Pensé que realmente le importaba.

Era mi profesor de matemáticas en secundaria. Aunque han pasado muchos años desde que sucedió, todavía me siento atormentada por él y sigo luchando contra la autoculpa. Era una niña necesitada, ansiosa y solitaria, y el hecho de que me prestara atención y me escuchara era embriagador. El acoso sexual ocurrió lentamente a lo largo de un año. Poco a poco, se traspasaron los límites y estaba tan encaprichada con él que, para cuando las cosas se volvieron abiertamente sexuales, estaba convencida de que me amaba. Pasaron tantas cosas horribles con él. Me culpaba por gustarme al principio, por querer gustarle, por querer ser lo suficientemente "guay" y "madura" para hacerlo feliz. Durante mucho tiempo intenté decirme que lo deseaba, que estaba dispuesta a participar, pero sé que no es cierto. No realmente. Yo era una niña ingenua y él era un hombre adulto. Él sabía más. Era tan inconsistente. A veces amable y tierno, a veces cruel y vengativo. Nunca sabía qué esperar. Siempre que pienso que "no fue tan malo", recuerdo una noche después de la escuela cuando me siguió al baño de chicas, bloqueó la puerta con su cuerpo y me agredió oralmente. Recuerdo lo frío que estaba el suelo, cuánto me dolían las rodillas y cuánto me dolía. Pero lo que más recuerdo es que después de terminar, me tiró unas toallas de papel, me dijo que me limpiara y se fue dejándome sola, llorando en el suelo. ¡Adiós a pensar que me quería!