Ya no es la víctima de Nombre.

Mi hermana adoptiva, mucho mayor que yo, abusó de mí. Abusó de mí desde pequeña. No lo recordaba y me desvinculé por mucho tiempo hasta que conocí a mi madre biológica y los recuerdos me inundaron. Solía obligarme a tocarla sexualmente, siendo yo muy pequeña. Al crecer, se negaba a hablar y me aplicaba la ley del hielo cuando no quería interactuar con ella. Dejaba cosas sexualmente explícitas para que yo las encontrara. Me exponía a música violenta y explícita desde pequeña y conducía de forma peligrosa conmigo. Me humillaba verbalmente delante de chicos que sabía que me interesaban, así como de exnovios; esto también empezó muy pronto. Cuando me recuperé y encontré empoderamiento en la educación y la comunidad, ella me seguía, me copiaba, se hacía amiga de gente de mi edad e incluso aparecía en los lugares donde yo iba. Uno de los factores desencadenantes posteriores de su abuso es que sus hijos han sido tratados como yo: expuestos a cosas explícitas desde pequeños, acostándose con ella y siendo acosadores. Son solo niños y se burlan de las personas discapacitadas, se burlan de mí, y todo es una reiteración de preguntarme si alguna vez escaparé del trauma de su abuso.