#385

Nunca conocí una experiencia feliz y segura de conexión íntima hasta los 39. Bueno, no sé si sea 100% exacto, pero se siente cierto. Fue con una mujer, una amiga. Estábamos bastante borrachos y yo estaba superando mi primera relación, una que se había vuelto abusiva, y ella tal vez estaba explorando su sexualidad antes de comprometerse con su pareja para toda la vida. No estábamos solos; había otro amigo también allí, al otro lado de ella, un buen chico, un muy buen amigo suyo. Sin embargo, este amigo y yo no gravitamos el uno hacia el otro. Me besó el pelo. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan querido ni cuidado. La dicotomía de aferrarme, rechazar y tener miedo había desaparecido y, por primera vez, sentí que no tenía por qué ser así. Parecía querer que estuviera cerca de ella y no sentí presión para ser nadie ni hacer nada que no fuera lo que sentía correcto en ese momento. De esa experiencia, aprendí que el contacto amoroso recíproco tiene gran generosidad y sanación. Supongo que a veces me sentí así con mi expareja. Pero es curioso cómo, cuando hay malas experiencias entre tú y otra persona, pueden borrar hasta el mejor recuerdo y la mejor sensación con una lágrima opaca.