. ¿En qué estación estamos?
Respira hondo para terminar.
Coloca la palma de la mano derecha sobre el hombro izquierdo. Coloca la palma de la mano izquierda sobre el hombro derecho. Elige una frase que te fortalezca. Por ejemplo: "Soy poderoso". Di la oración en voz alta primero y da una palmadita con la mano derecha en el hombro izquierdo, luego con la mano izquierda en el hombro derecho.
Alterna las palmaditas. Da diez palmaditas en total, cinco de cada lado, repitiendo cada vez las oraciones en voz alta.
Respira hondo para terminar.
Cruza los brazos frente a ti y llévalos hacia el pecho. Con la mano derecha, sujeta el brazo izquierdo. Con la mano izquierda, sujeta el brazo derecho. Aprieta suavemente y lleva los brazos hacia adentro. Mantén la presión un rato, buscando la intensidad adecuada para ti en ese momento. Mantén la tensión y suelta. Luego, vuelve a apretar un rato y suelta. Mantén la presión un momento.
Respira hondo para terminar.