primer año

Ni siquiera tenía 19 años. Era estudiante de primer año. Estaba tan emocionada por empezar. Tan emocionada por estar en el campus. No sabía qué estaba pasando. Al principio había consentido lo que estaba sucediendo. Dije basta y él no me escuchó. Lloré y grité y no ayudó. Salí de ese auto con moretones que me escocían al sentarme y sangre en la parte trasera de mis jeans. No fui violada, solo agredida. Nunca hubo sexo. Solo manos, palabras y dolor. Y pensé que era mi culpa. Todavía lo pienso a veces. Pero no lo era. El consentimiento es fluido. El consentimiento puede cambiar. Pero mi yo de primer año no lo sabía. Pensé: "Si simplemente digo que sí a todo, no puedo volver a salir lastimada por decir que no". Mi yo de primer año se destruyó a sí misma en la búsqueda de recuperar algún tipo de identidad sexual. Y mi yo de segundo año todavía busca cómo recuperarla. No soy mi historia. Pero mi historia es parte de quién soy. Mi historia es lo que me apasiona por sanar y ayudar a otros a sanar. Tuve que detenerme y escuchar a la gente decir que no tenía la culpa. Tuve que escuchar a la gente decirme que escuchara a mi cuerpo y a mi corazón. Necesitaba sanar profundamente antes de poder amarme de nuevo. Y todavía estoy trabajando en ello. Supongo que compartir esta historia es uno de los últimos pasos para mí. No es no, no importa cuándo se diga. Por favor, cuídense, ángeles. Los quiero.