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Respuesta por Dr. Laura
Enfermera de Salud Mental con Doctorado y Examinadora de Enfermera de Agresión Sexual
Gracias por confiar en nosotros. Lamento mucho tu experiencia con tu terapeuta. Parece que sus comentarios no solo te hirieron, sino que también te hicieron sentir insegura al compartir tus experiencias. Primero, quiero que sepas que lo que te pasó no fue en absoluto tu culpa, y que tu respuesta, sea cual fuere, fue la forma en que tu cuerpo te protegió en una situación imposible.
Quedarse paralizado durante una agresión es una respuesta muy común y natural. Ante un miedo o peligro abrumador, nuestro cuerpo puede responder de diferentes maneras: a veces luchamos, a veces huimos y a veces nos quedamos paralizados. Nuestro cuerpo ha desarrollado estas respuestas automáticas al peligro, que se producen en las partes más antiguas del cerebro, ignorando por completo el pensamiento consciente. Las investigaciones han demostrado sistemáticamente que quedarse paralizado es extremadamente común durante una agresión sexual; muchos estudios indican que, de hecho, es la respuesta más frecuente.
Paralizarse no significa que lo hayas deseado, y ciertamente no te hace "sucio" ni "asqueroso". La idea de que paralizarse indica consentimiento no solo es errónea, sino un mito profundamente dañino que contradice todo lo que entendemos sobre el trauma y la neurobiología. Una persona que se paraliza físicamente no puede moverse ni hablar; su cuerpo ha desactivado temporalmente ciertas funciones como mecanismo de supervivencia. Esto no tiene absolutamente nada que ver con el deseo ni el consentimiento.
Es completamente comprensible que dudes en continuar las sesiones con tu terapeuta. La terapia debe ser un espacio seguro donde te sientas apoyado y creído. Si los comentarios de tu terapeuta te hacen sentir culpable o incómodo, quizás sea importante considerar buscar a alguien que comprenda y valide mejor tus experiencias. Mereces un terapeuta que te genere seguridad, que comprenda completamente las respuestas al trauma y que nunca te avergüence ni te culpe por lo sucedido ni por cómo respondió tu cuerpo.
Sé que puede ser difícil hablar de esto con tu madre, sobre todo porque ya pagó las sesiones. Quizás podrías decirle que no te sientes cómoda con este terapeuta y que te gustaría explorar otras opciones. No tienes que entrar en detalles si no estás lista, pero expresar que este terapeuta no es el adecuado para ti podría ayudar. Aunque pueda resultar difícil abordar esta situación con tu madre, tu seguridad emocional y tu proceso de sanación son lo más importante.
No todos los terapeutas tienen la misma formación o habilidad en enfoques basados en el trauma. Los terapeutas profesionales del trauma comprenden estas respuestas. Saben que ninguna respuesta durante una agresión —ya sea quedarse paralizado, luchar, huir o apaciguar— perjudica la personalidad del superviviente ni implica consentimiento. Estas respuestas no son elecciones; son reacciones biológicas automáticas que escapan al control consciente.
Recuerda que lo que te sucedió no fue tu culpa y que tus reacciones durante la agresión fueron normales ante una situación traumática. Mereces empatía y comprensión mientras recorres tu camino hacia la sanación. Hay muchos terapeutas con un profundo conocimiento del trauma y que te brindarán el apoyo compasivo y reconfortante que mereces. Sé amable contigo mismo y recuerda que tus sentimientos son válidos. No estás solo.
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Actividad de puesta a tierra
Encuentra un lugar cómodo para sentarte. Cierra los ojos suavemente y respira profundamente un par de veces: inhala por la nariz (cuenta hasta 3), exhala por la boca (cuenta hasta 3). Ahora abre los ojos y mira a tu alrededor. Nombra lo siguiente en voz alta:
5 – cosas que puedes ver (puedes mirar dentro de la habitación y por la ventana)
4 – cosas que puedes sentir (¿qué hay frente a ti que puedas tocar?)
3 – cosas que puedes oír
2 – cosas que puedes oler
1 – cosa que te gusta de ti mismo.
Respira hondo para terminar.
Desde donde estás sentado, busca objetos con textura o que sean bonitos o interesantes.
Sostén un objeto en la mano y concéntrate completamente en él. Observa dónde caen las sombras en algunas partes o quizás dónde se forman formas dentro del objeto. Siente lo pesado o ligero que es en la mano y cómo se siente la textura de la superficie bajo los dedos (esto también se puede hacer con una mascota, si tienes una).
Respira hondo para terminar.
Hazte las siguientes preguntas y respóndelas en voz alta:
1. ¿Dónde estoy?
2. ¿Qué día de la semana es hoy?
3. ¿Qué fecha es hoy?
4. ¿En qué mes estamos?
5. ¿En qué año estamos?
6. ¿Cuántos años tengo?
7. ¿En qué estación estamos?
Respira hondo para terminar.
Coloca la palma de la mano derecha sobre el hombro izquierdo. Coloca la palma de la mano izquierda sobre el hombro derecho. Elige una frase que te fortalezca. Por ejemplo: "Soy poderoso". Di la oración en voz alta primero y da una palmadita con la mano derecha en el hombro izquierdo, luego con la mano izquierda en el hombro derecho.
Alterna las palmaditas. Da diez palmaditas en total, cinco de cada lado, repitiendo cada vez las oraciones en voz alta.
Respira hondo para terminar.
Cruza los brazos frente a ti y llévalos hacia el pecho. Con la mano derecha, sujeta el brazo izquierdo. Con la mano izquierda, sujeta el brazo derecho. Aprieta suavemente y lleva los brazos hacia adentro. Mantén la presión un rato, buscando la intensidad adecuada para ti en ese momento. Mantén la tensión y suelta. Luego, vuelve a apretar un rato y suelta. Mantén la presión un momento.
Respira hondo para terminar.