Sanar ha sido difícil para mí. Estaba enojada conmigo misma. Vengo de una infancia maravillosa, de una familia maravillosa. Lo que he aprendido es que el abuso afecta a todos los niveles de la vida. He tenido que aprender que la gente es ignorante y quiere actuar como si no existiera. Como no entienden, quieren culparme. Estoy aprendiendo que merezco una buena vida. Estoy agradecida por cada día que tengo. Lo más difícil ha sido perdonarme y aprender que me lo hicieron a mí, que yo no lo causé. También estoy aprendiendo que si no hablamos, seguimos atados a aquello de lo que estamos sanando. Estoy aprendiendo que no soy la única y que estoy bien. Soy amada, soy digna y es mi verdad; no necesito la aprobación de nadie para que sea aceptable. ¡He pasado por el infierno y estoy agradecida de estar viva! Todavía me queda un largo camino por recorrer, pero estoy avanzando lentamente. Como me gusta decir, aprende a aceptar los días de caos y a aceptarlos. Vendrán y se irán. El empoderamiento está recuperando mi vida paso a paso. Nunca es tarde. Tengo 66 años.